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Capítulo 13.

Magna caminaba por los pasillos, lentamente y a trompicones, debido al dolor de cabeza tan fuerte y las náuseas. No estaba del todo ubicada en dónde se encontraba, ni qué estaba haciendo en ese lugar. Su último recuerdo era estar junto a Analla en su interior, hablando con Oshanta.

«Eso es, ¡Oshanta!», pensó, tocándose el pecho ante la sensación de vacío.

Miró entonces sus manos, extrañada por los pinchazos que sentía en ambas. Las yemas de sus dedos se encontraban en rojo vivo, agrietadas y como si se estuviesen ¿desintegrando? poco a poco.

Entonces todo se esclareció para ella. Se dejó caer en el suelo frío, sin parar de mirar ambas manos, con las lágrimas a punto de aflorar de sus ojos, incrédula y confundida, reviviendo todos aquellos recuerdos que por años había tenido retenidos.

La traición, recordó la traición de quienes habían significado personas sumamente importantes par ella.

Por su mente pasó toda su vida, por segunda vez, más clara, revelándole quién era ella en realidad, pero sin cambiar el hecho de e quién se había convertido en esos años que pasó pensando que era solamente una humana con una suerte de mierda, en el lugar y momento equivocado, cuando una deidad impertinente decidió que sería ella quien debía albergarle.

También reconoció el motivo por el cual se estaba consumiendo lentamente, y era por el hecho de ya no poseer el alma de Oshanta dentro de sí, y estar justamente varada en un mundo que no era el suyo.
Pero algo la beneficiaba de todo aquello…

Era la 4ta líder, y su don —si no lo había perdido—, podría serle de muchísima utilidad más adelante, para volver a tener a impertinente Oshanta dentro suyo. De paso, ya que tenía sus recuerdos consigo nuevamente, podría volver a ocupar el lugar que le pertenecía, y cobrar venganza por su familia, matando al usurpador de su puesto: su jodido y traicionero portador.

Volvió a levantarse del suelo, ya consciente de dónde se encontraba, cuando una alarma comenzó a sonar y los pasillos alrededor se llenaron de ruidos y pisadas apresuradas.

Daulla seguro estaría molesto.

No quería tenérselas que ver con ese viejo cascarrabias, ni deseaba que la dulce Eva pagara los platos rotos por su fuga, así que volvió en sus pasos, doblando por el corredor del que había salido antes, alzando los brazos al ver a ambos ancianos discutiendo, frente a la habitación de la cual se había escapado al recién despertar.

—Aquí estoy —les dijo mientras se les acercaba—, y juro que hoy me voy a portar correctamente.

Eva dio varios pasos al frente, y Magna bajó los brazos y los abrió, como para abrazarla, cuando la mano de la anciana impactó, abierta y bruscamente contra su rostro. Luego, sin dejar que Magna reaccionase, fue que Eva le agarró por los hombros, con expresión preocupada, y la estrechó en sus brazos.

—Con las heridas que tienes, es muy peligroso que andes fuera —le recriminó sin disolver el abrazo.

—Lo siento, Oma, desperté aturdida y sin saber dónde estaba. Por cierto —miró a Daulla, para luego separarse de Eva e ir hacia él—, ya lo recuerdo todo.

—Hasta que al fin…

—Si, hasta que al fin. —Rodó los ojos, ofendida por el tono del anciano—. ¿Cuánto tiempo planeabas no decirme nada?

—¿Qué íbamos a conseguir diciéndote algo? Magna, ya nuestro padre consumió gran parte de ti. Sería un milagro que volvieses a recuperar tus recuerdos o tu don. Dame gracias por acogerte, niña ingrata.

—Gracias, querido Daulla —espetó con desdén y molestia.

Volvió a girarse para mirar a Eva, la cual se había alejado unos pasos para atender una llamada telefónica. La anciana colgó y volvió junto a ellos, abriendo la boca para decir algo, cuando un estruendo dentro de la habitación les alertó.

Ambos ancianos corrieron a entrar, y Magna detrás, curiosa por el alboroto. Era un cuarto médico, con varias camas apiladas una al lado de la otra, y al final del cuarto, la última cama destendida, la cortina de separación caída, y un cuerpo tirado en el suelo intentando levantarse.

«Por todos los santos…».

Era Deux, conectado aún al monitor, débil y con ambos brazos vendados hasta los hombros.

Magna se acercó a él cuando vio como los ancianos le ayudaban a levantarse, acostándolo nuevamente en la cama. Fue entonces ella explotó ante lo que su mirada había notado. Apartó bruscamente a Daulla, empujándolo hacia un lado, mirando el rostro sudado y descompuesto de Deux, quien se quejaba silenciosamente mientras abría los ojos y los volvía a cerrar. Cambió su vista, bajando por las vendas de su brazo izquierdo, las cuales terminaban a mitad del antebrazo, revelando para Magna la falta del resto de la extremidad.

No quiso decir nada, y solo presionó sus propias manos, sabiendo perfectamente el porqué había sucedido aquello. Deux le había salvado, como la primera vez hace algunos años, pasando por el portal para traerla consigo al otro lado.

—¡Me pueden dejar a solas con él? —le preguntó a Eva y a Daulla. El viejo dio media vuelta y se marchó sin mediar palabra, mientras la anciana dudaba en qué hacer—. Cualquier cosa yo te llamo, Oma.

Eva asintió entonces, acariciando el rostro de su nieto por última vez y dando la vuelta hacia la puerta.

—Estaré por aquí cerca —le dijo a Magna antes de cerrar la puerta—. Lo que suceda, solo grita, ¿ok?

Y cerró tras la confirmación de Magna.

Ver el rostro de Deux, agonizante, estrujó el corazón de la chica, la cual se maldecía una y otra vez por ser solo un estorbo para tantas personas. En realidad, no le importaba el mundo, ni verlo arder, pero había personas que no debían estar en medio de su caos.

—Plasta, abre los ojos y mírame —le ordenó, pero no en tono autoritario o amenazante, sino más bien en un ligero susurro quebrado—. Si me miras todo será más fácil de sobrellevar.

Nada sucedió. Deux estaba en lo que parecía una intensa pesadilla, o un bucle del cual no podía salir. Se quejaba, balbuceaba palabras sin sentido y contraía su rostro, mas no hacía caso de las palabras de su acompañante.

Magna tomó aire lentamente y lo exhaló, frotándose los ojos por el cansancio físico y psicológico, a punto de romperse a llorar ahí mismo. Eran muchas emociones en un solo día, demasiado que asimilar como para que en ese momento Deux fuese un problema más a resolver.

Y algo se reveló ante ella, como una bombilla encendida en su mente, que le indujo qué hacer, o qué intentar hacer a continuación.

Bordeó la camilla, hacia el otro lado, agarrando el brazo derecho de Deux, vendado de igual forma. Comenzó a desatar la venda hasta su muñeca, agarrando la mano desnuda y herida, con los tatuajes ilegibles y destruidos.

Cerró los ojos y ralentizó su respiración, sintiendo como una chispa en su pecho iba creciendo, hasta formarse una pequeña llama, que subió hasta su brazo, cruzando por el mismo hasta llegar al de Deux. Entonces abrió los ojos, envueltos en un color ámbar intenso y brillante.

Ya Magna no estaba observando el cuarto médico, o la camilla, o todo a su alrededor. Se encontraba en un espacio obscuro y deforme, mirándolo solamente a él, sentado, con el rostro escondido entre sus rodillas y ambos brazos —intactos— cruzados por encima de su cabeza.

Ella se acercó a él y le tocó, cautelosa. Posó su mano en la cabeza de Deux, acariciándole y revolviéndole el pelo con dulzura. Luego bajó hacia su brazo, justamente el izquierdo, haciendo el recorrido hasta su mano, al tiempo que él levantaba la cabeza y le miraba con incredulidad.

—Salgamos de aquí —dijo ella, apretándole con fuerza y jalándolo—. El trauma ha creado este bucle en tu subconsciente, el cual no te permite despertar.

—¿Cómo…?

—Lo sabrás cuando despiertes. Te contaré todo.

—¡No! —le gritó, levantándose del suelo y desprendiendo su mano del agarre de ella—. No me pienso ir de aquí hasta que hablemos. Hay demasiado, Magna, y presiento que allá afuera ahora mismo todo estará demasiado caótico para hacerlo.

—¡Caótico o no, saldrás de este puto bucle ahora mismo, pedazo de mierda! —le gritó ella, exasperada por la tozudez que estaba presentando—. O vamos por las buenas, o intentaré sacarte a las malas, y no me reproches si llegas a perder otra puta extremidad…

Du bist sehr nervig, Magna Lahen.

La madre que te parió seguro que era más molesta que yo, y mira, tuvo la desfachatez de parirte. Así que no jodas y vámonos.

—Te crees tan superior, Magna, tan intocable —soltó con desdén—. Y me crees a mí solo una mierda. ¿Cómo vivir con eso?

Ella fue a protestar, sorprendida por el tono de sus palabras, pero él la detuvo.

»… pues se puede vivir, y lo estoy logrando. Eres lo que más quiero en esta vida, no lo voy a negar, pero no entiendes aún el terror que me provocas. Hasta ahora, todos mis miedos los he podido domar, excepto a ti. Pero eso va a cambiar pronto, MaLa, así que estate preparada.

Y se cruzó de hombros, atravesándola con el filo de su mirada, tan cargada de ira y muchos otros sentimientos que ella no supo descifrar. Sin embargo, su paciencia había llegado al límite, y terminó estallando, haciendo que volviera a caminar más cerca de él, alzando el cuello para mirarlo directamente, pegando ambos rostros y ambas bocas, hasta sentir la respiración uno del otro.

—¿Qué cambiará esta vez, mocoso? —espetó con furia—. Jamás me he sentido superior, pero no tienes ni puta idea del porqué. Siempre has sido tú quien se negaba a ponerme un dedo encima, a caer en mis provocaciones, incluso cuando creía que ya lo nuestro iba más allá. Comencé a odiarte incluso, pero por recelo. Y es que algo escondes; tanto mimo es por algo, ¿no?

—Daulla me lo contó todo —solo supo resonderle.

—Ese viejo se puede ir a la mierda mil veces —dijo ofuscada, bajando el rostro derrotada, y dando media vuelta, apartándose de él—. Y tú también, imbécil.

Y volvió en sí, de vuelta a la realidad, frente al cuerpo inconsciente de Deux, el cual parecía estar ya profundamente dormido.

Estaba demasiado molesta para seguir intentando, y el no era más que un necio insolente, y un inmaduro en toda regla. Le debía la vida y mucho más, pero ese patán con cuerpo de sex simbol ya le había roto el corazón demasiadas veces, y esta ocasión había resultado doler mucho más que las anteriores.

Al parecer, tantos años siendo humana ya habían logrado debilitarla, hablando en todos los sentidos…

Si, definitivamente, convertirse en humana la había roto.

Holaaaa!
Increíblemente, les tengo capítulo nuevo jajaja.
Espero que les guste el cambio de imagen de la historia, hice los gráficos para que peguen con la hermosa portada hecha por pallis349

Más adelante estaré haciendo el cambio en toda la historia, pero ahora mismo me da hueva hacerlo 😅

PD: Oma significa abuela en alemán (eso creo).
Y la frase que Deux le dice a Magna significa: "Eres una molestia".

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