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Descendientes - El ser princesa













-LO QUE SOY XIV-










— me enseñarás —cuestione.

Él asintió— nada de quejarse, presumir, sudar, ponerse nerviosa, resbalarse, caerse, resoplar y nada por el estilo —alzó un dedo—permanece presente, permanece agradable y permanece orgullosa —asintió frente a mí— una princesa los cubiertos sabe usar, una princesa mil zapatos calzará —sonrió y aludía con sus manos de un lado a otro, chasqueando y mostrándome en primera instancia un plato frente a mí, sorprendida lo toque y Diaval lo desapareció— una princesa no se puede equivocar —desvie mi mirada y Diaval empujó al frente— mirada al frente y no caer, el protocolo mantener, esa postura siempre deberás tener —Diaval daba vueltas a mi alrededor explicando cada cosa, fruncí mi ceño con cada aspecto que hacía, mire mis pies tratando de caminar recto, pero Diaval tomo mis hombros y los enderezó, luego tocó delicadamente mi vientre y me hizo retroceder, fruncí mi ceño mientra alzaba su meñique, alzó mi barbilla y luego hizo un gesto con su cabeza, asentí levemente haciéndole entender, mientras lo miraba tomar mi mano— respirando, avanzando, la sonrisa, no una risa, lo que sientes no podrás mostrar deslizate —y empujo de mí a tiempo logré mantenerme al margen y ver como mi vestido lograba brillar junto a mí —me dio el punto y siguió tomando mi mano mientras me llevaba por el pasillo y advirtió sonriendo y dando un chasquido apareció una corona frente a mí y la puso sobre mi cabeza— Con propiedad a todos te dirigirás, siempre tendrás gran cortesía y afinarás con armonía, tu dulce voz el mundo deseara —y me dio vueltas una y otra vez y tomando mi cintura me acerco a él— y su hermosa mirada, ya no piensas en nada —por un momento Diaval sonreía y sus ojos brillaban frente a mí, llevándome con el compás de su canción me envolvía en luces brillantes, mientras bailabamos a nuestro alrededor y dimos una vuelta juntos— mirada al frente y no —

— nunca nunca caeré —

— Siempre llegarás —

—allí siempre estaré—

— Estar lista, todo puede suceder —aclaró— mirada firme no—

— labios nunca aflojar —

— Un gesto gentil —

— nunca mirar hacia atrás —

— Para todo hay un tiempo y un lugar —ya casi llegabamos al final— una princesa la limpieza nunca hará —aclaró— una princesa la cabeza usará —y entonces asintió e imite su acto, con su mano en la mía, finalmente habíamos llegado al final del pasillo.

Y creo que ahora entendía más o menos lo que Diaval decía— ¿de dónde sacaste la corona? —

— oh, la reina Mal me dijo que debías usarla —fruncí mi ceño y asentí.

— como princesa que soy —

Me compensa con una sonrisa— como princesa que es —

La noche estaba empezando a caer y junto con ella el carruaje azul de la realeza que esperaba atento a que todos entraran.

— ¿Esta lista? —

Suspire nerviosa— eso creo —masculle.

Fue entonces cuando la puerta trasera fue abierta y un Rey totalmente despreocupado por su retaguardia y sin soldados apareció frente a mí con una sonrisa.

Se había dejado crecer la barba.

Alce una ceja con diversión.

— no sabía que tenías gustos tan raros, su alteza —comente con gracia.

A lo que él rió— Rey Ben, es un placer verlo de nuevo —esta vez fue Diaval quien se inclinó ante Ben.

— no lo aludes mucho, es una mitad bestia —bromee bajando las escaleras.

— dice un buen dicho que aunque la mona se vista de seda —le dirigí la mirada retante a su lado, en cuanto dijo ello, él divertido soltó lo último— mona se queda —le di un leve empujón, hizo un amago— no sabías que golpeabas tan fuerte —

Fruncí mi ceño— no seas un exagerado —alarde con el ceño fruncido.

