Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 27. Por fin juntas

Gabriela buscó las manos de la cirujana y entrelazó sus dedos con los dedos de ella. Se pegó todo lo que pudo a Adriana e intentó mirarla a los ojos, pero Adriana mantenía los ojos mirando al suelo. Era incapaz de mirarla a la cara de la vergüenza que sentía.

-¿Por qué no me miras a los ojos?- Le preguntó Gabriela con un tono muy seductor -¿Ya no te hechizan?

Adriana seguía con la mirada agachada. E incluso se apartó un poco del agarre de Gabriela. A Gabriela no le pasó desapercibido por lo que agarró con más fuerza las manos de Adriana. No la soltaría por nada del mundo. Se acercó todo lo que pudo a ella hasta el punto que sus pechos se rozaban.

De repente los ojos de Adriana se tornaron vidriosos. Gabriela le subió el mentón y juntó su frente con la de Adriana. Sus alientos se mezclaron como muchas otras veces hicieron. Sus cuerpos se electrizaron al unísono y al instante. Adriana comenzó a llorar. Ni en sus mejores sueños llegó a imaginarse en esa situación con el amor de su vida. Era algo que no podría explicar con palabras. Sólo su corazón tenía el poder de expresarse. Y lo hacía como mejor sabía, bombeando a todo bombear por Gabriela.

-¿Te gustaron los besos de Natalia?¿ Preferirías que ahora yo fuera ella?- le preguntó Gabriela de repente- ¿o prefieres a la castaña con la que estabas ahora?

Adriana no se creía que le hubiera preguntado eso en ese momento. Estaba claro que aunque para ella no había significado absolutamente nada, para Gabriela sí había sido un mundo, tanto lo de Natalia como lo de Carla.

-No Gabriela, te quiero a ti, los besos de Natalia no se pueden comparar con los tuyos. Me dejé llevar porque me imaginé que la que me besaba eras tú...Pero en ella no encontré lo que busco en ti.

-Que sepas que me pongo malísima de sólo pensar que te comió la boca, que metió su lengua entre tus labios, que tocó todo tu cuerpo y le permitiste saborear tu piel...- le susurró Gabriela al oído.

Entonces Gabriela sacó la lengua y empezó a lamer los labios de Adriana con una lentitud pasmosa. Adriana iba a correrse con un par de lamidas más. El hecho de tener a Gabriela pegada a su cuerpo la puso más cachonda que nunca. Introdujo su lengua en la boca de Adriana buscando su lengua. Desde luego lo que estaba viviendo ahora con Gabriela no tenía absolutamente nada que ver con lo que hizo con Natalia. Si podía llegar a correrse solo con una lamida de Gabriela. La pasión que había entre las dos, nadie la podría parar. Lo que provocovaba esta mujer en ella no lo podía provocar nadie más. Ella era única.

Las manos de Adriana fueron directas a las nalgas de Gabriela. Las apretó contra ella y su entrepierna volvió casi a chorrear.

Poco les importaba a las dos que estuvieran dando el espectáculo delante de casi todo el personal de la planta de trauma. Muchos de ellos no podían creer lo que sus ojos estaban viendo. La doctora Diez y Gabriela besándose como si no hubiera un mañana. Desde luego ya tendrían de qué hablar al día siguiente en la planta e incluso en toda la clínica. Y Carla no podía estar más contenta por lo que sus ojos veían. Tenía que reconocer que esa morena le encantaba para su hermana. Se notaba que estaban hechas la una para la otra. Y sabía que su hermana por fin iba a recuperar la felicidad.

Hasta Natalia se quedó perpleja de lo que vio.¿Pero por qué Gabriela no le dijo nada cuando le dijo que Adriana le gustaba? Bueno, ya le pediría explicaciones a Gabriela en su momento, porque no entendía nada, y desde luego, ahora no era el momento de preguntar. Lo que estaba claro era que la cirujana estaba enamoradísima de Gabriela.

Rosa ya se esperaba lo que vio. Era cuestión de tiempo. Sabía que su amiga estaba perdidamente enamorada de la doctora y que lo estaba pasando francamente mal. Y Adriana desde luego si no fue lo suficientemente mujer como para defender en aquella fatídica cena a Gabriela, ahora delante de todos ya había dejado claro lo que significaba Gabriela para ella. Por fin había sido capaz de darle su lugar a Gabriela. Por fin el tiempo puso cada cosa en su sitio.

Muchos de los compañeros empezaron a aplaudir y a vitorearlas.

Gabriela se acercó al oído de Adriana y le susurró que se moría por sentirla desnuda y hacerla suya. Y también le dijo que quería que la mordiera por todo el cuerpo, pero no era cuestión de hacerlo ahí. Entonces Adriana la cogió de la mano y sin mediar palabra, se dirigió a la salida con ella. Gabriela sabía que por fin iba a llegar el ansiado momento de volver a juntar sus cuerpos y hacerlos solo uno. No se despidieron de nadie. Se fueron directamente al ático de Adriana y nada más entraron, se dirigieron de la mano al dormitorio de Adriana.

Adriana se sentó en el borde de la cama y Gabriela lo hizo a horcajadas sobre Adriana. Le encantaba sentarse sobre ella. No paraban de mirarse. Eso las mantenía vivas a las dos.

Adriana abrazó a Gabriela durante unos minutos. Podría estar en esa postura toda una vida entera. Seguidamente empezó a acariciar las piernas de Gabriela. Tenía las piernas más suaves que había tocado nunca. Subía y bajaba las manos con mucha delicadeza. Quería tocar todo el cuerpo de Gabriela, desde los pies hasta la cabeza y quería deleitarse con ello. Adriana se echó de nuevo a llorar. Gabriela lamió sus lágrimas saladas con su lengua.

-No sabes lo que te he echado de menos, Gabi, creía que me iba a volver loca- le susurró al oído.

-Yo a ti también Adriana. Te necesito en mi vida y te quiero bien cerca. No quiero separarme de tí y me gustaría que seas mi novia. No quiero volver a verte con otra mujer.

-Gabi, eres tú la que siempre tienes a alguien detrás tuyo. Yo tampoco quiero que nadie te ponga un dedo encima. No lo soporto.

Adriana volvió a besar a Gabriela. No quería esperar más para hacerla suya. Empezó a dejar pequeñas mordidas por el cuello de Gabriela. Estaban las dos excitadísimas. Y cómo no, la quiso dejar marcada como hizo Lara en su día. Así que a parte de morder la piel de Gabriela, también la succionó durante unos segundos. Qué fácil le resultaba intimar con ella. Con otra mujer no se veía tomando la iniciativa, aunque con Natalia lo llegó a pensar. Pero sabía que no iba a llegar a nada más. Le lamió el cuello lentamente y lo saboreó, mientras sus manos se introducían por las tiras del vestido, y le acariciaba los muslos. Sabía que con muy poco más se iba a correr. Luego sus manos ascendieron hasta su abdomen duro y le acarició los pechos. El sujetador le molestaba así que se lo desabrochó. Como el vestido, que con mucho cuidado también lo deslizó. En dos segundos dejó sus pechos al descubierto. Gabriela se levantó para quitarse el vestido y las bragas quedando desnuda delante de Adriana. ¡Cómo podía ser real esa mujer!. Adriana no se lo creía.

Gabriela se dispuso a desnudar a Adriana. Le molestaba toda la ropa que llevaba y también la quería desnuda. Sabía que tenían toda la noche para ellas pero aún así no quería perder ni un segundo.

Estando ya desnudas las dos, Gabriela se volvió a sentar a horcajadas sobre Adriana. Ésta enseguida sintió los preciosos y turgentes pechos de Gabriela apretándose con los suyos. Las manos de Adriana fueron directas a los glúteos de Gabriela. Ésta se movía de una forma muy sensual encima de Adriana, y eso estaba matando a la cirujana. Además el cálido y humedísimo sexo de Gabriela sobre su vientre la iba a volver loca de remate. Mientras una mano de Adriana seguía donde se había quedado, la otra fue a parar al pecho de Gabriela. Lo masajeó suavemente y empezó a lamerle el pezón igual que si estuviera lamiendo un helado. Volvieron a juntar sus lenguas y a besarse. Esa acción las volvía locas a las dos.

Gabriela también tomó los pechos de Adriana y los juntó uno con el otro. La imagen le pareció de lo más erótica. Acercó su cara a ellos y comenzó a lamer un pezón y seguidamente el otro. Llevaban ya tiempo luchando por no correrse. Querían disfrutar al máximo de la experiencia única que estaban viviendo. Acto seguido Gabriela se puso de pie de nuevo y apoyó sus rodillas en el suelo pidiéndole a Adriana que abriera las piernas, y ésta las abrió todo lo que pudo deseando que Gabriela entrara en ella. Como siempre, la cirujana estaba perfectamente depilada. La morena creyó morir teniendo esa visión ante ella.

Se acercó a su entrepierna mientras Adriana apoyaba sus codos en la cama, su espalda se encorvaba y su cabeza la echaba para atrás. Iba acariciando las hermosas rodillas y los muslos de Adriana cuando se acercó a sus partes íntimas para oler su humedad. Se ponía como loca de ver lo que provocaba en Adriana. Nunca había visto a una mujer que se humedeciera tanto como Adriana al tener relaciones sexuales. Acarició el clítoris en círculos con los dedos, suave y lentamente. Quería hacer sufrir a Adriana, pero también quería que tuviera uno de los mejores orgasmos de su vida. Adriana no paraba de gemir. Quería oírla gritar de placer. Y sabía cómo conseguirlo. Primero lamió lentamente con su lengua todos los fluidos de Adriana los cuales no eran pocos y cuando acabó de hacerlo, mientras con una mano le seguía acariciando el clítoris ya hinchado al máximo, con la otra se masturbaba a ella misma. Quería correrse a la misma vez que Adriana. Para estimular más el clítoris de Adriana se ayudó con lamidas de su lengua también alrededor del clítoris y esa lengua con vida propia se metía y salía de la vagina con una facilidad asombrosa. Era un vaivén delicioso. Estaba claro que iban a oír gritar a Adriana en todo el edificio cuando llegara a la cúspide del orgasmo.

Adriana cogió del cabello a Gabriela suavemente empujando su cara contra sus partes íntimas para hacer ese vaivén lo más profundo posible. Y por fin se corrió como nunca antes lo había hecho. A la misma vez que Gabriela. Gimieron las dos a la vez. Nunca antes había vivido tal experiencia. Nunca antes un hombre le hizo eso ahí abajo.

Ahora sí que lloraron las dos de felicidad.

-Te amo Adriana. Te amo y te quiero con todo mi corazón. A tu lado soy la mujer más feliz de este mundo.

-Yo tengo que confesarte algo Gabi. Yo me enamoré de ti en el primer momento que te vi, en vuestro office mientras hacías café. Te vi de espaldas y ya me llamaste la atención porque me pareciste despampanante con tu preciosa melena negra. Pero ya cuando te diste la vuelta y posaste tu mirada en mí, en la vida había visto una mujer como tú. Tus ojos son los ojos más bonitos que he visto en mi vida. Y a pesar de estar quedando con Javier, sabía que mi corazón solo te pertenecía a tí. Quién me iba a decir a mí que iba a acabar perdidamente enamorada de una mujer. Si me lo hubieran dicho antes de conocerte, no me lo hubiera creído.

A Gabriela esas palabras le parecieron preciosas. A ella le había pasado lo mismo que a Adriana. Es verdad que cuando la vio por primera vez le pareció una mujer inalcanzable y tampoco ayudaron los rumores que le llegaron sobre ella. Pero no podía evitar sentir lo que sentía. La cirujana le pareció guapa a rabiar. A parte de ser una mujer inteligente, madura y muy sensual.

Volvieron a hacer el amor hasta quedarse rendidas una encima de la otra. Y por fin volvieron a dormir abrazadas y de tirón toda la noche.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro