¿De verdad me habían invitado a un cumpleaños? Odio las fiestas, ni siquiera quería venir.

Aunque tengo que hacerlo, mamá dice que necesito amigos. Si, claro.

Y lo peor de todo es que me obligó a usar un vestido, cosa que también odio.

En fin, estuve tanto tiempo pensando que no me dí cuenta que ya habíamos llegado a la fiesta, bajé del auto, saqué el regalo y me despedí de mi madre.

Toqué el timbre y una señora me atendió, apenas me vió sonrió como si estuviese viendo un milagro.

-¡Virgo! Gracias al cielo que has llegado, las cosas están un poco difíciles para la cumpleañera, ¿Podrías tratar de ayudarla animándola un poco, por favor?

¿Animarla? ¿De qué? Como sea, sólo asentí y me dejó pasar a la sala. Todo estaba decorado con globos y cintas de colores por todos lados, demasiado color para mi gusto.

Pero hubo algo que llamó mas mi atención, y fué la niña que estaba llorando desconsoladamente en uno de los sofás que habían allí.