Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13. A solas

En toda la semana no se vieron en la clínica. Se esquivaban. No querían verse. Ambas sabían que de verse, se podían hacer mucho daño. Y si podían evitarlo, lo evitarían. Fue una semana dura para las dos. Pero era lo mejor que podían hacer ambas.

Gabriela recibió mensajes de Alba. Quería invitarla a salir. Pero Gabriela la rechazaba diciéndole que no estaba preparada, hasta que acabó sincerándose diciéndole que sentía algo por otra persona y que hasta que no se quitara a esa persona de la cabeza, no podía sentirse libre para empezar algo con alguien. Así estaban las cosas. Alba ya sabía por dónde iban los tiros. Pero antes de ella decir nada, esperaría a que las involucradas lo dijeran en algún momento. No tenía prisa.

Una noche, salía Gabriela de la clínica y se dirigía al parking a coger su moto. Cuando de repente apareció un hombre por detrás y se abalanzó sobre ella. Gabriela palideció y se bloqueó. Él empezó a manosearla y a subirle el vestido por detrás. Se empalmó solo de verla. Ella intentaba zafarse de sus brazos, pero el hombre de unos cuarenta años, estaba fuerte y no le permitiría irse hasta que no la hiciera suya. No se creía la suerte que había tenido. Quería abusar de una mujer, pero joder cuando vio a Gabriela, perdió el raciocinio y no se lo pensó dos veces. En el forcejeo que hubo, él la tiró al suelo y como si de un animal se tratara, comenzó a golpearla, tanto en su rostro como en el cuerpo. Quería dominarla y para ello usaría la fuerza que hiciera falta. Cuando de repente el guardia de seguridad de la clínica vio lo que estaba ocurriendo, se dirigió corriendo hacia ellos. El abusador se dio cuenta y salió corriendo maldiciendo a Gabriela y al hombre de seguridad. Éste salió corriendo tras él, no sin antes preguntarle a Gabriela si estaba bien. Gabriela se levantó como pudo. Tenía el labio hinchado, la nariz le sangraba y seguramente le saldría un moratón en el ojo. Eso sin pensar en lo que le dolían las costillas. Igual alguna estaba rota.

Gabriela no quería llamar la atención, por lo que fue directa a los vestuarios donde ella se cambiaba. No quería que nadie la viera en ese estado tan lamentable. Con la mala suerte que se cruzó por el pasillo con Adriana y aunque ésta tenía la mirada perdida, enseguida se dio cuenta de quién era la persona que tenía enfrente.

-Gabriela, ¿qué te ha pasado?- bramó desesperada.

Gabriela se desplomó de rodillas en el suelo y comenzó a llorar con ganas. Adriana la ayudó a levantarse y la llevó a una consulta que sabía que no la iba a usar nadie en toda la noche. Ayudó a Gabriela a sentarse en la camilla. Quería mirar qué cojones tenía y quién había sido el cabrón que le había hecho eso. Puso el pestillo de la puerta. No quería que nadie las molestara.

Gabriela no se atrevía a mirarla a la cara de la vergüenza que sentía. Adriana le cogió suavemente del mentón y le levantó la cara.

Tenía el labio hinchado, con sangre por el rostro. Pero aún así era la mujer más bella que había visto en la vida.

Le preguntó con suavidad qué le había pasado, entonces Gabriela le relató lo sucedido.

Los nudillos de Adriana estaban blancos de tanto apretar sus puños. Adriana quería acercarse a ella, pero no quería lastimarla más de lo que estaba. Lo que no sabía era que Gabriela lo que más deseaba en ese instante era que Adriana la abrazara y no la dejara sola nunca, quería sentirla bien cerca, necesitaba sentirse segura con ella.

Gabriela estaba sentada en la camilla, por lo que Adriana quería mirarle bien la cara, le pidió que abriera un poco las piernas para poder estar lo más cerca posible de ella y empezar a limpiarle la sangre de su rostro. Es lo que hizo. Al instante sintió las piernas desnudas de Gabriela apretando sus propios muslos, aprisionándolos. Y tanta proximidad no era buena para ninguna de las dos. Sus bocas estaban a escasos centímetros una de la otra. Las pupilas de las dos estaban muy dilatadas por el deseo, y la respiración entrecortada de ambas. Se miraron a los ojos y no pudieron evitar reducir la distancia entre ellas al máximo.

Adriana luchaba por hacer el bien, por no aprovecharse de la situación por la que acababa de pasar Gabriela, pero al mismo tiempo le era imposible no besarla, aunque sus labios carnosos y rojos estuvieran más hinchados de lo normal. Ya no podía, no quería luchar contra lo que ella sentía por Gabriela. Una fuerza sobrehumana la iba a llevar por el buen camino de dejarse llevar con la mujer que tenía delante.

De repente Gabriela metió sus brazos entre la bata de Adriana. Se le fue el miedo a que la cirujana la rechazara. Eran más fuertes las ganas que tenía de sentirla. La abrazó por la cintura y la apretó contra ella. La cirujana no se separó ni la rechazó. Adriana iba vestida con una blusa de seda gris muy elegante, con una falda negra de tubo abierta por un costado y con unos tacones de infarto. Como hicieron en el Luxury, sus labios se empezaron a rozar, ambas cerraron los ojos para imaginarse en otra dimensión. No era real lo que estaban viviendo, era todo un sueño del que ninguna de las dos quería despertar. Y Gabriela quería olvidar lo que acababa de vivir en el parking, y qué mejor si Adriana le ayudaba a hacerlo.

Gabriela miró a los ojos a Adriana, unos ojos que le devolvían la mirada con mucho deseo. Y luego bajó la vista a sus labios. ¡Qué apetecibles eran, joder! Imposible resistirse. Así que pasó su lengua por sus labios y empezó a pedir paso a los labios de Adriana, los cuales se encontraban medio abiertos. Se deslizó en la boca de Adriana tan sensualmente que creyó volverse loca. La lengua de Gabriela recorrió los labios de Adriana sin dejarse ningún espacio sin ser chupado y lamido. Y a Adriana le parecieron en ese momento los labios más suaves y sensuales que había probado nunca. Eran incomparables a los labios que había probado de cualquier hombre con los que había estado. Adriana sabía que podría correrse con tan solo sentir la lengua de Gabriela abriéndose camino en sus propios labios. Era una sensación espectacular.

Las manos de Gabriela no se iban a quedar atrás, ni quietas. Se encontraban en la cintura de Adriana cuando empezaron a descender lentamente por las nalgas de Adriana. Las apretó con ganas. Por fin, había estado soñando con ese momento desde la primera vez que vio a la doctora. Adriana comenzó a gemir.

Luego una de sus manos retiró un poco la bata de la cirujana. Con la blusa entallada que llevaba Adriana, se le marcaba perfectamente la forma de sus exuberantes pechos. Seguidamente le acarició un pecho con mucha delicadeza y como notó que al roce, el pezón se endureció, su otra mano comenzó a desabrochar ágilmente los botones de la blusa de la cirujana, dejándole una vista impresionante de sus pechos. Sus manos fueron directamente a acariciar los pechos de Adriana. Le estaban pidiendo a gritos que fueran tocados, sobados y masajeados por sus dedos. Gabriela había soñado casi todas las noches desde el día que conoció a la cirujana con lo que estaba haciendo en ese momento. Sólo fue cuestión de tiempo para que sus sueños se hicieran realidad.

Gabriela no paró de jugar con los hinchados, húmedos y jugosos labios de Adriana. Hasta que la auxiliar decidió morderle el labio inferior, lo que hizo que Adriana volviera a gemir y se corriera sin poder evitarlo. Parecía una quinceañera intimando con su primer amor.¡Joder que orgasmo acababa de tener!.

Después de deleitarse con los pechos de Adriana, y de haber acariciado delicadamente sus duros y erectos pezones, la mano izquierda de Gabriela recorrió suavemente la pierna de Adriana, por la abertura de la falda. Metió la mano por debajo de la falda y cálidamente masajeó las nalgas de Adriana. Esas nalgas eran perfectas al tacto. Subió con cuidado la falda hasta llegar a los muslos. ¡Joder, qué muslos más bien formados! Eran una delicia que quería probar con su propia lengua y su propia boca, pero por el momento le bastaba con sus manos. Mientras las lenguas peleaban una con otra por entrar más profundo en la boca de la otra, Gabriela comenzó a acercarse a la entrepierna de Adriana. Aún sin llegar a tocarla, por encima de las bragas notó que estaban más que empapadas.

-¿Ves lo que me provocas?- Le susurró Adriana al oído. Nunca le había pasado eso con un hombre.

Gabriela se quedó en shock. ¿Tanta humedad por ella? ¿Eso era posible?. En ese momento pensó en la noche que estaban las dos en casa de Adriana, concretamente en la cocina, y le tocó el clítoris sobre las bragas empapadas. Estaba claro que Gabriela la excitaba muchísimo.

Acercó sus dedos a la humedad de Adriana. Primero por encima de las bragas, acariciando con las yemas de sus dedos el clitoris, primero en círculos y luego de arriba abajo. Adriana creyó morir. Con un movimiento muy lento, Gabriela corrió las bragas para un lado, rozando directamente el clítoris con el dorso de su dedo. En esos momentos la cirujana soltó un gemido gutural. Sus partes íntimas quedaron a la vista de Gabriela ya que la cirujana estaba totalmente depilada. Y con esa visión a Gabriela se le nubló la vista. Adriana quería que Gabriela la hiciera suya, por lo que abriendo un poco las piernas la invitó a poseerla. Gabriela enseguida se percató de lo que quería Adriana, pero quería llevar las riendas de la situación, quería dominar a la cirujana, por
lo que después de retirar las bragas, comenzó a acariciarle el clítoris, tocándole muy suavemente y recreándose con sus labios vaginales. ¡Qué bien se sentían esos dedos mágicos y únicos tocándola directamente, sin telas de por medio! Los dedos de Gabriela estaban empapadísimos. El flujo caía por la mano de Gabriela.

-Gabriela, mira como te he puesto la mano, lo siento- le dijo Adriana retirándole la mirada algo avergonzada e intentándole limpiar la mano- es la primera vez que me ocurre.

-Adriana, no te avergüences por ésto. A mi me está enloqueciendo...¡Y ahora vas a ver lo que hago con ello! Además si es la primera vez que te pasa, a mi me enorgullece.

Eso era un manjar que no quería desaprovechar. Por lo que mientras Adriana echaba la cabeza para atrás creyendo que iba a enloquecer, Gabriela dejó de acariciar a Adriana y se llevó sus dedos a su boca. Lamió muy lentamente todo el líquido que había en sus dedos.Y Adriana cuando tuvo esa visión delante de sus ojos se sintió la mujer más feliz del mundo. No se lo podía creer. Pero Gabriela no había acabado con ella. Volvió a bajar su mano, volvió a retirar de nuevo las bragas y como seguía tan húmeda o más que antes, decidió introducir dos dedos en la vagina de Adriana. Mientras sus paredes vaginales se contraían, se abrían y se cerraban en actos reflejos, Gabriela metía y sacaba sus dos dedos. Como veía que esos movimientos los hacía como si nada al estar tan lubricada, decidió meter un tercer dedo. Y mientras las paredes vaginales seguían contrayéndose atrapando los dedos de Gabriela, como si no los dejaran salir, Adriana estaba a punto de correrse, justo cuando Gabriela sacó los dedos de su interior, se acercó al oído de Adriana y le dijo:

-Perdona Adriana, pero te vas a correr cuando yo diga -Gabriela quería mostrarle quién era la que mandaba en ese momento. Quería tener el control del orgasmo que iba a tener la cirujana.

-¿Qué?¿En serio? Por favor, penétrame ya con tus dedos porque estoy a punto de llegar- le soltó Adriana desesperada.

Adriana gemía sin parar. Le costaba respirar y pensaba que se estaba volviendo loca por tener el mejor orgasmo de su vida.

-No me has escuchado, Adriana. Te correrás cuando yo quiera-Y acto seguido volvió a acariciar los labios vaginales de la doctora. Pretendía alargar el tiempo antes de que Adriana se corriera. Quería hacerla sufrir y disfrutar a la misma vez. Y vaya si lo estaba consiguiendo.

A Adriana le estaba resultando la experiencia más placentera que había tenido en su vida. ¡Joder con Gabriela! ¿Cómo podía ser tan experimentada a la hora de follar si tan solo tenía veinticuatro años recién cumplidos?¿Acaso era una profesional en cuanto al sexo se refería?

Gabriela decidió que ya era hora de introducirle de nuevo los dedos en su interior. Metió directamente los tres dedos que había sacado. Y se volvió a acercar al oído de la cirujana para decirle que ya podía correrse libremente en sus dedos.

Así que después de un par de embestidas, Adriana se corrió por segunda vez. No podía más, le iba a dar algo, ¡joder!, ahora sí sabía lo que era correrse de verdad. Todo lo que había hecho antes de conocer a Gabriela, solo había sido algo de principiantes. Ahora sabía que Gabriela la había llevado al cielo directamente y que era toda una profesional en el terreno sexual. Tenía clarísimo que aunque fuera mucho más joven que ella, estaba sobradamente preparada. Se preguntó cómo había podido vivir treinta y cuatro años sin tener a esta mujer al lado. Era la primera vez que ella recibía placer de la otra persona. Lo que había hecho hasta ahora era sobrevivir, y ahora con Gabriela al lado, iba a empezar a vivir. Y ni punto de comparación hacerlo con un hombre a hacerlo con una mujer. Acabaron abrazadas, pero Adriana tuvo mucho cuidado de no lastimarla más de lo que estaba.

Pasados unos minutos y ya recuperadas las dos, Adriana le hizo las pruebas pertinentes y todo había salido bien, eso sí, tenía el cuerpo todo golpeado y no tardarían en salirle más moretones de los que ya tenía. Le recetó medicación para el dolor.

-Gabriela, estoy pensando que tienes que descansar y como vives sola, me gustaría que vinieras a mi casa unos días, hasta que te recuperes -Estaba deseando que le dijera que sí. Tenerla unos días en su casa podría ser una locura para las dos. Sólo esperaba que en esos días que Gabriela estuviera en su casa, ningún familiar se pasase por su casa.

Gabriela por su parte, necesitaba a Adriana en esos momentos, la necesitaba en su vida. Además sabía que Adriana tenía razón y que debía recuperarse y qué mejor si la cuidaba una doctora. Así que fue incapaz de decirle que no.

- Si a ti no te va a suponer un problema me parece bien irme contigo- se miraron embobadas.

- Problema es si me dices que no, Gabriela, quiero cuidarte y tenerte controlada.

A Gabriela le vino a la cabeza las palabras de Alba en el Luxury. Cuando le dijo que Adriana le había ayudado a Alba para que ésta saliera con Gabriela, entonces de repente pensó que Adriana la había invitado a su casa por obligación porque en realidad la que estaba interesada en ella era Alba,no Adriana, y lo que había pasado ahora era porque Adriana sólo se había dejado llevar por la pasión.

- Bueno, estoy pensando que tal vez me pueda ir a casa de Alba. Esta semana nos hemos estado mensajeando y nos hemos hecho más íntimas. Quizás ella estaría más por la labor de ayudarme porque tal vez para ti sea una obligación- Dijo Gabriela sin pensar lo que decía, y sin saber el daño que le había provocado esas palabras a Adriana.

-¿Qué? ¿Qué te has estado mensajeando con Alba? ¡No lo sabía!- De nuevo la invadieron los celos. No podía controlarlos y le fastidiaba mucho que Alba no le hubiera dicho que había estado hablando con Gabriela, sabiendo lo que sentía su amiga por Gabriela. Estaba roja y parecía muy enfadada- Bueno, Gabriela, igual eres tú la que prefieres irte con Alba y no conmigo. Si es así te llevaré con ella si quieres- Le dolió en el alma lo que dijo, pero si había estado tonteando con Alba, entonces ella no debía de meterse en medio. Eso sí, moriría de sólo pensar que Gabriela podría llegar a tocar a Alba como la acababa de tocar a ella en la consulta.

Gabriela se dio cuenta de que Adriana estaba molesta por lo que le había dicho, así que rectificó.

- Bueno, tú te has ofrecido y estoy segura que tú me vas a cuidar muy bien también. Me gustaría irme contigo- Replicó Gabriela. Deseaba irse con ella y no con Alba, nada que ver. Además no quería que Alba creyera lo que no era.

¡Cojonudo! ahora parecía como que le daba igual irse con una que con la otra. Pensaba después de cómo la había hecho correrse en la consulta y creía que era la persona más especial para ella por cómo la tocó. Pero con esas palabras volvió a bajarla a la tierra. Lo que entonces no entendía Adriana era como Gabriela, después de haber vivido la experiencia traumática que había vivido en el parking, podía pensar en tocarla y hacerla correrse, si parecía que le daba igual si la cuidaba Alba o ella. No le cabía en la cabeza.

Estaba claro que ni pensaban ni sentían lo mismo. Y eso la desesperó.

Al final mientras Gabriela esperaba que acabara Adriana el turno, habló con la policía ya que el guardia de seguridad finalmente consiguió atrapar al individuo y llamó a la policía. Gabriela quedó con ellos en ir a la mañana siguiente a poner la denuncia y además llevaría el parte médico que le había hecho Adriana.

Se subieron al coche de Adriana en silencio. Adriana estaba muy pensativa y con la mirada triste. No quería mirar a Gabriela porque ésta podría ver cómo alguna lágrima resbalaba por su mejilla. Tal vez la auxiliar acabaría jugando con ella. Eso le rompería el corazón. A esas alturas Adriana se dio cuenta de que ya estaba enamorada de Gabriela. Ya no podía rechazar ni negar sus sentimientos. Sería perder el tiempo. Estaba claro lo que sentía por la auxiliar. La deseaba con una ganas inmensas. Deseaba hacerle el amor en su cama, poseerla, tener sexo con ella, lo quería todo con Gabriela. Le había costado poner nombre a lo que sentía por ella, pero por fin lo había descubierto.

Gabriela también la necesitaba y como la tenía al lado, decidió poner su mano sobre el muslo de Adriana. Al momento de ese toque, el cuerpo de Adriana se tensó. Lo que no entendía era como Gabriela había sido capaz de hacer lo que había hecho con ella después de lo que había vivido en el parking, y después de llevar toda la semana hablando con Alba. No entendía nada. Tal vez estuviera jugando con las dos y le gustara jugar con fuego...

Pararon en casa de Gabriela para que pudiera coger muda limpia para unos días. Y directamente se fueron al ático de Adriana.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro