Capítulo 20: Desequilibrando la balanza
Logan consiguió arrancar y sacar su destartalado coche del garaje frente al dúo de chicas que esperaban de brazos cruzados, impacientes por iniciar el nuevo y mejorado plan C. Junto a una pequeña bandera de una calavera en el capó, el joven pirata no podía esconder en su mirada lo orgulloso que se sentía de su vehículo, por horrendo y oxidado que estuviera para muchos a simple vista.
Harriet había sido muy estricta, su tono de voz firme y desdeñado les dio a entender al resto de la pandilla que Makayla se iba a quedar en reposo, en observación por si esa fea herida decidía gangrenarse o amoratarse. Fueron insistentes, pero no había nadie con ganas de discutir con la hija de Garfio, tan siquiera se atrevía Logan, no al menos desde que esa fea cicatriz de su ojo izquierdo apareció, tanto su carácter y personalidad cambiaron, de igual forma que lo hizo su cara angelical. Nadie deseaba un enfrentamiento con Harriet, mucho menos cuando fue aceptada en la banda Bad Legacy. Nadie sabe cómo se hizo esa cicatriz, pero desde luego lo cambió todo.
—Ya está todo lo necesario en el maletero —añadió Lexy al subirse de un ágil salto junto a su preciado palo de cricket— ¡Dale caña, guapo!
Rumbo al Salvaje Oeste, Eris disfrutaba de la velocidad que alcanzaba el coche y como la gente se apartaba asustada al ver que no frenaban ni por el más triste paliducho pidiendo limosna, por las esquinas de los edificios. Cuando pasaron el cartel podrido y comido por las termitas, Eris le reafirmó a Logan que no se detuviera por nada, viniera lo que viniera; iba a ser brutalmente atropellado a "quemarrueda".
Pero ni con esa mentalidad pudieron recorrer media distancia, pues en nada yacían rodeados por las manadas de Shenzi y Scar, quienes intentaban subir de un salto sobre el coche, desparramando sangre y suciedad, tratando de matarse entre ellos como era de costumbre. De un momento a otro solo oían gritos y rugidos, zarpas tratando de arañar el bólido y sangre salpicada por los cristales. Un completo caos.
Logan pegó un volantazo en seco tras aparecer, de unos matorrales rojizos, un secuaz de Ratigan, apuntándolos con una pequeña pistola calibrada como si llevase tiempo preparando el disparo perfecto. Los desestabilizó un poco y el disparo desgraciadamente terminó pinchando una de las ruedas delanteras, comenzando a hacer botar los asientos por la pérdida continua de aire.
—¡Oh, mierda! —gritó Lexy enfurecida— ¡¿Por qué siempre están esas malditas ratas de por medio?! ¡Lo que daría por arrancarles la cabeza!
—Si paro ahora no llegaremos a la Isla de los Malditos —respondió Logan, intentando mantener los golpes de los demás secuaces que habían aparecido—. Nos van a acabar frenando o las ratas o las dos manadas hambrientas.
—¡Nos van a coser a tiros como no los atropelles! —le espetó Lexy tapándose la cabeza tras sentir un disparo cerca de ella y este impactó en uno de los retrovisores, fragmentándolo— ¡Me tendría que haber quedado en Ink Hearts!
Eris miró con decisión ante todo aquel caos que se había generado, observó a la gente sobre el coche pensando que no iban a salir vivos de la situación, «¿Hasta aquí hemos llegado?», se preguntó furiosa. Miró a las ratas nuevas que seguían cargando sus revólveres para continuar acribillándolos a balazos y a las leonas y hienas que se mataban entre mordiscos y zarpazos tampoco ayudaban.
Entre todo ese caos sus ideas firmes se plasmaron sobre su cabeza:
—No pensaba que tuviera que recurrir a esto —dijo Eris más seria tras observar hacia atrás y ver la masa de animales que los perseguía, como un grupo de humanos con antorchas y rastrillos listos para lincharlos—. Logan, no pares, pase lo que pase, tenéis que llegar a la Isla de los Malditos.
—¡Espera! ¡¿qué vas a hacer, loca?! —se exaltó Lexy tras ver a su compañera levantada sobre su asiento, con el viento azotando su melena trenzada con fiereza, estaba dispuesta a llegar al maletero.
—¡Nos vemos allí! —les gritó y seguido saltó derrapando contra el áspero suelo casi sin rasguños, salvo sus palmas— ¡Pase lo que pase no os paréis!
—¡ERIS! —oyó como Lexy gritaba su nombre alterada desapareciendo en el horizonte que continuaba el camino.
Pronto la rodearon todos, tanto las hienas y leonas como los secuaces de Ratigan. Percibía algo extraño, anormal, notaba que el enemigo era ella y no el resto de sus compañeros, que recién habían conseguido huir por el bosque, tal vez las manadas no iban a gastar sus energías persiguiendo un coche, sin embargo las ratas se quedaron apuntándola. No pensó que tuviese que recurrir a eso, pero dado que se habían retrasado demasiado, desde su corta travesía por el Bosque de la Nada, era la única opción.
Era todo o nada.
Eris volvió a sentir como esa sensación de miedo regresaba en sus pensamientos tratando de vislumbrar aquel traumático día cuando Resaca casi los devora a Logan y a ella. Los temblores y el pánico de sentir que estaba a punto de morir aceleraron su pulso, lo sentía como si fuera aquel día. Se concentró, a pesar de oír entre risas como planeaban matarla, pero con la osadía de que nadie daba el primer paso. Trataba de visualizar en lo más profundo de su interior ese sentimiento único de supervivencia. Su trenzada melena azul comenzó a arder en llamas azules, lo sentía, sentía como la adrenalina florecía en lo más profundo de ella como una llama recién prendida y como sus brazos comenzaron a expulsar humo gris en masa, prácticamente envolviéndola en este, casi creando un pequeño tornado que comenzó hacer retroceder a sus adversarios algo confundidos. «¿Qué está haciendo...?», pensaban mientras sus orejas se agachaban. Comenzó a transformarse lentamente rodeada de gruñidos y bramidos violentos que hicieron recular a todos por completo.
Con un aspecto aterrador y negro, sus fuertes alas se abrieron de par en par como si una crisálida de mariposa hubiera roto el cascarón, causando terror en los rostros de los enemigos. Había transmutado en un enorme dragón guiverno que vociferó con un chillido espeluznante y retrocedió a todos del miedo, incluso la arena de alrededor se levantó de la propia fuerza. Terminó apuntando con sus enormes cuernos negruzcos, semejantes a los de un toro bravo, y expulsó humo de sus orificios nasales directamente hacía Scar y el resto de animales salvajes, su cola larga y repleta de una hilera de pinchos algo curvados dibujaban un recorrido desde la punta hasta el arco de los cuernos que usaba de látigo para espantar a todo ser vivo que tenía en la delantera.
Ahora los papeles se habían invertido.
(***)
Mal terminaba de acercarse al Fish and Chips y, aunque yacía algo tensa por como había terminado con Uma y el resto de piratas, no podía hacerlo notar en su rostro, si mostraba cobardía o una pizca de miedo, estaba sola ante el peligro. Sabía que era una tarea difícil, pero necesitaba hablar con ella, era la única aliada que podía ayudarla para frenar todo esto. De que la guerra no se desatara.
Abrió las puertas con aires de sobrada mientras los piratas mantenían contacto visual con ella, a pesar de sus malhumoradas caras, todos observaban el paso de la joven por el establecimiento algo curiosos y extrañados. Como era normal, las noticias volaban y ya se sabía que la joven estaba involucrada con Nix y los Black Scales nuevamente; que la vieja Mal había regresado, se decía. ¡Cuidado! Mal volvía a ser mala de verdad, alejaos de ella, se cuchicheaba con más frecuencia. Nadie quería tener problemas con Mal, no si volvía a ser la de antes. La joven pelimorada no mantuvo la mirada a nadie, estaba demasiado ocupada pensando en hablar con Uma y se dirigió directamente a la barra principal donde Harry yacía acabándose un planto de gambas mustias con una sustancia parecida a la mayonesa, aunque esta era viscosa.
—¿Dónde está Uma? —le preguntó seria dibujando una falsa sonrisa en su rostro—. Necesito hablar con ella.
Harry no le prestó atención y siguió con su bandeja. No negaba que verle la cara molesta a la joven le provocaba cierta diversión, pero ella insistió y cada vez más seria que antes, mostrando que no estaba para perder el tiempo con sus tonterías. El pirata saltó de la mesa y se plantó a escasos centímetros de Mal con su afilado garfio postizo incrementando la tensión del restaurante. No trató de ocultar que estaba muy molesto tan siquiera de verle ese pálido rostro en el único lugar que estaba cómodo y menos con esos aires de superioridad que tanto odiaba.
—Harry, no te lo voy a repetir otra vez —siguió la pelimorada, sin sentirse intimidada—. Quiero hablar con Uma. Ahora.
—Pregúntale a cualquiera del restaurante —siguió Harry a escasos centímetros de ella, manteniendo su afilada mirada profunda con eyeliner negro.
—¿Estás seguro?
Mal volteó la mirada hacia un grupo de piratas, que yacía relativamente cerca y estos huyeron despavoridos del lugar con la cara pálida. Rodó los ojos y dirigió su atención a una mesa donde todavía parecía haber piratas más rudos y valientes, pero lejos de eso, todos salieron corriendo gritando entre aspavientos al ver como la pelimorada les dedicaba una mirada de reojo.
—Gambita está en el despacho de su madre —dijo Gil tras la barra, con la boca llena de comida y el chico que lucía una casaca roja como el vino, lo fulminó con la mirada—. Di-Digo Uma...
Harry rodó los ojos y le dedicó una mirada de odio al joven de cuello robusto tensándolo nuevamente por abrir la boca cuando no debía. Mal siguió su camino, esta vez con ambos secuaces de Uma detrás de ella vigilando todos sus movimientos. Tras una puerta de camarote, yacía la joven pirata limpiando un enorme estanque de cristal tintado donde Flotsam y Jetsam permanecían observándolos con una mirada espeluznante.
—Siempre pensé que Úrsula mandaba en el restaurante —rompió el hielo Mal, para captar la atención de la joven.
—Nah, está muy ocupada con mi tía Morgana charlando sobre las pobres almas en pena a las que arruinaron sus vidas. El local y toda la gente siempre queda a mi cargo —le respondió Uma tras girarse seria y de una señal les mandó a Gil y Harry que no la dejaran salir de la habitación—. Tienes muchas agallas para plantarte aquí solita ¿Acaso quieres morir?
—Oh no, todavía es muy pronto —continuó Mal, tras apoyarse en la mesa del despacho—. Vengo a hablar contigo de algo muy importante.
—¡¿Qué te hace pensar que vamos a escucharte, eh?! —más agresivo, Harry se acercó a Mal, harto de escuchar su tono de sobrada— ¡¿Nos encierras y humillas y encima tenemos que escucharte?! ¡Piérdete, imbécil!
—Para empezar estoy hablando con Uma, no contigo —siguió Mal encarándose con el pirata—. Y si digo que es muy serio es por que lo es, está en juego la vida de muchas personas inocentes, incluidas las de la Isla de los Perdidos. Es decir, las vuestras, paleto.
—Te escucho. —Apuntó Uma de brazos cruzados, seria.
Mal suspiró algo molesta todavía con el pirata de casaca rojiza, pero pronto desvió su atención para explicar:
—Nix y su grupo van a destruir la barrera mágica desde dentro —explicó, dejando al trío pirata bastante sorprendido—. En resumidas cuentas, hay un objeto llamado Baliza Mágica, que permite que la barrera sea indestructible y está oculto en alguna parte de la isla, si se la cargan...
—Adiós barrera —terminó Harry esbozando una sonrisa de alegría y maldad junto a Gil.
—¿Por qué nos cuentas toda esta información valiosa? —dijo Uma apoyada en la silla, con una de sus manos en su barbilla, pensativa—, a fin de cuentas también queremos lo que quiere Nix.
—Si eso pasara, se crearía una guerra entre Auradon y la isla, solo los más fuertes conseguirían sobrevivir, el resto serían abatidos por la Guardia Imperial y creedme que es un ejército bestial que no van a tener remordimientos a la hora de proteger a su país —siguió explicando Mal tras un breve suspiro, solo de pensar en ello le entraban escalofríos—. Fuera de la barrera hay un mundo maravilloso esperándoos a todos, pero si permitimos esa violenta guerra, todo se convertirá en la Isla de los Perdidos, y aunque quisierais libertad, nunca lo experimentaríais porque el caos se habría extendido por todo el mundo antes de que pudierais ni tan siquiera olerlo —Mal miró a Uma tras ver que se quedó callada, escuchándola—. Uma, tú ya has visto parte de ese mundo y Ben hizo que abrieras los ojos, hay algo más que una venganza que no nos toca.
«¿Realmente no les tocaba?», se debatían en sus mentes. Convivir con la misma gente que asesinó a Úrsula con el bauprés de un barco, convivir con los niños que dejaron a Garfio a su suerte con un cocodrilo, convivir con los mismos reyes que asesinaron a Gastón desde lo alto de un castillo. Esa misma gente también los mantenía sellados bajo esa cárcel mendigando sus pútridas sobras.
—¿Acabaremos saliendo todos de la isla? —preguntó Uma seria, a pesar de aquel hermoso sermón, la pirata tenía sus ideas bastante claras.
—Te lo prometo —juró Mal con decisión en sus palabras—. Para eso hemos creado el proyecto Villain Kid's, para que poco a poco todos salgáis de ahí y experimentéis la libertad.
—Hmm, conmovedoras palabras, ¿pero cómo vamos a confiar en ti? —añadió Harry acercándose a Uma, tras ver que el discurso le había calado—. La manipulación va ligada a ti, así de bien tienes engañada a Nix.
—Yo defiendo a mi gente y no voy a permitir que una guerra termine con tantas vidas inocentes —añadió Mal y tras sacarse el guante mostró la cicatriz del pacto que más temor y respeto da—. Hice un trato condenado con Nix para que creyera que estoy de su parte, literalmente me estoy jugando la vida por todos vosotros al contaros esto.
Uma y Harry se observaron sorprendidos, no pensaron ni por un segundo que la joven hada estuviera yendo en contra del trato condenado, algo que todo el mundo le tiene tanto respeto, en pocas palabras habían visto con sus propios ojos que decía la verdad, puesto que había que desear estar muerto para romper ese pacto. A pesar de todo lo que habían pasado y los baches que se habían puesto tenían un objetivo común, y eso terminó forjando una alianza de intereses; suficiente para trabajar juntos.
—Está bien, Mal, te ayudaremos con una condición, nosotros seremos los primeros en salir de la barrera —le dijo Uma y seguido le tendió la mano para zanjar su alianza—. Si no, no hay trato.
—Hecho.
*Ilustraciones a caricatura hechas by me*
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