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Capítulo 7: ¿Dónde están nuestros hijos?

[Narrador omnisciente]

—Ya han pasado dos días, tenemos que denunciar la desaparición... —murmuró la madre de la chica rubia mientras se mordía las uñas. Sus ojos contorneados de rojo anunciaban que había estado llorando. 

—He hablado con los padres de los demás —respondió su marido con un falso tono despreocupado— todos han cogido lo mismo de casa y han desaparecido el mismo día, ¿y si han decidido escaparse por un tiempo?
—El padre de Tenny siempre había sido un hombre relajado y positivo, y aunque en esta situación tratase de guardar la calma para tranquilizar a su mujer, dentro de sí no podía evitar temerse lo peor. 

—Sea lo que sea, tenemos que hacer algo —continuó hablando su esposa, esta vez de forma más nerviosa—.  La madre de Josh es la que más alterada está. Dice que no va a esperar un minuto más a que vuelvan, que piensa ir ya a la policía, y yo voy con ella. Me parecería muy raro que Tenny se escapara, creo que algo grave ha pasado —contestó la madre mientras tomaba las llaves del coche.

—Espera, voy contigo. Quédate en casa, Leo. No tardaremos —avisó el padre a su hijo, unos años menor que Tenny, quien asintió mientras seguía jugando videojuegos. 

Esta comisaría solía ser más tranquila que las demás en las que había estado. Aún faltaban quince minutos para el descanso y ya todos actuábamos como si lo fuese.

—Janna, mira eso —me dijo Lily, la secretaria de comisaría, señalando la puerta de entrada.

Había un gran número de personas pasando de repente, todos adultos de mediana edad.

—¡AYUDA, AYUDA, MI HIJO HA DESAPARECIDO! —soltó alterada una mujer de complexión algo ancha y pelo rizado.

—Tranquilízate, por gritar no lo van a encontrar antes —dijo un hombre algo cansado a su lado. Parecía ser su marido.

—Buenas tardes —Me acerqué a ellos lo más relajada posible, esperando que algo se les pegara—. Soy la inspectora jefe Janna Weskare, ¿pueden explicarme mejor la situación? —pregunté extrañada.

—Buenas tardes, llevamos sin ver a nuestros hijos desde el domingo —contestó tranquila una de las madres. Era una mujer de pelo rubio oscuro y ojos avellana—. Parece ser que se han llevado sus teléfonos móviles pero no contestan a ninguna llamada ni mensaje desde esta mañana, estamos preocupados.

—¿El domingo? Ya es martes, ¿por qué no denunciaron antes? —No lo entendía. De normal los padres denunciaban la desaparición el minuto en que no localizaban a su hijo.

El padre de uno de los desaparecidos se acercó y me contestó de inmediato preocupado. Hablaba muy deprisa por los nervios. 

—El domingo por la mañana ya no estaban en casa, pero nos mandaron unos mensajes diciendo que salieron temprano a hacer deporte todos juntos y que luego se quedarían en casa de Brian y Fu a dormir. No nos extrañó porque Lana ya había ido a correr por las mañanas otras veces. Sin embargo, cuando llegó el lunes y nos llegó la falta de asistencia del instituto comenzamos a preocuparnos.

—¿Por qué no denunciaron ayer entonces? —fruncí el ceño confusa.

—No contestaban a las llamadas pero sí a los mensajes —continuó el mismo hombre—. Nos dijeron que el domingo se durmieron a altas horas de la noche y ya no alcanzaron a llegar a tiempo a clase, pero que se quedarían todo el día haciendo deberes y estudiando, y que seguramente se quedarían una noche más allí, pero tendrían más cuidado para llegar a tiempo a clase. Hoy nos ha llegado otra falta de asistencia y por ello hemos ido enfadados a casa de los Sanadesio para ver qué había sucedido, pero no había ni rastro de ninguno, ni siquiera parecía que hubiesen estado el domingo allí...  Luego nos dimos cuenta de que todos se habían llevado lo mismo de casa: una navaja, una linterna y el móvil —al terminar de hablar, el padre dirigió la mirada hacia su esposa de pelo castaño, quién lo abrazó apenada. No pude evitar fijarme en la gran diferencia de altura entre ambos. 

—Entendido, nos haremos cargo de la situación, pero primero, ¿nos podrían dar su identificación y la de sus hijos? —respondí con tranquilidad.

—Por supuesto —contestó la misma mujer  rubia que empezó explicando la situación. Me tendió el DNI de su hija, el suyo y el de su marido. 

—Tenny, bonito nombre —comenté. Era la primera vez que lo escuchaba.

—Gracias... —dijo la madre cabizbaja.

Miré a mi entorno y todos los demás me dieron la documentación de sus hijos, eran ocho en total.

—Tendremos que interrogarlos por familias para analizar mejor la situación —informé a los padres. —El interrogatorio comenzará en 15 minutos, empezaremos por los padres de Tenny Vlacada —anuncié con suma tranquilidad. 

Quedando un domingo y no apareciendo en días de clase, sin olvidarse el móvil y solo contestando hasta que se nota que no cuelan más las mentiras... Por lo que había visto de momento, todo apuntaba a ser un grupo de adolescentes que cansados de todo decidieron escaparse por un tiempo, aunque fuese eso o no, la situación no dejaba de ser grave.

La secretaria de la comisaría, Lily, ofreció asiento y café a los progenitores. Yo por mi parte decidí comenzar antes de lo previsto, así que guie a los padres de la chica rubia hasta la sala de interrogatorios.

—Sé que la situación es dura —dije con tono dulce mientras me sentaba— pero necesito que me cuenten todo acerca de Tenny para que esto termine como un simple susto —tranquilicé a sus padres. Ellos respiraron hondo para no caer en un ataque de nervios.

—Bueno, nuestra familia es bastante normal y tranquila —comenzó diciendo la madre— mi marido y yo rara vez peleamos, y si lo hacemos es por tonterías. Además, Tenny se lleva bastante bien con su hermano pequeño Leo y nunca ha sido una chica problemática —declaró la mujer de mediana edad.

—¿Cómo es la personalidad de Tenny? ¿Creen que se haya podido sentir agobiada estas últimas semanas? —contesté mientras anotaba en mi libreta.

—Tenny es una chica muy directa, aunque algo despreocupada, por lo que no tiene punto medio, o te lo cuenta todo y no de la mejor manera o no te cuenta nada... —dijo el padre nervioso.

—Tenny es una chica adorable —replicó la madre mirando algo mosqueada a su marido.

—Señora, sé que esto es duro pero tienen que ser muy claros sobre cómo es su hija verdaderamente, si no no podremos hacer nada —respondí con serenidad—. Ella y sus amigos, ¿qué tienen más en común? ¿Algún interés en especial?

—Tenny solo tiene dos hobbies que yo conozca, escuchar música y ver películas de terror con sus amigos —contestó la madre—. Siempre le han apasionado las historietas de miedo. Estoy segura de que fue ella quien le transmitió ese amor a sus amigos —Sonrió mientras miraba el suelo. Noté como sus ojos se aguaban. 

—¿Sólo ven películas de terror? —pregunté mientras anotaba. 

—Así es —la madre me miró extrañada, parecía no comprender el porqué de la pregunta. No, debería quitarme esa idea de la cabeza... No todo gira en torno a eso. 

—¿Cuándo fue la última vez que salió todo el grupo? —Seguí preguntando.

—El fin de semana pasado. Nos contó que fueron al cine juntos y luego se quedaron en casa de uno de ellos a dormir. El resto de la semana transcurrió con normalidad hasta este finde, que como ya sabrá el domingo ya no aparecieron —dijo la mujer apenada.

—Eso es todo por ahora, muchas gracias por venir. Llamen al siguiente por favor.

La siguiente en entrar fue la madre de Locke Namoc, el chico castaño de ojos verdes. Se notaba que esos rasgos los sacó de su madre. De nuevo comencé preguntando por cómo era la situación familiar.

—Bueno, mi hijo y yo vivimos solos. Su padre... ni idea de dónde está, y tampoco me interesa, la verdad. Mi hijo y yo estamos perfectamente bien así —contestó la mujer con seguridad.

-—Es decir, su hijo se crio solo con usted, ¿no es así?

—Sí, en efecto —afirmó la mujer. Esto ya me daba más pistas, carecía de una figura paterna.

