Capítulo 28 ¡Problemas!
Al día siguiente, por la tarde aún no se habían separado. Carla llamó a Adriana para preguntarle cómo había ido la noche y Adriana la invitó a casa para presentarle a Gabriela. Carla le dijo que no le extrañaba que se hubiera enamorado de tal monumento y Adriana sólo pudo sonreír y darle la razón.
Adriana le presentó a Carla a Gabriela, y cuando Gabriela vio quién era Carla, sólo quería que la tierra la tragara de la vergüenza que pasó. Las hermanas se disculparon con ella, sobre todo Carla. Pero Carla le recalcó que lo que hizo en el Luxury, fue por una buena causa.
Por fin parecía que Adriana no se avergonzaba de ella. Por fin le demostraba que la quería de verdad. Ahora no tenía ninguna duda de lo que Adriana sentía por ella. Sentía la felicidad por todos los poros de su piel.
Y aún quedaba explicarles a sus padres que se había enamorado perdidamente de una mujer excepcional. Le daba exactamente igual si sus padres la rechazaban. Era su vida y la iba a vivir como ella quisiera. Había llegado el momento de ser la dueña de su propia vida. Y en esa vida iba a participar la mujer de su vida y de sus sueños. Además tenía el apoyo de su hermana y de sus amigas. Y con eso le bastaba.
Adriana quería hacer una cena con Gabriela, sus amigas y Carla en su ático. Antes se lo comentó a Gabriela y le pareció muy buena idea, ya que la auxiliar pasaba muchas noches en la casa de la cirujana y ésta quería contar con su opinión. Prácticamente vivían juntas. No querían dormir separadas y si lo hacían, era porque Adriana tenía alguna guardia. Quedaron en hacer la cena la noche del viernes ya que no trabajaba ninguna de ellas.
Justo el jueves le preguntó Carla a Adriana si podía llevar a una compañera a la cena, ya que se olvidó de que había quedado previamente con su amiga cuando le dijo a Adriana que no tenía planes para el viernes,y no la quería dejar tirada. Adriana no tuvo inconveniente en que su hermana llevara a una amiga. Lo que Adriana no sabía es que la llegada de esa abogada le iba a traer problemas con Gabriela.
Llegó la noche del viernes y Adriana y Gabriela ya tenían todo preparado para cuando llegaran sus amigas. Estaban las dos guapísimas con sus respectivos vestidos. Mientras Adriana estaba en el baño arreglándose el cabello, sintió unos suaves brazos abrazándola por la cintura. Gabriela se pegó a la cirujana, mientras pasaba su nariz por todo el cabello de Adriana. Quería absorber todo el aroma que desprendía. La volvía loca. Pegó su cuerpo al de la cirujana y enseguida las dos se pusieron cachondas.
-Adriana... Quiero hacerte el amor aquí mismo, en el baño.- Le dijo Gabriela mientras le levantaba el vestido hasta la cintura. Bajó su mirada al trasero de ella y se excitó tanto que mordió su labio inferior con fuerza. Casi se sacó sangre. Mientras pegaba sus partes íntimas al trasero de Adriana, pasó sus manos por los muslos de la cirujana y ésta se tensó al instante. Recorrió todo lo que pudo y más. Parecía un pulpo en el cuerpo de Adriana. Hasta que se acercó a la entrepierna de ésta. Como siempre, ya se encontraba humedísima. Gabriela le bajó las bragas hasta las rodillas, y comenzó a acariciarle el clítoris con unas ganas que la estaban extasiando y volviendo loca. Comenzaron a gemir las dos, como si se fuera a acabar el mundo.
-Pues házmelo...Gabi. Aún tenemos tiempo hasta que vengan- le dijo excitadísima Adriana.
Gabriela le tocó los labios vaginales mientras Adriana gemía y gemía sin parar. Le hizo círculos con tres de sus dedos y luego decidió introducir dos dedos. Al principio los metió con delicadeza, abriéndose paso en las paredes vaginales de la cirujana y luego como vio que Adriana le pedía más y más, los metió y sacó con ganas. Adriana no podía más. Con la otra mano Gabriela se dispuso a tocarle los pechos. Y ya la cirujana no pudo aguantar más y se corrió, dejando los dedos de Gabriela empapadísimos. Gabriela los sacó del interior de la cirujana y directamente llevó los dedos a su boca. Lamió todos los flujos presentes en éstos. A Gabriela le volvía loca lamerlos, como también meter su lengua en el interior de Adriana. Y a ésta la dejaba drogada cuando hacía eso.
Adriana se dio la vuelta, cogió a Gabriela por el trasero mientras ésta puso sus piernas alrededor de la cintura de la cirujana y la sentó en la pila del lavabo. Mientras no dejaba de besarla, de lamerle los labios y meter su lengua en la boca de Gabriela.
