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Capítulo 72

Estoy feliz.

Estoy nerviosa, emocionada, y feliz.

Ayer me quedé en casa de Damian viendo una película con él y Carl. Y me sentí en familia. Familia… suena tan raro para mí.

Desde que Carl volvió, mi vida se ha vuelto mucho más caótica, y eso que pensaba que no podría ser así. Y no lo digo en el mal sentido. Ahora, siento más que nunca como si hubiera dos Jannas viviendo en mí: la mujer vengativa con un único propósito en su vida, y la mujer que está aprendiendo a vivir.

A decir verdad, ahora estoy enfatizando la segunda faceta, pero no ha aparecido ahora. Esa apareció con Liu… Liu… Hace dos días que no lo veo, y cuando lo hago apenas tenemos qué decirnos.

Me acerqué a él porque creía que conseguiría más información. Me quedé con él porque mi corazón dejó de consumirse en odio al conocerlo. Ahora Carl es mi mayor fuente de información, y apenas le presto atención a Liu. ¿Lo quería de verdad?

En cuanto a los adolescentes, estamos buscando una manera de meternos al bosque, y el mayor problema no es el bosque mismo, ni siquiera los Creepypastas, sino la PCE. Están obsesionados con recordarnos que el caso no es nuestro, y que ellos tomarán las medidas necesarias. Por supuesto, Damian y yo estamos buscando alguna manera de salvarlos clandestinamente. 

Cuando lo consigamos, Liu, digo Damian, digo… Liu… 

¿Quiero o no quiero a Liu? Me siento fatal por pensar que no lo hago. Lo cierto es que siempre evito darle muchas vueltas al tema, pero hoy… hoy, ahora mismo, mientras doy vueltas en la cama recordando estos días, no paro de pensar en su piel, sus ojos, su voz… 

Es importante saber si lo quiero de verdad. Es importante saber si me hace feliz. Dios, mi plan, mi fin último en la vida es acabar con su hermano… no puedo amarlo. No puedo…

Me eché las manos a la cabeza, miré de forma estática por unos segundos el techo y me incorporé de un salto.

Fui al baño, y, a oscuras, me eché agua fría en la cara. Levanté el rostro, solo podía apreciar mi silueta con una tenue luz de los primeros rayos de sol en el espejo. Pero esa luz no era suficiente para hacerme ver mis cicatrices.

Sonreí pensando que no tenía marcas del asesinato de mis padres, ni de todos mis años persiguiendo a su asesino. 

No tenía marcas porque todo era… perfecto. Y, en un mundo perfecto, sé que habría sido muy feliz con Liu. Es más, podría serlo también ahora, si tan solo…

Sonriendo me toqué el rostro, y, luego, las manos. El tacto rápidamente me hizo recordar todo lo que me había conducido hasta Liu. No sé lo que habría pasado en un mundo perfecto, pero este no lo es.

Una lágrima me recorrió la mejilla. No quiero dejar a Liu, él me entiende, me entiende en todas las facetas, me hace sentir especial, no quiero… no quiero hacerle daño.

[RIING]

El despertador. Hora de trabajar. 

Me sequé las lágrimas, me cubrí todas mis cicatrices, me peiné, y fui al armario para vestirme: tres chaquetas americanas negras casi iguales, los varios pantalones oscuros que siempre me pongo para trabajar, algún que otro vestido y, oh…

Mis ojos se iluminaron al ver aquel vestido negro colgando. Ese con el que fui a mi primera cita con Liu. No sé por qué, pero antes de darme cuenta ya me lo había puesto. Me miré al espejo. Estaba muy parecida a aquella cita, solo a excepción de los zapatos. Sonreí. Me gustaría que Liu me viera ahora mismo… ¿también sonreiría?

Antes de subir al coche para llegar a comisaría me quedé mirando el bosque en la lejanía, casi esperando que, de un momento a otro, su figura apareciera acercándose. 

Finalmente, y aún con la duda en mente, conduje hasta la comisaría.

Se veía que todo el mundo estaba trabajando, pero la organización era buena y no había excesivo jaleo. Damian sabía hacer bien su trabajo como comisario. 

Di una vuelta rápida para asegurarme de que todo lo referente a la investigación de Los Elegidos fuera bien.

—Buenos días, Lily —dije con una sonrisa que ella me devolvió.

—Buenos días, Janna. Quería hablarte sobre algo que he encontrado —giró un poco la pantalla de su ordenador— este chico desapareció hace tres años cerca de Rosewood Park. Al parecer investigaba sobre la veracidad de los Creepypastas y de leyendas urbanas. Cuando se le perdió el rastro solo encontraron papeles en el suelo con información sobre Slenderman, The Operator y Marble Hornets… 

—¿Has encontrado pruebas de que fueran ellos los culpables?

—Más o menos… creo que lo reclutaron como uno de esos proxys que vigilan el bosque. Al parecer era muy fan de los tatuajes, y tenía uno en el cuello bastante característico: una rosa con espinas desde las cuales florecían otras rosas. Bueno, pues he encontrado este otro caso de hace año y medio de una mujer de 60 años y su marido de 56 que, mientras caminaban por un bosque en Florida, fueron atacados por algo desconocido. La mujer sufrió muerte cerebral. El hombre, aún con conciencia, pudo llamar a la ambulancia y decirles su dirección para salvarse, pero desde entonces no ha vuelto a hablar. Lo único que ha hecho desde ese momento ha sido dibujar figuras de un hombre esbelto con tentáculos y… una rosa con espinas de las que salen otras flores —Lily tembló al terminar de hablar— Se me pone la piel de gallina… esto es real… hay que encontrar a esos chicos como sea. Lo que deben de estar sufriendo los pobres…

—Sí… sigue así, Lily. Cuántas más pruebas reunamos, más fácil será hacerle ver al mundo lo reales y peligrosos que son.

Lily sonrió de nuevo y volvió a teclear. Fui moviéndome por más mesas organizando las tareas y viendo los progresos conseguidos, hasta que llegué a la de Albert.

—Albert, ¿has podido hablar con los antiguos exorcistas del Vaticano para ver cómo acabar con…?

—Janna, ya he hablado con Damian. No pienso seguir con este caso. ¡Es una locura! Me dan igual las pruebas que haya de que esos bichos sean reales o no; el caso es de la PCE, no nuestro —su voz se notaba cansada, y un poco enfadada.

—Pero… Albert, la PCE no está haciendo nada por esos chicos.

—Janna, me quedan unos pocos meses para jubilarme. No pienso arriesgarlo todo siguiendo con… toda esta investigación clandestina. Lo siento —Albert se cruzó de brazos y respiró hondo. No podía recriminarle nada, estaba en su derecho de no querer arriesgarse por esto. 

—Bien… lo entien… —volvieron a cortarme al hablar.

—Janna… ¿po-podemos hablar? En privado… 

—Noah… claro. Vamos a mi despacho.

Caminamos a mi despacho. Noah se encontraba detrás de mí mientras lo guiaba, podía notar el jugueteo de sus manos y su mirada inquieta. Algo no andaba bien.

Abrí la puerta, le dejé pasar y la cerré para tener ambos privacidad.

—Siéntate.

—G-gracias.

Al estar cara a cara, pude notar mejor sus facciones, tenía su cabeza gacha, brazos encogidos y jugueteo de manos.

—Dime, Noah. ¿Qué querías hablar conmigo?

—V-verás… —tomó aire y me miró directamente— ¿sabes que soy un fanático de los Creepypastas, verdad?

Asentí y fruncí el ceño, pensando qué tenía que ver.

—Bien. Em… a ver cómo digo esto… —soltó una pequeña risa nerviosa— sé lo peligrosos que son, ya te has encargado de decírnoslo, pero como había que investigarlos a fondo yo… —dejó de hablar y me miró.

—Puedes contármelo, no pasa nada —le tranquilicé.

—Bien em… cómo lo digo… —tomó aire— invoqué a dos de ellos hace unos siete y cinco días —mi mueca al escucharlo debió decirlo todo, porque enseguida comenzó a explicarse antes de que yo pudiera pronunciar palabra— verás, tenía sentido. Si venían, a parte de poder atacarlos con la pistola y a lo mejor arrestarlos, también tendría la posibilidad de esconderme y, una vez se fueran, seguirlos por el bosque. ¡Hasta podría haberles puesto un localizador!

—Ah… —me llevé la mano derecha a la frente mientras respiraba profundamente. Tenía que sonar profesional aunque esa hubiera sido una idea realmente estúpida—. Está bien, Noah, pero somos un equipo… uno solo no puede contra ellos. Y, cuéntame, ¿a quiénes invocaste? 

—Pues, se rumorea que el que más daño le hizo a Carl fue Hoodie, así que lo invoqué para ver si le podía cantar las cuarenta… —volvió a esa risa nerviosa— aunque claro, en la invocación que encontré Hoodie y Masky se invocaban juntos, así que realmente he invocado a tres… bueno, eso no importa… —Noah hablaba muy rápido y con nerviosismo— y, dos días después invoqué a un Creepypasta que siempre me ha gustado mucho, así que me parecía bien verlo en persona.

—¿Y ese es...?

—Homicidal Liu —no sabía si reír o llorar. Me estaba imaginando a Liu cual fantasma apareciendo de un espejo. Aunque, oye, si realmente funcionaba sería más sencillo estar con él ahora que solo me puede contactar él a mí.

—Noah… déjame decirte algo. Esas… invocaciones, no son reales. Puede que estés abriendo portales a entidades malignas, pero no a los Creepypastas, al menos no a los humanos como Masky, Hoodie o Liu… aún así, ten claro que eso no le quita el peligro, sobre todo viniendo de los proxys.

—Ya… la cosa es que durante la invocación me sentí muy observado, y desde entonces siento que me persiguen y que me observan durmiendo… además, anteayer me… me desaparecieron papeles referentes a la investigación.

—¡¿Qué?! —dije alarmada. Respiré para volver a tranquilizarme, y barajé varias posibilidades. Bien… era posible que al haber llamado a proxys otro de ellos que fuera un ente sí se presentara y, al ver su tipo de trabajo diera la alarma al resto. Mierda… 

—¿Janna, estás enfadada? 

—No… tranquilo —viendo la forma irracional en la que había actuado Noah hasta ahora no podía contarle mi teoría, se volvería más paranoico y podría hacer cualquier otra idiotez—. Escucha, no te lleves nada del trabajo referente a ellos a casa, para que no se pierda. Luego, es muy probable que un ente no muy agradable se presentara en la invocación… debes limpiar todo tu hogar y a ti mismo. Mira, intenta esto…

Tras una media hora contándole a Noah qué medidas tomar, seguí viendo que todo estaba en orden. Después, me encargué también de dirigir otros casos de Precespyata no referentes a Los Elegidos.

Wise men say, only fools rush in. But I can't help, fallin' in love with you…

Una versión más lenta de can't help falling in love sonaba en la radio mientras conducía a casa. Bajé el sonido de la radio. Había algo en frente de la puerta de mi casa. Algo no, alguien… mierda, acababa de abrir la puerta. Ha entrado a casa. 

Aparqué el coche a un lado del edificio. Agarré mi pistola y me asomé al marco de la puerta. La han cerrado, la cerradura no está forzada… con mis llaves volví a abrirla, sin soltar la pistola. 

—¡POLICÍA! ¡MANOS ARRIBA, ESTOY ARMADA! 

Ningún ruido me respondía. Me asomé al salón.

—¡DIOS! —exclamé por el susto— ¡¿Liu?! ¡¿Qué haces aquí, tienes una copia de mis llaves?!

Liu estaba sentado en el sofá sonriéndome. Me estaba mirando de arriba a abajo. 

Se levantó y se acercó a mí. Con su mano derecha me quitó la pistola con sutileza.

—Me encanta ese vestido… es el de la primera y fastidiada cita —sonrió e hizo el ademán para besarme. Yo me quedé estática—. ¿Ocurre algo?

—Ocurre que… ¡¿cómo has entrado?! 

—No te pongas así. Quería darte una sorpresa, pero has llegado demasiado rápido —contestó sonriendo de lado. Para él todo era una broma. A mí no me hacía mucha gracia. Yo no sonreí de vuelta—. Pensaba que te alegrarías de verme —dijo de forma más seria.

—Liu, me has robado las llaves y las has copiado sin mi permiso, ¡y ni siquiera me he dado cuenta! Estoy contenta por verte, pero no de que te sobrepases con mi espacio personal.

—Entiendo… —puso los ojos en blanco y se sentó en el sofá, con el brazo alzado, indicándome que me sentara abrazada a él. Me senté sin acercarme mucho. 

—Tienes algo que decirme, ¿verdad? —pregunté de brazos cruzados.

—Mm… —colocó sus brazos en sus rodillas— sí, lo cierto es que sí… Janna —me miró y me acarició la pierna— únete a nosotros. No hace falta que hagas lo mismo que yo, pero vive conmigo, y trasládate con nosotros. Verás muchos lugares nuevos, tendrás libertad absoluta para hacer las mayores barbaridades que se te ocurran, entre nosotros nadie critica, nadie dice nada. Somos… libres.

—Liu, no puedo… 

Se acercó más a mí. Me retiró un mechón de la cara y me lo puso detrás de la oreja. Lo cierto es que ese gesto era suficiente para derretirme, pero esto era serio.

—Janna, no debería decir esto, pero corre el rumor de que puede que nos retiremos antes de lo previsto. Cuando nos traslademos, no sé si podrás encontrarnos, ni si yo podré encontrarte a ti… ahora mismo puedo venir a tu casa porque estoy cerca y no me ven, y los que lo hacen me guardan el secreto. Pero si estoy a miles de kilómetros de ti no podré verte. Janna —me agarró de las manos— te quiero. No soy el mejor al demostrarlo, duplicar las llaves de tu casa sin tu permiso es el claro ejemplo de ello, pero te quiero. Nos entendemos bien, no me quieres por interés de ningún tipo, no nos juzgamos, somos… felices. Yo al menos lo soy. Y podríamos serlo mucho más. Janna, vente conmigo… ven, si eres feliz conmigo, si me quieres… o renuncia a mí, pero hazlo ahora mismo… Por favor… —Liu tenía los ojos… llorosos. Era cierto. Me quería. Me quería de verdad.

Lo besé. Lo besé mientras pensaba mi respuesta, mientras decidía si este iba a ser mi último beso…

—Liu —respiré profundamente— me iré contigo. No ahora mismo pero cuando deje de tener asuntos pendientes… cuando sea el momento, que no tardará mucho en llegar, me iré contigo.

Curiosidad n°72: Los «asuntos pendientes» de Janna son acabar con Jeff. La pregunta es, ¿está Janna siendo sincera con Liu? ¿Lo está siendo consigo misma?

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