— chicos, ya basta, entren —y por la puerta una reina muy inusual se realzo y debía admitir que el negro le sentaba de maravilla.

Pasada las horas, Celia ya había llegado y junto a ella dentro de la limusina nos adentramos en el camino que nos llevaría a nuestro destino.

— así que... Maldonia —desviando mi mirada de la carretera miré a Ben con cierta intriga— ¿Por qué los reyes de Maldonia ahora deciden conocer a Celia? —fue entonces que Ben negó con la cabeza.

— no son los reyes los que quieren conocerla —frunci mi ceño.

— entonces ¿Quién me querría conocer? —Ben se removió de su lugar.

— bueno, de hecho es el hijo menor de matrimonio —frunci mi ceño y Ben dirigió su mirada hacia Celia— es Tiago, tiene catorce años y ya tiene una visión muy próspera para el reino —parpadee unas cuantas veces y Celia ladeo su cabeza.

— Vale... —eso era extraño— ¿Y por qué debo ir yo? —aún tenía esperanzas de poder quedarme.

Sentí la mirada de Diaval y sonreí— Meido —alertó.

— solo digo que no es obligatorio... —

— oh no, tú sí debes ir —indicó Mal.

— los reyes deben conocer a la princesa y a la familia real de Auradon —Ben se apoyó en el sillón— es una tradición, además alguien espera muy fervientemente tu visita —fruncido mi ceño miré cuestionando a Ben.

— ¿De qué hablas? —

— oh, ya sabes, es el típico príncipe que busca desposar a una princesa —mire horrorizada a Mal.

— todos los jóvenes de los reinos en los Estados Unidos de Auradon esperan poder conocer a la nueva princesa —Ben lo decía con orgullo— es una oportunidad para ellos de poder tener un aliado muy poderoso, Auradon —

— ¿Por medio de mí? —cuestione horrorizada.

— como princesa, sí, tranquila, eso también me pasó a mí —lo decía con tanta calma.

— y al final terminó siendo Audrey, la princesa ganadora —indicó Mal— pero, supongo que ese no era el destino —masculló tomando la mano de su amado.

¿Destino?

Baje mi mirada.

— dijiste el hijo menor ¿No? —cuestione sin mirarles.

Ben asintió— el mayor es Chad, tiene veinte años, no estudio en nuestra preparatoria, pero es el príncipe heredero a la corona de Maldonia —indicó.

— ¿Es él el que espera que me atraiga? —Ben frunció su ceño.

— ¿Atraerte? —cuestionó extrañado Ben— Meido, tú no estás obligada a sentir nada por él, además no es un secreto lo que sucede entre el príncipe Tristán y tú —

Silencio.

Por mi parte solo hubo un silencio— solo disfruta de la fiesta —aconsejó Mal.

— no me gustan las fiestas —si estuviera cerca de la ventana seguramente estuviera apoyada a ella, solo me podía limitar suspirar y admirar el paisaje.

— ¿Meido? —Diaval llamó mi atención.

— Estoy bien —no quería preocupar a Diaval.

Pero, el hecho de parecer una princesa y no serlo en mi interior era duro.

Pero qué les puedo decir, era una princesa única.

— te ves como toda una princesa —aferro mas su abrazo.

— gracias a ti Dizzy —y sí, me salió tan natural que mire a Celia sorprendida y luego a Dizzy.

Y gracias a Dizzy estaba en esto.

— se vale soñar —pero fue Dizzy a mi lado quién respondió complacida hacía Hook sin mirarle y sonriendo hacia el hada madrina—¿no es así, Hada Madrina? ¿algún día tendré un hada madrina como usted y un príncipe que me de mi felices para siempre —abrí mis ojos de par en par, esta chica tenía una imaginación inagotable.

Un hada madrina... toda princesa tenía una y para mí, Dizzy era mi hada madrina.

Que curioso.




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