—¿Cómo es Locke? ¿Cómo es la personalidad de su hijo?

—Locke es un buen niño, siempre ha sido bueno, educado, responsable y muy atento, nunca ha tenido un mal comportamiento.

—Entiendo... ¿y cuáles son sus aficiones?

—¿Aficiones? —preguntó confusa la mujer de cabello castaño.

—¿No sabe cuáles son los pasatiempos de su hijo? ¿Lo que le gusta y lo que no? —fruncí el ceño mirando con atención a la mujer.

—Bueno... le gustan las manzanas pero odia el brócoli, pero sigue siendo un chico muy sano —respondió con una sonrisa nerviosa—. Trabajo mucho para sacarnos adelante, ¿sabe? Hace... hace tiempo que no puedo pasar tanto tiempo con mi hijo. 

—Comprendo... —no pude evitar mirarla con tristeza. Qué pena tener familia y no poder disfrutarla...— El interrogatorio ha terminado, muchas gracias por su tiempo. Ah, ¿podría llamar a los padres de Lana Galeddalo, por favor? 

—Sí, por supuesto —Se levantó la mujer y llamó al matrimonio. Por la puerta se asomó una pareja que notablemente irradiaba felicidad con naturalidad, pero esta vez se veían preocupados por su pequeña. Era el matrimonio con la gran diferencia de altura. 

—Buenas tardes, inspectora Weskare. Somos los padres de Lana, mi marido le explicó toda la situación antes —saludó la mujer extendiendo su mano, a la que estreché con gusto.

—Es un placer —Sonreí—. Bien, comencemos, ¿podrían hablarme de su hija?

—Es una chica muy alegre y curiosa, no es tímida, es simpática, educada y responsable —respondió su padre mientras anotaba en mi cuaderno.

—Por eso nos extraña que haya desaparecido así como así...

—Es entendible. ¿Qué suele hacer su hija con sus amigos? ¿Han tenido alguna vez una discusión con ella por problemas con sus amistades? 

—Solían quedar para ir al cine e ir por la ciudad, algo normal entre adolescentes, y nunca llegó borracha a casa —contestó el padre. Su mujer hizo el ademán de querer llorar, a lo que él enseguida respondió tomándole de la mano para tranquilizarla—. Y no, nunca hemos tenido problema alguno con sus amigos. Lana... Lana es muy buena. Sabe con quien juntarse y siempre se acerca a los que no son tan sociables como ella. 

—¿Veían películas de terror? —Ambos me miraron extrañados. Esa idea retumbaba en el fondo de mi cabeza, siempre lo hacía... 

—Nosotros no, no nos gusta ese tipo de género, es muy violento para nuestro gusto. —Respondió ahora la mujer mientras acariciaba el brazo de su esposo—. Pero creo que Lana sí las veía con sus amigos, aunque no nos gustase mucho la idea de que viese cosas innecesarias —respondió la madre con algo de desagrado al mencionarlo— ¿por qué la pregunta?

—Es parte de la investigación —contesté sin darle importancia.

—¿Cree que tengan algo que ver? —preguntó con preocupación el padre.

—Solo estoy haciendo un análisis superficial de lo que pudo haber pasado y por qué, no se preocupen... ¿Cómo es su situación en casa? 

—Nunca peleamos, Lana es muy obediente y tenemos una gran convivencia, cada uno hace lo que tiene que hacer en casa y nuestra hija sale sin problema, ya que confiamos en ella... —tragó en seco la madre.

—¿Y ha notado algún comportamiento extraño en su hija últimamente? 

—Ahora que lo dice... desde que se quedó a dormir en casa de Fu y Brian la semana pasada con los demás, ha estado mucho más negativa y apagada... también algo paranoica, parecía como si tuviera miedo de algo... —contestó el padre.

—Mm... interesante. Muchas gracias por contestar a todo, han sido muy amables. ¿Podrían llamar a los padres de Brian y Fu Sanadesio, por favor? —los padres asintieron y me agradecieron, salieron de la sala y tras unos segundos apareció una pareja de dos hombres, uno de pelo moreno y otro rubio. Llevaba poco tiempo en Precespyata pero he oído hablar de ellos, al parecer manejan una de las empresas de electrodomésticos más importantes del estado. 

—Buenas tardes, somos los padres de Brian y Fu —Me saludó el hombre rubio. 

—Buenas tardes, caballeros, ¿podrían hablarme de sus hijos?

—Fu es bueno en los deportes, le apasionan, mientras que Brian se esfuerza en los estudios —comentó el rubio de nuevo.  Estaba sentado en la silla derecha.

—Son unos niños muy educados y responsables, se centran en los estudios y nunca han sido expulsados, no suelen ir a fiestas —continuó el moreno, sentado a la izquierda.

—¿Qué hay de sus hobbies?

—Pocas veces juegan videojuegos y salen de vez en cuando con Lana por la ciudad, es una chica encantadora las pocas veces que la hemos visto.

—¿Y su situación familiar? ¿Cómo es la vida en casa?

—Se nos es imposible estar en casa por mucho tiempo... —musitó el moreno con algo de tristeza— Somos dueños de una empresa, y por ende estamos obligados a hacer muchos viajes de negocios juntos para expandirla. N-no los vemos mucho, y ahora que han desaparecido... —dijo con voz quebrada a punto de estallar en llanto, a lo que su marido lo abrazó mientras masajeaba su espalda.

—No sabemos qué ha podido pasar —comentó el rubio— el sábado les llamamos pero nadie contestaba, pero suponíamos que era tarde y ya estaban dormidos. Nosotros estábamos en Hong Kong y el horario es distinto, así que no le tomamos importancia. Volvimos a llamar el domingo a una hora más temprana y nadie respondía, y luego nos encontramos con 2 mensajes del instituto por faltas de asistencia. Ellos nunca han faltado a clase, así estuvieran enfermos, por eso sabemos que algo grave ha pasado... —el hombre apretó sus labios y tensó el rostro— ¿Sabe? Nuestra empresa es conocida, nos esperaríamos tal vez que algún desquiciado secuestrase a nuestros hijos a cambio de dinero, en este mundo puedes esperarte cualquier cosa de quien sea, ¿pero que desaparezcan de la noche a la mañana ocho adolescentes? —añadió con el ceño fruncido confuso.

—Es extraño —les confesé—. Por ahora, todos ustedes me han dado una descripción similar de sus hijos. No parecen ser malas personas, pero la cara que uno le pone a sus padres no es la misma que se le da a sus amigos o personas del exterior, no trato de ofenderles, pero tal vez sus hijos sean de otra forma que desconozcan, es la adolescencia, y todos pasamos por esa etapa y somos conscientes de lo que uno es capaz mientras la vivimos —dije mirando a la pareja con mirada comprensiva, a lo que ellos miraron hacia abajo dubitativos —no estoy descartando que realmente pudo pasar algo y que esté equivocada, lo investigaré, pero no quiero tachar cualquier posibilidad de lo sucedido.

—Lo entendemos, inspectora —respondió el moreno. Hacía un rato que se había secado las lágrimas—. Solo, por favor, encuéntrelos sanos y salvos —asentí y ellos se levantaron.

—¿Podrían llamar a la familia de Josh?

—Claro —respondió el rubio y salieron de la habitación. Escuché unos pasos apresurados venir hacia mí, una mujer con tacones y vestido se acercaba. Era la misma que había gritado que su hijo había desaparecido por toda la comisaría, y no me extrañaría que también por toda la calle. 

—Hola, señora, tome asiento —hice un ademán para que se sentara en la silla.

Sin decir nada, ocupó el asiento y a los segundos entró un hombre que imitó el gesto de la mujer.

—Lamento llegar tarde, estaba en la máquina expendedora. Somos los padres de Josh.

—No se preocupe, estábamos por comenzar, ¿podrían hablarme de su hijo?

—Mi hijo es un cielo, es obediente, guapo, inteligente, cariñoso, atento —habló la madre pero fue interrumpida por su marido.

—Es ruidoso, siempre quiere atención, una vez prendió fuego la cocina porque le echó aceite a la leche para que se calentara más rápido... —al decir eso traté de contener una risa con solo imaginármelo.

—¡Eso fue un accidente! —exclamó la mujer reprochando a su marido.

—Por Dios, ¿cuánto oxígeno en el cerebro te falta para pensar siquiera que echándole aceite a la leche se calentaría más? —arqueó una ceja el padre cruzándose de brazos.

—Siento interrumpir su discusión, pero estamos en el interrogatorio de la desaparición de su hijo... —hablé tratando de volver al tema central.

—Josh seguramente se escapó con sus amigos para ir a divertirse, estará tratando de llamar nuestra atención como siempre hace, ¡solo estoy aquí porque ella me está volviendo loco! —señaló a su mujer alzando levemente sus brazos.

—¡¿Es en serio que no te importa en absoluto nuestro hijo?! —exclamó molesta la mujer mirando con enfado a su marido.

—¡Es lo que ha hecho siempre! ¡Llamar nuestra atención de todas las maneras posibles! 

—¡Basta! Señor, no es obligatorio que esté aquí si no va a cooperar, puede salir si usted lo desea —suspiré algo cansada de esta situación.

—Hablaré yo —dijo la mujer tomándose las manos y el hombre solo guardó silencio sin moverse.

—No hablaré de la situación familiar, no es necesario, ¿conoce los hobbies de su hijo?

—Salir con Lexy —dijo con desagrado la mujer— no es una buena influencia para Josh, esa chica solo se mete en problemas...

—¿Por qué? —fruncí el ceño mirando a la mujer mientras anotaba.

—Se emborracha, siempre llena de malas ideas a Josh acerca del alcohol, fuma marihuana y he escuchado que hace cosas con cualquiera... 

—¿Algún otro hobbie más? —hice la última pregunta para acabar con este interrogatorio de una vez.

—Sale con el grupo de Lana, Fu y Brian al cine a ver películas de terror. Por Dios, con lo poco que me gusta que vean cosas de monstruos... ¡Luego tiene pesadillas!

—Muchas gracias a ambos, pueden retirarse.

—¿Esas han sido todas las preguntas? —frunció el ceño el hombre.

—Sí, por ahora no hay más preguntas.

—Hemos perdido el tiempo aquí... —susurró el marido molesto.

—¿Podrían llamar a los familiares de Lexy? —ignoré lo que había dicho.

—Cómo no... —murmuró la mujer con desagrado y salió junto a su marido. Tras esto, entró un hombre desaliñado y descuidado, cargaba una urna de metal en un brazo y tenía mirada perdida.

—Buenas tardes, señor, siéntese.

—Gracias, joven... —tomó asiento y me miró. Parecía tener más edad que el resto de progenitores—. Siento el circo que ha montado esa pareja de desequilibrados, no saben vivir en sociedad.

—No se preocupe, ¿usted es el padre de Lexy, no?

—Así es, y esta es su madre —respondió mientras me mostraba la urna.

—Cuánto lo siento... —dije apenada— ¿Hace cuánto que murió? ¿dos meses?

—Hace dieciocho años... murió en el parto de mi única hija... —contestó apenado. Me sentí mal por dentro, ya que sabía lo que era perder a lo que más amabas.

—Hablemos de su hija, Lexy, ¿cómo es ella? 

—Es una mujer muy fuerte, ha sido capaz de criarse sola, estudia ella misma y se ocupa de la casa, yo nunca supe cómo cuidarla porque se me hizo difícil, nunca supe cómo criarla o educarla —tragó en seco mientras tenía la mirada perdida en la mesa.

—¿Conoce a los padres de Josh?

—Sí, son muy malos padres, y el hijo no se queda atrás, solo busca la atención de mi pequeña y Lexy siempre tiene que ayudarlo. Varias veces lo he tenido que sacar de mi casa a punta de escopeta por invadir mi propiedad, pero Lexy siempre le defendía y me reprochaba el tratarlo así... Inspectora, sé que ella fuma y bebe, pero no es una prostituta como ellos la describen, mi niña no es una ocupa-esquinas, ella es incapaz de algo así...

—¿Sabe acerca de las amistades de su hija?

—De vez en cuando traía a algún chico a casa, eran amables, se encerraban en el cuarto para estudiar y ponían música algo alta, cosas de jóvenes. Yo hablaba con mi esposa o veíamos televisión juntos.

—¿Su esposa de la urna, no? —lo miré extrañada  y él asintió. Esta situación me desconcertaba totalmente.

—Y Lana, esa chica, venía a casa a hablar con Lexy y se iban juntas.

—Parece que Lana es la que une el grupo... 

—Es una muy buena chica, debería conocerla cuando vuelvan —dijo el hombre con voz apagada.

—Trataré de encontrarlos, solo espero que haya sido un susto...

—Eso espero, ¿eso es todo, señorita? —asentí y el hombre se levantó sujetando la urna como si la abrazase.

—¿Podría llamar a los padres de Carl? Son los últimos —dije y el hombre afirmó con la cabeza y salió del cuarto. Escuché cómo los llamaba. Tras unos segundos, una pareja alta y con buen estado físico entró con una sonrisa en el rostro. Se sentaron al mismo tiempo. Me llamó la atención la buena postura que tenían ambos. 

—Buenas tardes —saludaron a la vez, a lo que correspondí a ello.

—Hablaremos de Carl, ¿cómo es su hijo?

—Es un niño tranquilo, nunca busca problemas y es bastante callado, es como un ángel —contestó la mujer con una sonrisa, no fue difícil reconocer la falsedad en ella. Algo me dice que no van a ser lo suficientemente sinceros conmigo... 

—¿Saben algo de sus amistades?

—Solo sé de una chica llamada Tenny, parece llevarse bastante bien, y Lana, aunque no sé mucho de ella, solo que es muy buena y simpática —contestó el hombre sonriendo levemente. Esto me llamó la atención, ya que casi todas las familias habían mencionado a Lana y que se llevaban bien con ella, pero ninguna había dicho el nombre de Tenny.

—¿Qué le ha dicho exactamente Carl de Tenny?

—Es una chica callada, no tiene muchos amigos como él, pero es graciosa al hablar, solo eso —contestó la madre tomando la mano de su marido. 

—Entiendo, ¿cómo es la situación en casa? 

—Es tranquila y normal, somos una familia feliz, nos llevamos bien y nunca peleamos ni discutimos, todo completamente normal —respondió el padre de forma inocente, algo no olía bien en esta familia y se notaba.

—Está bien, muchas gracias por su tiempo, si necesito algo les llamaré —ellos asintieron y salieron. Terminé de apuntar lo que necesitaba en el cuaderno y salí de la habitación de interrogatorios para estar al frente de los padres, entonces escuché una discusión entre la madre de Josh y el padre de Lexy.

—¡TU HIJA ES UNA FURCIA! ¡POR SU CULPA DESAPARECIÓ MI JOSH! ¡TODO ES SU CULPA! —gritó la madre del joven.

—¡NO HABLES ASÍ DE MI HIJA! ¡MI HIJA NUNCA HARÍA NADA DE ESO! ¡NUNCA SE IRÍA DE MI LADO! ¡TODO ES CULPA DE VUESTRO HIJO MALCRIADO! ¡SI LE DAS TODO LO QUE QUIEREN A TUS HIJOS ASÍ OS LAS PAGAN! 

—¡BASTA! —alcé la voz llamando la atención de todos los padres— ¿De verdad van a discutir en plena comisaría soltando barbaridades de los hijos de otros? —fruncí el ceño y nadie habló, aclaré mi garganta y continué de forma serena— Agradezco a todos por su tiempo, pueden volver a sus casas, cualquier información que no nos hayan contado y creen que pueda ser útil será bienvenida, agradecería la cooperación de las familias por si necesitamos hacer algo en especial. Gracias a todos por venir, trataré de encontrar a sus hijos lo más pronto posible.

Los padres se miraron entre sí y luego dirigieron sus miradas hacia mí, me agradecieron al unísono y se marcharon, algunos molestos, otros desganados y otros preocupados. Solté un suspiro y miré el reloj analógico. La hora de descanso había terminado hace 2 horas pero como había trabajado de más supuse que no importaba si me lo tomaba ahora. Fui a la cocina de la comisaría y cogí un donut de chocolate blanco y negro con mi libreta en mano, releyendo todos los apuntes mientras pensaba y figuraba en mi cabeza lo que podía haber pasado, necesitaba hacer el esquema para organizar mis ideas y encontrarlos...

Curiosidad N°7: A Locke no le gustan las manzanas.

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