-Gabi, abre las piernas, por favor. Ahora te toca a ti.
Ésta abrió las piernas sin rechistar. Adriana le corrió las bragas para un lado y directamente le metió dos dedos a Gabriela. Ésta no dejaba de gemir. ¡Joder que cuerpazo tenía! De sólo verla en esa postura, Adriana podía volver a correrse tranquilamente. No necesitaba ni que Gabriela la tocara. Tenía ese poder sobre ella. La podía hacer correrse sin llegar a tocarla. Era algo mágico. Sacó los dedos del interior de Gabriela y decidió quitarle el vestido. Quería verla desnuda y quería disfrutar de esa visión única. Sólo ella podía hacer eso con Gabriela. Sólo ella podía tenerla y poseerla. Y de sólo pensar en ello, le cayó una lágrima por la mejilla.
-Cariño,¿Qué te pasa?- le preguntó Gabriela preocupada. No sabía por qué Adriana había comenzado a llorar.
-No sabes la suerte que tengo de tenerte para mí, Gabi. No sabes lo que me haces sentir. Me siento la mujer más afortunada del mundo.
-Cariño, es mutuo. La suerte es mía. Y ahora por favor...Si estás bien y sólo es eso...Acaba lo que habías empezado- le susurró al oído Gabriela.
Adriana sonrió y continuó metiendo y sacando sus dedos de la vagina de Gabriela, mientras veía como le bailaban los pechos a ésta mientras le introducía y sacaba los dedos, y ese abdomen tan plano, moreno y marcado…¡Carajos! Cómo no iba a correrse con esa visión descomunal. Así que es lo que hizo, correrse a la misma vez que Gabriela. Las dos se quedaron extasiadas.
-Perdona Adriana...Pero…¿Te has vuelto a correr?- le preguntó incrédula Gabriela.
-Ésto...Yo... Bueno...Ya me conoces y ya sabes lo que provocas en mí. Si, me he vuelto a correr, ¿Qué pasa?, no lo he podido evitar.
Cuando dijo ésto Adriana, Gabriela la abrazó fuertemente y no dejó de besarla en los labios y por el cuello, susurrándole al oído que la quería con todo su alma.
Poco a poco fueron llegando las invitadas. Primero lo hizo Laura, luego Alba con Rosa y por último llegaron Carla y su amiga.
Cuando Adriana fue a abrirle a Carla, se quedó de piedra cuando vio quién era su acompañante.¡Joder! ¿Cómo podía estar ahí esa mujer?¿En su casa? No se lo podía creer. Veríamos que cara ponía cuando la viera Gabriela.
-Hola hermanita. Mira, ésta es mi amiga y compañera de bufete, Martina Rojas. Martina, ésta es mi hermana Adriana.
-Encantada, Adriana.
-Lo mismo digo, Martina. Pasad. Las demás ya están. Sólo quedábais vosotras.
Las tres pasaron al salón. Empezaron a saludarse y Carla presentó a todas a Martina. Cuando Martina y Gabriela se vieron, no lo podían creer. Rosa también se quedó pálida porque también era amiga de Martina, y Laura la reconoció como la chica que vino con Gabriela a la fiesta que hizo Rosa en su chalet ¡Qué mala suerte para Gabriela encontrarse ahí con Martina! Y encima con Adriana al lado. Veríamos cómo acababa la noche. Adriana se dio cuenta de que las dos se quedaron de piedra cuando se vieron. Y de repente un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Y si Gabriela aún sentía algo por ella? Los celos le invadieron de repente. No podía evitarlo. Pero intentó controlarse para que ninguna se diera cuenta de lo que estaba sintiendo en ese momento. No quería fastidiar la cena.
-Martina, ella es Gabriela, la pareja de mi hermana- Le presentó Carla a Gabriela.
-Hola Gabriela, ¿Qué tal estás?- se dirigió directamente Martina a Gabriela.
-Hola Martina, bien, ¿Y tú?
-¿Vosotras dos os conocéis ya?- preguntó Carla a la dos, ya que no le pasaron desapercibidas las miradas que ambas se echaron una a la otra.
A Adriana le iba a dar algo. Esas miradas que todas vieron, fueron directas a herir su ya dañado corazón.
-Sí, nos conocemos. Es una larga historia, pero me alegro mucho de volver a verte, Gabi.
-Sí, yo también me alegro mucho- le sonrió con una de sus mejores sonrisas- Gabriela no quería ser descortés con Martina. Era muy buena mujer y tenía muy buen concepto de ella. Sólo esperaba que no le afectara a Adriana la cercanía de las dos.
-Bueno chicas, ¿Nos sentamos a cenar?- preguntó Alba. La verdad es que a Alba le había gustado la abogada. Le parecía una mujer muy atractiva y si estaba soltera y era lesbiana, no dudaría en tirarle la caña. Por qué no. Pero lo mejor de todo es que a Martina también le llamó la atención la ginecóloga.
-Id sentándoos, que mi hermana y yo vamos trayendo todo- Carla fue directa a la cocina con su hermana para llevar los platos al comedor y de paso para hablar de lo que había pasado.
-Adriana, lo siento, no sabía que se conocían, y por las miradas que se han echado, han salido juntas, ¿No?
-No te preocupes Carla. Tú no sabías nada de ésto. Ha sido una casualidad que encima seáis compañeras de bufete. Y sí, antes de conocerla yo, ya las vi juntas por la cafetería de la clínica. Sí debieron de tener algo. Aunque si te soy sincera, Gabriela nunca me habló de ella.
-Bueno, tranquila, Adri. Gabriela está locamente enamorada de ti, por lo que no supone nada que vea a Martina. Es una prueba de fuego, míralo así.
-Ya, sí. Lo sé. Pero algo de miedo me da¿y si sigue sintiendo algo por ella?
-Adri, eso es imposible. Y te lo digo por cómo os veo a Gabriela y a ti. Sois la pareja perfecta, y Martina sobra. Vamos, no tengas miedo alguno, que Martina no te la va a levantar. Aunque claro, ahora tengo que reconocer que en el bufete este tiempo atrás he visto muy triste y apagada a Martina, no parecía ella. Con razón lo ha pasado tan mal. Con la pedazo de tía que ha perdido, y es más, yo creo que Martina aún siente por ella.
-Oye no hables así de Gabi.
-Adri, es verdad, Gabriela es una belleza y además interiormente también lo es. Cualquiera puede perder la cabeza por ella. Y yo te digo que Martina lo ha pasado fatal por ella.
-Joder, no me digas eso. Ahora me has dejado peor de lo que estaba…
De repente apareció Laura en la cocina.
-Bueno chicas, tenemos hambre así que venga, vamos a llevar la cena al comedor.
-Si, perdona, Laura. Ya vamos. Ayúdanos.
Se sentaron todas a la mesa. Entre Gabriela y Martina había bastante tensión. Martina quería hablar con Gabriela pero tendría que buscar el momento. Y mientras, Alba no le quitaba el ojo a la abogada. Estaba más que feliz de que Carla la hubiera invitado a la cena.
Charlaron todas animadamente. Pero Adriana se dio cuenta que Gabriela casi no la miraba a la cara. La notaba muy tensa y fuera de las conversaciones. Cómo si estuviera pensando en otra cosa. Y mientras veía como la abogada se comía con la mirada a la auxiliar. Adriana estaba celosa perdida.
En un momento dado, Gabriela fue a la cocina para coger aire. Necesitaba relajarse y pensar. La llegada de Martina la había trastocado. Martina aprovechó esa ocasión para ir detrás de la auxiliar. Adriana se iba a levantar para ir detrás de ellas cuando Carla la cogió del brazo y la hizo sentarse de nuevo. Adriana entendió lo que Carla le quiso decir, y muy a su pesar, se volvió a sentar.
-Ya en la cocina, Martina se dirigió directamente a Gabriela.
-Gabi…¿Cómo estás?- le preguntó la abogada para romper el hielo.
-Bien, ¿Y tú?
-Bueno, yo lo he pasado muy mal. He intentado hacer mi vida. Pero me cuesta. Pero bueno, poco a poco. Y más si ahora veo que tú ya has rehecho tu vida, y eres feliz. Ahora sí tengo claro que perdí toda oportunidad de volver a conquistarte. Y sabes qué, que me alegro de que seas feliz. A Adriana, a parte de ser muy guapa, muy de tu estilo, se le ve una mujer muy madura, inteligente y se nota que te quiere. Lo he notado cuando ha visto que nos conocíamos…
-Vaya, lo siento, Martina. Tengo que reconocer que sí, que soy muy feliz con Adriana y estoy muy enamorada. Siento que tú lo hayas pasado así de mal. Y si, ella también está muy enamorada. O eso pienso- le dijo sonriendo.
-Bueno, ¿Amigas entonces?- le preguntó Martina.
-Si, por supuesto. No quiero que salgas de mi vida, Martina. Eres una mujer que vale mucho y te mereces a alguien que te quiera y te lo de todo. Y yo por supuesto, te quiero como amiga. No quiero perderte.
-Y por cierto Gabi ¿La doctora Alba entiende?
-¿Te gusta? Sí, entiende. Pues está soltera. Así que ya sabes…
-Si, eso voy a hacer. No me vendría nada mal conocer a alguien y así distraerme y sacarte de mi cabeza. Y gracias por tus palabras, yo pienso lo mismo de ti.
Se dieron un abrazo las dos. Y justo entró en la cocina Adriana, ya que pensaba que estaban tardando mucho en salir de la cocina. Lo que vio le dejó el corazón hecho trizas. No le gustó nada verlas abrazadas. Y tal cual las vio, salió de la cocina sin que éstas la hubieran visto. Se volvió a sentar en su sitio e intentó disimular delante de sus amigas y de su hermana, pero por dentro estaba que echaba humo.
La velada para todas, menos para Adriana, fue casi perfecta. Todas disfrutaron mucho y no pararon de reír y de hacer bromas. Entre Alba y Martina fue surgiendo algo. Tenían muchas cosas en común, y para colmo se gustaban mucho físicamente. Así que se dieron los teléfonos y quedaron para el día siguiente y así seguir conociéndose. Alba no cabía en sí de felicidad. Por fin había conocido a alguien con tanta afinidad a ella.
Se hizo de madrugada y ya se fueron todas a sus respectivas casas.
Gabriela notó a Adriana muy distante una vez que se fueron todas.
-Ey, cariño, ¿Te pasa algo?- le dijo cogiéndola por la cintura e intentando abrazarla. Pero justo Adriana se deshizo del abrazo y se apartó de Gabriela.
-Perdona Gabi. Estoy cansada. Me voy a dormir. Mañana hablamos.
-¿Qué? No Adriana, espera. A ti te pasa algo y me gustaría saberlo.
-Bueno, que haya venido a casa una ex tuya, no es plato de buen gusto.
-Lo siento Adriana. Lo sé. Tienes razón, pero puedes quedarte tranquila, ella y yo ahora somos amigas. Entre nosotras no va a pasar nada. Además, mi corazón ya tiene dueña.
-Os vi en la cocina abrazadas.
-Si, nos abrazamos. Pero no pasó nada más.
-Se nota que sigue enamorada de ti, Gabi. Eso no me lo puedes negar.
-No, no te lo puedo negar. Bueno, enamorada ya no creo que esté. Hace mucho tiempo que lo dejamos, Adriana, antes de conocerte a ti.
-Ya, pero aún sigue sintiendo algo por ti.
-Adriana, yo te quiero a ti. Y con eso te tiene que bastar.
-De acuerdo. Mañana hablamos. Hasta luego.- Adriana se fue a la habitación. Sabía que su reacción estaba siendo desmedida. Sólo las había visto abrazadas y sabía que Gabriela no le mentiría. Pero su miedo a perder a Gabriela la hizo alejarse más de ella. Se veía más mayor que ella y para colmo Martina era más joven y guapa, hacía muy buena pareja con Gabriela y esos pensamientos hicieron que el alma se le cayera a los pies. No podía competir contra eso. Lo que no sabía es que Gabriela había dejado a Martina por ella.
A Gabriela le dolió mucho que Adriana no confiara en ella. Pero sabía que si ésta no quería hablar, ella debía darle su espacio. No podía obligarla a hacer algo que ella no quería.
Estuvieron una semana lejos una de la otra. Gabriela pasó las noches en su apartamento. Prefería darle tiempo y espacio a Adriana. Aunque sabía que ese distanciamiento podía acabar con la relación que tenían las dos. Y mientras, Gabriela pasó unos días malísimos. Echaba de menos a la cirujana a rabiar. Necesitaba dormir con ella, tocarla, sentirla, besarla. Estar con ella a todas horas. No tenía ni ganas de comer. Se apoyaba en el deporte, como siempre cuando se encontraba ansiosa por algo. Se evadía saliendo a correr o yendo al gimnasio. O quedaba con sus amigas. Con ellas se sentía apoyada. Sólo se limitaban a escucharla,animarla y a entenderla. Para ella eran las amigas perfectas.
A Adriana le pasaba lo mismo que a la auxiliar. No podía vivir sin ella. Por mucho que le pesara la diferencia de edad y el miedo que tenía a que Gabriela la dejara por otra mujer más joven que ella, no podía negar que siempre la tenía en su mente y en su corazón.
Justo cuando pasaron dos semanas de esa cena, quedó Adriana con Alba y Laura en la cafetería. Las había citado Alba para darles una buena noticia. Cuando les dijo a sus amigas que había comenzado a salir con Martina y que era tremendamente feliz, Adriana se sintió mal por Gabriela. Ésta le había dicho la verdad. Ella no sentía nada por Martina, o mejor dicho, la abogada y Gabriela no tenían ninguna intención de retomar su relación si la abogada ya estaba con otra.¡Joder! tenía que hablar con Gabriela y disculparse con ella. Quería tenerla de nuevo entre sus brazos, pero sería fácil que Gabriela la mandara a freír espárragos.
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