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Capítulo 12: La gran velada real

Nix yacía concentrada en el total silencio de su casa, con los ojos cerrados, trataba de buscar en su interior esa supuesta forma de la que Pena y Pánico tanto hablaban en esa clase. Intentó vislumbrar un enorme dragón negro, como reiteraban, pero no conseguía ver nada, salvo la oscuridad bajo sus ojos y, con el paso de los minutos, se empezaba a molestar sin hallar una respuesta clara.

—Tú puedes, Nixeria, busca la forma perfecta en tu mente —comentó Pánico en un tono suave, tratando de no desconcentrarle.

—Bah, no puedo, chicos —les dijo abriendo los ojos, molesta—. No veo nada...

—¡No te rindas tan pronto!

—Eso, mírame a mí —siguió Pena algo nervioso y seguido hizo lo mismo que ella, pero él se convirtió exitosamente en un murciélago rechoncho.

Resopló, y algo molesta intentó hacer lo mismo que él, parecía fácil, pero a la práctica no lo era tanto. Cerró sus ojos tratando de buscar esa forma dragonesca oscura en lo más profundo de sus pensamientos, como si se tratase de un recuerdo borroso, pero no daba con nada y eso la estaba agobiando cada vez más que lo intentaba, como si no fuera capaz de hacer algo tan sencillo como imaginar.

—¡Es imposible! ¿Cómo tenéis tanta certeza de que me puedo transformar? —gruñó molestándose—. Parezco una idiota aquí plantada sin hacer nada.

—A parte de que Hades nos lo dijo, tu hermana logró transformarse cuando era más pequeña —añadió Pánico, tras posar su escuálido cuerpo sobre una mesita llena de polvo—. Perdió el control de ella misma y se transformó en una versión muy reducida de lo que realmente puede ser, como le pasó a Maléfica en la coronación.

Nix rodó los ojos, ¿Cuántas más cosas le habrá escondido su hermana?, sin embargo y a pesar de su molesto rostro al enterarse de ello, no pudo evitar confundirse con lo que Pánico había dicho.

—A fin de cuentas Derneris lo hizo siendo una cría.

—Espera... ¿Cómo? ¿Maléfica se puede transformar en un dragón más grande que el de la coronación...? —les preguntó sorprendida, ya era terrorífica desde la televisión, la peliazul no se imaginaba algo más siniestro y grande de lo que se vio. O sí, en ese instante que recordó la estatua que yacía en el Palacio del Dragón y esperaba que esa no fuera Maléfica usando toda su fuerza desatada.

—Pues claro, ¿por qué crees que es la Señora de las Tinieblas? ¿Por transformarse en un dragón que cabe dentro de un castillo? Créeme que no.

Un leve aullido irrumpió su conversación por completo, tensando a ambos diablillos. Malas Pulgas apareció tras abrir con fuerza las enormes puertas metálicas de casa, algo cansado por haber corrido por las calles a toda pastilla. Pena y Pánico se alejaron algo del enorme lobo y este fue directamente hablar con Nix, algo nervioso al ver sus ojos inquietos.

—Nix, tienes que venir ahora —soltó Malas Pulgas recuperando el aliento y no le fue difícil, puesto que esa capacidad pulmonar le venía de familia—. Ha llegado una limusina a la isla.

—Avisa a los Black Scales y rodeadla —le ordenó y el joven despeluchado salió corriendo sobre sus cuatro patas al momento— ¿Ya seguiremos con las clases más tarde, vale?

Finalmente, Nix acabó acercándose a toda aquella multitud de gente aglomerada cerca de la entrada de la isla, una limusina brillante de un azul perlado yacía siendo el centro de atención de muchos curiosos y ladrones, como cuervos sobre relucientes tesoros que robar, y entre ellos, los Black Scales listos a su señal.

Veatrix se acercó seria pasando su mano por encima del capó azulado, cerca del asiento del conductor, pero no había nadie y, tras romper la ventanilla con su codo flexionado y mirar dentro, se dio cuenta que no había ni una sola alma, estaba totalmente vacío.

—¿Es un vehículo automático? —preguntó Jaxon extrañado.

—Los que estuvieran dentro ya se han bajado, idiota —le apuntó Veatrix rodando los ojos.

