Capítulo 45.¡Seamos pareja!
Después de la sorpresa, Adriana y Gabriela decidieron seguir divirtiéndose pero en casa de Adriana. Así que cogieron sus cosas y se fueron para allí. Adriana le escribió un WhatsApp a Rosa dándole las gracias por la mejor fiesta y sorpresa que le habían hecho nunca. Y cuando Rosa recibió el mensaje de Adriana, se lo enseñó a las demás amigas y no podían parar de sonreír. Se encontraban en el Luxury y sólo se les ocurrió brindar por Adriana y Gabriela en ese mismo momento.
Esa noche ambas recuperaron parte del tiempo perdido amándose como si no hubiera un mañana.
A la mañana siguiente, amanecieron las dos abrazadas, desnudas y con las piernas entrelazadas. Como hacían siempre que dormían juntas.
Las dos tenían miedo de hablar con la otra. Aun no sabían lo que pensaba una de la otra sobre seguir con la relación. Mientras Gabriela pensaba que Adriana no querría volver ya con ella por todo el daño que le había hecho,y simplemente quería divertirse con ella, Adriana creía que Gabriela le iba a decir en cualquier momento que se tenía que ir de nuevo. Estaban las dos aterradas. Y no querían romper el momento de estar como estaban. Una al lado de la otra.
Hasta que Gabriela le entró la sensatez en ese momento y decidió abrir la boca.
-Por cierto Adriana, en un rato debo irme.
-¿Qué?¿Ya te tienes que ir?- Adriana estaba a punto de echarse a llorar. Cuando Gabriela se percató de ello, se colocó encima de la cirujana. Adriana sabía que hacía unos días Gabriela se había tenido que ir a la otra ciudad para arreglar unos papeles.
-Si, debo irme a mi casa. Tengo mucho trabajo con la mudanza. Regreso a la ciudad de forma permanente. Ayer llegué directa para ser tu regalo de cumpleaños y no tuve tiempo de hacer nada más.
Adriana no podía estar más feliz de oír lo que Gabriela acababa de decir.
-Entonces... Vuelves a la ciudad, para siempre. ¿Y Daniela…?
-Si, Adriana. A Daniela la dejé un mes antes de morir mi padre. ¿Tú me crees capaz de acostarme contigo estando con Daniela?.
-Gabi...Ayer cuando hicimos lo que hicimos, algo me decía que ya no estabas con ella. No te veo capaz de acostarte conmigo estando con ella.
-Yo...Adriana, sé que he perdido más de dos años de estar a tu lado. Aún no sé si tú me vas a permitir entrar de nuevo en tu corazón, pero esas son las intenciones que tengo. Haré todo lo que haga falta para recuperar tu amor, tu confianza, tu respeto. Todo. Me encantaría recuperarte, Adriana. Cueste lo que me cueste.
-Cariño, hay algo que tú aún no sabes. No puedes recuperar algo que nunca perdiste. El día que te fuiste, te llevaste mi corazón. Así que no es necesario que hagas nada. Bueno sí, si quieres hacerme un striptease como el de ayer, yo estaré más que encantada de que me lo hagas. Hoy, mañana, y siempre que quieras.
Gabriela no cabía en sí de la felicidad que sentía en ese instante. Adriana quería seguir con ella. Con sus palabras le había dejado claro que ella seguía siendo la dueña de su corazón.
-Muy bien, si así lo quiere usted, doctora, seré su stripper personal -Dicho y hecho, Gabriela se dispuso a taparle de nuevo los ojos, pero Adriana le pidió que no le atara las manos porque no aguantaba tenerla encima de ella y no poder tocarla. Y Gabriela accedió a regañadientes.
Cuando pasaron unos días de la fiesta de cumpleaños de Adriana, ésta se moría por formalizar su relación con Gabriela ya que todavía no la habían podido formalizar delante de todos. Se sentía muy orgullosa de ella en todos los aspectos y quería mostrarla a todo el mundo como su pareja. Se sentía una triunfadora. Y todo gracias a Gabriela. Por fin se dio cuenta que el éxito no solo lo tenía que conseguir laboralmente. Ahora sí iba a ser una mujer exitosa, la miraras por donde la miraras.
En la clínica ya no se escondían, de hecho estaban las dos muy orgullosas de su relación. No podían estar más contentas las dos.
Un día Gabriela fue a buscar a Adriana al quirófano porque tenía muchas ganas de verla y quería darle una sorpresa. Y cuando la vio por el pasillo, iba con las doctoras Carmen y Patricia. Mientras que a Gabriela le dio vergüenza cuando vio a las dos cirujanas, y estuvo a punto de saludar a Adriana con un simple "hola", a Adriana sólo se le ocurrió acercarse a Gabriela, abrazarla por la cintura y darle un beso de película. Las caras de asombro de las otras dos cirujanas no se hicieron esperar. No se podían creer lo que sus ojos estaban viendo. Adriana se había vuelto loca pero lo que pensaran esas dos brujas le daba exactamente igual.
Una tarde iban las dos cogidas de la mano andando por un centro comercial, cuando de repente un señor de unos sesenta y pocos años llamó a Adriana por su nombre. Cuando ésta oyó esa voz, su cuerpo se tensó al momento, pero no soltó la mano a Gabriela, ni la solitaría, al contrario, aún la agarró más fuerte.
-¡Vaya! ¡Hola papás!¡Qué sorpresa! No me esperaba veros por aquí…
Gabriela quería desaparecer.¡Joder! Acababa de conocer a los padres de Adriana. No se lo podía creer. Y lo que más le llamó la atención fue que Adriana la agarró con fuerza de la mano para que ella no la soltara. Y eso hizo que su pecho se hinchara inexplicablemente. Adriana se sentía muy orgullosa de Gabriela. Y así se lo quería mostrar a sus padres.
El matrimonio era muy atractivo, y se notaba que Adriana había sacado el porte de sus padres. Iban muy bien vestidos. Estaba claro que en esa casa entraba mucho dinero. Adriana se parecía mucho a su padre pero tenía los mismos ojos verdes que su madre.
-Hola hija, no sabíamos que estabas de novia con alguien…¿Por qué no nos la presentas? Para que tú vayas de la mano con alguien...Ese alguien tiene que ser muy especial para tí -dijo la madre de Adriana.
-Hola señores, soy Gabriela, la pareja de su hija, encantada de conocerles.
A los padres de Adriana Gabriela les pareció una chica espectacular. Parecía una chica muy educada y con saber estar, a parte de ser preciosa. Se le veía mucho más joven que a su hija, pero si su hija era feliz, entonces ellos también lo serían. En ningún momento se imaginaron que a su hija le gustasen las mujeres, pero tenían que reconocer que a Adriana se le veía muy feliz. Y eso era lo que verdaderamente les importaba.
-Encantados Gabriela,es un placer conocerte.
-Si mamá, esta mujer es tremendamente especial para mí. Cuando la conozcáis más a fondo, sabréis porqué lo digo- dijo Adriana son poder quitar sus ojos de los de Gabriela.
Gabriela se ruborizó con las palabras de Adriana. Se sentía muy especial para la cirujana mostrándoles a sus padres el amor que sentía por ella,y eso la hizo tocar el cielo.
Se fueron los cuatro a tomar algo. Los padres de Adriana querían conocer más a la morena. Y a decir verdad, aunque fuera pronto para decirlo, estaban encantados con su futura nuera.
Adriana y Gabriela no podían estar más felices. Era lo único que le faltaba a Adriana, que sus padres aceptaran a Gabriela.
Esa misma noche habían quedado las dos con todas las amigas en el Luxury para tomarse unas copas. Querían celebrar que por fin Adriana y Gabriela se habían dado cuenta que estaban hechas la una para la otra y habían decidido darse la oportunidad que las dos se merecían.
Habían quedado a las 11pm ya dentro del local. Fueron llegando todas y por último Adriana y Gabriela. Iban las dos preciosas con unos vestidos muy cortos y sexies que les quedaban estupendamente, y por supuesto, iban cogidas de la mano. Las amigas discutían si se le veía más feliz a una o a la otra. Ambas lucían un semblante de euforia total. Era maravilloso verlas así. Todas se saludaron efusivamente con besos y abrazos.
-Joder que guapas venís las dos- Dijo Alba cuando las tenía a las dos cogidas por la cintura.
-Vosotras si que venís guapas, Alba. ¿Ya habéis pedido?
-Si, faltáis vosotras.
-Vale, voy a pedir a la barra. Adriana¿Lo de siempre?.
-Si, cariño. Por favor.
Mientras Gabriela fue a pedir a la barra las bebidas, Adriana se quedó con todas hablando.
-Adriana, tía, ¡qué feliz te vemos! Ya era hora de que nos mostrases esa dentadura tan perfecta que tienes con tu maravillosa sonrisa. Hacía mucho tiempo que no te veíamos sonreír como ahora- le dijo Laura a Adriana delante de todas.
