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Capítulo 6: Desenmascarando la secta de la bondad

Eris regresó a la plaza principal para ver si alguno de sus compañeros había tenido más suerte que ella. Ni con más de cincuenta personas buscando esa alimaña habían dado con él. 

Sabía que era escurridizo, pero no se pensó que lo fuera tanto.

Y como habían dicho, tras caer las últimas gotas de luz, los cuervos graznaban advirtiendo que ya era media noche, el toque de queda para ver si el plan había dado sus frutos; vio volver a Lexy desde el Norte con sus soldados carta manchados de tierra y barro, sin haber dado con el mago, su frustración se veía reflejada en sus encendidos ojos de psicópata. Makayla tampoco tuvo suerte y regresó con las manos vacías por las calles del Este y Logan apareció de la misma manera, con su tripulación de los piratas más buenos de esta isla. La misión había sido un completo fracaso.

 —Genial, ¿me estáis diciendo que ese saco de huesos nos ha dado esquinazo a los cuatro? —comentó Eris alterándose paulatinamente.

Gruñidos y suspiros de resignación no tardaron en aparecer.

—Ni siquiera le he visto el sombrero —respondió Lexy de brazos cruzados, cabreada también—. ¿Cómo se lo ha montado para huir? Era una emboscada perfecta...

—Seria perfecta si lo tuviéramos en nuestras manos —le contestó Logan desquiciado.

—No entiendo como narices no le hemos visto ninguno de los cuatro —se unió Makayla mordiéndose la uña del dedo gordo, intentando pensar en algo que se les estuviera pasando por alto—. Hemos patrullado la isla entera o al menos todo lo que está poblado... y dudo que se haya metido en el Bosque Venenoso o en el Salvaje Oeste, si fuera así debería de estar muerto.

—Como nos la ha jugado —comentó la peliazul enfadada mirando a su alrededor apretando los dientes, empezó a liberar humo gris y denso de sus manos del mismo cabreo. Eso hizo que al menos Lexy y Makayla se estremecieran. Ahora sabían que Eris estaba molesta de verdad.

Pronto escucharon los chillidos de un ave volar cerca de ellos, todos vieron a Hayabusa sobrevolarlos en círculos hasta posarse en un cable eléctrico y comenzar a trompetear sonidos menos agudos hacia ellos, como si les quisiera decir algo. Cuando Eris volteó la encendida vista hacia su espalda, vio a su hermana aparecer con su escuadrón hacia su posición, un poco más motivados que su grupo.

—¿Tampoco habéis encontrado a Yen Sid? —le preguntó, con un tono ácido y de brazos cruzados.

—No, no le hemos encontrado —le contestó Nix, con sus manos dentro de los bolsillos de su sudadera azulada, el enfado de Eris aumentó aún más tras ver que ni su hermana había encontrado a ese brujo—, pero este tipo huía por la Bahía de los Duendes, dice ser un ayudante de Yen Sid.

Al oír eso, su mundo se detuvo, su enfado se extinguió enseguida y volvía a estar de mejor humor con esas noticias; noticias muy buenas. Puede que ese brujo sea muy astuto, pero seguro que no se esperaba que tuvieran a uno de los suyos en sus garras.

—Nos ha contado que huía con el mago y vete a saber tu cuanta peña más —siguió y pronto Nix empujó al hombre escuálido hacia todo el cúmulo de gente. Este yacía con las manos atadas a su espalda con gruesas cuerdas—. Estoy segura de que sabe más de la cuenta...

—Seguro —Eris le hizo una señal a Logan para que lo agarrara y lo llevara hacia su base—. Buen trabajo, Nix.

—Y ahora si nos disculpáis... —Contestó su hermana marchándose con su grupo directamente hacía una de las calles centrales.

Regresaron todos a su guarida, su rehén sabía que no iban a ser mucho más bondadosos que sus antiguos secuestradores, pero a pesar de ello, les intentaba sacar temas de conversación para avivar su silenciosa caminata hasta casa. Los nervios lo tenían carcomido por dentro. Trató de hablar con los piratas secuaces, pero estos lejos de escucharlo le gruñeron, más nervioso trató de entablar conversación con un soldado carta que lo custodiaba por el lado derecho, sin embargo tras voltear su mascara algo oxidada en forma de corazón y observarlo con sus pupilas blancas, el hombre se terminó de asustar todavía más, como si hubiera visto algo perturbador bajo esa careta. 

Su aguda voz siguió oyéndose hasta llegar a la guarida.

—¡¿Quieres callarte de una vez?! —le gritó Lexy histérica, harta de aguantar sus monólogos mientras lo ataba bien fuerte en una silla, en el garaje del Castillo de las Gangas.

—Basta de tonterías —soltó Logan serio, para acallar a la pareja— ¿Dónde está Yen Sid?

—Sinceramente, no tengo ni idea... —Respondió el chico, un tanto incómodo.

—¿Ah, no? —le contestó Logan tras sacar una navaja secreta, escondida en su muñequera—. Estoy seguro de que si sabes hacia dónde se dirigía.

—Exacto, no me gustaría ordenarle a Logan que te cortase en trozos como a un pastel de fresa —Lexy se apoyó en el brazo de Logan intentando intimidar al hombre con su mirada psicópata—. Decorado con sirope de tu sangre.

Logan rodó los ojos deseando no haber escuchado esa patética amenaza.

A pesar de ser un ayudante fiel, estaba muy asustado, temblaba en la silla solo de haber escuchado la patética amenaza de Lexy y de ver a Logan deseoso de empezar a usar su navaja. El pirata acabó amenazándolo, colocando el frío metal afilado contra la tráquea del hombre y por fin soltó algo más de información.

—¡Yen Sid utiliza los conductos de la alcantarilla! —gritó nervioso al notar la cuchilla empezar a cortar su piel lentamente.

—¡Las alcantarillas! —afirmó Eris, sorprendida chasqueó los dedos—. Por eso se esconde tan rápido...

—¿Se mueve más rápido por usar las alcantarillas? —comentó Lexy alucinada y pensativa— ¿Os imagináis qué tenga ahí alguna guarida subterránea o algo?

Eris observó a Makayla perpleja, Logan observó a Lexy igual de sorprendido que ellas. Simplemente había dado con una hipótesis bastante buena. La única manera de que ese mago los esquive tan rápido era usando el único alcantarillado de la isla, que, a pesar de ser un trozo de tierra flotando en el mar, era bastante profunda. Tanto que se construyó un alcantarillado para filtrar los residuos tóxicos no deseables de los artefactos de Auradon. 

Eris pensaba que al único que gustaba de ese sitio era Ratigan, pero por lo visto parecía que no.

—¿Es eso verdad? —le preguntó Logan al hombre.

El rehén no quería seguir hablando, sentía que estaba delatando demasiado a su jefe y eso los llevaba por muy buen camino. Y a pesar de que Logan era un chico bastante intimidante, el hombre escuálido decidió negarse.

—Vosotros sacadle más información. Kayla, ven conmigo —ordenó Eris, movilizándola fuera de la habitación.

Tras salir de aquella pequeña habitación ambas pudieron escuchar a la perfección los gritos del rehén intentando filtrarse fuera de las paredes de piedra polvorienta. La risa extravagante de Lexy dejaba bien claro que había sacado su lado más salvaje.

—Kayla, estoy segura de que Yen Sid puede huir por las alcantarillas —le dijo bastante segura. Makayla no lo estaba tanto—. Con la partida de búsqueda de hoy, lo tengo más claro.

—Pero Eris, ¿las alcantarillas son territorio de Ratigan, no? —comentó Makayla, sin encontrar del todo factible esa conclusión—. Es bastante hostil con los extranjeros, ni los duendes se atreven a recoger los artefactos que se cuelan por las alcantarillas...

—Estoy segura de que debe haber alguna conexión.

—No sé yo, Eris... puede estar cubriendo a su jefe.

Pronto Lexy salió del cuarto con su palo de cricket manchado. Apoyado en el suelo, la joven se limpió la sangre salpicada sobre su pequeño tatuaje de un corazón negro boca abajo, bajo su ojo derecho.

—Confirmado, Yen Sid tiene una guarida en las alcantarillas —les dijo entre risas— el larguirucho nos lo acaba de soltar y también que hay unos planos de las alcantarillas en el Palacio del Dragón...

—De los planos se encargará mi hermana —apuró Eris concentrada en los planes que estaba maquinando—. Kayla y yo vamos a ir a hablar con Paxicial.

Una voz totalmente desacuerdo rompe el hilo tranquilo de la conversación.

—¡¿Con ese baboso?! —rodó los ojos Makayla asqueada— ¡No jodas!

—Es el primero que se entera de todo lo que pasa —siguió la peliazul movilizándola hacia la salida—. Necesito saber algo y de paso avisamos a mi hermana.

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