''Usa tu poder, usa tu sangre''

Mi conciencia ya estaba más allá de mí, pero esa suave voz la atrajo al presente de nuevo, junto al Fuego de Sangre Mágica, palabras que repetí, para luego ver borrosamente mi rastro de sangre incendiarse y atrapar a la criatura que estaba más cerca de lo que creí.

Con horror, observé cómo se retorcía, acercándose inexorablemente a mí. ''¡Retrocede!'', no sé de dónde saqué las fuerzas para girar, retrocediendo del cuerpo que se aproximaba. Soporté el dolor de dar vueltas sobre las piedras hasta que la arena volvió a sustituir el suelo. Justo a tiempo, el cuerpo incinerado se inclinó en mi dirección, pero nunca cayó. La parte golpeada brilló en dorado, avanzando y formando un domo. Chispas de colores cayeron, danzando en el aire como luciérnagas en una noche sin estrellas, algunas haciendo contacto con mi piel, llenando de calidez donde tocaban.

—Bien hecho —la figura todavía transparente de Aeliana se acercó a mí— has hecho un buen trabajo siguiendo los hilos del destino, por ahora estas a salvo aquí, asi que puedes dormir, cuando despiertes te sentirás mejor.

Como si sus palabras fueran un hechizo, mis ojos no resistieron y se cerraron, mientras mi mente se desconectaba de todo.

Al despertar me encontraba en posición fetal pero con mis brazos abrazándome, intentando desaparecer el frío.

—Ya has despertado

La voz de Aeliana me asustó un poco, me quedé observándola con la mente en blanco, hasta que decidí girarme, mirando hacia el cielo cubierto de estrellas, y caí en cuenta de que ya era de noche, este día se había sentido tan largo, pero ya había llegado a su fin.

—Lo lamento, es lo más caliente que puedo hacer este lugar —me senté viéndola sorprendida

—¿Puede ser más frío?

—Lo es. Aunque hay día y noche con sus respectivos astros, ya no hay calidez, la oscuridad viene acompañada de frialdad.

—¿Con oscuridad a que te refieres?

—Todavía no me encuentras, yo desapareceré pronto otra vez, hablemos de esto cuando nos reunamos.

Su cuerpo seguía siendo traslucido como un holograma, y su semblante se había teñido de tristeza. Deje de verla para mirar al frente, las estrellas se reflejaban en el cuerpo de agua recordándome mi sed.

En automático fui hasta allí, pero antes de intentar beber me frené al ver mi reflejo, no se veía con mucha claridad pero podía reconocerme en el agua... bueno, suponía que era yo la del reflejo. Estaba muy pálida, despeinada, mi apariencia podía resumirse en una palabra: demacrada; visualice algunas cicatrices, no eran grandes pero ahí estaban como un recordatorio de todo lo que me había pasado, y de lo que posiblemente me seguiría pasando.

—La sangre es un río ancestral que fluye a través de nosotros, un lazo con los secretos más profundos del pasado. En tus venas, reside el poder que te conecta con lo inexplicable, lo mágico. Pero como cualquier río, la sangre puede debilitarse, su caudal disminuir. Tú poder despierto no es mucho, has perdido mucha sangre y usado mucho poder en las últimas horas, así que no puedes eliminar las marcas de tus heridas. Para ello necesitas fortalecer tu sangre y tu poder.

Lo que en realidad necesitaba era despertar pero no estaba soñando, y tampoco podía regresar al pasado y nunca abrir ese libro, mejor aún, nunca ir a la casa de mi abuela, nada bueno ocurría cuando iba.

Tome el agua en mis manos, esta de mas decir su temperatura. La poca que llego a mi boca fue la que bebí, repetí la acción muchas veces hasta que sentí mi sed saciada. Y luego lave mi cara, aunque esto no mejoro mi apariencia.

—Ya voy a desaparecer —su silencio hacía que me olvidara que estaba a mi lado— descansa y luego reanuda mi búsqueda, aunque estas a salvo aquí puedes ser emboscada cuando decidas salir, asi que hazlo pronto. Sigue siguiendo los hilos del destino, ellos te llevaran hacia a mí. No tardes Aria.

Una vez más la vi desaparecer, dejé escapar un pesado suspiro. Estaba de más descansar, quería respuestas y obviamente no las tendría aquí, para poder obtenerlas necesitaba encontrar a Aeliana, mientras más rápido mejor.

Observe el lugar un poco más antes de ponerme de pie y sacudir el polvo de mi desgatada ropa.

Cerré mis ojos, desconectar mi mente me tomo más tiempo, pero pude sentirlo al fondo de mi conciencia, ese imán que me halaba hacia él. Sin querer perder más tiempo reanude mi marcha.