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Capítulo 21: Carrera contrarreloj

Al trote, por fin comenzaron a atravesar las montañas finales, la tan esperada Isla de los Malditos ya se podía ver con más claridad y el enorme puente de piedra que llevaba hacia dicho islote, donde la Fortaleza Prohibida de Maléfica permanecía inerte con el paso de los años, con ese color caqui y tétrico tan característico.

Jackie, desde la bolsa del caballo donde montaba, no dejó de hablarles durante todo el camino haciendo que el trayecto fuera más pesado de lo que era, incluso conseguía opacar el resplandor maligno del horizonte con su palabrería e inocencia de su edad.

—¡Uala! ¡Qué épico es esto! —añadió el esqueleto haciendo que sus huesos castañearan emocionados— ¡Vamos a ser los primeros en desentrañar los misterios de la Baliza Mágica! ¿Falta mucho para llegar?

—Por favor, que alguien calle a ese niño —siguió Réizma, agobiada desde el caballo de Jaxon.

—Voto por tirarlo por un precipicio —apuntó Jaxon fulminándolo con la mirada.

—Oow, chicos ¡yo también os quiero!

La joven pirata lanzó los restos de una lata arrugada que el niño esquivó metiéndose dentro de la bolsa entre risas, se notaba que de todos era quien menos lo soportaba, y era normal, esa aguda voz que dejaba escapar gallos y altibajos de lo más desagradables eran difíciles de aguantar durante tantas horas seguidas. Tras salir su redonda cabeza, Jackie no pudo evitar trastear entre las cosas que habían en la mochila y sacó el misterioso libro del Legado Villano.

Lo que más interesaba, según él.

—¡Madre mía! El Hada Madrina tiene una letra ilegible —dijo Jackie leyendo todo lo que ponía en las páginas, o lo que podía—. Supera incluso la del Doctor F.

—Deja ese libro donde estaba, pesado —le ordenó Nix más seria, cansada de lo trasto que era el crío—. ¿No puedes estar sentado y calladito?

—¿Habéis leído esto? —preguntó Jackie tras sacar un origami en forma de persona como si fuese velcro adherido y se hizo visible entre sus metacarpianos en ese momento—. Han puesto demasiados puntos de página..., que gente más guarra, así no se tratan los libros, ¡no, señor!

La mirada de Nix incidió directamente en las palabras que empezaban a esclarecerse, nuevos textos e imágenes aparecían a los pocos segundos de que el origami abandonase las páginas.

—¿Cómo lo has descubierto? ¡¿Ves los origamis?! ¿¡Cómo?! ¡¿Qué has hecho?! —preguntó la peliazul sorprendida tras ver como nuevas frases aparecían en páginas que estaban en blanco— ¡¿Qué pone?!

—¡¿Me necesitas para algo?! ¡Genial! ¡Leo! —siguió Jackie mientras sus pupilas blancas se movían inquietas intentando leer a la perfección—: "Fragmentos del Cometa Fantasía cayeron en su última pasada por la tierra hace 40 años, los reuní tal y como Merlín me había encomendado y creé una enorme fuente de magia llamada Baliza Mágica, que nos ayudará a reunir todo el mal bajo una impenetrable barrera. Dicha acción fue ordenada en 1995 por todo el Consejo de Reyes y avalada por mayoría del Consejo de Hechiceros"

—¿Consejo de Reyes...? —Comentó Réizma extrañada—. Me estoy perdiendo..., solo hay un rey, ¿no? El tal Ben.

Tras toda aquella información, Nix le quitó el libro a Jackie deseando leerlo todo por su propia cuenta, había nueva información que podía desvelar dónde estaba esa baliza y era mejor que lo explicara ella, sobre todo porque el niño leía bastante mal.

—¡Oye! ¡Estaba leyendo yo!

—No es nuestra culpa que seas tan zopenco leyendo —le espetó Réizma cansada de oírlo.

Uno de los objetos más poderoso que Hada Madrina había conocido era el Cometa Fantasía, un cuerpo celeste tan poderoso que solamente uno de sus fragmentos podía otorgar magia ilimitada a cualquier tipo de mago, revivir infinidad de gente, extraer todo tu potencial mágico oculto sin problemas y muchas cosas más que se cree todavía no conocían, pero esa fuente de magia podía usarse tanto para el bien como para el mal, así que también podía ser muy peligrosa en contra.

Lo más interesante de toda aquella explicación era que encargaron a Yen Sid ocultar la Baliza Mágica en alguna parte de la Isla de los Malditos, justo cuando terminaron de reunir a la mayoría de los villanos gracias a la recién agrupada Guardia Imperial y de los recién nombrados Estados Unidos de Auradon. Entre todo el caos que originó la caza de villanos se recalcaba que la descendencia de la Señora de las Tinieblas ya no iba a ser una molestia en un futuro, como Bestia pidió encarecidamente. También apareció un dibujo extraño de lo que parecía un arma que había creado el ejército de Auradon y lo más interesante era que todo aquel enorme texto estaba firmado por el Hada Madrina, por el llamado Consejo de Hechiceros y otro más extraño que volvió a salir: El Consejo de Reyes. Como si toda esa información tuviera que estar avalada por más de un grupo de personas.

Como si el rey de toda Auradon no fuese suficiente.

—Esperad, hay algo que no cuadra —cortó Jackie con el ceño fruncido, pensando en algo que se les escapaba en su pequeña mente—. Dicen que la hija de la Señora de las Tinieblas ya no sería un problema, pero si Mal nació aquí ¿Cómo estaban preparados para ella...? No había nacido todavía.

—Cabe la posibilidad de que Mal no haya nacido aquí —apuntó Veatrix pensativa, realmente parecía que se estaba cociendo algo más gordo de lo que se pensaban, tal vez la isla fue creada para aguardar un ente más poderoso que todos ellos, o tal vez sean sus sugestiones—. Nix y Eris entraron siendo muy pequeñas, al igual que algunos de nuestros compañeros.

—Centrémonos —cortó Réizma saturada con tanta información, era el momento de buscar la baliza—. Tendremos tiempo de leer lo de Mal en otra ocasión. ¿Pone algo sobre la ubicación exacta del fragmento? Estamos a punto de llegar.

—Sí, sabemos que está en la Isla de los Malditos... —explicó Veatrix pensando—. Pero si está oculto, ¿Cómo sabremos encontrarlo? Si Mal no mentía, la Fortaleza está cargada de trampas mortales y duendes.

—¿Y si han usado estos origamis para esconderlo? —apuntó Jackie tras mostrarles uno de los papeles—. Si les funciona con unas páginas de un libro tan peligroso seguro que lo han ocultado con esto. Vaya, yo lo haría —siguió y tras modificar el origami hizo una araña de papel acompañado de una malévola sonrisa.

Nix miró sorprendida al joven, parecía haber dado con algo tan simple que podía ser cierto, los origamis mágicos funcionaban bastante bien para ocultar páginas o incluso para crear clones perfectos como le relató Eris, tal vez también los hayan usado para ocultar dicha baliza. Por algún motivo que desconocían, Jackie podía ver los papeles invisibles que estaban en las páginas del libro y los podía retirar del hechizo sin problemas, cosa que el resto no podía tan siquiera ver, ni tan siquiera habrían descubierto esa información de no ser por el pequeño esqueleto.

«Quién iba a pensar que ese incordio de niño iba a ser tan importante para nuestra misión a estas alturas», pensaba Nix mientras observaba asqueada como el crío se hurgaba las fosas nasales.

(***)

Algo nerviosa, Mal se acercó al Castillo-al-otro-lado, donde parte de los Black Scales yacían o vigilando la zona o pintarrajeando los altos muros de roca con el símbolo característico de dicha banda: "Larga vida al Mal" o "El Mal Está Vivo", ese grafiti que a ella tanto le gustaba de su madre y que usó en repetidas ocasiones en Auradon, para demostrar que el mal seguía acechando donde menos te lo esperabas, pero que ahora se iba a volver en su contra.

Si seguía el plan a rajatabla podía sacar a sus amigos del calabozo sin muchos contratiempos y sin levantar sospechas, a fin de cuentas todavía era de la banda a vista de todo el mundo, como un lobo disfrazado de cordero. Algunos saludaban con respeto a la joven tras pensar que había regresado con éxito de su misión, era Mal siempre tenía éxito en las misiones, todavía confiaban en que estaba de su lado y tenía que aprovecharse al máximo.

Sin que sospecharan, esperó a que Paxicial saliera a fumarse un puro en uno de sus descansos para entrar sin hacer ruido, y tras ello, finalmente logró escabullirse hasta las escaleras de piedra maciza que daban a los calabozos, donde sus amigos permanecían sentados y aburridos, suspirando sin mirar a ningún lado en concreto, sin saber que hacer; Jay había desistido golpeando la verja metálica, Carlos había intentado crear algo con los alambres sueltos para poder abrir la puerta, sin éxito, Audrey seguía molesta echándoles en cara que tenía razón desde el principio y Evie se mantenía en silencio en una esquina de la habitación, como si quisiera que la tierra la tragara, sin poder debatir las palabras de la princesa de Auroria.

Cuando se giraron ante un breve sonido de piedras cayendo, vieron a Mal bajando de entre la oscuridad de aquellas húmedas paredes de roca, no pudieron evitar observarla molestos recordando aquella amiga que los había traicionado tan vilmente y a su misma vez estar tensos.

Jay temía que si realmente la pelimorada volvía a ser como era hace tiempo, aquella visita no iba a terminar nada bien. Su mirada altiva, sus andares firmes sin una pizca de miedo, sus hombros relajados escondiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta manteniendo el control de la situación en todo momento. Ni tan siquiera Evie podía sentirse tranquila en ese momento.

—No hagáis ruido —susurró Mal algo seria y seguido intentó forzar la cerradura con una ganzúa y una horquilla.

—¿Encima que nos vas a torturar quieres que no hagamos ruido? —le dijo Carlos entre lágrimas cerca de ella y esta lo miró extrañada—. Por favor, Mal, ¡piedad que soy de tus mejores amigos! Empieza con Jay.

—¡Carlos! —le respondió su compañero dándole una colleja— ¿A que empiezo yo contigo?

—No digáis gilipolleces —les respondió Mal alertando de que no hicieran ruido—. Os estoy sacando de aquí.

Todos se quedaron mudos procesando lo que les había dicho.

—¿Has vuelto para salvarnos? —susurró Carlos cerca de la verja, con un brillo en los ojos esperanzador—. Sabía que era un truco y que volverías —terminó llorando desconsoladamente.

—¿Pero que dices? Llevas dos horas maldiciéndola conmigo —apuntó Audrey con un tono de voz más alto y molesto. Más irritante, pensaba la pelimorada.

—Chicos, parece mentira que me conozcáis —siguió Mal en su mismo tono suave y delicado tras insistir con la horquilla, pero la cerradura oxidada estaba siendo un quebradero de cabeza—. Si me hubiera comportado como vosotros probablemente ya estaría muerta, hay que saber adaptarse a las situaciones.

—¡¿A quién pretendes engañar?! —saltó furiosa Audrey, haciendo que su estruendosa voz resonase en eco por la vacía sala— ¡Todo el mal que has hecho en Auradon no quedará impune! ¡Y mucho menos todo el daño que me has causado a mí! ¡Así que lárgate con los idiotas de esa estúpida banda, asquerosa!

—Audrey, baja la voz —susurró Mal cabreada intentando hacer el menor ruido y sus ojos destellaron por un instante mostrando su descontento—. Todo lo que te había dicho antes no era verdad, era para ganarme la confianza de los Black Scales y de Nix.

Unos gigantescos pasos alarmaron al grupo y antes de que la pelimorada pudiera reaccionar, recibió un potente puñetazo que la mandó contra una pared de la misma fuerza. Paxicial se crujió los nudillos con una mirada superior reflejando las ganas que tenía de hacerle daño a la joven embustera. Mal se levantó algo adolorida intentando esquivar el nuevo golpe que iba a recibir y, que tras esquivarlo, Paxicial reventó la pared agrietándola y haciendo que temblaran los muros bajos del castillo.

—Sabía que era demasiado bueno para ser cierto —soltó Paxicial con su risa ronca, mientras golpeaba sus nudillos con fuerza, ahora llenos de polvo denso—. Las sospechas de Nix eran ciertas. Como pienso disfrutar partiéndote la cara, víbora.

—¡Antes muerta que volver a esta secta de locos! —le espetó Mal tras esquivar ágilmente el siguiente golpe que venía de barrido.

—Secta que tu creaste, guapa —le contestó Paxicial incorporándose después de recibir algunos golpes con piedras que Mal le lanzaba para mantener la distancia—. Tu estás igual, si no menos cuerda que nosotros, ¿y ahora te dignas a darnos lecciones de moralidad cuando has sido el peor bicho que ha pisado esta isla? No me hagas reír.

—Todos podemos cambiar —le reiteró retrocediendo contra una pared—. Incluso tú.

—¿Cambiar? ¿Cambiar de qué? ¿Tú te oyes? —dijo el musculoso gato entre carcajadas— ¿A quién quieres engañar? Sabrás ocultarlo muy bien, pero tanto tú como yo sabemos que tienes algo dentro de ti que busca hacer daño y destruirlo todo. La gente mala no cambia, se adapta.

Paxicial barrió el aire con su puño cerrado, pero Mal se anticipó a este y pudo esquivarlo como el resto. El joven gato sonrió esperando ese movimiento, se giró y pudo agarrar del cuello a la joven para estamparla contra el suelo sin dejarle respirar. Entre risas el musculado felino disfrutaba con tener el honor de acabar con aquella chica, Mal intentaba zafarse de aquel agarre, pero ni tan siquiera con las múltiples patadas en el estómago conseguía hacer nada.

—¡Déjala en paz, imbécil! —le vociferó Jay tratando de abrir la puerta a patadas sin resultado, sus movimientos violentos conseguían hacer temblar la celda, pero no cedía.

—Sabes, Nix ya contaba con que podías traicionarnos otra vez, a pesar de todo lo que ha dado por ti —añadió Paxicial sin aflojar su agarre, Mal contenía la respiración, pero poco a poco perdía fuerza—. Y como bien pensaba sabía que volverías a por tus amigos de mierda.

—¡Para, por favor! ¡Vas a matarla! —le chilló Evie desesperada, con la voz rota tratando de escapar sus brazos entre los barrotes. Ver a Jay tratando de reventar la puerta a patadas intentando salir en ayuda de Mal y a Carlos gritando que la dejase en paz estaban provocando un momento de desesperación agonizantes, sobre todo de la impotencia que sentían el no poder ir a ayudar a su mejor amiga, de ver delante de sus narices que iba a perder la vida.

Pronto una figura entre las sombras agarró uno de los pesados bloques de piedra y lo estampó con fuerza en la cabeza de Paxicial, tan fuerte que incluso el grueso ladrillo se partió por la mitad. El grandullón se levantó con la mirada clavada en aquella nueva chica, deseando darle una tunda como había hecho con Mal, pero aquella misteriosa sombra sopló de brazos cruzados, tan siquiera sin mostrar una pizca de pavor en su mirada y el joven Paxicial cayó panza arriba como si de un alto edificio se tratase, dejando un breve silencio incómodo y aliviador. Mal se sentó encorvada para recuperar el aliento, tocándose la zona de la garganta afectada, observó que aquella figura le había tendido la mano para ayudarla y con una sonrisa alentadora la aceptó.

—Gracias, Uma —agradeció Mal y seguido la pirata le quitó las llaves a Paxicial, que guardaba en uno de los bolsillos de su pantalón tejano—, casi no lo cuento.

—¡¿Uma?! —se exaltaron todos confusos.

—Así me llamo —siguió ella con una sonrisa divertida toqueteando su trenzado pelo turquesa— Y de nada.

—Tranquilos, está de nuestro lado —explicó Mal tras liberarlos de la prisión. Más alarmada los puso en contexto—: ¡Tenemos que evitar una locura! Si nos damos prisa evitaremos una guerra entre Auradon y la Isla de los Perdidos. Os cuento los detalles por el camino.

—¡No perdamos tiempo! —dijo Jay decidido tratando de que todos se movieran, pero Evie se quedó clavada en el suelo mirando a su mejor amiga.

—Esperad. ¿Todo lo que nos dijiste..., de verdad era para engañar a todos? —soltó Evie observándola algo preocupada— ¿Nada era cierto...? ¿No volvías a ser aquella horrible persona, verdad?

—Yo nunca os diría eso, no ahora, solo me estaba comportando como lo hacía tiempo atrás... —le respondió Mal dedicándole una sonrisa ladeada, algo inconforme tras ver el rostro de su amiga tan preocupado—. Siento que hayas tenido que revivirlo, pero era la única manera de seguir con el plan y que Nix viera que iba en serio... Y aún así mira como ha ido...

Sin esperarlo, Evie le dio un fuerte abrazo a Mal que la dejó estática en el sitio, ella lo había pasado muy mal pensando que realmente su amiga había vuelto a ser esa malvada persona que fue hace tiempo, pero lejos de eso, sus palabras habían conseguido reconfortar a la hija de la Reina Malvada. Pronto se añadieron Carlos y Jay para volver a unir a la piña.

—Conmovedor, pero si no nos damos prisa Pax será un problema y de los gordos —siguió Uma iniciando la marcha por donde se había colado ella en la guarida—. El Venganza Perdida ya está reparado, así que podremos navegar hasta la Isla de los Malditos en un santiamén. Solo tenemos que coger una de las corrientes del río Dagger.

—Genial, por el camino os cuento todo el plan —añadió Mal tras esconderse con el resto del grupo entre los escombros del castillo, mientras gente de la banda pasaba vigilante—. Démonos prisa.

(***)

Los días pasaban y aunque todo parecía apuntar a otro día más de la semana, con una apretadísima agenda real, Ben comenzaba a preocuparse. A pesar de estar ocupado con sus obligaciones, como las disputas de dos reinos vecinos o extraños animales arrasando el ganado de los pastores, había notado la ausencia de su novia y su pequeño grupo, primero las llamadas perdidas y más adelante las faltas en la academia. Ninguno de sus amigos sabía nada de ellos y tampoco se los podía encontrar en ninguna parte. Era desconcertante, como si hubieran desaparecido de un día para otro sin dejar rastro.

Ben yacía tan preocupado por la situación, que estaba a nada de ordenar una búsqueda por parte de la Guardia Imperial, pensando que tal vez habían sido raptados o algo. ¿Podían estar arreglando algo peligroso a escondidas como ya habían hecho varias veces? Podía ser, pero siempre acababa encontrándose con ellos para solucionarlo y, esta vez, lo sentía diferente.

Pronto, alguien entró en el despacho del joven rey desconcentrándolo de su ardua tarea y papeleo:

—Tenemos que hablar, mi rey —dijo el Hada Madrina con un tono formal y algo más seria. Eso sí que terminó de inquietarlo, puesto que no solía tener esa expresión facial tan reflexiva.

—Claro, ¿Qué sucede?

—Todo se está desbordando —añadió y por primera vez se pudo ver que estaba muy asustada con lo que estaba diciendo, algo de lo que Ben no estaba informado—: Yen Sid y su grupo está tratando de hacer todo lo posible por evitar que los villanos destruyan la barrera desde dentro. Temo que mi premonición se vaya a hacer realidad...

—¡¿Se puede hacer eso?! ¿Romper la barrera desde dentro? —se sorprendió Ben alarmado— ¡¿Cómo?! ¿Cómo es que nadie me ha dicho nada al respecto?

—Nadie sabe este secreto salvo el Consejo de Hechiceros..., así lo quiso tu padre, pero dadas las circunstancias tengo la obligación de contártelo todo —siguió el Hada Madrina, tras sentarse procedió a informarlo—: Hay una fuente mágica oculta muy poderosa en la Isla de los Perdidos, que permite que la barrera se mantenga en pie a pesar de los golpes que reciba y parece ser que varios villanos ya la están buscando para deshacer el hechizo.

Ben se calló pensativo con toda aquella información, a pesar de parecer grave, tampoco lo veía tan importante, a fin de cuentas él quería que la barrera fuera derogada, si los propios villanos lo conseguían, su plan de unificar ambos mundos se estaba logrando por sí solo. Hada Madrina pudo ver como Ben seguía barajando sus planes, ella sabía que al joven no le parecía tan grave la situación, pero tenía que hacerlo entrar en sí, todo no iba a ser un camino de rosas para aquella utopía que deseaba crear.

—Ben, si la cúpula se rompe va a estallar una guerra entre el bien y el mal —explicó Hada Madrina seria—. Muchos inocentes pueden acabar asesinados, nos atacarán prácticamente todos los villanos a la vez y pocos de nosotros sabemos defendernos con magia. No será como en la coronación o en el yate real.

La Guardia Imperial obligada a combatir, Maléfica y todo su séquito respaldados por su magia negra poderosa, miles de civiles podrían acabar muertos y lo único que pretendía el joven rey era tratar de que aquello no ocurriera. Si la barrera explota se iniciaría una nueva guerra mágica y nunca lograría reinsertar a los hijos de villanos.

Incluso en un futuro, a sus padres.

—Tienes razón... —añadió Ben más serio tras oír sus palabras—. No quiero que se divulgue nada de esto, no quiero que la gente entre en pánico, en caso extremo llevaremos a los ciudadanos a los búnkeres de los castillos de cada ciudad si la barrera cae, mantén a la Guardia Imperial al tanto.

Por un momento se alegró que su padre transformara las mazmorras tétricas de sus castillos en búnkeres por si en algún caso se necesitase salvaguardar a la gente. Y este podía ser un terrible ejemplo.

—Entendido, también contactaré con el resto del Consejo de Hechiceros para que estén preparados —añadió Hada Madrina decidida y seguido recordó algo importante—: Chad me ha confesado que el grupo de Mal está intentando solucionar los problemas desde dentro de la Isla.

—¡¿Están en la isla?! ¡¿Y no se me había comunicado hasta ahora?! —se exaltó Ben intentando mantener la calma, pero el simple hecho de que se le haya ocultado tanta información empezaba a molestarlo demasiado.

—Ben, sabía que si te contaba esto ibas a entrar en la isla para sacarlos —siguió Hada Madrina intentando calmar al joven—. Auradon te necesita aquí, Mal y su grupo saben como moverse en ese sitio, confiemos en ellos.

—Mantenme informado de todo lo que pase. De todo. —Siguió Ben suspirando lentamente, necesitaba pensar con claridad para poder liderar mejor el enorme problema que se les cernía desde la oscuridad. Esta vez no se trataba de alfombras voladoras que iban demasiado rápido o frutos desperdiciados al otro lado de la Gran Muralla. Esto era un problema de Estado.

(***)

Logan movió la palanca de cambio y el vehículo subió a más velocidad la cuesta de una de las montañas. Recién habían cruzado la pradera llena de madrigueras donde escucharon a Saba gruñendo y gritando a su mejor amiga Jhenna de buena mañana, desde su ventana. Ahora les quedaba el último tramo y el más difícil, puesto que, el coche no parecía que iba a llegar tan lejos con el pinchazo.

Lexy miraba hacia atrás preocupada, pensando que tal vez su compañera les seguiría el rastro, pero no veía nada, salvo el polvo que se levantaba a su paso. No quería pensar que había sido la cena de aquellas bestias salvajes, pero era difícil, puesto que todos la rodearon sin dejarle escapatoria, era imposible no pensarlo.

Primero Makayla y ahora Eris. ¿Ese era el precio por la libertad?

—¿Estará bien? —preguntó Lexy esperanzada.

—Sí, créeme que lo está —afirmó Logan menos preocupado y desconcertó a la joven pelirroja por completo—. Eris se puede transformar en dragón cuando está en peligro o muy cabreada.

—¡¿Cómo?! ¡¿Sin magia?!

—Sin magia —reiteró Logan tras comenzar la subida de la última montaña, la rueda todavía parecía que aguantaba el ritmo sin desinflarse tanto—. Cuando éramos más críos tuvimos unos problemas con Resaca..., y por poco nos asesina si no fuera porque Eris se transformó y le dio una paliza. Aunque solo lo hizo esa vez...

—Se ha sacrificado para que escapemos... —Dijo Lexy, nada convencida— ¿Y si no le ha dado tiempo? Eran demasiados enemigos.

El fuerte viento comenzó a soplar agitado alrededor de ellos, las pocas hojas de los árboles negros, junto a sus ramas secas, se movían de un lado hacía otro con brusquedad, como si el viento azotara con más fuerza de arriba a abajo. Un chillido desgarrador heló la piel de la parejita mientras terminaban de subir una de las pocas cuestas finales, Lexy no pudo evitar clavar la mirada ante aquel gigantesco dragón negro de alas poderosas, que volaba creando una magnífica sombra sobre ellos. Esbozaron una sonrisa mientras Eris bajó la cabeza para rugir con violencia y de un fuerte aleteo comenzó a coger altura hasta desaparecer entre las nubes negras de la isla. Puede que en su día solo se pudo transformar en una versión pequeña, sin embargo el dragón que demostraba ser ahora no tenía comparación alguna.

—Es el momento —soltó Logan poniendo la última marcha del coche para ir a la máxima velocidad.

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