-Antecedentes 0-
La niebla densa comenzaba a dificultar la navegación por el vasto océano mientras que la fragata Barbanegra luchaba al borde del hundimiento. Sus tripulantes hacían todo lo posible por tapar los boquetes quemados que Mal había orquestado en un violento ataque, sin embargo, no había suficientes materiales para abordar todos los destrozos; las velas apenas conseguían mantener el rumbo con los mástiles chamuscados, la popa yacía abierta por culpa de los tentáculos de Uma y los costados permanecían con horrendos surcos provocados por los cañonazos enemigos.
Estaban a punto de ir a la deriva si no encontraban un sitio seguro donde abarloar.
—¿Ves algo? —gritó Réizma a Veatrix; quien yacía vigilando con un catalejo desde la cofa.
Veatrix negó con la cabeza.
—Hay mucha niebla, no he visto nada en kilómetros —aseguró la joven y pronto, un gritó agudo desde los cielos le dejó atónita, se volteó ipso facto con la alegría bañando su mirada— ¡No puede ser! ¡¿Hayabusa?!
Desde que llegaron a la Isla de los Malditos no había vuelto a ver a Hayabusa, pensando que había sido calcinado por las llamas o atravesado con cualquier arma de combate, francamente, todo fue un absoluto caos imposible de sobrellevar sin alguna pérdida. Lejos de eso, el animal se desorientó con la feroz batalla que había estallado y aturdido buscó desesperado la manera de reencontrarse con sus dueños.
No sin antes ayudar a alguien herido en combate que necesitaba dar con ese barco también.
—Eres duro de pelar eh, amigo —soltó Veatrix con una sonrisa medio dibujada en su rostro herido. El halcón se posó en el borde de la cofa trompeteando leves sonidos, algo nervioso— ¿Qué sucede?
Con su pico señaló el cielo tapado por la niebla grisácea, todavía nervioso y agitado, Veatrix sabía que estaba tratando de comunicarle algo, pero no sabía con certeza el qué ¿más enemigos? ¿Uma regresaba? ¿la Guardia Imperial los perseguía?
Todos se pusieron alerta al notar como el calor aumentó drásticamente.
—¡DRAGÓN! —gritó uno de los tripulantes preso del pánico.
El viento comenzó a agitarse y bramidos escalofriantes se adueñaron del ambiente tenso. La gente empezó a correr y esconderse sin ganas de inmiscuirse en una nueva batalla. No podían creer que Mal les había estado persiguiendo hasta ahí, perdidos en pleno océano. La silueta negra del dragón tomó forma poco a poco, advirtiendo de que se trataba de otro ente más grande y corpulento que Mal, su sombra tiñó de oscuridad el barco seguido de una lluvia de sangre que los desconcertó a todos por completo.
—¡ES NIX! —apuntó Jackie sorprendido, viendo como la gigantesca bestia se precipitaba al mar sin fuerzas para continuar volando— ¡ESTAMOS AQUÍ!
El choque que provocó hizo que el barco se tambalease peligrosamente hacia su derecha, justo cuando Nix cayó al mar devastada y herida. Sus ojos permanecían cerrados y poco a poco fue destransformándose, rodeada de una mancha carmesí enorme a su alrededor. Estaban confundidos, no entendían como Nix había acabado tan grave, sobre todo Veatrix, quien había estado observando la pelea con el catalejo. Nix había ganado, lo había presenciado con sus propios ojos.
Entonces ¿Qué había pasado?
Réizma se lanzó de cabeza sin pensarlo dos segundos más, Nix empezaba a hundirse sin intenciones de despertarse y los tiburones no tardarían en oler la cantidad de sangre que se filtraba desde la superficie.
Las horas pasaron y por fin los ojos de la joven empezaron a moverse nerviosos antes de entreabrirse. Todavía estaba algo desorientada —incluso cuando consiguió incorporarse en la hamaca donde yacía reposando las fuerzas. Lo primero que pudo ver cuando su vista se esclareció fue su ropa tendida en unas cuerdas viejas, cerca de una ventana redonda y destrozada que dejaba entrar el olor salado del mar. Se observó su piel gris manchada de heridas cerradas y con ropa roída provisional.
—Toma —unos pasos se frenaron a su lado, tendiéndole algo de agua en un vaso de cristal—. No tenemos más que esto.
La mirada de Jaxon y de Nix se mantuvo unos incómodos segundos, justo antes de coger el vaso y beber. Ninguno de los dos tenía pensado seguir hablando con el otro, sin embargo, se quedaron ahí, quietos sin decir nada como si esperarán una conversación pendiente. Por suerte para la joven, el momento fue interrumpido por Réizma y Veatrix, quienes entraron al camarote preguntando por su estado. Al verla recién despertada, ambas no pudieron ocultar un gran alivio en sus rostros.
—¿Qué te ha pasado? —preguntó Veatrix desconcertada, justo antes de acercar un taburete y sentarse cerca de ella.
—Estoy igual de confundida que vosotros... —apuntó Nix, observando el movimiento del agua de su vaso, tan parecido al oleaje agitado cuando batallaba en los cielos—. Mal... No sé que hizo, pero terminó derrotándome.
Los tres jóvenes se quedaron mudos, intentando digerir como había sucedido eso.
—¿Cómo? ¡Imposible! ¡Vi como la mataste! —siguió Veatrix extrañada, no entendía como podía suceder eso.
Nix se calló pensativa, tratando de recordar a la perfección ese difuso momento donde era golpeada sin piedad a cada instante, con cada ataque más fuerte y doloroso que el anterior. Sus energías estaban completamente agotadas, después de recibir la descarga descomunal de los barrotes eléctricos en la prisión de Hades y de enfrentarse a Mal y Uma a la vez; algo hizo que la batalla se torciera de esa manera tan brusca. Después de eso, solo recordaba una mirada verde que le mostró misericordia.
—¡La maté! —se reafirmó la joven— ¡Os lo juro! Después de hacerlo me enfrenté a Uma para terminar con ella también y seguido recibí una llamarada brutal que casi me deja fuera del combate.
—Ya... ¿y no será que te apiadaste de ella? —soltó Jaxon de brazos cruzados, con un tono seco que no mostraba agrado—. Admítelo, no fuiste capaz de matarla. Mucho remarcar los errores de los demás y bien que tú también los haces.
Nix posó su mirada fulminante en él antes de responder en su mismo tono áspero:
—¿Tengo que recordarte que sigues vivo gracias a mí? A lo mejor eres tú el que debería aprender a salvarse el culo solo.
—Chicos, basta —terminó Veatrix el enfrentamiento—. No es momento de discutir por gilipolleces. Nix, ¿recuerdas lo que pasó?
Justo Nix lo recordó todo, su ceño se frunció más y su mirada molesta recuperó su estado malhumorado natural.
—Mal recuperó las energías y se convirtió en algo más poderoso —explicó Nix terminándose el vaso de golpe—. Era como su madre, casi como dos gotas de agua.
Recordaba su aspecto nuevo; sus alas enormes y verdes, sus cuernos torcidos, su figura esbelta y sus llamas imposibles de contrarrestar. Aquella bestia negra que consiguió derrotarla sin problemas vociferó con grandeza y le dejó la opción de huir mar adentro o morir en combate.
—Necesito algo más fuerte que esto —añadió Nix tendiéndole el vaso vacío a Réizma.
—Y nosotros...
Al cabo de las horas, el barco consiguió abarloar en un viejo y podrido muelle de un puerto abandonado, tétrico y desolado como sus esperanzas antes de encontrarlo. Aquella era su vía de escape para iniciar su nueva vida, su nueva libertad que tanto habían ansiado. Por fin el mundo estaba a su plena disposición y algunos de ellos aprovecharon esa oportunidad: como Lexy, Jackie, Veatrix y Jaxon. Unos con planes en mente que los hicieron tomar rumbos opuestos y otros deseando separarse del grupo y sus sentimientos.
El resto, continuaban demasiado apegados al pasado, por lo que ese no iba a ser su último viaje en barco.
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