Un estridente grito agudo alertó a todo el mundo y tras voltear hacia su derecha, pudieron apreciar a la nueva visitante. Una joven chica, vestida de dulces y repulsivos colores pastel yacía intentando limpiarse uno de sus preciados tacones dorados que, tras empaparlo hasta arriba de agua estancada de la alcantarilla, habían perdido todo el color.

—¿Qué hacemos con ella? —susurró Réizma a Nix, tras ver lo patética que parecía aquella muchacha indefensa—. Se me están ocurriendo un par de cosas...

—Ahora veremos —le respondió y seguido se acercó de brazos cruzados a la desconocida— ¿Quién eres?

Tras girarse ante toda aquella multitud, que la observaba de mala manera, dibujó una alegre sonrisa que desconcertó a la joven de vestimenta azul, se acercó a ella y le hizo una pequeña reverencia que no iba a devolver aunque le pagaran.

—¿Alguien sería tan amable de coger mi maleta? Es que pesa demasiado para mí sola, y rapidito —apuntó ignorando su pregunta con un tono irritante y dio unas palmadas como si fuese una orden.

—Claro —le dijo Nix soltando una leve risa socarrona—. M.P, encárgate de la maleta, anda.

Malas Pulgas aterrizó de una de las azoteas más cercanas hasta tener a escasos centímetros a aquella dulce chica. La joven tras observar a su antropomórfico compañero de arriba a abajo, se intimidó un poco, eran polos opuestos tanto por la ropa de ambos como su aspecto, pero le tendió su pesada maleta de cuatro ruedas.

—Uy, pareces un primo lejano de Goofy —soltó Audrey algo nerviosa y consiguió que Malas Pulgas la fulminara molesto con la mirada. Tras alejarse, este de un fuerte movimiento acabó lanzando a varios metros la dichosa maleta, entre varios arbustos secos—. Vaya..., no sabía que así tratáis el equipaje... de saberlo me hubiera traído un chofer personal.

—Ejem..., no te lo voy a volver a repetir —le insistió Nix, en un tono más malhumorado y lo notó— ¿Quién narices eres?

—¡Oh! ¡¿Dónde han quedado mis modales?! —se dijo a sí misma dándose un leve toque en la frente—. Soy la princesa Audrey, hija de los reyes Aurora y Felipe. Vengo a pasar unas vacaciones en la isla.

Se podía notar cierta soberanía en sus palabras, tras decirles quien era su mirada buscaba asombro y admiración por parte de la aglomeración de gente, como si fuera una persona importante, por encima del resto, como si su título de princesa valiera de algo aquí.

—¿De... vacaciones? —comentó Veatrix mirándola de arriba a abajo, molesta— ¿ha dicho de vacaciones?

Audrey suspiró arrepentida.

—Tal vez "vacaciones" no es la palabra adecuada..., vengo a estar una larga estancia aquí, bueno..., francamente he huido de mi casa —se sinceró la joven algo entristecida, como si les hubiera cogido confianza—. No sentía que encajaba en Auradon y pensé que aquí estaría mejor, sobre todo después de que Mal me lo quitase todo...

—Eso sí que no me lo esperaba —soltó Réizma entre carcajadas, flipando con lo que decía Audrey— ¿Qué eres? ¿La pringada del cuento?

Varias risas resonaron por la plaza.

—Oow, no seas mala, Réizma, es una pobre princesa que desencaja con el resto de la aristocracia —les dijo Nix y se quedaron todavía más extrañados con su líder—. Pobrecita ¿lo tuviste que pasar muy mal, verdad? —Audrey le asintió afligida—. No te preocupes, con la plebe te lo vas a pasar en grande.

—¡Genial! ¡Quiero ser de los vuestros! ¡Ya veréis como recuperaremos Auradon y mi trono! —añadió pletórica de alegría— ¿Por donde empiezo? ¿Tengo que hacerme tatuajes? ¡Porque odio los tatuajes! ¿Qué jerga usáis? ¡Debería hacer un tour por la isla para conocerla!

—¡Wow, wow, cálmate! mejor que no hagamos un tour por la isla... —añadió Nix entre risas tras observar como la gente se había motivado tan solo al oír esa propuesta—. Mira, esta noche celebramos una fiesta, en el Este, créeme que ahí vas a conocer a todo el mundo y de paso como van las cosas por aquí ¿Suena genial, eh?

—¿¡Una fiesta!? ¡Tengo que cambiarme de ropa! ¡Estoy espantosa! —soltó Audrey agobiada tras recoger varias de sus prendas húmedas que yacían esparcidas por los arbustos— ¡Esto no hace más que mejorar!

—Claro, vamos a mi casa —le siguió la peliazul, con una maliciosa sonrisa.

(***)


Estaba apunto de celebrarse el acontecimiento del año. Faltaban unos escasos minutos para dar comienzo a la gran velada real en el instituto de Auradon. 

Mal yacía en el espejo de su cuarto retocándose el maquillaje con la gran ayuda de Evie, para estar radiante y causar una gran impresión.

—¡Evie, estoy muy nerviosa! ¡No puedo con tanta presión! —soltó Mal dejando que su amiga terminara de empolvar sus pómulos— ¡Voy a estar rodeada de los grandes reyes de los Estados Unidos de Auradon! ¡Dios, tierra trágame!

—¡Lo harás genial! ¡No hay mejor representante para la isla y el proyecto VK's que tú, Mal! —intentó animar a la pelimorada, pero los nervios de dar un paso en falso la carcomían por dentro—. Míralo como una oportunidad de lucirte y demostrar a todos que tienes potencial para gobernar. Además, así de paso haces algo de promoción a mi siguiente colección de vestidos.

Mal trató de respirar hondo tras observarse en el espejo, con su despampanante vestido largo morado, trató de concentrarse en sí misma, estaba preparada para lo que viniera, llegaba el momento de quitarse etiquetas que tanta mella le habían causado en su estancia, ahora era una persona renovada. Iba a ser la reina, tenía que darlo todo y comportarse como una verdadera dama de sangre azul.

—¡Voilà! —soltó Evie tras alejarse y observar a su amiga desde la lejanía— ¡Estás preciosa! ¡Vas a dejarlos a todos con la boca abierta!

—Eso espero...

Finalmente ambas acabaron bajando hasta la sala de acontecimientos del instituto, donde Jane con la ayuda de Carlos, Jay y el resto del equipo acabaron dejando el teatro espectacular. Con brillantes focos y varias mesas redondas bien decoradas de color blanco crema, grandes banderas azules y amarillas yacían adornando el techo representando los colores de la misma Auradon. Y por último, pero no menos importante, el teatro principal yacía decorado con grandes lonas rojas carmesí y un micro en medio para dar comienzo a la velada.

—¡Vamos, Mal! Ben te espera tras la lona roja —apuró Evie a paso ligero por un lado de la sala, donde nadie las había visto—. Tienes que entrar después de que te presenten. Creo que sois los últimos.

—¡Ey, chicas! —una voz masculina terminó por desconcentrar a la nerviosa Mal. Evie se giró sorprendida— ¡Wow, Mal! ¡Estás irreconocible!

—Gracias, Jay —suspiró la joven tratando de no acelerarse de los nervios.

—¡Chicos, no deberíais estar aquí! —se molestó Evie—. Volved a vuestra mesa.

—Lo sabemos, pero queremos estar con Mal para apoyarla —siguió Jay, tras ajustarse el nudo de su roja corbata—. Sabemos que esto no es nada fácil para ti, queríamos que supieras que nosotros estaremos apoyándote en todo momento.

Mal esbozó una leve sonrisa y acabó abrazando al grupo y, en cierta parte, consiguieron calmar más sus nervios e inseguridades. Sentía que al tenerlos cerca podía con todo lo que le viniera. De la misma manera que se habían enfrentado a las trampas mortales de la mismísima Fortaleza Prohibida, a su madre en la coronación y a Uma y sus piratas, esto solo era un pequeño obstáculo.

—M-Mal.., estás radiante —apareció Ben tras la emotiva escena, quedándose totalmente iluminado ante su belleza y consiguió que la joven rodara los ojos entre risas.

—¡Carlos! —soltó Jane tras dejarse ver cerca de la lona y este se asustó saltando a los brazos de Jay, como era de costumbre—. Stitch y Colega se están peleando por un filete.

—¡¿Qué?! —se recompuso del susto tras observar como su perro y otro ser azulado más raro mordían y estiraban el trozo de carne sin intenciones de compartirlo— ¡Colega! ¡Suelta!

—¿Stitch? —preguntó Jay extrañado, no había oído ese nombre antes.

—Sí, es la mascota de una chica de intercambio —añadió Jane con una leve sonrisa—. Dice que es un Collie, pero no había visto un perro así de raro antes... y eso que he cuidado a Pluto algunas vacaciones.

Pronto el sonido del micro los desconcentró a todos y parte del grupo se marchó hacia su mesa, exceptuando a Mal y a Ben que se quedaron tras sus padres y el resto de reyes que formaban una cola tras el escenario mientras charlaban entre ellos. Lumière toqueteó el micro otra vez y seguido se dispuso a dar un pequeño discurso de entrada.

—Para empezar, quería disculparme por la ausencia del Sr. y la Sra. Mouse dado que estáis acostumbrados a que ellos presenten estas quedadas reales, ambos no pudieron asistir ya que están en plenas vacaciones —comenzó Lumière, consiguiendo que las luces se apagasen y los focos le apuntaran a él—. Sin más demora, ¡bienvenidos a este conmemorativo acontecimiento organizado por el mismísimo rey Ben de Auradon y la futura reina de Auradon, Mal!

Tras los aplausos y vitoreos Mal seguía respirando hondo para tratar de calmarse, Ben agarró su temblorosa mano y la miró confiado, sabía que lo haría genial y no tenía de que preocuparse, esto lo iban a pasar juntos sin problemas, como todo.

—Esto será rápido, ahora presentarán a las familias reales y finalmente nosotros —le dijo Ben, tras besarle la mano—. Es pan comido.

—Lo dices como si fuera poco...

—¡Bien, un aplauso para las familias reales que han podido estar presentes hoy en la velada real! —continuó Lumière leyendo una pequeña carta de presentación—. Con todos ustedes, el rey Henry y la reina Cenicienta de Charmington; reina Anna de Arendelle...

Tras comenzar a moverse la enorme fila monárquica, Mal se concentraba cada vez más, dejó de escuchar los nombres tras la reina Arianna y el rey Frederic de Corona, estaba segura de que iba a dar el cien por cien de ella misma tras tener cada vez más cerca la lona roja y la agradable voz de Lumière.

—El rey Bestia y la reina Bella de los Estados Unidos de Auradon —anunciaba Lumière tras incluir una pequeña reverencia ante sus majestades, entre los estridentes aplausos de las mesas llenas— ¡Y por último el rey Benjamin de Auradon y la futura reina de Auradon, Mal!

Ambos pisaron al mismo tiempo la tarima del teatro para saludar a toda la gente que los vitoreaba y aplaudía con energía, entre los flashes de las cámaras y los grandes focos Mal sentía una gran emoción que recorría cada parte de su cuerpo frenéticamente, simplemente era una sensación indescriptible ver a tanta gente reunida en aquella sala de actos vitoreando sus nombres.

—¡Y dadas las presentaciones reales puede dar comienzo al gran banquete! —apuntó Lumière, que tras chasquear los dedos, los altavoces comenzaron a reproducir música clásica ambiental.

—Vamos, Mal —apuntó Ben acercándose a la enorme mesa donde estaban la gran mayoría de las familias reales.

—Espera, ¿no cenamos con nuestros amigos? —preguntó extrañada.

—No, falta la presentación más importante —siguió el joven acompañándola—. Tenemos que cenar con los reyes para que nos den su último visto bueno si queremos conservar el trono.

Algo entristecida, se movilizó con su novio hacia la mesa donde yacían la mayoría de platos ya servidos por los camareros, Ben ayudó a Mal a acomodarse en la silla y seguido se sentó a su lado. Estaba complacida por el momento, pero no podía evitar desviar algo la mirada hacia la mesa donde Jay se reía a carcajadas con Aziz y Herkie, Carlos conversaba junto a Jane mientras Evie, Lonnie y sus dos hermanos probaban los platos que acababan de servirles. O incluso a Jordan y Ally haciéndose fotos del momento para subirlas al InstaRoyal. En parte le encantaría formar parte de ese ambiente, pero sus papeles como reina la tenían apresada con grilletes, la carga que debía soportar si deseaba estar junto a Ben.

—Has estado estupenda, Mal —una melosa voz a su derecha captó su atención, puesto que, tras voltear la mirada, vio que la reina Elsa se estaba dirigiendo a la joven.

Llevaba poco tiempo en Auradon, pero sabía el respeto sublime que se tenía a Elsa por sus proezas como hechicera de hielo, prácticamente era como un modelo a seguir para Mal desde que oyó de ella; una mujer con poderes que fue señalada y perseguida por gente asustada que pensaban que era peligrosa, pero con el tiempo consiguió cambiar esa etiqueta que le pusieron. Ese era el fervor deseo de Mal, poder quitarse esa etiqueta también.

—¡Muchas gr-gracias! —soltó algo entrecortada de los nervios— ¡Es todo un honor para mí!

La noche avanzaba y Mal se dio cuenta que el ambiente en dicha mesa junto a los reyes no era tan formal como se esperaba, había cierta amistad entre varios de ellos que hacían la comida más amena, sobre todo con sus chascarrillos y chistes que alegraban la noche. Incluso algunos de ellos no comían con tanta formalidad que Mal estudió rigurosamente antes de la velada.

—Este año, presiento que Galán va a ganar el derbi de Camelot —apuntó el rey Bestia entre risas junto al rey Henry, quien yacía sentado a su lado.

—No sé yo, Bestia, Khan ha ganado tres años consecutivos —apuntó el rey Estéfano vertiendo vino en su copa—. Ese caballo no tiene rival. Es todo un campeón.

—Mi hijo ha estado entrenando junto a su caballo estos últimos años, seguro que se llevará la victoria —siguió Bestia tras observar a su hijo orgulloso—. Vamos, apostaría hasta mi más lujoso castillo.

Ben se sintió algo presionado por las miradas y seguido se liberó de los nervios con una leve risa.

—La verdad es que he entrenado mucho con Galán, espero estar a la altura.

—Siendo justos, los únicos caballos que pueden rivalizar a Khan ahora mismo son Máximus y Sansón —apuntó reina Leah, algo seria con el tema, parecía tomárselo más en serio y, tras limpiar su boca con una servilleta cual señorita de la corte, siguió—. Ambos siempre se quedan a nada de sobrepasarlo. Lo tienes muy difícil, joven.

—Seguro que Sven sería capaz de ganarlos a todos —entró la reina Anna en la conversación, tras terminar su plato y consiguió sacarle un risa piadosa a Jasmín.

—Sí, vaya, ¿puestos a meter a un reno a competir en un derbi metemos también una cebra, no? —apuntó Leah entre risas algo áspera, pero Anna no hizo caso a su punzante comentario, ya sabían como era Leah y su ácido humor.

—Ni hablar de lo que pasaría si Rajah entrara a competir —siguió Jasmín entre risas con Anna, para respaldarla—. Os quedáis sin caballos.

Lo que parecía ser una bonita comida terminó cansando a Mal, ya que la mesa comenzó a discutir sobre el venidero derbi de Camelot como si no hubiera otro tema, estaba claro que era un hobbie que compartían la mayoría de todos ellos, pero a ella no le interesaba para nada, y finalmente se centró en terminar su postre; unos buñuelos de queso y un suflé con fresas.

«Hay cosas más importantes que solucionar en esta vida», pensaba la joven harta de oír las apuestas. Entendía que en el mundo de su novio se movían cosas de alta clase a las que no estaba acostumbrada todavía, derbis, enlaces o bautizos, decretos, fiestas privadas... Eran tantas cosas para disfrutar de la riqueza de la que gozaban que no podía evitar sentirse mal, sobre todo recordando las personas desfavorecidas que seguían encerradas en la isla.

—¡Un poco de atención por favor! —dijo Lumière nuevamente por el altavoz—. El rey Ben me ha comunicado que desea presentar un pequeño discurso para dar comienzo al baile. Si es tan amable, acuda al escenario.

Entre aplausos, Ben terminó subiendo nuevamente para dirigirse a todas las personas presentes agradeciéndoles que hayan podido asistir a la velada.

