CAPÍTULO 15: Tercer paso, no confíes en nadie que tenga poder en sus manos
Dome bostezó mientras salía de su habitación, vestía un top corto y un short pequeño. El calor aún no se sentía, pero no tardaba en ser verano. Salió arreglando su cabello semi despeinado y lo ató en una coleta alta, bajo las escaleras y fue hacia la cocina arrastrando las pantuflas por el suelo.
—¡Buen día! —le saludó su mamá, y la miró de arriba hacia abajo—. ¿Cómo dormiste? O mejor dicho ¿dormiste?
—Algo… estaba hablando con Gale ¿te acuerdas de él?—. La madre puso cara de fastidio.
—Ese muchachito maleducado… Creí que había desaparecido… o muerto —comentó la madre con desinterés.
—¡Aish, mamá!¿Por qué siempre haces comentarios tan terribles?
—Creí que habías estado hablando con Brice… él sí es un buen chico.
—En fin… ¿Trabajas hoy?
—Sí, niña, ¿cuándo volverás a trabajar tú? Sabes que el dinero siempre nos viene bien—. Le recriminó.
—Ya te he dicho que pronto conseguiré otro trabajo… es solo una transición —le dice cansada.
—¡Pues ha resultado muy larga, Domeka!… Veo que tienes mucho tiempo entre manos para andar conversando con ese chico, pero nada de tiempo para buscar trabajo.
—¡Ya te dije que lo haré! Es molesto escucharte decirlo cada día —comentó rodando los ojos.
—Si no quieres que te moleste… ya sabes que hacer —le dijo saliendo de la cocina y tomando su cartera del sillón de la sala—. ¡Me voy! Regreso por la tarde, ahí tienes el almuerzo…
—¡Dale!... Anda con cuidado—. Se tomó el resto del jugo que le había servido su mamá y mordió una tostada.
Se quedó pensando en la noche anterior, había hablado con Gale hasta el amanecer, le había parecido de ensueño compartir con él. Recordaba lo mucho que le gustaba estar a su lado, reírse de sus bromas tan ingeniosas, su rostro, sus ojos claros, su cabello, sus músculos… —ya estaba divagando— regresó sacudiendo la cabeza un poco, se miró la mano y ya había terminado la tostada, buscó en el plato y estaba vacío. Al parecer Gale la sustraía de su mundo, pero Brice, ¿qué sentimientos le proporcionaba él?
En su habitación, acostada boca arriba en su puff gigante de felpa, pensaba si el beso con Brice debía tener la trascendencia que ella no se había permitido darle o si mejor debía continuar es sus inocentes coqueteos con Gale. Sabía bien que las intenciones del último eran evidentes y marcadas, él no se andaba con rodeos, en lo más mínimo. El otro chico, por su lado, aunque estaba decidido, no se atrevía a dar los pasos con tanta precisión y agresividad.
—¡Hola, justo estaba pensando en ti! —respondió tocando detrás de su oreja, el audífono adhesivo.
—¿En mí? —se escuchó la voz de un muchacho.
—¡Sí! ¿Cómo estás hoy?
—¡De maravilla! Más aún después de oír tu voz… No quiero que te parezca exagerado, pero te he extrañado estos días.
—¿De verdad? —dijo incorporándose en el puff.
—¡Por supuesto! No te mentiría… ¿Quieres venir a mi casa? Me gustaría tenerte para mí solo por un rato.
—¡Claro…! —se aclaró la garganta—. Digo… si, estaría bien vernos un rato —soltó una risa nerviosa mientras se soltaba la coleta y se apuró a verse en el espejo de pie.
—Perfecto, te espero —cortó la llamada.
—Eh… —se quedó con la palabra en la boca y se quitó el adhesivo, la ropa y corrió al baño para meterse a la ducha rápidamente.
Salió a la puerta de su casa, estaba con un vestido sin mangas, de color azul marino, ajustado y corto, llevaba unas zapatillas blancas y su crossbody del mismo color. Se había dejado el cabello suelto y le había hecho unas ondas en las puntas; no se había maquillado, ya que no solía hacerlo, pero se había delineado los ojos y se veía muy hermosa.
La sorpresa se la llevó al ver el auto estacionado en la acera fuera de su casa, no había pensado en cómo llegar; simplemente se había emocionado con ir. El seguridad que estaba en el lado del copiloto se bajó para abrirle la puerta y le entregó una cajita, la ayudó a subir, cerró la puerta y se subió para iniciar el viaje. Una vez dentro de la enorme y lujosa camioneta, empezó a reír y bailotear en el asiento, ya que la parte de adelante estaba separada por un vidrio espeso y polarizado.
—¡Brice! —respondió algo nerviosa —¿Cómo estás?
—¡Bien, hermosa! —le dijo el muchacho— Quería pasar por tu casa e ir a entrenar un poco.
—¡Oh! —dijo carraspeando y tosiendo un poco— no creo que pueda salir…, no estoy muy bien hoy. Parece que me he resfriado.
—¡No! ¿Te gustaría que vaya a cuidarte? Te puedo llevar algo de medicina o un poco de comida… debes estar muy cansada para levantarte.
—¡No! —respondió rápido y volvió a toser— No te quiero contagiar, mejor sería que descanse tranquila…, ya sabes que se vienen momentos complicados.
—Entiendo, Dome, espero te mejores muy pronto… Si necesitas algo me avisas e iré a verte sin dudarlo, ¿está bien?
—¡Gracias Brice! Descuida que así será —dijo volviendo a toser.
—¡Descansa guapa!
—¿Nos vemos luego?
—¡Claro que sí!
Brice tocó el adhesivo detrás de su oreja y miró hacia la camioneta que se iba, rápidamente, con Dome en su interior. Tenía una idea de a quién pertenecía ese auto, pero no entendía la necesidad de ella de mentirle fingiendo estar enferma. Se dio media vuelta y empezó a caminar hacia su casa, se sentía confundido y algo enojado, pero comprendía que ella necesitaba ese espacio para aclarar su mente y no sería él quien se lo quite.
»»——⍟——««
Carter salió del elevador y caminó por el pasadizo, era un edificio moderno y un tanto “elegante” para los que habían en la comunidad, solo tenían dos departamentos por piso; por lo que eran bastante grandes. Toco el timbre de la puerta que estaba a su derecha y esperó pacientemente. Se escucharon unos pasos y luego la puerta se abrió.
—¡Sr. Estrada, que gusto!
—¡Carter, que bueno verte! Hace mucho que no te veía por aquí… Ahora solo andan en ese almacén día y noche —dijo con fingido tono de reproche.
—¡Lo lamento, Sr. Estrada! Ya sabe cómo somos… no podemos dejar a la tecnología avanzar sin nosotros o nos llevará la delantera… —respondió alegremente.
—Enzo baja en unos segundos… ¡Siéntate a almorzar con él! Yo debo correr al trabajo… A él no le gusta comer solo —le dijo susurrando y en tono confidente, luego salió con su maletín y le gritó a Enzo desde la entrada del pasadizo—. ¡Me voy, regreso a las 10!
—¡Está bien! —se escuchó desde el fondo del pasillo.
—¡Cuidate Carter! Espero verte más seguido por aquí.
—¡Claro, Sr. Estrada, gracias! —la tristeza se dibujó en su rostro, sabía que después de ese día había un alto porcentaje de probabilidad que no lo volviera a ver pronto.
—¡Hey! —le llamó desde el umbral del comedor—. Trae los dos platos y vamos al estudio.
—¡Bien! —respondió Carter, cargando su maleta y los dos platos, para seguir al otro hasta la habitación. El estudio estaba lleno de libros, había un piano de cola y un violín, un tocadiscos de vinilos muy antiguo, un escritorio y sillones cómodos.
—¿Cómo va todo? —preguntó recibiendo el plato y señalando que se siente en los cojines que habían en el suelo —estuve monitoreando las KeyD en remoto, al parecer la brecha seguía sin ser tratada, porque no se dio alarma alguna.
—¡Eso es muy bueno!... —respondió pensativo y comiendo lentamente.
—¿Hay algo que te preocupe? Estás raro desde hace días.
—¿Te acuerdas de la fiesta en casa de Gale? —pregunta Carter algo indeciso.
—¿Qué hiciste? —lo miró el otro rodando los ojos.
—Bueno…, ya me conoces, me realice un tour personal por los pasadizos y encontré de forma casual la sala con la computadora principal…
—¡Dios Carter! ¿Por qué hiciste eso?
—¡Vamos, no lo puedo evitar! Es mi naturaleza, aunque ese no es el principal asunto del que quiero hablarte—. Le lanzó una mirada misteriosa —bueno, en las pantallas empezaron a salir varios archivos y entre ellos uno que llamó mucho mi atención. Y desde ese momento solo me he dedicado a investigar ese asunto.
—¿Has utilizado el “x wasp”?
—¡No!... Utilicé sus partes para mejorar uno de los recursos que ya tenía en desarrollo y he podido desencriptar mucha información oculta.
—¿Qué fue lo que encontraste? —le preguntó con curiosidad.
—Te mostraré… es más fácil hacerlo que explicarte —le respondió dejándolo en suspenso. Enzo pasó la comida con dificultad y nos dejaron los platos sin terminar en la una mesa de centro, Carter abrió su mochila y sacó su dispositivo, lo encendió y el teclado holográfico salió al instante. Conectó el recurso que había desarrollado y empezó a teclear mientras en la placa empezaron a salir las imágenes de sus búsquedas.
—¡Esto no es posible! No es real… —mencionó en chico, a los minutos de estar revisando las carpetas que tenía Carter—. ¿Lo es?
—Cada palabra… —le respondió.
—Nos han ocultado esas masacres, la creación de los androides y las armas de destrucción masiva… ¿Están jugando con nosotros? Somos desechables…
—Y eso no es todo… En medio de las guerras se denegó permiso para un nuevo proyecto humanoide, ¡y es escandaloso! Tuve que acceder como Nivel Alfa V —ese nivel era el único con acceso a archivos e información militar - gubernamental ultrasecreta, luego estaba el Nivel Alfa del I al IV que solo podía acceder a archivos de desarrollo gubernamental social —pero valió la pena el riesgo… ¡Te quedarás sin palabras!
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