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Capítulo 71

Estaba acostado en la cama con Tenny, ella se acurrucaba a mi lado.

Sonreía como un bobo cerrando los ojos, imaginando cómo sería tenerla sobre mí. Solté un suspiro y llevé mi mano a donde estaría su pecho, pero en vez de tocarla a ella, toqué la cama.

Abrí mis ojos y miré a la derecha, donde se supone que ella estaba. Miré al frente y apreté mis puños con fuerza.

Me levanté corriendo a punto de golpear al maldito asesino que tenía entre sus brazos a Tenny, quien reía sin parar junto con él.

Mi tensa mandíbula temblaba junto con mis puños, llevé mi brazo hacia atrás y golpeé en la cara a Jeff, pero toqué la pared al atravesarlo.

—¡Joder! —exclamé al sentir ardor en mis nudillos.

Me giré y estaba en la cama con Tenny en su regazo, sonriéndome con burla.

—¿Qué pasa, Carl? ¿No sabes pegar? Puedo enseñarte luego de estar con Tenny —hizo hincapié en su nombre, en el maldito nombre que a mí me pertenece.

—Voy a quemarte vivo, hijo de perra.

Me lancé a la cama y pegué patadas, solo para darme cuenta que había desaparecido de nuevo. Solté un suspiro y golpeé mi cabeza con mi mano, luego con la otra, así varias veces tratando de reaccionar.

—No es real, no es real… no es real… no es real… está todo en tu cabeza… no es real… —murmullaba jalándome con fuerza del cabello.

Vi por el refilón de mi vista a Hoodie a punto de darme con su fierro. Inconscientemente rodé por la cama y me tiré al suelo, golpeándome el codo y el rostro. Gemí de dolor y lancé un puñetazo al suelo con rabia.

Levanté mi vista y no había rastro de Hoodie, me senté en el suelo apoyándome en la pared, abrazando mis rodillas observando la habitación por completo.

No había nadie, absolutamente nadie. No está Jeff, Hoodie está muerto, Tenny no ha escapado, y mucho menos si lo hubiese hecho no vendría a verme.

¿Realmente debí haberme escapado? ¿Merece la pena haber vivido para estar así? ¿Muerto de miedo, con alucinaciones de que vayan por mí de vuelta y se venguen por haber matado a uno de los suyos?

Sentí una presencia, miré a la esquina de mi derecha y ahí estaba de nuevo.

La sombra negra con sombrero me miraba fijamente.

—¿Eres real? ¿O eres otra alucinación más? —pregunté en alto con voz temblorosa, moqueé un poco y la sombra siguió en su sitio, mirándome fijamente.

Me levanté, caminé con decisión hacia la sombra y puse mi mano en su pecho, traspasándolo, el tacto era extraño, se sentía frío, como que podía tocar algo no sólido, pero había algo.

Retrocedí unos pasos y acercó su mano hacia la zona en la que lo había traspasado, para luego subir la mirada hacia mí.

Mi mano que lo había "tocado" temblaba, las lágrimas caían de mis ojos recorriendo mis mejillas pálidas y sentía la necesidad de vomitar, ya que trataba de retener las arcadas causadas por los nervios.

Caminé hacia atrás hasta tocar la cama, la sombra poco a poco se acercó hacia a mí, empecé a sollozar y caí de rodillas.

Creo que dentro de mí ya no importaba si vivía o moría. No veía diferencia, una vida manchada es inservible, cerré los ojos esperando a morir, ya sea con o sin dolor.

Cuando llegó a estar delante de mí se agachó y sentí una mano en mi hombro, apretándolo con fuerza.

Abrí los ojos y nuestras miradas se conectaron, ambos nos quedamos estáticos, yo por la impresión y el miedo que sentía y él a saber por qué.

No emitimos sonido alguno, simplemente nos quedamos en la misma postura hasta que luego de un tiempo que me pareció eterno se fue desvaneciendo poco a poco, como si nunca hubiese estado allí.

El pomo de la puerta se giró lentamente y se fue abriendo, sin nadie al otro lado.

La puerta del cuarto se había abierto sola.

Me levanté por cuarta vez y caminé hacia la puerta con recelo. Cada paso que daba podría ser el último.

Cada tanto miraba a todas partes, esperando por un susto que me diese un infarto, apareciese un asesino con un arma listo para perseguirme y acabar con mi vida o algo observándome fijamente.

Bajé los peldaños de la escalera uno a uno, pareciendo que sonase por toda la casa, alertando a cualquiera diciendo "¡hey! ¡Matadme, por favor!".

Estaba en la sala, completamente en silencio, hasta que escucho que se abre una puerta precipitadamente.

—¡Hola, Carl! ¿Cómo has estado? —se acercó a mí con una sonrisa y abrazándome, al que correspondí con mucho gusto.

—¡Hola, Janna! He estado bien —de repente, todas mis inquietudes e inseguridades se desvanecieron como la sombra de mi cuarto, pero rápidamente mi sonrisa se borró en cuanto vi a Janna examinar mi rostro.

—Carl, has estado llorando… —afirmó y me trajo al sofá y me sentó, ella se arrodilló quedando un poco por debajo de mi altura, debía tener mi nariz y ojos completamente rojos, mierda.

—No te preocupes por eso, solo pasó y ya, de verdad que estoy bien —sonreí, pero ella no me devolvió el gesto. Estaba completamente seria.

—El lunes irás al psicólogo, allí podrás desahogarte y esperemos que te ayude en algo, la PCE nos insiste en que vayas a uno, pero Damian y yo… Tal vez quieras hablar de ciertos temas que no te sientes cómodo hablándolo con nosotros —tocó mi mejilla con su mano cariñosamente.

—¿Crees que me ayude en algo? —murmuré encogiéndome de hombros, Janna besó mi cabeza y me abrazó por los hombros.

—Tal vez te sirva o tal vez no, intenta que sea algo beneficioso para ti, si no lo es lo dejamos, ¿te parece bien? —me habló con una voz tan calmada que cerré los ojos apoyando mi cabeza en su pecho.

—Bueno —Damian entró en la casa cerrando la puerta tras de sí—, el supermercado estaba lleno, así que tardé un poco, pero ya tenemos comida de vuelta —puso las bolsas en la mesa de la cocina y comenzó a colocar la compra. Janna y yo nos acercamos a ayudarlo y en unos minutos las bolsas quedaron vacías.

Nos sentamos en el sofá mientras Janna calentaba palomitas en el microondas.

—Hemos pensado en que podríamos tener una tarde de películas, ¿qué te parece? Para distraernos un poco —sonrió Damian, bajé la mirada pensando qué podríamos ver.

—¿Queréis ver películas de terror? —pregunté, a lo que Janna y Damian me miraron con extrañeza— Son mis favoritas —aclaré acariciando mis manos entre sí.

—Eh… —fue lo único que salió de la boca de Damian, por lo que Janna se apresuró a responder.

—Carl, cielo, ¿estás seguro de que es buena idea? ¿No prefieres una comedia o de dibujos?

—No. Si queréis ver una de esas está bien, solo… solo era una sugerencia.

—Oh, a Damian y a mí no nos importa es solo que…

—Es solo que pensábamos en algo alejado de ese ambiente, para no traerte malos… recuerdos, por así decirlo —siguió Damian, sonreí levemente, me sentía tranquilo y alegre, sentía su protección paternal y maternal, ¿así se debe sentir, no?

—No os preocupéis por eso, en serio, estaré bien.

Las palomitas se hicieron y se miraron entre sí, tratando de estar de acuerdo.

Janna agarró un bol enorme y echó las palomitas en él, caminó hasta el sofá con el tentempié y lo colocó en el centro de la pequeña mesa que estaba en frente del sofá.

Se sentó a mi izquierda, quedando yo entre Janna y Damian, me sentía como un niño pequeño que estaba a punto de ver una película para mayores con sus padres.

—¿Qué quieres ver, Carl? —preguntó Damian con el mando a distancia en su mano, navegando por el catálogo de películas.

—Scream, la primera.

Damian la reprodujo. La película comenzaba con Casey haciendo palomitas en la cocina hasta que suena el teléfono.

El asesino flirteaba con ella, hasta que cada vez se volvía más y más insistente. Depués de que asesinase al novio, Casey comenzó a desesperarse mientras buscaba con qué defenderse.

En ese momento, miré hacia la ventana y el cristal estaba algo sucio, pero logré ver a alguien de ojos verdes y pelo castaño, estaba algo borroso. Seguí mirando por unos segundos y luego volví a ver la película para después echar otro vistazo, dándome cuenta de que había desaparecido aquella "persona" o ser. No le di importancia, ya que tranquilamente podría ser otra de mis alucinaciones.

Damian y Janna veían atentamente la película mientras agarraban palomitas de vez en cuando, me acurruqué en el centro, sintiendo el calor y compañía de ellos, los que me hacían sentir como en un hogar de verdad.

Curiosidad n°71: Carl ya no distingue lo real de lo irreal, ¿pero cómo sabemos qué es una alucinación y cuál no?

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