—Para comenzar quería daros las gracias, sin vosotros nada de esto podía haber sido posible —empezó tras callarse la multitud—. Es un orgullo como rey de Auradon ver como hemos podido dejar nuestras diferencias atrás y hemos comenzado a sembrar un nuevo futuro todos juntos, tanto ciudadanos de Auradon como algunos chicos de la isla, entre ellos, mi futura esposa. Mal ha sido una persona que me ha demostrado lo equivocados que hemos estado todos estos años con la Isla de los Perdidos, tratándolos como gente diabólica que no se merece ni tan siquiera vivir en condiciones humanas... Son gente honrada que ha nacido en un ambiente que no les tocaba y para eso estamos nosotros, para cambiar el pasado y proporcionarles una vida mejor, gracias al proyecto Villain Kid's muchos jóvenes más han podido ver una luz en su vida y por ello ¡me congratula anunciar que muy pronto la cúpula quedará totalmente derogada!

Los aplausos y vitoreos inundaron toda la sala, prácticamente pletóricos de oír esas noticias, incluso algunas bandoleras y gorras salieron volando entre las mesas. A pesar de aquella fantástica noticia, Mal se quedó algo incómoda con esa idea y pudo ver reflejado en algunos rostros reales ese mismo pensamiento. Bestia y Bella se observaron preocupados y Henry preguntó si se trataba de algún tipo de broma de mal gusto mientras Aladdín trataba de apaciguar el ambiente, pero Bestia estaba igual de sorprendido que todos los que yacían allí sentados y trató calmarlos.

—¡Y sin más preámbulos que comience la fiesta! —finalizó Ben y tras bajar del escenario, la música se tornó algo más adecuada para el momento.

En un santiamén los camareros consiguieron retirar la vajilla sucia y las mesas para dejar libre toda la sala y bailar lo que quedaba de noche. Todo eso en apenas diez minutos cronometrados.

Mal se dirigió a Ben, quien estaba muy contento por el recibimiento de la gente sobre dicha noticia, el joven, después de despachar a varios periodistas en una breve entrevista para el Auradon Times, pudo llevar a Mal junto al resto de sus amigos, que ya yacían bailando las canciones sobre la pista.

—Chicos, ¿por algún casual habéis visto a Audrey? La estoy llamando, pero salta el contestador... —interrumpió Jane algo preocupada mirando su móvil, deseando que sonara su tono mágico.

—Estará todavía maquillándose —apuntó Carlos entre risas tras invitar a su chica a bailar.

—Mal ¡no me habías dicho que ibais a derogar la barrera mágica! —se añadió Evie eufórica— ¡Qué gran sorpresa!

—Sí..., ¡es genial! —soltó Mal con una leve sonrisa complaciente, no quería mostrar que no formaba parte de aquella decisión, o al menos hasta que lo hablara con su novio. A solas.

—Todos merecemos una segunda oportunidad —apuntó Ben y seguido se animó con Mal a bailar— ¡Ya verás como todo saldrá bien!

Ya terminado el festejo sobre la madrugada, Mal se dispuso un único y simple objetivo, quitarse esos tacones del infierno y dormir durante tres días seguidos. Evie yacía a su lado con dolor de cabeza y algo adormecida, a diferencia de la pelimorada, ella lo había dado todo en la fiesta bailando con Lonnie y Carlos. Incluso recuerda haber bailado junto a Marcelo, Aziz y Jay cuando la gente a penas tenía fuerzas de seguir en pie dándolo todo, para ellos las mejores canciones siempre se reproducían en la última hora.

—Por fin daremos rienda suelta al proyecto VK's —siguió Evie bostezando.

—Urg.., por favor no quiero oír nada que tenga que ver con riendas, carreras, ni caballos —le respondió la pelimorada tan siquiera al escuchar esas palabras, con el ceño fruncido.

—Uy, veo que las post-fiestas te siguen poniendo gruñona.

—No es eso, hoy he descubierto el increíble afán que tienen los reyes por los derbis y es agotador —le respondió apunto de entrar en su cuarto.

—Lady Mal —una voz masculina conocida desconcertó al dúo y, tras girarse, observaron que era Lumière—. El rey Bestia te ha convocado para una reunión muy urgente.

—¡¿Ahora?! —soltó agobiada, la fatiga se personificó en su mirada—. Estoy cansadísima... ¿no puede ser mañana?

—Me temo que debe asistir, es muy urgente —le añadió Lumière mostrándole el camino.

*Ilustraciones a caricatura*

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