Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6: Domingo de Charlas

Yuto miraba a Yuya dormir. Lo hacía fijamente, casi parpadear. Delineaba con los ojos la forma de su cara con la poca luz que llegaba. Sabía que la abría la boca suavemente para respirar. Sus labios estaban suavemente recubiertos por una capa de saliva, casi como si pudieran que alguien los besara. El pelo de él caía descuidadamente sobre la almohada. Sus colores pintados artificialmente, blanco y negro, apenas se notaban en la oscuridad. Su cuello estaba al descubierto, pues dormía de lado y la luz que entraba por la ventana dejaba ver la desnudez y desvergüenza con la que Yuya dormía. Solo calzoncillos y una camiseta vieja de hombros destapados. Era apenas una oportunidad perfecta para memorizar esa imagen, verla con el cuidado que se le dedicaba a un cuadro de arte y maravillarse con ella.

Era el momento perfecto para ser descarado.

Pero Yuto no miraba a Yuya en busca de nada de eso. Yuto solo estaba pensando en la varita. Veía al infinito, justo donde Yuya ni estaba ni tampoco su solidez importaba de nada. Estaba pensativo. Quería la varita, quería que su madre se sintiera orgullosa, quería que su mamá lo mirará con los ojos que quería. Que sintiera que él era lo mejor que le había podido pasar en su vida. Para ello necesitaba romper ese hechizo del hada madrina. Pero no había poder mágico sobre la tierra de Auradoon que lo hiciera. Pues nadie sabía cómo romper esa magia. Era antigua. Apenas era descrita en todos los libros que leyó en ese día. Aparentemente era algo que solo las hadas podrían descifrar. Quizá si le preguntara a su madre...

No. Era mala idea. No por el indecoroso proceso por el que tendría que pasar para inventarle una excusa de porque pedía eso (además que no tenía ni idea si revisaban esas cartas y su madre descubriría su mentira en un dos por tres), sino por orgullo. Si lograba hacer eso solo, sin la ayuda de su mami, le podría demostrar a todos que él era suficiente para ser digno heredero de su madre de una vez por todas. Lograr eso, con la ayuda de los otros 3 pero con su liderazgo, iba a ser lo que callaría las dudas que tendría su madre sobre si él era digno.

Tenía que pensar en otra cosa. Hizo una lista mental de lo que podrían hacer. Pedirla amablemente era una estupidez tremenda, Yuri podría intentarlo, pero sería dejar en claro sus intenciones demasiado rápido. Hacer una amenaza muy grande en Auradoon y que la única opción fueran la acción de la varita mágica para retenerlo. Pero estaba el problema de que sería demasiado obvio. Solo ellos podrían causar esos problemas y acercarse al hada madrina sería un problema cuando lo supiera. Podría intentar hacer que alguno de ellos se convirtiera en el hada madrina para intentar evadir el hechizo. Solo que no creía que funcionara. La magia no podrá ser rota tan fácilmente.

Bufó. Sus pensamientos no lo llevaban a ninguna parte. Necesitaba algo. Algo que lo ayudara. Conseguir información era algo que Yuri podía hacer, planear era de Yugo y memorizar de Yuya. Pero sus habilidades eran inútiles si él no tenía como dirigirlas. Era inútil.

Se volvió hacia el techo y cerró los ojos. Tenía que dormir. Mañana sería otro día para pensar. Y para mirar el rostro de Yuya dormir.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

La mañana siguiente fue una pérdida de tiempo. Una literal pérdida de existencia. Ninguno de ellos hizo un rábano por nada. Yugo y Yuto se hablaron apenas. Se forzaron a hacerlo de hecho. Yuri se perdió gran parte de la mañana alegando que tenía que pasar tiempo con un tal "Dennis" aunque fuera solo unas horas y por un trabajo de una materia que veían juntos. No sería tan malo si el hijo de la Reina Malvada no se viera como un enamorado detrás de un chico que conoció hace una sola semana. Yuya estaba aprendiendo el arte de robar comida del comedor para evitar ir a la máquina expendedora.

Sin embargo, no había absolutamente extraordinario. Yuto no había podido pensar en nada contundente para la varita. Había intentado que Yuya se transformará en él y agarrase su libro hechizado. Tal y como esperaba, la magia solo distingue esencias. Las apariencias no le importaban en lo absoluto. Y eso solo le había devuelto al limbo que era pensar una y otra vez en que podrían hacer. Pero era difícil si no había ideas claras.

Y sucedió.

—Oh vaya —Yuri entró a su habitación sin tocar o anunciarse—. Esa es la cara más larga que has tenido en años —le dijo. Yuto lo miró apenas. Yuya estaba entonces mirando con desgano su libro de tarea—, y hablando de ti eso es mucho.

—Hey Yuri —Yuya cerró su libro y se dedicó a él—, ¿qué tal la cita?

—Mejor que tú con tu perra —sonrió ligeramente risueño—. Él es bastante lindo, puedo declarar... y creo que me copia. Si saben a lo que me refiero.

—Oh, aquí vamos... —soltó Yuya poniendo una mano en su mejilla en señal de aburrimiento—Aquí llegó el amor...

—Eh, ¿hola? —Yuri le abrió un poco los ojos tratando de hacerle ver algo—¿Se te olvida que no estamos en la Isla? —recalcó—Ninguno de ellos será como los amores de una semana de Yugo o los tuyos.

—Ajá —Yuya hizo una mueca. Yuto los miraba de reojo—. Pero ellos no nos quieren. Ni un poquito. No creo que debas caer tan fácil... si me permites advertirte.

—¿Debería creerle al que se volvió tonto de amor por Yugo por más de dos semanas? —Yuya se contuvo de decir algo por unos instantes. Yuto se mantuvo al margen. Él sabía que había pasado entre esos dos. Solo que ya no ocurría más y nunca fue demasiado en serio. Para los dos eso había sido más un juego que algo de verdad. Un día simplemente lo dejaron antes de que sus padres se dieran cuenta y al siguiente estaban normales como si nada.

—Sobre todo loco de amor —ironizó y negó con una expresión neutra—. Yugo no inspira ni salir al supermercado.

—Ya, ya. Te veía babeando todo el día —dijo a manera de juego—y toda la noche. Te preguntabas eternamente por donde estaba y si esa noche podría escaparse a besuquearse de nuevo...

—Yuri —el hijo de Maléfica se impuso. Quería pensar en algo para la varita. No quería que pasaran meses antes de tener una respuesta. Tampoco quería recordar que dos d sus amigos/acompañantes tuvieron algo—, ¿hay algo que quieras decirnos? No sueles venir porque si —gruñó. El de ojos fucsias se vio ofendido. Solo que era actuado. Y no estaba ni de cerca ofendido.

—Oh el señor hada está molesto —puso mala cara—. Pero si te traigo buenas noticias, deberías estar alegre y sonreír lo que yo no puedo —Yuto tomó aire.

—Solo estaba preguntando, Yuri —dijo con un tono más suave. No era amable. Solo era más suave.

—Sea como sea —se lució—, estar con Dennis si me sirve de algo. Te enteras de un par de cosas. Cómo por ejemplo que Yugi nos trajo aquí faltando un par de mesecitos para su coronación. No le queda mucho para ser Rey —Yuto levantó una fue traernos aquí.

—La razón de estar aquí, ¿es porque Yugi nos dio la oportunidad? —preguntó Yuya con ambas cejas levantadas—Vaya... me cae bien.

—¿Y eso es útil porque...? —Yuto solo quería el punto. Yuri rodó los ojos.

—Deja de ser amargado algún día de tu vida, ¿quieres? —levantó un poco su mentón y se hizo esperar—Es una buena cosa que a Yuya le caiga bien. Según Dennis, Yugi es el único al que realmente le caemos bien. Aparte de él claro —se le escapó una sonrisa boba, pero se obligó a abandonarla—. La cosa es, que es la primera coronación de todos los tiempos del Reino de Auradoon. Que quieren hacer un evento inolvidable y que nunca va a ser repetido, que lo van a mostrar por todo el reino y bla, bla, bla —Yuya hizo mala cara.

—Como en concurso de princesas —el de ojos rojos se puso una mano sobre la cabeza. Se le veía un tanto cansando. Cruela lo obligaba a verlo con él, puesto que ella tenía que estar al día con las prendas de Auradoon para hacer todo lo contrario y ponerlo en la tienda que los ponía a flote a todos. Usaba a Yuya para que él memorizar algunos de los vestidos y le dijera a su madre si se parecían mucho o poco. Eran horas pérdidas de su vida que nunca iba a recuperar—. ¿De verdad va a ser algo como eso?

—Mucho mejor —Yuri estaba risueño—, van a invitar a todas las familias reales. Todas las criaturas y va a ser un evento enorme, una celebración con todas las de la ley —tomó aire—. Será muy hermoso.

—Y nuestro puesto de estar en este lugar será asegurado, ¿no? —Yuto alzó una de sus cejas. Eso significaba varias cosas—Ósea, tendremos más tiempo para robar esa varita. Si algún día encontramos un contra hechizo del que tiene ya la varita...

—Oh no, no vamos a esperar tanto —pareció lucirse un poco más y mirar a Yuto con ciertos aires de superioridad—. Esta es la parte interesante. La varita será usada durante la coronación —Yuya abrió sus ojos como platos y se puso alegre. Yuto se puso a pensarlo—. Es el objeto mágico más potente que se pueda controlar y el más simbólico. Así que se podría decir que lo usarán para coronar a nuestro amigo. Además, que la Rosa de su padre ya no existe y no tienen ningún otro objeto lo suficientemente vistoso. O al menos eso creo yo.

—Vaya... aparte de cara bonita tiene bastantes honores... —soltó Yuya. Yuto arrugó el rostro.

Esa era su respuesta. Allí estaba, había disipado muchas de las dudas que había en su mente. Era casi demasiado perfecto como para ser real. La varita estaba en manos de quien había puesto el hechizo. Este se vería roto y podrían tomarla apenas hubiera oportunidad. Que ella misma lo tomará y prácticamente seos entregará en las manos. Era ideal. Faltaban un montón de cosas para que lo hicieran, pero era posible.

—Solo tenemos que conseguir una manera de entrar —Yuri estaba satisfecho con lo que había causado. Estaba feliz de lo que había logrado con su charla con Dennis y con la reacción que tenía Yuto—y que la directora no tome ninguna precaución adicional con nosotros. Nada como que vaya a quemar al portador nuevo o ninguna de esas tonterías.

—Ella tiene que confiar en nosotros —suspiró Yuto. Yuri lo señaló dándole la razón.

—Exacto, sobre todo tiene que confiar en ti. De alguna forma —señaló mientras movía sus manos en círculos—. No sé si es mucho pedir. Tienes dos mesecitos para eso. O sino no volverá a haber otra coronación hasta que Yugi tenga descendientes y....

—Ya, comprendo —cortó el de ojos grises—. Pero hay formas de hacerlo. Me imagino que tú conoces unas cuantas...

—Para la situación en la que estamos... creo que no muchas —se alzó de hombros—. Ella es una desconfiada exagerada. Kaito estuvo detrás de mí todo el tiempo mientras estaba con Dennis. Me sentí un poco ofendido. ¿Dónde queda nuestra privacidad en todo esto? —bufó—. Es demasiado atrevida...

—No solo a ti, nos ha seguido a todos fuera de los horarios de clase —murmuró Yuto evaluando su situación y la de los demás.

—¿Y si hablamos con Kaito? —peguntó Yuya, los otros dos se volvieron a verlo—Podemos reclamarle que nos está siguiendo a todas partes.

—¿Quieres que le pidamos amablemente que nos deje de seguir? —preguntó Yuri con un tono de obviedad y cierta agresividad—¿Y crees que nos va a hacer caso?

—Eh... ¿Sí? —preguntó un tanto extrañado mientras miraba a Yuto de reojo—No estamos en la Isla y una de las lecciones de la directora es que no deberíamos hacer sentir a nadie incómodo. No creo que Kaito o como se llame pueda simplemente ignorar algo como eso.

—Y él puede infórmale a la directora que sabemos que nos observa todo el tiempo —completó Yuto—. No es mala idea.

—Oh, entonces quieren jugar a hacer sentir mal... ya vi cómo va esto —Yuri se acercó un poco más a sus dos compañeros—. Quieren hacerla sentase mal por juzgarnos erróneamente y luego clavarle el cuchillo por la espalda. Me gusta esa idea —los dos chicos se miraron entre sí—. ¿No la han captado?

—¿Quieres que la hagamos sentir mal por juzgarnos? —preguntó Yuya agarrándose de la nuca.

—No está mal —Yuto reconoció. Yuri se vio aún más satisfecho—. Y cuando crea que solo está siendo dura con nosotros ya será demasiado tarde... es un buen plan. Lento, pero bueno.

—Oh, ya lo entiendo. Seremos como... lobos en piel de oveja —sugirió Yuya sonriente. Yuri asintió, Yuto se le quedó mirando algo extrañado.

—Solo falta saber cómo la vamos a robar en la coronación... —Yuri completó.

—Eso lo tenemos que hablar con Yugo. Es más sencillo si lo hablamos con él —dijo Yuto después de unos momentos.

—¿Conmigo qué? —preguntó una figura en el umbral de la puerta. Los tres presentes en la habitación se voltearon a ver a Yugo, quién recién llegaba de ser siesta de media día. Estaba ligeramente desorganizado—¿Y qué hacen todos tendiendo una fiesta aquí? ¿Sin mí?

—Oh, pero si pensé que no te querías hablar con Yuto —Yuri dijo sin remordimientos. A Yugo apenas le importó aquel comentario y entró a la sala. El de ojos grises apenas lo miró sin demasiado remordimientos. No se iba a morir porque no quería hablarle—. Entonces, me vine a hablar con él aquí.

—¿Que estaban hablando de mí? —preguntó de nuevo con aún más mala cara y con voz gruñona—Los oí mencionar mi nombre.

—Solo estamos discutiendo cómo vamos a seguir después de esto —Yuto se levantó de su cama y se acercó. Yuri no tuvo intenciones en oponerse en medio, pero Yuya si—. Aún contamos contigo para hacer el robo de la varita.

—Hugh... ya veo —dijo sin más. No provocaciones no nada. Simplemente dirigió su atención a Yuya—. Prepárate, nos toca entrenamiento de Tourney.

Así que a eso venía. Era normal. Nunca había estado tan emocionado por algo antes. No podrían culparlo, era un deporte donde podía golpear a la gente y atemorizarla para que se quitara de su camino. Era perfecto. Lo hacía sentir como una bestia. Y todo gracias a que la directora lo había mandado allí junto con Yuya a que intentarán. Habían resultado ser bastante buenos. Al menos Yugo, Yuya era demasiado lento, débil y poco resistente. Servía de distracción. Porque nadie de un equipo contrario en su sano juicio iba a hacerle caso.

—Oh —hizo mala cara—. Cierto...

—Nos vemos en el campo —y se retiró de la habitación. Todos se miraron entre sí. Y Yuya suspiró.

—Hugh, seré su saco de boxeo hoy —se quejó Yuya. Yuri se miró las uñas sin ponerle atención. Yuto apenas parpadeó—. Voy a estar adolorido...

—Como digas, oye Yuto, ¿quieres que hable con Kaito ya? —preguntó curioso—¿O quieres que crea por un par de horas más que es el perfecto espía?

—Habla con él. De seguro que no te aguantarías si te dijera después —dijo Yuto alzándose de hombros.

—Perfecto, ya se dónde lo puedo agarrar con la guardia baja—sonrió suavemente—, nos vemos después, señor hada y saco de boxeo —y se fue, tan rápido como pareció.

Los dos que quedaron en la habitación se quedaron en silencio. Yuya se arregló con desgano para irse a su práctica y Yuto agarró el libro de la tarea que tenían que hacer. Lo empezó a mirar con desgana, pero sin embargo lo iba a hacer, por él y por Yuya. Sabía que el chico no iba a hacerlo después de ser el saco de boxeo de Yugo y que tampoco se molestaría en recordarlo. Podría decirse que era ser amable, pero la verdad no lo era, no creía que era. Si mostraban la tarea hecha al menos llamarían menos la atención. No importaba que fuera mal hecha, importaba que estuviera allí.

—Yuya —lo llamó cuando se iba a ir. El de ojos rojos se volvió al llamado de su nombre y esperó. Yuto se tardó unos segundos en hablar de nuevo—, no te rompas nada. Eres experto en eso.

—Y tú no te muestras leyendo —respondió sonriendo, aunque después se dio cuenta—, no eres experto en morirte, pero... pero... ¡Pero me largo! —se fue rápidamente sin chistar. A Yuto se le escapó una pequeña sonrisa de la boca, que borró de inmediato. Tenían más problemas que resolver. De matemáticas en concreto.

-.-.-.-.-.-.-.-

—Debería enseñarte a seguir personas —dijo Yuri a Kaito, quien se encontraba recostado sobre una columna, mirando al de ojos fucsias intentando que no lo descubriera—. O darte lo que quieres —tenía cierto juego en su boca y ojos. Pero no tenía una sonrisa—. Dime, ¿qué quieres saber de mí?

Kaito esperó un poco antes de responder. Yuri notó como se mordía el interior de la mejilla, probablemente a frustrado.

—Quería usar la máquina expendedora —dijo absteniéndose de gruñir. Yuri dejó que sus ojos hablaran por él antes de soltar algo.

—Oh, bueno, yo también puedo jugar a ese juego—su atención se concentró un momento en el jugo en caja que tenía en manos. Lo abrió y empezó a tomar un poco. Volvió a mirar a Kaito—, veo que sigues aquí. ¿No ibas a usar la máquina? —el otro se abstuvo de decir algo—Oh... ya veo. No tienes dinero —Kaito abrió la boca para decir algo, pero Yuri fue más rápido—. Yo te puedo prestar un poco si quieres. Mi mamá me envía un poco demasiado.

—Sí tengo dinero —murmuró mirándolo a los ojos. Yuri tomó su jugo mirándolo también—, puedo comprar mi comida —Yuri quitó la pajita de su boca, exageradamente.

—Pero si no te veo hacerlo —Kaito le fulminó con la mirada. A Yuri le resbaló—. No hay nada de qué avergonzarse con que me sigas. También encontraba a algunos en la Isla que lo hacían. Así que, porque no nos saltamos la parte de la parte de la persecución... y te digo todo lo que quieres saber... no me gustaría andarme con rodeos aquí en Auradoon también.

—No quiero saber nada —reiteró Kaito. Pero paró un momento y se dio cuenta de lo grosero que había soñado—. Quiero decir, nada de lo que no quieras hacerme saber.

—Oh, veo que no quieres ofenderme —sonrió suavemente y le acomodó un poco el uniforme—. Eso es lindo. No hay mucha gente que sea muy formal conmigo —Kaito se quedó callado. Intentó que su descendencia no se notara. Pero la verdad es que no le agradaba en nada tener que lidiar con el hijo de la Reina que casi mata a Blancanieves. Pero debía hacerlo—. Pero no hace falta que me espíes. O que me sigas. Las charlas normales con palabras normales son cosas que apreciamos. ¿No? Además, ¿no es la formalidad algo que ustedes aprecian mucho?

—Perdóname, Yuri —su expresión se mantenía seria, estoica. Pero el de ojos fucsias lo veía sudar, nervioso—, creo que te estás equivocando conmigo.

—Oh, puedes engañar a las princesas o hijos de plebeyos todo lo que quieras —se miraban desde que había empezado la conversación y lo harían hasta el final de esta. Kaito quería tener el control de ella, quería que Yuri pensara que era un malentendido lo que estaba pasando. Pero no podía hacer nada, no importaba cuanto lo intentara, el de ojos fucsias parecía saberlo todo—. Pero a pesar de que me gustaría tener esa delicadeza, reconozco cuando alguien me sigue. Lo sé, he tenido algunos malos momentos por eso. Pero de ti no me molesta en lo más mínimo. Es hasta cierto punto agradable.

—No te estaba siguiendo, Yuri —dijo lo más tranquilo que pudo —. Solo vine por algo de comer y acabo de entrar.

—Seguimos con este juego —Yuri sonrió un poco, se obligó a quitarla de su cara cuando pudo y volvió a tomar un poco de jugo antes de hablar de nuevo—. Como digas, lo me estabas siguiendo y vamos a decir que te creo —se tomó una pausa para mirar lo que haría Kaito. No pasó nada—. Quiero ir al parque, si quieres puedo esperarte y vamos juntos, o puedes seguirme en secreto y yo fingir que no me doy cuenta... tú decides —Kaito tomó aire, negó con su cabeza y se preparó para responder, pero Yuri arrugó su cajita de jugo en su mano, pues ya se había acabado, y habló de nuevo, solo que con un susurro más personal—. Y también deberías decidirte por quien seguir. Mis compañeros serán interesantes a su manera, pero es molesto tener un admirador que no está centrado en ti, ¿no crees?

Y se fue.

Y solo unos segundos después, Kaito se fue detrás. Tal y como dijo Yuri, llegaron al parque cerca a Las instalaciones de la escuela. Estaba vacía. Los estudiantes se habían ido a sus casas y solo los desafortunados que no querían en casa o que, definitivamente no podían ir a casa estaban allí. Solo había un comedor del que todos podrían comer durante esos dos días. La biblioteca era el único lugar abierto del edificio y nadie hacía nada interesante durante esos días. Nadie que no fuera Dennis o el mismo Kaito. Ir al parque era una actividad más que nadie hacía, pero que Yuri había encontrado divertida. Sobre todo, las noches anteriores, cuando se había peleado con Yugo y tenía que salir para relajarse.

Yuri se sentó en una de las bancas disponibles a comérsela otra cosa que había sacado de la máquina. Un brownie relleno de aún más chocolate. Lo abrió y empezó a comerlo buscando con la vista a Kaito. No lo vio de buenas a primeras, pero cuando lo hizo levantó una de sus manos y lo saludó con toda la alegría que pudo. Pues se sentía superior. Pero no hubo respuesta.

—¡Eh! —gritó después de intentar saludarlo de nuevo—¡Hay un espacio libre a mi lado! ¡Me sentaré por un largo rato! ¡Quizá quieras descansar un poco! —no hubo respuesta alguna. Yuri comió otro poco de su postre antes de irse al árbol de donde se estaba escondiendo el hijo de Gruñón. Este, con todo y su expresión de seriedad, se sobresaltó ligeramente y arrancó sin querer una de las partes de la corteza del árbol—Lo digo en serio, quizá debas sentarte conmigo en vez de espiarme tan embarazosamente. Eres peor que Yuya cuando quería con Yugo... y eso es mucho.

