Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9. Celos

Adriana abrió las piernas como le pidió Gabriela. Estaba tan sumamente excitada y extasiada que ya no era dueña ni de su mente ni de su cuerpo. Nunca antes le había pasado algo igual.

-Me vuelve loca lo mojada que está... doctora.

Y justo cuando Adriana iba a tener uno de sus mejores orgasmos, de repente sonó el timbre. ¡Joder! ¿quién cojones era capaz de interrumpir ese momento único cuando seguramente hubieran acabado en la cama de Adriana? ¿Y a esas horas de la madrugada? Enseguida, muy a su pesar, Gabriela se separó de Adriana. Adriana se adecentó el pelo y la camiseta, y cuando sintió que la sangre volvía a hacer su recorrido normal, se dirigió a la puerta a abrir.

- ¡Vaya Javier! ¿qué haces por aquí a estas horas? No te esperaba -Preguntó Adriana nerviosa.

-¿No me vas a invitar a pasar?

-Si, claro pasa. Estarás cansado. ¿Has salido ahora de tu guardia?

- Si. Como sabía que te habías ido de fiesta pensé que te acostarías tarde. Pasé por aquí y al ver luz en tu casa supuse que estarías despierta. No te molesta, ¿No? que haya venido, digo.

- No Javier, claro que no.- mintió porque sabía que si le decía la verdad Javier se iría enfadado de su casa. Y no era cuestión de ser maleducada.

Justo entonces apareció Gabriela en escena.

-¡Hola doctor! perdone, vine a traerle a la doctora su fonendo. Pero yo ya me iba. ¡Adiós doctora!. Nos vemos en la clínica.

Javier no sabía quién era Gabriela y qué hacía a esas horas en casa de la doctora. No le dio mayor importancia. Pero tuvo que reconocer que le sorprendió lo guapísima que era esa chica. Llamaba la atención. Nunca la había visto por la clínica, porque de haberla visto, no hubiera olvidado su cara y su cuerpo. Y Adriana se dio cuenta de ello, cómo no. Esa mujer era como un imán, atraía a todo el mundo.

-¡Adiós, Gabriela!. Gracias por traerme el fonendo. Y sí, nos vemos en la clínica- le contestó a duras penas.

Adriana no supo cómo interpretar que Gabriela no la mirase a lo ojos cuando vio a Javier, y se despidió de él. Se sentía impotente porque había aparecido Javier y lo había echado todo a perder. Pero ya no por el polvo que le iba a echar a Gabriela, sino porque juraría que Gabriela se iba triste. ¿Qué sentía Gabriela por ella?¿pero acaso sentía algo por ella? Tenía claro que de no haber venido Javier, ella estuvo a punto de tener uno de los mejores orgasmos que había tenido en su vida. Y no sabía lo que sentía la auxiliar por ella, pero tenía claro que por lo menos la atraía físicamente. Sino no hubieran hecho lo que habían hecho en la cocina. ¡Joder! ahora sí que la había cagado con Gabriela. Ahora Gabriela no querría saber nada de ella, y pensando que había jugado con ella porque seguro que creería que Javier y ella eran novios. Ahora sí que se quería morir.

Aunque si lo pensaba fríamente, y con la sangre ya circulando por su cabeza, mejor que Javier hubiera aparecido, ya que si se hubiera acostado con ella, ¿Se hubiera atrevido a acabar con ella el acto sexual? porque una cosa era que la auxiliar la masturbara como lo había hecho en la cocina o ella misma se masturbara pensando en la auxiliar, y otra muy distinta era hacer el amor con ella. ¿Y luego que hubiera pasado?¿Se hubiera arrepentido de haber tenido algo con una mujer?¿Cómo la miraría a la cara cuando la viera en la clínica? Lo que tenía claro es que le había encantado lo que había pasado entre ellas en la cocina y se moría por repetirlo. Tenía unas ganas locas de que la auxiliar tocara directamente con sus dedos su clítoris,y que incluso los metiera dentro de ella. Eso la hubiera vuelto totalmente loca. Joder, tener los dedos de otra mujer dentro de su vagina. Pero no los dedos de una mujer cualquiera, sino los dedos de Gabriela. Moviéndose dentro de ella...Además a Gabriela se le veía una chica muy caliente y activa. Seguro que en la cama era muy experimentada y también una puta máquina. Y a decir verdad, a ella le encantaría que Gabriela le enseñara todo lo que ella sabía.

Aunque para colmo, Alba quería conocerla. Ella sí se sentía libre para amar a quien le diera la gana. Tenía las agallas necesarias para defender sus sentimientos delante de quién fuera. Alba no tuvo problema alguno para decirle a su familia que era lesbiana. Era su vida y nadie se metería en ella. Adriana envidiaba ese aspecto de su amiga. Ojala ella tuviera el valor de su amiga.

Lo que menos quería Adriana era pasar la noche con Javier. Y menos todavía echar un polvo con él. Le asqeaba de sólo pensarlo y tenía claro que no se volvería a abrir de piernas como la última vez. ¿Cómo narices podría acostarse con él teniendo por todo su cuerpo el olor de Gabriela? Porque sí, ese olor que la mataba, que le sabía a gloria, que la hipnotizaba, lo tenía metido en todos los poros de su piel, en su cerebro y en su corazón.

Ahora más que nunca, y aunque supiera que no era lo correcto, sabía que sólo podría compartir su cama con una persona, y esa persona en esos momentos no quería saber nada de ella. Si la había perdido, ella misma habría perdido la oportunidad de amar. Estaba segura de que no sentiría ni lo más mínimo por otra persona que no fuera Gabriela.

Gabriela no quiso mirar a los ojos de Adriana, no quería mirarla. Quería alejarse e irse bien lejos de ese presuntuoso ático de mierda. Estaba muy enfadada y decepcionada con Adriana por haberla dejado hacer el imbécil, por haberla dejado ilusionarse. ¿Qué hacía ahí el doctor Javier? ¿Era su novio? ¿Qué tipo de relación tenían? Lo que estaba claro es que si había ido a esas horas a su casa era porque mínimo eran amantes.

Se ponía mala de solo pensar como el cuerpo de Adriana lo poseería el doctor. Cómo él sí podría follarla de todas las formas posibles. Pero ¿ella solo quería tener sexo con Adriana? No, claro que no. Ella quería más de la doctora. Lo quería todo de ella. Un nudo se le formó en el estómago. ¿Se estaba enamorando? Si era capaz de alimentarse solo con la mirada de la doctora, o era capaz de soñar despierta con su preciosa sonrisa. Le iba a dar algo si pensaba en los doctores haciendo el amor. ¡Joder! tendría que quitársela de la cabeza. Eso no iría a ninguna parte y seguro que saldría perjudicada si llegaba a tener algo con la doctora.

Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, los cuales ya era imposible que se volvieran más azules de lo que lo eran en ese preciso instante. Subió a su moto Vespa GTS 125 gris plateada, y se dirigió a su casa. No dejaba de llorar porque sabía que Adriana nunca tendría algo con ella. ¿Qué podría darle ella a Adriana que no le pudiera dar el doctor? Nada. Ella no se podía comparar con un reputado doctor. Luego recapacitó y pensó que era lo mejor que le podría haber pasado aunque le costara asimilarlo. Tarde o temprano acabaría abriendo los ojos y se daría cuenta de que Adriana era quien era y que nunca se fijaría en alguien como ella.

Dudó si escribirle un WhatsApp a Rosa contándole lo que había pasado. Finalmente le escribió. Cuando lo leyera seguro que la apoyaría y no la dejaría caer sola. Era una buena amiga y sabía que podía contar con ella. Necesitaba en esos duros momentos un buen hombro donde llorar a gusto.

Llegó a su casa. Se desvistió, se desmaquilló, se puso el pijama y se metió de prisa en su cama. Soñó despierta con la doctora ya que le era imposible conciliar el sueño, y de paso se masturbó pensando en ella,y en lo que había pasado en la cocina de la cirujana. En cómo tocó su perfecto abdomen, sus divinos pechos y su humedísimo clitoris. ¡Joder! Estuvo a punto de meter sus dedos por debajo de las bragas y tocarle directamente los labios vaginales. Se moría de las ganas de hacerlo. El haber tocado esas bragas tan húmedas la había vuelto loca. Se puso a chupar los dedos con los que había tocado su intimidad y soñó que estaban impregnados de sus fluidos. Tuvo un orgasmo como pocos, de hecho desde que soñaba con Adriana éstos habían mejorado considerablemente. La doctora era la dueña de sus sueños. Se levantaba y acostaba pensando en ella. Desde el mismo día que la conoció. Y todas esas noches se masturbaba pensando en ella. Desde luego parecía una adolescente con las hormonas desatadas y descontroladas. Pero estas sensaciones tan nuevas la hacían sentirse viva.

Mientras tanto, en casa de Adriana, ella le dijo a Javier que estaba muy cansada y que sólo quería irse a dormir. Le dio las gracias por ir a verla pero le comentó que lo mejor era que se marchara. Javier, que no se percató de nada, tal vez por lo cansado que le había dejado la guardia, le dio un beso en los labios, y se despidió de ella contento por haberla visto. Aunque esperaba acostarse con ella y luego dormir juntos y abrazados. No importaba, ya vendrían más momentos de esos en el futuro. No había prisa.

Adriana también se acostó. Ya era muy tarde. Pero como Gabriela, dio muchas vueltas en la cama pensando cómo había ido todo desde la fiesta hasta la llegada de Gabriela a su casa. Y la situación que había vivido en la cocina con Gabriela no se le quitaba de la cabeza ni de su cuerpo. Se imaginó los expertos dedos de Gabriela dentro de ella y tuvo un orgasmo casi sin tocarse . Luego, sin quererlo, se echó a llorar. Hasta que finalmente cayó en un sueño muy profundo donde la dueña de dicho sueño tenía nombre y apellidos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro