Capítulo 35. Cambios
Con la declaración de amor de Gabriela hacía Daniela, llegó una noticia devastadora para Gabriela. Su padre padecía cáncer de pulmón. Gabriela se hundió con esa noticia. Sólo pensaba en estar a su lado. Su padre solo la tenía a ella, y ahora la necesitaba más que nunca. Para eso tendría que regresar a su ciudad, pero por otro lado estaba Daniela. No quería dejarla. Estaba en una encrucijada. Daniela la notó triste y apagada por lo que le preguntó qué era lo que le pasaba. Gabriela se lo contó llorando, y Daniela la animó diciéndole que no se preocupara que si quería estar con su padre, podrían pedir las dos el traslado para estar más cerca del hombre. Gabriela no se lo creía, Daniela era capaz de dejarlo todo por ella.
-Gabi, cariño, tranquila, aquí no me ata nada. Mi familia no vive aquí, yo también estoy sola. Bueno, ahora te tengo a ti.Y tengo amigos, pero puedo hacer amigos allá donde vaya. No tengo problema. Entiendo perfectamente que quieras estar con tu padre en este largo y tedioso proceso.
-¿Estás segura? No quiero que cambies de ciudad por mí.
-Gabi, no lo haría por ti, lo haría por mí. Entiendo que ahora tu padre te necesita. Y que tú, si te conceden el traslado, tienes que estar con él. Y yo si quiero estar contigo, tendré que irme donde vayas tú. Aunque será fácil que te den a ti antes que a mí el traslado. Y bueno, podemos casarnos ahí. Si quieres...
Gabriela se tiró a sus brazos llorando, la abrazó y besó con ganas. No se merecía a esa mujer.
Mientras tanto, en la otra ciudad, Carlota se debatía en decirle la verdad a Gabriela sobre lo que pasó ese fin de semana con Adriana. Habían pasado casi dos años desde que ocurrió eso. Cuando vio lo preciosa que era Gabriela entendió por qué Adriana la había rechazado. Se le bajaron los humos de golpe. Sabía que se había pasado con Adriana. Y ésta no se lo merecía. Era buena tía y a ella no le había hecho nada malo, simplemente la rechazó porque estaba locamente enamorada de una mujer diez. Y todo este tiempo ver a Adriana por la clínica pareciendo un fantasma y no siendo ella misma, la estaba afectando conscientemente día tras día. Así que por qué no intentar enmendar su error. Más valía tarde que nunca. Lo que para poder hablar con Gabriela, tendría que coger el coche e ir a buscarla a otra ciudad. Pero estaba dispuesta a hacerlo por arreglar la situación de la cirujana y de la psicóloga. Sólo esperaba que Gabriela siguiera sola. Aunque a decir verdad, habían pasado dos años y era posible que ésta hubiera rehecho su vida.
Una mañana de lunes, Gabriela estaba en su despacho rellenando unos papeles sobre unas ayudas que tenía que solicitar para un paciente, cuando tocaron a la puerta un par de veces.
-¡Adelante, pase!- dijo Gabriela para que la persona pasara. Estaba tan concentrada en los papeles que aún no había levantado los ojos para ver de quién se trataba.
-Hola, Gabriela. ¿Me puedo sentar?. ¡Joder!¡Qué guapa era esa mujer de cerca! No le podía quitar la mirada de encima.
Y cuando esa persona la llamó por su nombre, dirigió por fin su mirada a los ojos de esa mujer. No se podía creer que tuviera a Carlota en su despacho. Y cuando Carlota pudo ver el color mar de los ojos de Gabriela, palideció al instante. ¡Qué ojos tenía esa mujer! En la vida había visto unos ojos tan preciosos.
-Hola...Soy Carlota, bueno, soy la doctora Rodríguez- la cirujana estaba muy nerviosa. Había sentido un flechazo con esa mujer tan espectacular.
-Sé quién eres. Si, claro, siéntate.
-Perdona, ¿Pero llevas lentillas?- necesitaba preguntárselo porque esos ojos no podían ser reales.
-¿Qué? no, no llevo- Gabriela no se lo podía creer. ¿Estaba ligando con ella? Qué descarada que era. ¿No le valía con haberse acostado con Adriana que también se quería acostar con ella?
-Lo siento. No quería incomodarte. Sólo he venido para solucionar algo. Yo también sé quién eres. Sé que ha pasado mucho tiempo, pero me carcome la culpa, y sé que no he sido justa con Adriana. De hecho he sido una hija de puta con ella, y por consiguiente también contigo.
Gabriela estaba más nerviosa que nunca. ¿Qué le iba a contar ahora esa mujer?no sabía por dónde iban los tiros. Y joder, había pasado dos años de eso, ¿y ahora le venía con esas?
-Verás... El fin de semana que pasamos Adriana y yo juntas...
-Perdone, doctora Rodríguez, pero no me interesa lo que hicieron ustedes dos. Si lo pasaron bien juntas, me alegro por las dos. Además de eso hace ya mucho tiempo. Tanto que ya ni me acuerdo.
-Gabriela, creo que te interesa saber la verdad. Adriana y yo no hicimos nada de nada. Yo si me quería acostar con ella. Adriana me pone mucho y me encantaría tirármela. Y es lo que intenté hacer a toda costa. La primera noche ella me evitó, pero la noche del sábado fui muy insistente y pesada y no paré hasta que ella accedió. Salimos a cenar y luego fuimos a tomar unas copas. Yo ya estaba intentando acercarme a ella, pero ella no estaba por la labor. Se le veía triste y apagada y yo quería consolarla. Me moría por hacerlo. Total que ella se quiso ir al hotel. Yo la acompañé. Cada una se metió en su habitación. Pero más tarde me presenté en su habitación con una bata (la dichosa bata de la foto) y en ropa interior. Adriana no quería dejarme entrar, pero yo insistí, como siempre. Yo no sabía que ella estaba contigo, que conste.
Gabriela no se creía lo que estaba oyendo. Adriana le había dicho la verdad... Y ella no la creyó.
-Justo cuando tú llamaste, Adriana se metió en el baño. Creo que la agobié cuando me vio en bata. Cuando te cogí la llamada yo no tenía ninguna mala intención. Además tú me dijiste que no le dijera nada. Así que eso mismo hice. No decírselo. Cuando ella salió del baño, se sentó en la cama, yo me quité la bata y me abalancé sobre ella. Y Adriana lo único que hizo fue rechazarme. Fin de la historia.
-¡Joder!¿Y me lo cuentas ahora?¿Y qué piensas que debo hacer yo ahora?¿Correr a los brazos de Adriana?- encima la historia concordaba con lo que Adriana le había contado.
-Si es el amor de tu vida. Sí. Vuelve a la ciudad. Si estos dos años que llevas sin ella, no has sido feliz porque te faltaba ella, sí, deberías volver.
-Pero si ni siquiera sé si está con alguien... Le pedí a mis amigas que no me contaran nada de ella. No quería saber lo que hacía o dejaba de hacer. No me interesaba...Pero ésto... Ésto cambia rotundamente las cosas- Dijo Gabriela llorando sin parar. ¿Ahora que voy a hacer?- Recordó al momento que era ella la que estaba en una relación.
-Yo lo siento mucho, Gabriela.
-Pues si lo sientes, vete por dónde has venido, por favor- le dijo Gabriela aún con lágrimas en los ojos. Esa mujer le había destrozado la vida. Cómo por haber confiado en las fotos que vio de Carlota, había cambiado tantísimo su vida. De haber creído a Adriana en su momento, ahora estaría seguramente con ella.
Carlota se volvió a disculpar y salió más apenada de lo que vino del despacho de Gabriela.
Gabriela seguía llorando. Nada la podía consolar. Habían pasado dos años en los que estuvo pensando que Adriana le había sido infiel y le había mentido. Y ahora resultaba que la que la había cagado había sido ella por no haber confiado en la sinceridad de Adriana. ¿Y ahora que iba a hacer?porque para colmo iba a volver a su ciudad. Le habían concedido el traslado. Pero ¿y si Adriana estaba con alguien?¿Sino la quería ver? Sería lo más seguro porque en su día no había confiado en sus palabras y por su culpa llevaban dos años separadas. De repente pensó en las palabras de Carlota cuando le dijo que si Adriana era el amor de su vida, sí tenía que volver a la ciudad. Y quería quedarse con esas palabras...Pero le vino a la mente Daniela. La mujer que lo iba a dejar todo por ella, y la mujer con la que se iba a casar.
Definitivamente tenía que seguir pensando con la cabeza como había hecho hasta ahora. Así pues, volvería a la ciudad, pero sin ninguna intención de volver con Adriana. Seguiría con sus planes de continuar en la clínica, cuidar a su padre y casarse más adelante con Daniela.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro