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Capítulo 14: La fiesta al-otro-lado

Eris pasó todo el día pensando donde podría estar escondida la Baliza Mágica, un objeto tan poderoso y peligroso al mismo tiempo. Habían muchos lugares donde podría estar ubicada; como la Isla de los Malditos, el Salvaje Oeste o incluso el Bosque Envenenado y cada uno de esos sitios era más peligroso que el anterior. A pesar de haber tachado varias ubicaciones posibles, desgraciadamente los más peligrosos eran los únicos más aptos para esconder ese trozo de estela brillante.

Tras levantarse del sillón cerca de la chimenea de piedra negra podrida, no pudo evitar acercarse donde yacían Makayla y Lexy cambiándose de ropa mientras escuchaban canciones de la banda musical más popular de la isla: Little Bite. La gran fiesta del destrozo era el desmadre del año, Malas Pulgas conseguía cada vez superarse más, coronándose como el rey de las fiestas y, aunque muchos otros intentaron arrebatarle ese puesto, él siempre sabía como superarse. Era perfecto, necesitaban una buena distracción para no levantar sospechas de Yen Sid, dado que si los estaba vigilando con alguna de esas dichosas bolas de cristal que tanto adoran los brujos en pantuflas, los tendría estudiados bajo lupa.

Lexy buscaba el mayor modelito provocativo que tuviera a mano. Llenos de tatuajes negros y rojizos sus brazos desnudos le daban un aspecto único a la joven pelirroja, tan atrevida como peligrosa. En cambio, Makayla era algo más reservada y no quería pasar tanto frío de noche así que optó por algo más calentito y tapado, pero sus pechos estaban bien apretados y levantados para captar la atención de cualquiera.

—Venga, Eris, salimos en nada —añadió Lexy retocándose los pantalones ceñidos negros, mirando en el espejo que se marcara bien su culo—. Termina de vestirte.

(***)

Mientras tanto, en el Castillo Soulvlaki, la joven princesa Audrey yacía dulcemente observándose en el espejo, esbozando una cálida sonrisa tras ver lo bien que le quedaba la ropa que no estaba mojada, como el vestido a-line con flecos de tonos pastel. Y Nix, por otro lado, removía unas cuantas cosas en los armarios de casa tratando de buscar algo en concreto; los vasos de chupitos menos rotos y algunas botellas que estuvieran tiradas por ahí.

—¡Estoy deseando conocer a más gente! —decía Audrey con un atisbo de felicidad mientras se observaba en un espejo del salón—. Sabes Nix, soy muy popular entre mi grupo de amigos, caigo bien a todo el mundo. Seguro que seré el centro de atención.

—Sí, ya se nota... —soltó la peliazul entre risas tras negar con la cabeza, esa joven tenía demasiados pájaros en la cabeza, pensaba negando.

Audrey le había estado llenando la cabeza de tonterías durante toda la noche, entre sus peleas familiares que bien poco le importaban y como Mal la estaba apartando de todo lo que ella había creado con tanta paciencia desde cría, hasta decía que le había levantado el novio gracias a un hechizo de amarre, aunque eso último era más creíble que pensar que Mal había seducido a un hombre con sus encantos, sobre todo con lo que detestaba las relaciones de amor cuando vivía aquí.

Audrey había decidido usar la isla para recuperar todo aquello que había perdido y plantarle cara a su acérrima enemiga, el problema estaba en que se pensaba que iban a ayudarla a recuperar su trono y eso hasta a Nix le daba lástima, no pensaba que pudiera haber gente tan ilusa a estas alturas, siempre pensó que la gente de Auradon sería algo más avispada e inteligente que ellos, sobre todo teniendo más recursos, pero parecía que no era el caso.

Lo único que le había interesado de toda esa historia era que Mal iba a ser coronada como reina dentro de poco. Huelga decir, ella los iba a gobernar a todos, pensó asqueada.

—¡Aquí están! —dijo la peliazul alegrada tras ver sus botellas favoritas entre los restos de tarros vacíos— ¡Fuego de Hades, ven con mamá!

Nix preparó la mesa del comedor con bastantes vasos de plástico y algunos de cristal menos cuarteados, botellas de alcohol que tenía por ahí y algún picoteo para cuando llegara el resto de su gente. Ya era tradición comenzar la pre-fiesta en su casa antes del verdadero desmadre.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Audrey que tras peinar su delicada melena dorada, observó el soufflé y el ratatouille enlatado, junto algunas patatas fritas blandas. No era la mejor combinación de comida, ni mucho menos, pero era lo único que quedaba por el castillo en mejor estado.

—El picoteo —le explicó con una amplia sonrisa. El rostro encogido de la joven morena le divirtió— ¿Quieres probarlo?

—¡Claro! —añadió tras sacar un trozo de la lata recubierto por un líquido viscoso de color marrón y, tras probarlo, pudo verle la mueca de asco al momento de morderlo— ¡Por Dios! ¡Está malísimo! ¡¿Cuánto tiempo lleva caducado?!

—Tampoco está tan malo, lleva solo tres meses caducado.

—Mejor yo no comeré esta porquería... —escupió los restos de la boca en una servilleta— ¡Todavía tengo ese regustillo ácido asqueroso!

—Entonces te morirás de hambre, pastelito —le añadió Nix, entre risas—. Ya te puedes ir acostumbrando al sabor porque es la comida que tenemos.

Pronto las puertas metálicas fueron abiertas de par en par y comenzaron a venir todos los colegas de la banda, incluidos algunos compañeros de Uma, como Harry y Gil. Normalmente Nix los echaría, pero parece mentira que una fiesta como esta los acabe uniendo a todos, además si se metían con la joven de trenzado pelo turquesa Nix quería estar en primera fila para verlo y participar. Entre Veatrix, Réizma y Jaxon también se pasaron CJ, Ginny, Zevon, Mad Maddy y algunos de sus primos, entre mucha más gente poco destacable.

—¡Uh! Soufflé enlatado —se alegró CJ tras darle un buen mordisco al trozo manipulado que Audrey había dejado—. Dios, que delicia. Siempre tienes la mejor comida, Nix.

—¿Y esta tipa quién es? —preguntó Mad Maddy observando a Audrey de arriba a abajo. Se plantó a centímetros de ella con su característica mirada de matona que dejó incómoda a la princesita—. Cada día te juntas con gente más rara...

—Era de Auradon, quiere que le enseñemos a ser como nosotros, así que no la amedrentes, pitbull —le respondió Nix a la nieta de Madam Mim, quien lucía un oscuro conjunto de cuero y cadenas, como una motera. Era normal sentirse algo intimidado por Mad Maddy a primera vista, excepto para Nix. 

Era lo más parecido a un cachorro de perro con un collar de pinchos, como sus Cerbero, así que le gustaba llamarla "pitbull".

—¿De los nuestros? ¿Con esas pintas tan ñoñas? —soltó CJ entre risas tras avergonzarla—. No me hagas reír. Hasta Jackie da más pavor.

—¿Puedo ser tan mala como tú, sabes? —le dijo Audrey ardida por el comentario y tras observarla intentó dejarla mal— ¡Tú si que vistes fatal y eres feísima!

Maddy yacía observando la escena con las cejas levantas y de brazos cruzados, todavía procesando lo que acababa de oír. Ella representaba muy bien la expresión facial que había adoptado la mayoría en esa habitación.

Nix no descifraba que criterio de mala persona tenía Audrey, ni que concepto tenía de todos ellos. ¿Tal vez macarras? ¿gente violenta? ¿ladrones? ¿gente qué cantaba lo pobre y desgraciada que era?

Desde luego una cosa sabía con certeza; no le habían enseñado bien el concepto de maldad.

—Dios, no te ridiculices más, anda —soltó Mad Maddy asqueada y seguido le pasó un vaso—. Si quieres ser como nosotros, primero no des tanta vergüenza ajena y segundo, empieza por aquí.

Tras darle un vaso cargado de bebida, Audrey los miró a todos como la observaban expectantes, escondiendo una sonrisa pilla bajo su mirada amenazante. Sin pensárselo comenzó a beberlo trago por trago hasta que finalmente lo escupió sobre la mesa ensuciando más el aperitivo.

—¡¿También está caducado el ponche?! —desentonó tras ver lo negro que había dejado todo a su alrededor y sus dientes tras observarse en un espejo.

—¿Ponche? Acabas de beber Aliento Negro a palo seco —añadió CJ entre risas junto a Mad Maddy—. Bonita, es alcohol del duro.

—¿¡Me habéis dado alcohol?! ¡Yo no puedo tomar esto! ¡Soy menor!

—¡Ah! ¿Hay una edad para tomar alcohol? —confusa, CJ la observó como se había puesto histérica, la joven pirata llevaba bebiendo cerveza de raíz desde sus catorce años, con su padre o de fiesta con sus colegas por lo que aquella reacción sobremedida le chocó un poco.

—¿Qué pensabas que íbamos a beber? ¿Zumos? —siguió la joven de vestimenta negra tras beberse un shot de Aliento Negro—. Esto no es Auradon, chata. Aquí si sabemos divertirnos de verdad. Tu solo déjate llevar y te lo pasarás mejor.

A pesar de que Audrey comenzaba a estar más incómoda, mucho peor después de haber probado ese brebaje cargado por el demonio, Nix empezó una ronda de shots con el resto de gente que había venido, no pensaba ir sobria a la mejor fiesta del mundo. La joven princesa se pasó observándolos como entre berreos y vitoreos seguían bebiendo y comiendo bajo el estridente ambiente que se había generado entre las paredes negras de aquel castillo griego, todo armonizado por su radio casete que reproducía música de fondo. Por otro lado, Réizma se había apartado en el sofá con Harry para darse el lote, ahora que no estaba Logan podía aprovechar el momento para besarse con el pirata del garfio postizo.

Maddy, Maddy..., ahora que Mal ya no está en la Isla puedes volver a teñirte el pelo de morado, eh —soltó Ginny algo ebria dirigiéndose a la joven del pelo aguamarino, para picarla—. Aunque creo que las californianas rosas te quedaban mejor, como un chicle recién pisado.

—Así ya está bien... —respondió con una risa falsa, intentando esconder ese traumático momento con la lejía. Maddy no quería mostrar que seguía traumada por aquello, mucho menos si ya pasó hace tanto tiempo—. Me hace juego con los ojos.

—¿No le gustaba que fuerais del mismo color de pelo? —interrumpió Audrey interesada con aquella breve conversación, tras nombrar a su archienemiga paró atención al instante con una mirada amenazante, como un sabueso en la caza de un zorro.

—No gustarle se queda corto... —le respondió Maddy suspirando y seguido bebió otro chupito, el sexto para ella—. No quiero hablar de ello.

—La buena de Mal la ató a una silla y le destiñó el pelo con lejía —soltó CJ entre risas, pero a Maddy no le había hecho gracia que abriera la cicatriz otra vez—. Eso sí que era de ser mala persona. ¡Me encanta!

—Estoy segura de que gente así no cambia —añadió Audrey con un tono resentido, como si se estuviera conteniendo la ira, aunque por fuera parecía un pequeño osito enfurruñado a la vista del resto de gente.

—Sí, yo también lo pienso —le respondió Nix y seguido pidió otro chupito a Jaxon que recién había abierto otra botella.

—¿Nos vamos ya? —grito Veatrix subida sobre la mesa de madera negra del comedor y la gente se unió a los berreos de alegría para comenzar a marcharse en dirección al Castillo-al-otro-lado.

Ese desmesurado jolgorio comenzó a apelotonarse hacia la puerta principal del castillo, algunos tambaleándose y otros gritando pletóricos de alegría entre algún que otro hipo. Poco a poco se fue vaciando quedando a penas cuatro personas contadas.

—Oye, Nix, no se si esto es lo mío... —añadió Audrey después de ver como un chico se tropezó en la entrada con una de las grandes esculturas que sostenían fuego y como por poco no se abrasaba vivo—. Mejor me quedo en tu casa, no quiero aguaros la fiesta ¿Luego podemos hablar de como recuperamos mi trono?

—Ey, relájate, entiendo que sea muy chocante para ti conocer a tanta gente diferente de golpe —le siguió la peliazul tras pasar su brazo alrededor de su cuello, de colegueo—, la noche no ha hecho más que empezar, ya verás como todo cambia cuando veas a todos y la fiesta será mucho mejor que esto, por descontado.

—¿Seguro...? —apuró indecisa. 

—¡Claro! ¡Las fiestas son siempre mejor!

—¡Vale! Confío en ti. ¡Espero que haya más música pop! —añadió Audrey con una tierna sonrisa, ambas saliendo del castillo—. Por cierto, las canciones que ponéis me gustan. 

Cerca del camino que llevaba a todos los castillos del Este, se podían vislumbrar entre la oscuridad de la noche las luces de colores entre los ventanales rotos. La mayoría de los castillos eran de los destronados reyes y gente que antaño fueron de renombre y que en su día tuvieron mucho dinero o prestigio, pero a diferencia del Castillo-al-otro-lado, los demás no estaban tan demacrados y comidos por el musgo. 

Las puertas abiertas de par en par te invitaban a entrar bajo un enorme cartel con el rostro de Malas Pulgas dibujado a grafiti tintado de negro, con unas pequeñas frases inspiradoras como: "Rompe cuanto quieras" y "Violencia gratis"

Todos acabaron entrando cual rebaño apelotonado deseando disfrutar de aquel ambiente. Había venido casi toda la Isla, incluso se podía ver a Jackie intentando huir de Malas Pulgas por la pista de baile de la primera planta. La música en vivo inundó la sala al momento, dado que Little Bite había venido a tocar en persona, un pequeño grupo animaloide de habitantes del Salvaje Oeste, compuestos por; la hermana mayor de Malas Pulgas: Jhenna, la encantadora hija del príncipe Juan: Saba y el hijo de honrado Juan: Jon. 

El único grupo destacable que tocaba bien y que podía rivalizar sin esfuerzos con la banda musical de Diego de Vil, las Manzanas Pochas.

—Así que, al final has traído a los del Salvaje Oeste —añadió Veatrix al acercarse a Malas Pulgas disfrutando de como los altavoces gigantes del escenario reverberaban el sonido de manera que toda la planta vibraba.

—Tenéis que admitir que sin ellos la fiesta no sería lo mismo —respondió el lobo tras aguantar un bate de béisbol sobre su hombro—. Además, si no los invitaba, mi hermana me cortaba el cuello.

—Como no iban a venir con lo buenorras  que están las cantantes —se añadió Paxicial y seguido silbó hacia la leona y la loba que yacían cantando en el escenario en pleno auge, aunque quien le devolvió el gesto con un guiño fue Jon, el zorro que las acompañaba tocando la guitarra eléctrica.

—Vaya, Pax, ya tienes un admirador —soltó Malas Pulgas entre carcajadas tras ver la incomodidad de su amigo felino—. Chicas, servíos, hemos traído de todo de la taberna, hasta chupitos de sangre de sapo.

(***)

Después de bailar los temazos de Little bite, Eris y su grupo se dirigieron al jardín trasero donde se había habilitado una mesa para el Beer pong. Junto a Logan decidió retar a Makayla y Harriet a una partida que aceptaron encantadas. A su alrededor había gente rompiendo vasos, mesas, sillas e incluso habían sacado la nevera para golpearla y abollarla con palos de golf. El olor a gasolina recién prendida no tardó en inundar el ambiente.

Logan acabó encestando en uno de los vasos y bajo una sonrisa pícara les dijo a las chicas que debían besarse. La hermana mayor de Harry Garfio, esbozó una sonrisa coqueta y aunque su parche tapaba uno de sus ojos con una dibujada cicatriz que sobresalía de este, se podía ver la lujuria y el deseo en su mirada, sin pensárselo se dio un largo y acalorado beso con Makayla. A Logan le había salido el tiro por la culata pensando que iban a incomodarse, pero los que parecían sobrar ahí eran él y Eris, puesto que los carnosos labios de ambas no pensaban separarse. 

Las chicas, tras unas miradas pillas con un deje de sobreexcitación decidieron continuar la partida. Se notaba la tensión entre ellas a pesar de haber dejado su relación hace meses. Como incluso después de las discusiones y los gritos, no podían vivir demasiado tiempo separadas la una de la otra. 

—¡Tocador va! —se oyó un grito potente y acto seguido un mueble rectangular partió en dos la mesa de ping pong haciéndola prácticamente añicos al instante.

—Pax, ¡mira que caras se les han quedado! —dijo otra voz entre carcajadas.

—Estábamos usando esa mesa, gilipollas —vociferó Logan hacia los dos tipos, que eran Malas Pulgas y Paxicial.

Después del incidente y sin apenas ganas de continuar con algún juego, Logan y Eris se quedaron a solas ya que Harriet y Makayla habían decidido pasar lo que quedaba de noche juntas en la pista de baile y, Lexy, tras ver unos cuantos piratas rompiendo cosas, los comenzó a seguir embobada. Tampoco podían contar con la pelirroja.

Entre risas Eris observaba su vaso casi vacío y seguido observó hacía el castillo, o lo que quedaba de él ya que ahora parecía unas ruinas góticas decadentes.

—¿Sabes que será tu culpa si esas dos vuelven a salir juntas? —soltó ella entre risas, como si le hubiera dado flojera por el cubata. Harriet y Makayla eran bastante tóxicas en cuanto a relaciones sentimentales se trataba, su última discusión acabó muy mal, pero tampoco es que nadie supiera tener una relación sana, por lo que era bastante normal.

—Me la trae bastante floja —añadió él tras terminar su bebida de un trago y la joven pudo ver como el líquido resbalaba por su garganta al pasar por su voluminosa nuez, seguido la embriagó con su mirada perdida y sexy tratando de seducirle y se pegó a su cuerpo—. Ahora lo único que me importa es besarte.

Tras esas expirantes palabras, el cubata de Eris cayó al suelo, sus bocas terminaron entrelazándose en un apasionado beso, la respiración entrecortada incrementaba con cada exhalo ardiente contra la piel del otro. Llevaban tanto tiempo soportando muchos problemas con apenas una solución translúcida, así que, ese beso, sus cuerpos rozándose y sus manos acariciando la piel del otro. Era lo único que necesitaban en ese momento.

—¿Y si Yen Sid nos está observando? —se separó por un momento Eris, con sus manos entrelazadas en el pelo de él.

—Bueno, si le va el rollo voyeur que nos observe y tome nota.

(***)

Little bite estaba siendo todo un éxito. Saba, la cantante principal, sabía como motivar a la gente a bailar con los temazos del grupo, no había ni una que fuese aburrida, de alguna manera te incitaba a bailarlas todas con energía y desmadre, mientras que, Jhenna bailaba mejor al son de la música mientras saltaba de mesa en mesa. La planta baja estaba casi destrozada por completo, los sofás destripados, las cortinas usadas como lianas o servilleteros, bebidas pegajosas escampadas por el suelo, platos rotos y algunas personas pegándose, simplemente era el paraíso hecho realidad para muchos.

—¡Levantad la mano todos esos solteros! ¡Que yo os vea! ¡Esta canción va dedicada a todos vosotros! —continuó Saba alzando su potente voz de leona para iniciar la siguiente canción.

La única mesa que todavía seguía en pie yacía con comida y algunas botellas casi vacías, y como era de costumbre, Paxicial invitó a Nix a un reto de beber, aunque esta vez también se lo sugirió a Audrey, quien yacía sentada en una esquina sin disfrutar en absoluto todo ese barullo, pensó que así la animaría dentro de lo que cabía. Su mirada baja, sentada de cuclillas intentando alejarse del ruido y escándalo lo más lejos posible, la hacían ver como un pobre animalillo asustado rodeado de depredadores hambrientos.

—Venga, un chupitazo más —añadió Paxicial haciendo que bebieran y la gente alrededor de la mesa vitoreó—. Te toca rubita, que te veo demasiado parada.

—N-no, yo paso —siguió Audrey bostezando incómoda—. Estoy muy cansada ya...

—¿Con esa actitud cómo te vas a integrar? Bébetelo va —ordenó Nix algo más seria tras encenderse un cigarro que Paxicial le dio tras guiñarle un ojo.

No había mujer en la Isla a la que Paxicial no coqueteara. Era algo que no podía controlar, como si fuese parte de su encanto varonil.

—No puedo hacer esto... —contestó Audrey bastante incómoda y dejó el vaso en la mesa, a pesar de haberse sentido intimidada por el tono de voz de Nix—. Todo esto en un caos, gente pegándose, rompiendo cosas, bebiendo y fumando sin control... Este no es mi sitio, pensaba que sería de otra forma...

—No me cuentes tu vida. He dicho que te lo bebas —reiteró la peliazul tras golpear la mesa con violencia y eso tensó a la gente de su alrededor. De las pocas cosas que temían de ella era su lado más irascible, pero eso seguía sin ser suficiente amenazante para la princesa.

—Chica, es mejor que te lo bebas... —se oyó un susurro tenso entre la multitud.

—¡Lo siento!, N-no puedo... esto me supera...

—¿Y qué esperabas? ¿Gente desolada cantando lo infeliz que es? ¿Esperando a que una heroína de mierda los sacase de la pobreza? ¿o tal vez esbirros que te siguieran incondicionalmente? ¿A ti? —le soltó Veatrix clavando su intimidante mirada amarillenta en ella cada vez más cerca, incluso se podía ver como sus ojos terminaban de brillar algo del mismo cabreo.

—Es verdad, no te pega nada estar aquí —siguió Nix y pudo verle en sus ojos como se empezó a asustar tras notar como algunas personas se le acercaban poco a poco, intimidándola—. Lástima que te hayas dado cuenta demasiado tarde, pastelito.

—Espera, ¿me has traído aquí sabiendo que no encajaba? —se exaltó la joven— ¡¿Me has engañado?!

Nix no pudo evitar soltar una risa guasona.

—Sería un insulto decir que te he engañado —le dijo la peliazul mirándola con una sonrisa satisfactoria—. Tampoco ha sido muy difícil, me hubiera costado más engatusar a una piedra.

Audrey se asustó aún más tras ver que todos mostraban aquella malévola sonrisa como la de Nix, no le esperaba nada bueno al descubrir el percal. Pronto chocó su temblorosa espalda contra Paxicial y este de un rápido movimiento le tapó la boca y el cuello hasta conseguir que se desmayara.

—Bájala a las mazmorras del castillo, ya nos encargaremos de ella más tarde —le ordenó Nix a Paxicial y acto seguido se cargó sobre sus hombros a la joven durmiente—. Eh, ¡que la fiesta continúa! —gritó alzando un vaso y la gente gritó plena de felicidad.

*Ilustraciones a caricatura hechas by me*

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