Capítulo 11: Desmenuzando origami
Por fin habían encontrado la guardia de Yen Sid, después de tanto tiempo buscándolo, Eris podía dibujar una sonrisa satisfactoria tras tenerlo frente a ella, contra la espada y la pared.
—Bien hecho, Derneris, por fin me has encontrado —tras girarse, el brujo les aplaudió a todos— ¿Qué se siente?
—Eres astuto, pero la isla es muy pequeña... tarde o temprano nos acabaríamos viendo las caras —siguió acercándose algo más a él.
Tras acariciar su grisácea barba, Yen Sid se mostraba serio y algo tenso, sin bajar la guardia ni un momento frente aquella aglomeración de gente violenta. A pesar de estar solo, se podía notar cierto respeto ante aquel mago y todo el misterio que le rodeaba.
—Tienes razón, aunque me he sacado siempre las castañas del fuego —continuó él, cruzado de brazos.
—¿Tú o la Guardia Imperial? —se añadió Logan, algo molesto—. Cada vez que vienen esos guardas de mierda nos destrozan más las calles.
—Eso son contratiempos, lo importante de todo es la reeducación de todos vosotros —siguió el viejo brujo, dando pequeños pasos a su alrededor—. Hacer que vuestras almas vengativas consigan llegar a la redención, ser buenas personas y conseguir tener una vida mejor en Auradon, como el resto de su población.
—Sí, claro, ¿por eso dejáis caer aquí a esas personas qué no siguen vuestras órdenes, no? —apuntó Lexy.
—Escucha, viejo, no hay nadie en esta isla que sea precisamente un santo —siguió Makayla molestándose—. Ni vosotros tampoco, ya que incluso habéis encerrado gente aquí solamente por ser "hijo de tal" predisponiendo que ya serían igual de malvados, sin tener tan siquiera consciencia, y ahora os jode que queramos salir y cobrar venganza. Pero claro, los malos somos nosotros.
—Exacto, Kayla —afirmó Eris rotundamente, no podría haber expresado mejor esas palabras—. Reducidlo.
Entre varios piratas consiguieron retener a Yen Sid en contra de su voluntad, y aunque oponía resistencia lo acabaron sujetando sin apenas esfuerzo.
—Si tanto te preocupamos, dinos como destruir la cúpula desde dentro y tal vez te dejaré salir con vida —le dijo la joven de la trenza azul seria e imponente.
—¿Quieres que te diga como romper la cúpula? Antes moriría.
Tras aquella breve conversación Eris esbozó una leve sonrisa que desconcertó al brujo, prácticamente le había dicho que si se podía destruir, que no era tan invencible como la querían pintar, ahora solo quedaba descubrir como. Chasqueó los dedos y Lexy se acercó con un hacha rojiza de sus escoltas, deseando ejecutarlo como le había enseñado su madre.
—Vais a cometer el mayor error de vuestra vida —apuntó el brujo mientras los piratas le obligaban a agacharse— ¡Solo yo sé como destruir la cúpula!
—No hace falta que te esfuerces, sé perfectamente que llevarás ese secreto contigo hasta la tumba, con saber que se puede romper tengo suficiente—. Tras observar a Lexy vio que yacía algo desconcentrada, observando como los músculos de los piratas se tensaban aguantando al brujo— ¡Lexy!
—Perdona, me había... distraído con el plan —añadió la joven pelirroja algo incómoda— ¡Llevo años esperando este momento, viejo carcamal! ¡Este hacha tiene tu nombre! —gritó Lexy entre carcajadas y de un golpe limpio le acabó cortando la cabeza a Yen Sid.
Antes de que pudieran vitorear tan siquiera el haber eliminado a su enemigo, un brillo extraño comenzó a brotar de la cabeza cortada y del cuerpo al momento del corte, hasta que se envolvieron completamente en un misterioso brillo de lo que parecía ser magia. El polvo mágico terminó esfumándose hasta el techo de la alcantarilla y se desvaneció dejando caer las prendas azules del brujo en el suelo encharcado. Todos se quedaron en silencio, todavía asimilando lo que acababan de presenciar, habían visto magia por primera vez, de eso Eris estaba segura. Se acercó extrañada a la bata sucia y tras removerla, un origami en forma de persona terminó de volatilizarse como el resto del polvo.