-Pues sí, Laura. Tengo que reconocerlo. Teniendo la mujer que tengo a mi lado, soy la mujer más feliz del mundo. Cómo no serlo, ¿no?
-Tienes toda la razón. Nosotras nos alegramos muchísimo que estéis juntas. ¡Así que vamos a celebrarlo como toca!
De repente Adriana miró hacia donde estaba Gabriela y vio como una mujer muy llamativa cogía a Gabriela de la cintura e intentaba llevarla a la pista para bailar con ella. La cirujana estaba tranquila porque confiaba plenamente en Gabriela. Pero ya le empezaba a molestar la actitud de la mujer con la morena, porque se estaba acercando demasiado a ella y tenía pinta de querer besarla en los labios. Adriana no quería perderse por nada del mundo lo que esa mujer quería hacer con su novia, y justo Gabriela miró hacia donde estaba Adriana. Cuando vio la cara de ésta, se separó al momento de forma brusca de la mujer. No quería darle pie a nada y que encima Adriana se pudiera enfadar por verla tontear con otra mujer.
Cogió las dos bebidas que le preparó la camarera y se fue hacia donde estaban sus amigas y Adriana, alejándose de la mujer. Apoyó las bebidas en una mesa para poder abrazar a Adriana por detrás. Pegó su cuerpo al de la cirujana,y pasó sus manos por su cintura, apretándola contra ella.¡Qué sensación más maravillosa tenerla pegada a ella! Mientras hundió su nariz en el cabello de Adriana. Podía pegarse así toda la santa noche.
Adriana se dio la vuelta porque no aguantaba más sin recibir un beso de Gabriela. Mientras seguían abrazadas, le dijo al oído a su novia:
-Cariño...Estoy cachonda, ¿Porque no me lames los labios cómo tú sólo sabes hacerlo?
-¿Aquí, delante de todas?-Le contestó Gabriela apretando sus pechos con los de Adriana y poniendo sus manos en el trasero de la cirujana. Como siempre que tenía a Gabriela pegada a ella, sus bragas se humedecieron al instante.
-Las demás van a lo suyo...No nos están mirando…
-Sí, cariño, ¿Pero sabes lo que me apetece hacer ahora? Aunque sé que me vas a decir que no…
-¡Prueba!
-Me gustaría bailar contigo.
-¡Vamos!
-¿Qué?¿En serio?-Gabriela no se creía que Adriana quisiera bailar con ella, sabiendo que no le gustaba nada bailar.
-Contigo hago lo que haga falta, amor.
Gabriela la cogió de la mano y se la llevó a la pista de baile. Iba más contenta que nunca de la mano de Adriana. Además tuvieron la suerte que la canción era lenta, así que les vino muy bien para bailar bien pegadas una a la otra.
Cuando llevaban ya unos minutos así, volvió a la carga la mujer que quería bailar y besar a Gabriela acercándose a la pareja.
-Oye perdona, ¿Con ella sí bailas y conmigo no quieres?- dijo la mujer dirigiéndose directamente a Gabriela. Adriana iba a contestarle cuando entendió por el apretón de mano que le dio Gabriela que debía dejarle hablar a ella. Gabriela se separó un poco de Adriana y le contestó:
-¿Qué? Claro que con ella quiero bailar, es mi mujer. Además, yo no bailo con cualquiera.
Adriana se quedó de piedra con la contestación que le dio Gabriela a esa hermosa mujer. Su pecho se ensanchó del orgullo que sentía en ese momento cuando oyó a Gabriela llamarla "mi mujer". ¿Acaso Gabriela querría casarse con ella? Joder, le costaba hasta espirar.
Cuando la mujer se marchó enfadada, Adriana abrazó con fuerza a Gabriela. Se le cayó alguna lágrima y no quería que Gabriela la viera llorar. Pero a ésta no le pasó desapercibido que la cirujana se echara a llorar.
-Cariño ¿Qué te pasa?¿He hecho o dicho algo mal?-Gabriela se tensó de sólo pensar que le podía haber sentado mal a Adriana que la llamara su mujer.
-Gabriela...Estoy llorando de la emoción que siento ahora mismo. Me has llamado "mi mujer".
-Si, Adriana, si tú quieres, algún día serás mi mujer. Es lo que más deseo en esta vida.
Adriana no pudo parar de llorar. Se abrazaron las dos mientras no dejaban de besarse. Desde luego esa noche iba a ser testigo del puro amor que sentían una por la otra. Después cuando salieran del Luxury, pensaban ir directas al ático de Adriana para seguir haciendo lo mejor que sabían hacer cuando estaban juntas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro