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Descendientes - El museo de las historias














-LO QUE SOY LII-














Salí de mi habitación casi a los veinte minutos después de que Ben se había ido, con la única razón de buscar la razón de mi corazón en esta noche de soledad, con el frío abrazándome y los nervios de punta.

Volví a recordar mis viejos, pasos, las viejas costumbres, cuando escape de habitación para ir en busca del libro de encantamientos y el espejo, cuando mi corazón se sentía tan nublado que ni siquiera lo veía o sentía.

Mis pasos ahora resonaban en el suelo de la entrada y con un suspiro estaba lista para salir en busca de ese lugar.

¿cuál será nuestro paradero? Meido —pare de golpe en cuanto escuche esa voz.

Me había acorralado por mi misma en la pared tomando mi pecho en manos y respirando cortantemente.

— mi señora ¿está bien? —fruncí mi ceño con los ojos ardiendo en cuanto Diaval se acercó preocupado.

Bufe y me reincorpore arreglandome— casi me matas de un susto —masculle con recelo mirando.

— perdone —río por lo bajo— no sabía que podía asustarse de esa forma —entre cerré mis ojos cuando trataba de ocultar una sonrisa.

— gracioso, sí, sí —reí sin gracia y le di un golpe en el hombro haciendo que retrocediera y se alejara.

— auch —seguí caminando con un bufido— pero aún sigue pegando muy fuerte —sentía sus pasos tras de mí.

A esta hora el frío era maravilloso, pero la vista le ganaba por muchos, pues las estrellas de esta noche aclamaban ser vistas con ojos de esplendor.

Sonreí de lado y seguí mi camino— ¿ha tomado sus pastillas? —cuestiono Diaval tras de mí.

Fruncí mi ceño— tú me viste tomarlas —indique sin mirarle.

— pues sí, pero eso fue en la tarde, ¿ha tomado las de noche? —

Desvié mi mirada— las tomaré en cuanto regrese —masculle.

El museo estaba frente a mí, los nervios se me estaban acumulando, suspire pesadamente y saque las llaves de mi bolsillo.

— no sabía que era partidaria de la historia —comentó Diaval sin verme.

— es un lugar para despejar mente y aclarar dudas —masculle con pesimismo.

También donde me descubrieron y tuve que ir a la cárcel.

Pero también, donde conocí la bondad de Ben.

Subiendo las escaleras solo me hacía recordar mi pasado, realmente todo me resultaba como una película en mi cabeza.

Tome las llaves y las mire todas, chasquee la lengua.

Algo que se me pasó por completo..¿como entrar sin tener la idea de cuál llave era?

Bufe, volví a mirar las llaves y metí una al azar con la esperanza de que fuera esa, pero no, volví a tomar otra, tampoco era, tomé una tercera, pero fue en vano, gruñí— esto es imposible —masculle con odio, con un simple hechizo tendría todo resuelto, lo pensé, creanme que lo pensé, pero no ganaría nada con eso, sería fácil entrar, suspire y volví a ver las llaves y leí entonces: puerta principal, en una, mire la puerta con odio y luego a Diaval, quien sonreía ansioso, volví mi mirada a la puerta y metí la llave, dándole un giro y abriendo para mi sorpresa— en serio debo analizar las cosas —masculle empujando la puerta y entrando.

La puerta hizo un pequeño chirrido, Daival entró junto a mí, a medida que entrábamos iba recordando cada cosa, aunque habían nuevas secciones también.

Pero estaba seguro que el lugar al que quería ir no había cambiado para nada. Pues en la dirección del escritorio de seguridad a la derecha, el pasillo que me llevaría a la gran sección estaba próxima. Pero llevar a Diaval... realmente quería estar sola.

Así que suspire y dirigiéndome a él le dije— ve y mira todo lo que quieras, no tardare —esperando que así entendiera que realmente quería estar sola, lo cual parece que entendió por qué dijo.

— Entiendo, Meido, si me necesita no dude en llamarme —asentí en cuanto dio una reverencia y se fue.

Volví mi vista al pasillo y caminé por él. todo seguía como antes, realmente esa esencia no había cambiado.

Las secciones separadas, artefactos importantes en cada historia, la historia de cada reino y finalmente la sección de los villanos, suspire pesadamente, lo diferente de esta parte es que había un salón más, pero estaba cerrado por unas cortinas, con un letrero que decía específicamente "héroes de Auradon" y más abajo decía "abierto próximamente"

Supongo que aún había cosas de Auradon que no sabía, pero me fui a guiar por el pasillo y la sección de villanos.

Suspire nerviosa y ahí la vi.

Madre.

Movía mis dedos nerviosos a mis costados a medida que me acercaba al frente de ella, pero cada vez pensaba que esa estatua de cerámica de ella podría tomar vida, lo que hacía que mis nervios crecieran más.

Frente a mí el cartel de Maléfica se alzaba y pronto los recuerdos junto a ella no demoraron en aparecer.

Nunca fue la madre que un niño hubiera querido tener, nunca fue cariñosa, ni mucho menos me ayudaba, siempre fue mezquina y no ayudaba a nadie, implantaba en miedo en todos y como sino fuese suficiente, robaba a los comerciantes para traer a casa, donde lo único que yo recibía eran las sobras.

— Madre —masculle tomando mi anillo y sacándolo de mi dedo.

El cetro de Maléfica ahora me pertenecía.

Fruncí mi ceño y pronuncie:

Flor que da fulgor con tu brillo fiel, vuelve el tiempo atrás volviendo a lo que fue

El cetro ahora yacía en mi mano y su brillo intenso demostraba el verde de la maldad y el morado de la magia oscura, suspire pesadamente— jamás pensaste que sería tu predecesora —y volví mi mirada a ella aferrando mi agarre en el cetro— pero lo soy, madre, soy ahora la que porta el cetro, uno que alguna vez fue tuyo, pero ahora es mío y está hecho a mi manera —era cierto el cetro había cambiado para mí, por mí— uso los poderes malignos, pero no para el mal —camine más cerca de ella— ahora lo uso para demostrar a todos que un ser malvado también puede cambiar y ser bueno, que también merecemos una oportunidad —aferre mi agarre aún más— una que tú nunca me diste a mí —

Cerré mis ojos, porque aún pese a lo mal que me había tratado, había una razón para entenderlo, Mal me lo dijo alguna vez.

— ella no sabía qué hacer con una responsabilidad como una hija, es por eso que era como era —

No sabía, entonces ¿por qué me tomo a mí?

— oh, pequeña —pero ella me encontró— ¿estás perdida? —recuerdo que en ese entonces lloraba, fruncí mi ceño, lloraba en las costas— oh pequeña, no llores —mientras ella me encontraba, ella estaba ahí— yo te cuidare ahora —ella me tenía en sus manos acurrucandome y consolandome con su frío ser.

¿Cuál era su punto de tenerme en sus manos? ¿Por qué me tomo?

Mi respiración se entrecortaba con cada recuerdo.

¿Qué hubiera pasado si ella no me hubiera encontrado en esa costa?

ahora serás mía —por años fui su hija oculta. Su creación.

— ser tuya —masculle inconscientemente, eso era lo último que había dicho, después de irse conmigo en brazos— la creación de Maléfica —sonreí débilmente y mire su estatua— era un gran misterio para muchos —masculle.

Pero luego vino el desastre y el despertar. Recuerdo tener tanto odio que no podía dejar de pensar en eso y solo quería venganza.

Luego todo cambió, mi mente se sintió culpable, cuando se suponía que me estaban dando una segunda oportunidad... Ben... siempre me dio una segunda oportunidad.

— sé que la pasaste fatal, tu infancia, que las personas esperaban más de ti cuando no podías, pero también sé el potencial que tienes —él decía que me comprendía— entre dos mundos vivimos hoy, solo tú sabes a donde perteneces, si te atreves a descubrir más allá —

Decidí dónde ir y tome mi rumbo, ahora tenía un camino, tenía a personas que estaban conmigo, tenía una familia, tenía amigos, tenía... un propósito.

Aunque aún no sabía cuál era mi propósito. Mire a mi madre, pero estaba seguro que ella tenía uno incorrecto.

Aún así, daba gracias a Maléfica, de no haberme encontrado, posiblemente hubiera muerto en esa costa.

Aunque... aún no sabía qué hacía en esa costa...

— Mis hijos estaban entusiasmados por ello, incluso mi pequeña Luna, de tan solo nueve años —pero el recuerdo del granjero, el señor Cristhian apareció en mi cabeza— de verdad estaban entusiasmados, pero el primer día en el trabajo lleve a mis hijos, quería que conocieran mi nuevo trabajo, donde estaría por las tardes, Luna, se escapó de mis manos —la agonía estaba invadiendo mi corazón— Luna, corrió a las aguas del mar, el límite con la Isla de los perdidos... solo fui capaz de encontrar unos de sus zapatos en la orilla, ella había desaparecido —gruñí con odio al recordar lo último, me aferre en mi cetro.

Un zapato en la orilla, abrí mis ojos cristalizados, a mí me faltaba un zapato cuando llegue a la isla, ahora lo recordaba, estaba en la costa, llorando, sin un zapato.

Deje salir aire, pero aún sentía que me faltaba, ese día, esa niña, ese momento, acaso... acaso.. ¿se trataba de mí? 

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