Capítulo 70
No pudimos dormir en toda la noche.
Los gritos de Tenny se quedaron grabados en mi mente. Tampoco puedo evitar pensar, ¿si Tenny no hubiera llamado la atención de Tails Doll, me habría comido a mí sin tener a ningún Creepypasta que viniera a salvarme? Dios, Tenny me ha salvado, nos ha salvado…
Brian me rodeaba con su brazo derecho y mi cabeza se apoyaba en su pecho. No dormía, pero estaba relativamente relajado, en su mente.
Me alejé de él para estirar las piernas.
Me miró.
—Lana, ¿todo bien? —me preguntó con voz apagada. Afirmé con la cabeza.
—Voy a preguntarle a Tenny cómo está. ¿Crees que me escuchará desde aquí? No hemos hablado con ella desde que la puerta se cerró. Me gustaría saber qué Creepypasta la ayudó…
—Jeff. Está claro —contestó Brian— de todas formas, ¿nos interesa, acaso? No van a ayudarnos a nosotros por ser amigos de la enamorada —el tono de voz de Brian dejaba ver algo de enfado y frustración. ¿Por qué exactamente?
—Voy a preguntarle qué tal está… no pretendo sacar nada de eso. Es mi amiga, nuestra amiga, y estoy preocupada por ella —me acerqué a los barrotes.
—Lana… hace unas horas que no se la escucha gritar ni nada… habrá conseguido quedarse dormida, no la despiertes…
Hice caso omiso a Brian y comencé a llamar a Tenny. Contestó la segunda vez que grité su nombre.
—¿Sí… sí? —su voz era débil, pero no tanto como pensaba. Antes y después de hablar hacía pequeños jadeos de dolor.
—No te hemos dicho nada porque no queríamos despertarte…
—Pues lo has hecho —contestó con tono burlón. Miré a Brian y él me respondió con una mirada de «te lo dije»— pero no te preocupes. ¿Vosotros estáis bien?
Que Tenny preguntara por nuestro estado me pareció conmovedor. A pesar de todo, el secuestro no la ha cambiado tanto como para dejar de querernos… Aunque a veces me hubiera dado esa impresión en el pasado.
—Sí, sí —respondí con una gran sonrisa— estamos perfectamente…
—Algo hambrientos, si se me permite decirlo —gritó Brian.
—¡Oh! Me… me trajeron comida, pero no sé si puedo lanzárosla desde aquí, no tengo mucha fuer…
—Tenny, no te preocupes por nosotros. Estamos bien… —miré a Brian. Él sonrió de una manera extraña, como triste, y apoyó de nuevo su cabeza en la pared, mirando al techo— Tenny, ¿cómo estás tú? ¿Han venido a curarte?
—Sí… Liu, el hermano de Jeff. Lo cierto es que no me lo esperaba de él… pero supongo que sabe que si muero su hermano… —Tenny paró unos segundos de hablar— su hermano… supongo que… Jeff se entristecería si muriera… ¿verdad? —su voz denotaba tristeza, parecía al borde del llanto— Lana, Jeff… tú crees que a Jeff le afectaría mi muerte… ¿no es así? Sí, por eso Liu me ha ayudado, por eso no me dejan morir… Jeff… le importo… ¿no?
Tenny volvió a sorprenderme. Su principal preocupación si muriera no éramos Brian y yo, ni sus padres, ni su hermano. Ni siquiera ella. Era Jeff. Su mayor preocupación, era él…
—Sí, Tenny… por supuesto que le importaría… —contesté no muy animada— Tenny, pero recuerda que no solo a Jeff le dolería tu muerte… También están tus padres, tu hermano… nosotros. Tenny no sabes lo que me dolería que… que murieras… —me costaba tanto decir alguna palabra relacionada con la muerte… cada vez que lo hacía, sentía como si la estuviera llamando.
—Está… bien saberlo, Lana —contestó la rubia despreocupada— vosotros también me importáis. No me gustaría que os mataran, la verdad… no me haría ninguna gracia.
Tenny era una persona extraña. Hablaba de la muerte mía y de Brian no tanto como de algo que produjera dolor, sino como algo que simplemente no le gustaría, como cuando se te rompe un objeto que te gustaba mucho: no te duele, simplemente no te gusta que se haya roto.
—Tenny —la llamó ahora Brian— gracias… por protegernos de Tails Doll o cómo se llame… no sé si lo has hecho adrede, pero gracias.
Brian estaba en su mundo completamente. Pero me gustaba que se lo agradeciera, aunque estuviera fuera de contexto.
—¿Me estáis agradeciendo que me haya arrancado un trozo de brazo a mí en lugar de a vosotros? —contestó ella con tono humorístico.
—Pues sí, lo cierto es que se agradece… —respondió Brian soltando una pequeña risa al final. Seguía mirando al techo, ahora con nostalgia— Acabo… acabo de recordar los primeros días aquí, cuando Jeff me apuñaló en la mano —Brian miró su mano. Lo cierto es que le había quedado una cicatriz muy fea, pero por suerte podía moverla— en ese momento me pareció… lo segundo peor que podía pasarnos: ser apuñalados en la mano —su tono de voz se volvió más sombrío— y ahora míranos… —me miró con expresión triste. Me acerqué a él para abrazarlo. Tenny se tomó unos segundos en decir algo.
—Sí, los primeros días… —se notaba que le costaba hablar, que le dolía todo el cuerpo, pero aún así parecía tener un tono alegre, hasta dulce— recuerdo cuando vi a Jeff por primera vez. Me asusté muchísimo… Dios, ¡Jeff The Killer! Había leído tanto sobre él, creía que lo sabía todo… En ese momento me pareció mi mayor amenaza, y ahora es gracias a que me llevo bien con él que no he muerto en varias ocasiones… Irónico, ¿no?
Yo rei.
—Ay, Tenny. Si a tu tú de hace unos meses le hubiéramos dicho que ibas a medio cumplir esos fanfics que leías sobre él…
—¿Qué? Lana por favor, solo leía esas historias para reírme, nada más… —volví a reír al escucharla. Me hacía gracia recordar esos momentos en los que pillaba a Tenny con historias románticas sobre Creepypastas en el móvil, y ella los escondía rápido y evitaba el tema. Aunque en ese momento yo no tenía ni idea de que estuviera fantaseando con asesinos.
Brian sonreía, mientras que Tenny estalló en risa también conmigo. Una risa que pronto empezó a sonar como un llanto.
Tenny comenzó a llorar, a llorar y a llorar desconsolada.
—Tenny… —la llamé— ¡Tenny! ¡¿Ha ocurrido algo?! ¡¿Va todo bien en tu celda?! —pregunté exaltada. Brian se acercó a los barrotes para intentar verla. Misión imposible, todo estaba demasiado oscuro.
Luz. Amor. Confort. Abrazos. Hogar.
Sangre. Oscuridad. Humedad. Soledad. Dolor. Infierno.
—De-dejadme. Por favor, ne-necesito un rato sola —dije como pude entre llantos para calmar a Lana y Brian, quienes pronto dejaron de llamarme.
Lana me había hecho recordar mi antigua vida. Esos momentos en los que leía sobre Creepypastas sabiendo que eran pura ficción. Cuando tenía una cama para dormir, higiene básica, una familia, unos amigos…
Creí recuperarlo con Jeff. Lo había recuperado todo. Y de la mejor manera.
Ahora, estaba en esta celda. Sola. En oscuridad. Las paredes eran húmedas y frías. El suelo era duro, sucio y de un hormigón helado. El brazo me palpitaba. Cualquier mínimo roce me provocaba el peor de los dolores. La cabeza me daba vueltas. En definitiva todo era… muy diferente a los fanfics que, admito, alguna vez he leído.
Tengo miedo. Estoy sola. No quiero asomarme a los barrotes, pues tengo la puerta de este edificio al lado. Sé que me moriré de miedo la próxima vez que escuche esa puerta abrirse. ¿Y si Tails vuelve? ¿Y si Laughing vuelve? ¿Y si B.O.B. se cuela aquí dentro?
Hasta ahora he estado protegida o he tenido mucha suerte. Pero hasta y así he acabado con un trozo de brazo arrancado, devorado por ese macabro ser.
Me toqué la cabeza. Estaba sudando, y no de calor. Comencé a arañarme con mi brazo oponible para calmarme.
—¡¡AAAAAAAAAAH!!
Lana y Brian comenzaban a llamarme, pero no les hice mucho caso.
Mi cabeza empezaba a llenarse de recuerdos macabros, una por una, las muertes de todos.
Las tripas de Josh en el suelo.
Los gritos de Fu y el sonido de la puerta de metal abriéndose y cerrándose con fuerza. Su cabeza aplastada en el suelo.
Lexy desnuda con una bala en la cabeza. Parecida a un animal en plena cacería.
El brazo de Locke arrancado de su cuerpo. Toda la sangre que chorrea en paredes y suelo.
Carl con las venas cortadas, su rostro lleno de sangre, cuando me miró fijamente mientras yo trataba de ignorarle, cuando casi me viola si no fuese por Lana y Brian. Maldito enfermo, y él fue el que se tuvo que escapar en vez de alguno de nosotros tres.
El padre de Brian y Fu siendo devorado. Los ojos de Smile Dog mirándonos disfrutando.
Tails. Tails Doll. Sus dientes puntiagudos, sus no-ojos sangrando, ese destello rojo…
Mi brazo. Mi brazo. Me miré el brazo. Salía mucha sangre. Todo lo que me había puesto Liu para tapar la herida está rojo. No sentía apenas los dedos. No sentía apenas el brazo. Miré las paredes, no están rectas, se movían. Miré el suelo, se tambaleaba. Los barrotes se retorcían como serpientes. Me costaba respirar. Escuché la puerta. Pasos corrían hacia mí. Me arrastré hasta el fondo de la celda para no ser vista.
Me desmayé.
Curiosidad n°70: Desde el ataque de Tails Doll la fortaleza de Tenny tratando de alejar los eventos traumáticos de su mente se ha desvanecido.
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