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Capítulo 22: Los restos de un cometa oculto

La imponente Fortaleza Prohibida se alzaba en la lejanía manteniendo sus secretos y trampas bajo una niebla gris escalofriante, un puente empedrado y adornado con gárgolas les daba paso a su próximo destino, como si aquello fuera la antesala de todo el mal existente del planeta.

—Será mejor que dejemos los caballos aquí —puntualizó Veatrix ante el silencio de la caminata. Atando las bridas a unos árboles—. Pesan demasiado para cruzar el puente y parece muy viejo.

Asombrados ante aquella tétrica vista, se acercaron decididos a cruzarla pasara lo que pasara. Entre el eco de sus pisadas, unos graznidos ásperos surgieron entre la oscuridad del lugar y un pequeño cuervo posó sus finas patas sobre una de las gárgolas, mientras los observaba algo mosqueado.

—¿Ese no es Diablo? —preguntó Jackie algo asustado, detrás de Réizma— ¿Qué hace aquí?

—No parece Diablo, creo que es Raven —contradijo la joven pirata observando al pájaro con detenimiento, que desde luego parecía el cuervo de la Reina Malvada.

Tras oír su nombre el cuervo se abalanzó sobre el pequeño esqueleto, arañando su cara con bastante violencia, como si buscase sus ojos para sacárselos por algo que le haya molestado. Alzó el vuelo rápidamente tras unas escandalosas voces de alrededor, que poco a poco fueron incrementando tensándolos al momento.

No estaban solos.

—Que grata sorpresa... Esperaba que Derneris fuese la primera en llegar aquí... —Añadió una voz conocida entre las oscuras y espesas matas pegadas al puente—. Pero supongo que vosotros tampoco deberíais estarlo.

Una rechoncha figura se acercó al grupo junto a muchos secuaces rata armados con espadas, navajas y armas de fuego. Posó su bastón con elegancia y les dedicó una maquiavélica sonrisa, esta vez era Ratigan en persona quien había decidido hacer acto de presencia.

—Sabéis..., sois como un grano en el culo —les gruñó la vieja rata arrastrando su negra capa por la tierra mientras disfrutaba de las miradas de asombro— ¿Por qué no podéis hacer como el resto de los patéticos villanos y seguís con vuestras miserables vidas?

—Tú mismo lo has dicho, no vamos a regresar a nuestras patéticas vidas si podemos romper la barrera por nuestra cuenta —siguió Réizma desenfundando su espada—. Aunque tengamos que pelear por ello, ratita presumida.

—No permitiré que ninguno de vosotros salgáis de aquí —una voz carrasposa y nueva en forma de eco resonó alrededor, junto a una bola brillante y luminosa que se precipitó cerca de Ratigan, desvelando que se trataba ni más ni menos que del hechicero Yen Sid—. La barrera no se va a abrir, hay demasiados villanos que tienen que pagar por sus pecados y vosotros vais por el mismo camino que ellos. Os sugiero que volváis por donde habéis venido.

Todos se quedaron todavía más sorprendidos tras ver como aquel brujo había hecho una entrada triunfal con magia delante de sus narices, sin esconderlo, lo que reforzaba la teoría de que ese cometa yacía más cerca de lo que pensaban.

—Que te lo has creído, viejo —añadió Nix socarrona—. No he cruzado el puñetero Salvaje Oeste para nada.

Jaxon les pasó armas a Jackie y a Nix, y una vez preparados comenzó una ardua batalla contra los soldados de Ratigan.

A pesar de la poca experiencia con la espada, las ratas de medio metro no eran difíciles de vencer en un cuerpo a cuerpo, incluso Jackie podía con ellas y eso que era más bajito y débil, por no hablar de su pésima puntería con las armas, que incluso tenían demasiado retroceso para aguantarlo. Puede que de sorpresa fueran un problema, pero en un cara a cara no podían ganar.

El problema estaba en que no dejaban de salir de entre la maleza sin parar y poco a poco el grupo se iba cansando más y más con cada asalto.

—Es inútil, no podéis vencerlos —rio Ratigan descabelladamente—. Tengo soldados para dar y tomar, es cuestión de tiempo que os acabéis cansando.

Un voraz ruido metálico interceptó la batalla y el oxidado bólido de Logan apareció de un salto tras la maleza, como si se tratase de un feroz tigre mostrando sus garras y dientes apartando troncos y escombros a su paso. Logan de un volantazo consiguió hacer un drift, atropellando muchas ratas del propio barrido antes de parar el vehículo que empezaba a echar humo. Estaba a punto de desarmarse.

—¿Necesitáis ayuda? —dijo Logan desenfundando su espada con una divertida sonrisa tras acercarse a su hermana.

—Vaya, has terminado el coche sin mí —espalda contra espalda Réizma y Logan peleaban con los soldados con mucha más facilidad, incluso con más agilidad que el resto del grupo—. Nah, lo teníamos controlado.

Lexy abanicaba con su palo de cricket con tanta fuerza, que varias ratas de medio metro salían disparadas de la misma fuerza, el resto se unieron para combatir con más eficacia a los enemigos y poco a poco menos iban apareciendo, a penas los arbustos vomitaban apestosas ratas.

Estaban ganando la pelea de goleada y eso a Ratigan le comenzaba a molestar, incluso a Yen Sid, que no parecía querer intervenir por el momento.

—¡Idiotas! —exclamó Ratigan cargando su revólver y los apuntó entre sus aliados, intentando dispararles— ¡Vosotros lo habéis querido, escoria!

Una de las balas terminó destrozando parte de la sudadera azul de Nix y por un milímetro sólo le rozó el brazo, notando el ardor que dicha bala había causado cerca de su piel. Se acercó a él mientras cargaba su revólver nuevamente para disparar y la joven consiguió mandar lejos su arma de una patada. Ratigan tenía más ases en la manga y de su bastón sacó una fina espada que golpeó la de ella tensándola.

El combate no había terminado.

—¿Cómo es posible que no quieras que la barrera sea destruida? Te han encerrado en una cárcel como al resto de nosotros —le espetó la hija de Hades molesta intentando cortarlo por la mitad, pero era más ágil de lo que parecía.

—¿Cárcel? ¡Esto es un paraíso! —le respondió tras cruzar su espada contra la de ella, suspiros cansados no tardaron en hacerse presente en ambos—. No pienso permitir que desmanteléis mi preciosa red de tráfico de alcohol y dinero ¡Antes os vuelo la sesera de un tiro!

Un rugido violento cesó el enfrentamiento retumbando y haciendo temblar la misma tierra, a tal grado, que algunas torretas derruidas de la Fortaleza Prohibida terminaron cediendo hacía el vasto océano. Yen Sid, que estaba más calmado en aquella batalla, no pudo ocultar bajo el reflejo de sus ojos la misma preocupación personificada, después de que un enorme dragón negro apareciera planeando y se posara en una de las torres del castillo negro, casi rompiéndolo del propio peso que ejercía.

—No puede ser... —Soltó Yen Sid sin aliento sacando de su manga azul una varita mágica muy brillante—. Uno de los dragones oscuros..., pero..., ¡es imposible!

Caminando sobre sus formidables alas, el dragón se acercó a la batalla y les espetó un segundo rugido que casi los dejó sordos. Su enorme boca abierta llena de afilados dientes y sus agallas del cuello comenzaron a brillar de un intenso azul eléctrico, Logan abrió los ojos de par en par y mandó a todo su grupo en ese mismo instante a que se ocultaran tras unas grandes rocas. Por un pelo, una gigantesca oleada de llamas azules inundó el suelo que pisaban, algunos secuaces lograron escabullirse y otros quedaron calcinados en ese mismo instante. Incluso el coche de Logan terminó explotando por la propia presión del intenso fuego.

—¡¿Por qué nos ataca Eris?! —preguntó Lexy sintiendo la humareda caliente tras la roca, tapándose la boca para poder respirar— ¡Estamos del mismo bando!

—¡¿Esa es mi hermana?! —les soltó Nix flipando y tras apagarse las llamas sacó su cabeza por encima de la roca, para observarla más detalladamente—. Joder, si lo llego a saber me hubiera esforzado más en las clases de Pena y Pánico.

Sin que se lo esperaran, el suelo comenzó a temblar peligrosamente, grietas comenzaron a zigzaguear bajo sus pies hasta converger en un mismo punto, donde todavía las llamas seguían consumiéndose. Varios origamis de papel en forma de persona salieron volando mientras terminaban de desaparecer entre las llamas y un halo de luz celeste se expuso en toda aquella zona, tan brillante que era imposible mantener la mirada.

—¡¿Qué es eso?! —exclamó Réizma con las manos cerca de sus ojos, sin poder ver nada con tanta luz.

Lentamente, el halo de luz parpadeaba cada vez menos cargado de brillo y dejaba ver que en realidad se trataba de una brillante piedra gélida que expulsaba un pequeño vaho helado, que cubría el suelo de una fina piel de escarcha. Ante aquel silencio pudieron deducir que se trataba ni más ni menos que de la Baliza Mágica; los restos del cometa mágico más poderoso hasta la fecha.

Eris bramó decidida en destruir aquella piedra con sus fauces abiertas y pronto Yen Sid interceptó sus calcinantes llamas con su estela mágica directa de su varita, creando una explosión tras aquel brutal impacto de energías sobrenaturales.

Todos retrocedieron en contra de su voluntad tras aquel despliegue de humo y aire por la explosión.

Las ratas restantes volvieron para un siguiente asalto evitando a toda costa que el grupo se acercara a dicha piedra.

El poderoso mago y el dragón negro mantuvieron un choque de fuerzas descomunales que creaban ondas expansivas y los azotaban a todos cada cierto tiempo, cada una más intensa que la anterior. Ratigan siguió luchando contra Nix más ardido y furioso que nunca, sus bastos golpes con la espada denotaban que no ya estaba para tonterías. Aprovechó una de las ondas expansivas para hacerle tropezar con su rosada y calva cola. La joven de piel gris sintió que el mundo se detenía, puesto que estaba al borde de caerse por el precipicio cercano al puente y Ratigan se encargó de darle ese pequeño empujoncito que le hizo precipitarse al vacío.

—¡NIX! —oyeron gritar a Veatrix intentando abrirse paso entre la multitud y eso alertó al resto de sus compañeros que seguían batallando.

—Vaya, vaya, vaya..., de que me suena este momento... —siguió Ratigan tras ver que Nix había conseguido agarrarse a una roca que estaba cediendo por su peso— ¡Así! ¡Larga vida al rey! ¡Osea, yo!

Entre carcajadas Ratigan soltó la piedra donde se agarraba la joven y terminó precipitándose directamente hacia el océano, creando un gran estruendo a su alrededor tras la brutal caída en picado. Ya en el agua, Nix pudo discernir entre el agitado oleaje como su hermana se había acercado al precipicio intentando bajar por la zona escarpada, pero era tan grande que no cabía por ese estrecho paso rocoso y de la impotencia rugió hacía donde su hermana pequeña yacía batiéndose por respirar. Las olas agitadas conseguían hacerle chocar contra las rocas húmedas del precipicio sin dejarle un minuto de aire, los pulmones se le cerraban y pronto comenzó a ver borroso y negro.

Por una vez Nix sintió que realmente se iba a morir.

Luchaba por mantener los ojos abiertos bajo el agua, parecía estar rozando el delirio ya que logró ver una sombra oscura que descendía hacia ella y chocaba contra el agua hasta sumergirse, semejante a una alucinación por la falta de aire. ¿Su hermana había conseguido bajar por el estrecho rocoso? Pronto unos ojos azules eléctricos surgieron de entre la masa de niebla y le dejaron atónita, no era su hermana, como deducía. Nix podía sentir que aquel ente penetraba directamente con ella como si fuese el reflejo de su propia alma fundida en un espejo, sentía que eran uno: dejándole finalmente ver la forma de un dragón negro, que poco a poco se metía dentro de su cuerpo y mente rodeada de un mar de humo espeso.

Algo había despertado en aquel hilo de vida que estaba a punto de ser cortado. Pudo respirar sin dificultad y lentamente el agua que la envolvía comenzaba a calentarse y a hervir cada vez más rápido. Al igual que su ira.

(***)

Jaxon consiguió hacerse paso entre las ratas, cortándolas y apartándolas sin escrúpulos. Por desgracia, llegó tarde, Nix había sido arrojada ante aquel furioso mar, que no dejó ni que pudiera salir a respirar un instante. Tal vez ella fue muy tajante con él, pero irremediablemente seguía manteniendo sus sentimientos intactos, solo algo dolidos y, a pesar de todo, su esfuerzo fue en vano.

Ni tan siquiera Eris, con su descomunal fuerza y velocidad, pudo hacer nada para evitarlo.

La vieja rata entre risas les explicó que no era para alarmarse, solo trataba de perpetrar la paz entre Auradon y la Isla de los Perdidos, se nombraba a sí mismo como un héroe que evitaría una guerra encarnizada.

Y mientras continuaba su monólogo, Veatrix se dio cuenta que empezaba a subir un vapor caliente inusual detrás de Ratigan, de lo más extraño. Se apartó lentamente tras ver como unas poderosas garras arañaron la tierra y la levantaron casi sin problemas, incluso Eris se apartó observando algo sorprendida. Otro dragón negro azabache, envuelto en vapor, emergió de aquel pozo mientras clavaba su ardiente mirada llena de venganza directamente contra Ratigan.

—N-no es posible... —Soltó Ratigan agachando las orejas tras ver semejante ser sobrenatural.

—¿¡Nix!? —exclamó Réizma alucinando, ayudando a combatir las ratas que se acercaban a Veatrix por la espalda.

Después de un silencio dramático, sobre sus formidables cuatro patas rugió con violencia y todo su escamoso cuerpo quedó envuelto de unas llamas azules intimidantes.

Parecía la versión monstruosa de su padre, pensaron algunos. Sus cuernos, que apuntaban hacía el cielo cuales orejas en punta de un endiablado perro del infierno —y que enfilaban una línea de finos pinchos desde su lomo hasta la cola, terminaron de asustar a Ratigan por completo. Y aunque corrió lo más deprisa que le permitían sus esmirriadas patas, Nix, ya con su cuerpo extinguido, de dos gigantescos pasos se acercó a su enemigo y sin escrúpulos de un fuerte bocado terminó tragándoselo.

Las llamas de Nix calcinaban todo a su paso y tras haber acabado con el profesor Ratigan, varios de sus secuaces huyeron despavoridos tratando de salvar sus vidas, si no tenían a nadie a quien servir, no tenía lógica arriesgar sus vidas por algo que ya estaba perdido. El nuevo dragón había hecho estragos y ahora se disponía a ayudar a su hermana para terminar con Yen Sid de una vez por todas, el cual combatía sin problemas las oleadas de fuego del guiverno. Parecía que Yen Sid utilizaba aquella baliza para poder hacer magia, y ahora, ambos dragones conseguían que estuviera en graves problemas, tratando de asestar fuertes zarpazos o bocanadas de fuego azul e incandescente por su espalda.

Trabajando unidas, como un mismo ente maligno que ansiaba destruir aquella piedra costase lo que costase.

*Ilustraciones a caricatura hechas by me*

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