—Estoy recogiendo muestras de la clase de Biología —Yuri levantó una de sus cejas perfectamente depiladas. Compartían clase, maestro, deberes, sabía que no tenían que hacer eso. Pero no hizo comentario al respecto.

—No me gusta hacerle favores a la gente, pero tú eres simpático de alguna forma —lo agarró de una mano—. Digo, ¿cuándo otros chicos te siguen por estos lugares? No debe de ser muy seguido —lo haló fuera de su escondite—. Ustedes con algo cerrados por lo que he observado. Además, tu nos has ayudado con las clases, debes de ser encantador... así que ven, hablemos y tendrás que dejar de mirarme en las sombras —se rio suavemente—o lo que tú crees que son las sombras —Kaito se deshizo del agarre un tanto agresivamente.

—Te estás confundiendo conmigo Yuri —este hizo un puchero sin mucha gracia—, no estoy intentado espiarte por las razones que tú crees.

—¿Oh de verdad? —su tono era irónico hasta cierto punto—Porque no quiero imaginarme que sería si no es lo que creo que es.

—No creo que me estés entendiendo correctamente —Yuri puso una mano en su pecho.

—¿Por qué no me dejas enseñarte? —sugirió sin ponerse demasiado agresivo y desviando un poco la conversación—Solo te pediré que dejes de seguir a mis compañeros.

—Yuri...

—Es más, te haré una prueba cuando estemos en clase. Te va a encantar —sonrió sin poder evitarlo—. La cosa es, que deberías dejar esta situación vergonzosa, ¿no? Habla conmigo y te aseguro que no te llevarás una mala impresión conmigo —no hubo respuesta alguna—. O puedes seguir pensando que voy a hacer algo malo y seguirme por nada.

Kaito se quedó en silencio. Yuri esperó un poco para que dijera algo. Quizá estaba colmando su paciencia. Pero no le importaba, quería conseguir algo. Y lo iba a hacer. Quería que el chico al menos pareciera mentirle y decirle que si lo estaba siguiendo porque le llamaba la atención de alguna manera. Sería divertido. Sabría que no sería verdad, pero sería divertido ver como se doblegaba a esa situación únicamente por hacer que no lo descubrieran. Le haría sentir bien. Yuto no podría quejarse, Kaito iría a contarle a la directora esa charla. Así que tendría algo de diversión y lo que le habían mandado a hacer. Sería divertido.

—¿Sabes lo que es la investigación Individual? —hasta que preguntó eso y todo se fue al caño. Yuri abrió un poco sus ojos—Es un trabajo en el que nadie te puede ayudar a nada —explicó—. Y del que tengo que tomar muestras de cortezas de árboles —mostró una que tenía en sus manos—. Cómo está.

Yuri se quedó pensando un momento. Sorprendido. Después soltó una suave risita.

—Como digas —se alejó y poco y puso uno de sus dedos en la boca—. Esto es interesante. Y nos veremos después, supongo. Si es que logras encontrarme claro —se acercó un poco al cuerpo del otro—, buscador de cortezas.

Yuri se retiró del parque por el camino habitual directo a los dormitorios. Por supuesto que Kaito lo siguió después de eso. Solo que no pudo hacerlo por mucho tiempo. El de ojos fucsias, como una serpiente escurridiza, se perdió de su vista poco después de dejar el parque. El de ojos grises no fue capaz de encontrarlo hasta que ya lo vio durante la cena y este le regaló un saludo ligeramente coqueto desde su puesto con los demás hijos de villanos.

-.-.-.-.-.-.-.-

—¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! —gritó el entrenador. Cuando todos los deportistas escucharon el último número de lanzaron contra él maniquí con fuerza. Todos taclearon con fuerza y casi que derribaron a los muñecos—¡Bien!