—Sabía que vendríamos aquí... —soltó suspirando entrecortadamente del enfado.
La sangre le hervía, podía notar como el enfado se encarnaba en sus propios huesos, la ira le nublaba el juicio y el humo gris comenzaba a escaparse por sus brazos. Esto era la gota que colmaba el vaso.
Era hora de dejarse llevar por la ira.
—¿¡Cómo nos la ha podido jugar de esa manera!? —gritó y seguido le dio una patada al roñoso escritorio— ¿¡Cómo sabía que vendríamos aquí?! ¿¡CÓMO!?
Una mano agarró su muñeca con fuerza para llamarle la atención. Logan intentó calmarla, pero estaba fuera de sí, ya no sabía que más hacer, todo el plan había sido un fracaso, Yen Sid seguía vivo en otra parte de la isla riéndose de ellos, no iba un paso por delante, iba por lo menos siete.
Nunca saldrán de ahí, musitaba constantemente la joven al borde de la locura. ¿Es una maldición de todos ellos que siempre tienen que perder?
—¡Escúchame, Eris! —Logan finalmente terminó agarrándole de los brazos para que le prestara atención, con algo de fuerza para frenarla—. Cálmate, encontraremos a ese brujo, te lo prometo.
Logan la atrapó entre sus brazos para darle un abrazo en un intento de esfumar su ira. Entre susurros le dijo que no podía dejarse consumir por la ira, si no volvería a transformarme en aquella cosa tan espantosa de hace tantos años atrás. Eris respiró profundamente haciéndole caso, no quería volver a desatar aquella forma tan terrorífica en este momento, era demasiado peligroso, sobre todo para todos los que estaban en aquella sala y para ella. De un empujón se liberó de él, no quería mostrar que necesitaba ese abrazo y mucho menos delante de todo el resto que los miraba.
Logan solo pudo devolverle el gesto con una sonrisa y su cabeza negando levemente. En el fondo sabía que estaba agradecida.
—Se acabó, estoy harta de jugar al gato y al ratón con Yen Sid —les dijo Eris seria a toda la banda—. Empapelad las calles con la cara de Yen Sid y ofreced una cuantiosa cantidad de anillas de plata por traerlo vivo o muerto.
—¡A la orden, Eris! —dijeron casi al unísono la mayoría de los secuaces y se dispusieron a hacerle caso, saliendo por delante de los cuatro mandamases al exterior.
—Eris, tenemos que investigar esto a fondo —se acercó Makayla curiosa, entre el repiqueteo de sus largas uñas se notaba cierta ansia por el saber de lo que había pasado—. Ese origami es un tipo de magia muy singular.
—Lo sé, he leído algo de ello, pero se necesita magia para llevarla a cabo y aquí no hay —le siguió frunciendo el ceño, tratando de pensar en una respuesta rápida—. Tengo que ojear los libros del Castillo de las Gangas, Maléfica debe de tener algo escrito en sus grimorios.
De regreso a la superficie, Logan y Lexy yacían discutiendo una posible estrategia que Yen Sid hubiera usado para esquivarlos, tal vez tenga más hombres a su disposición de lo que se pensaban, tal vez tenga varios planes y varios atajos por toda la isla o simplemente la respuesta sea más corta: magia. Eris negaba todo lo que decían pensando obcecada que ese vejestorio usaba magia para escabullirse de todo, de esa manera tendría lógica que siempre estuvieran a punto de atraparlo, pero que nunca le hubieran visto ni el pelo. Como hoy.
Continuaron la charla hasta llegar a su base, Makayla se dispuso a buscar todos los libros de Maléfica y la Reina Malvada que hablaran sobre magia y objetos mágicos. El resto solo esperaba con vagueza en la mesa. Entre páginas, el grupo seguía lanzando teorías, cada una más conspiranoica que la anterior.
—Maleficios sobre personas..., maldiciones incurables, objetos malignos..., hechizos del sueño —recitaba Makayla sin dar con nada.
—Oye, ahora que lo pienso..., ¿el hijo de Cruella de Vil no logró perforar la cúpula un segundo con un trasto que él mismo diseñó? —soltó Logan poniendo sus sucias botas de cuero sobre la mesa—, tal vez fuera suficiente tiempo para que la magia llegara a Yen Sid.
—Es muy poco tiempo, Logan —rodó los ojos Makayla—, ningún brujo podría hacer nada con esa cantidad de magia.
—¡Oh!, ¿y que me dices cuando la cúpula se resquebrajó por la misma varita? ¿Si Maléfica pudo salir tal vez entró suficiente magia antes de que se regenerase, no? —preguntó Lexy curiosa tras ver la cantidad de libros abiertos que tenían Makayla y Eris.
Aunque parecía que Lexy no había dicho gran cosa, la peliazul se quedó observándola anonadada con su característica faceta de haber dado con la clave. Empezó a buscar con más hincapié en los libros dejándolos en ascuas. Había dado con algo obvio y nadie lo había pensado hasta ahora.
—Eso es, Lexy, se regeneró en ambos impactos —siguió mientras buscaba algo con energía—. Una cúpula normal se hubiera roto al segundo impacto, sobre todo siendo un golpe de la misma varita que la creó, lo que significa que hay algo que se encarga de regenerarla infinitas veces con magia. ¿Me sigues?
—¿Te refieres a una "Baliza Mágica"? —apuntó Makayla que comenzaba a distinguir sobre el resto de lo que hablaba y tras Eris asentir ella comenzó a buscar también en los libros.
—¡Exacto!
—Vale, chicas, ¿podéis iluminarme? ¿Qué narices es una Baliza Mágica? —Logan las observó extrañado, ahora parecía que no hablaban el mismo idioma.
—Son los fragmentos de un gran cometa mágico —comenzó a explicar Makayla y tras encontrarlo enseñó el libro a Logan—. Es una potentísima fuente de retroalimentación mágica que carga tanto objetos como hechiceros.
—¿En cristiano?
—Para que lo entiendas, es como si tuvieras gasolina infinita para un coche —suspiró Makayla rodando los ojos.
—Si una máquina enana hecha por un adolescente y la varita del Hada Madrina pudieron perforarla, significa que la cúpula no es tan fuerte como se esforzaban en pintarla.
—En conclusión, tenemos que encontrar una roca mágica —aclaró Logan y asintieron— ¡Pues manos a la obra!
Unos gruñidos de desesperación terminaron desconcentrándolos de su plan. Lexy, tras ver como habían dado con la clave decidió irse al espejo a probarse unos modelitos rojos y negros que se había comprado hace unos días.
—Tía, no toca ahora —rodó los ojos Makayla, cansada— ¡Estamos a nada de ser libres!
—Ehh, no se si lo recordáis, pero M.P va a celebrar su fiesta del destrozo y no pienso perdérmela por nada del mundo —siguió ella probándose otra chupa de cuero roja—. Chesy, ¿Cuál me queda mejor? ¿la chaqueta roja pasión o la tejana granate?
—Lexy, son todas iguales —añadió el gato morado y rosa tras aparecer sobre el espejo esbozando una enorme y espeluznante sonrisa.
¿Quién iba a decir que el pobre gato de Cheshire estaría en la Isla? Más que malvado era algo travieso y juguetón, pero darle a elegir el camino equivocado a Alicia lo terminaron trayendo aquí, como si fuese el propio karma hubiera tocado a su puerta.
—Venga, chicos, hemos tenido un día de mierda —apuntó Lexy resoplando y poniéndoles ojitos tristes— ¡Nos merecemos una buena fiesta y luego ya continuamos! ¡Además van a ir un montón de piratas cañones y no pienso perdérmelo!
—Ya decía yo... —apuntó Logan, con una leve sonrisa, sabía que Lexy nunca cambiaría.
*Ilustración a caricatura hechas by me*
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