Yuya estuvo a punto de caerse por la fuerza con la que Yugo lo había golpeado. Casi siempre eran igual de fuertes. No era de extrañar, Yugo era casi el más fuerte de todo el equipo. Solo era superado por una o dos personas. Y Yuya sufría esa fuerza con todo el cuerpo. Ahora más que estaba enojado. Lo bueno es que cuando era su turno de empujar, Yugo no le permitía hacer cambio y se quedaba haciendo su trabajo. Era catártico para él.

Era ya su tercer entrenamiento. Yuya iba porque en general tenía que hacer una actividad de club y dado que ninguna de las demás le había parecido lo suficientemente interesante y había dado vueltas para tomar su decisión. La mala suerte había acudido a él cuando la directora lo dirigió directito con deportes. Y para colmo, no uno en el que no tuviera que tocar a nadie como voleibol o atletismo, nah, a los príncipes les encantaba pegarse unos a otros contantemente. Era maravilloso. Al menos era mejor que ese deporte que tenían también, una cosa con malditas espadas.

Cómo era de esperarse, a Yugo le iba de maravilla. De hecho el entrenador le gustaba mucho su actitud agresiva, no tanto como su falta de actitud antideportiva, peor tenía fe. Mala fe, pues Yuya sabía que su amigo no iba a cambiar con facilidad y él estaba allí porque podía derribar a alguien de un solo golpe. Y eso era divertido. Solo para los demás no y por ello se quedaba siempre con Yuya, quien no le daba la talla de fortaleza que necesitaba. Pero no era importante. Siempre, al final de cada entreno, había juego. Y allí era donde podía golpear a todo el mundo y sentirse el rey.

Yuya solo seguía allí porque no le había permitido cambiarse. Yugo solo seguía allí porque el entrenador era optimista y había tenido siempre charlas sobre el reglamento y el buen comportamiento. Siempre. Hasta habían tocado el tema durante la clase de Bondad. Era una maravilla lo mucho que se esforzaba en hacerle entender las cosas. Pero él seguía allí. Golpeándolos a todos como un carro sin control. Carro loco lo solían llamar. Y la sangre de Yugo hervía al oírlo.

—¡Muy bien! —gritó el entrenador—¡Con esto estaremos listos para el juego del martes! —hubo un júbilo en general—¡Es hora del juego final! ¡Gongensaka! ¡Joey! ¡Ustedes son capitanes!

Esa era otra cosa. Los hijos de los villanos habían llegado en plena temporada de Tourney. Literalmente en la parte más crucial de la misma. Estaban en eliminatorias apenas. Y las lideraban. Cómo siempre había pasado en los 30 años que llevaba funcionando la academia. Probablemente se disputarían la copa, una vez más, contra la Academia Linces. Y este año parecía que la podrían ganar. Al menos si aprovechaban bien a Yugo y le enseñaban bien que era un libro de reglas. Y si no se metía en ninguna posición en la que no debía.

Era difícil. Iba a ser difícil. Pero la verdad era que no podría importarles menos.

—¡Yo, el varonil Gongensaka elijo a Homura! —exclamó una vez se habían puesto en lugares.

—¡Tristán! —gritó Joey. El chico de pelo café prácticamente salto emocionado hacia su compañero.

Y así poco a poco fueron eligiendo jugadores. Ni Yuya ni Yugo se sintieron realmente sorprendidos por que los dejaran de últimos para elegir. Era predecible. Yuya era demasiado malo. Yugo no dejaba jugar a nadie. Así que ambos se quedaron como las dos últimas opciones para elegir. Yuya fue con Gongensaka y Yugo con Joey. Y todos se acomodaron. Hermosa y divinamente. Todos empezó bien y todo iba a buen ritmo. Todos parecían divertirse de alguna manera. Incluyendo al de ojos rojos. Hasta que todo se fue al caño cuando Tristán se hizo un esguince en el tobillo.

Por culpa de Yugo.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro