Capítulo 65
La luz del día me había despertado hace un rato, pero la cama era demasiado cómoda para levantarme rápido, razón por la que apuré el tiempo allí todo lo que pude. Hasta que sonó el despertador.
—Las 9:40 —dije agarrándolo con voz somnolienta—. Vaya, ya es uno de diciembre. Primer mes que comienzo en libertad, genial —terminé por decir tras devolver el despertador a su lugar, mientras me estiraba.
Bajé con energía de la cama, pero antes de salir de la habitación me quedé mirando la ventana: aquella desde la cual me pareció ver a Hoodie el primer día. Me tranquilicé al recordar que solo había sido una alucinación.
Al salir de mi habitación, empecé a caminar con cuidado: escuchaba a dos personas hablando en la planta baja, y quería enterarme de la conversación.
—Tenemos que hacerlo hoy… cuanto antes. Pero es algo difícil de comunicar —decía la voz de Damian. No habíamos intercambiado muchas palabras entre nosotros aún, aunque viviera ahora en su casa—. ¿Cómo explicarle a esos padres que corren peligro de muerte? ¿Que su pesadilla continúa aunque encuentren el cadáver de sus hijos? ¿Que vivirán con miedo sin pasar página jamás? —Se le escuchaba levemente alterado, o más bien preocupado.
—Damian… —era la voz de Janna— Te olvidas de otro tema… Fu… No creo que encontremos el cadáver, pero Carl afirma que murió justo el mismo día que Josh… ¿Cómo le explicaremos a los padres eso...?
—Podría hacerlo Carl… él sabrá explicarles mejor lo que pasó y no dudarían de su palabra…
—¿Estás loco? ¡No podemos pedirle a Carl que reviva ese momento, muy seguramente tiene estrés post traumático!
Decidí salir de mi escondite y dejarme ver tras escuchar a Janna.
—De hecho… —ambos me miraron con sorpresa. No sospechaban que estuviera allí escuchando—. Me gustaría decírselo yo mismo… lo de Fu… Creo que puede ser liberador. Ayudarme a aceptar su muerte, ya sabéis… —lo cierto es que también me gustaba la idea de contar yo mismo mi experiencia. Que recordaran que fui yo quien escapó de todo ese horror. Y que fui fuerte en todo momento.
Janna abrió la boca para comentar algo, seguramente para negarse, pero Damian se le adelantó al hablar.
—Si es lo que quieres, me parece perfecto, pero antes preferiría consultarlo con un psicólogo.
—La PCE dijo que se encargaría de ponerme uno…
—En realidad —soltó Janna— preferimos que… tengas otro psicólogo. Nosotros te encontraremos uno… Ya veremos qué hacemos con el de la PCE después, no te preocupes por eso…
—Bien, si vosotros lo decís… —murmuré y miré a Janna— Oye… es posible que terminen encontrándome… ¿verdad…? —pregunté en voz baja.
—Querido —respondió ella mirándome con una sonrisa—, nadie sabe que estás aquí, es imposible que me sigan, ya que ninguno conoce mi identidad civil.
Damian la miró de reojo arqueando una ceja, creo que Janna solo dice esto para intentar tranquilizarme…
—Carl, Janna debería ir llamando a los padres de tus amigos para reunirlos a todos en un rato… Tú tendrías que subir a vestirte, iré preparando el desayuno… —Damian siempre era muy frío conmigo, contrastaba bastante con Janna, quien me sonrió con tristeza. Subí al piso de arriba.
Al llegar a mi habitación me paré unos segundos apoyado en la puerta.
—No sé si ha sido buena idea decirles que yo compartiría la noticia… —pensaba.
Entonces, alguien llamó dos veces.
—Carl… ¿puedo pasar? —decía Damian tras la puerta.
Se la abrí y ambos nos quedamos en un silencio incómodo de pie, hasta que ofreció que nos sentáramos.
—¿Ocurre algo, Damian...? —pregunté con incertidumbre.
—No, no, es solo que… —Damian sonreía de una forma extraña que le hacía mantener esa apariencia seria—. Verás, sé de sobra que tu trato con Janna es más… amable que el mío contigo. Y que he sido bastante frío desde el principio.
Rei levemente.
—No te preocupes —contesté—, sé que yo tampoco ayudo.
—Verás… Carl —siguió diciendo Damian— lo que vas a hacer hoy dándole tú mismo la noticia a los padres de Fu es… valiente, podríamos decir. No puedo imaginarme cómo de duro debe ser revivir todos esos sucesos… Y sé que no lo estás pasando del todo bien —abrí más los párpados al escuchar esto. ¿Damian sabía lo de mis visiones?—. Quiero ayudarte, Carl. Quiero que confíes en mí y que vivas agusto aquí —Damian se quedó mirándome a los ojos por unos segundos, esperando a que respondiera, pero yo no sabía qué decir.
Damian miró hacia otro lado, inspiró aire y se levantó de la cama. Antes de que fuera a abrir la puerta, le contesté.
—Dijiste… que me podrías enseñar defensa personal —el comisario se giró al escucharme—. Me gustaría empezar lo más pronto posible. Además, así también podríamos… pasar más tiempo juntos, supongo.
Damian sonrió y agachó la cabeza un poco.
—Me parece perfecto… —le sonreí de vuelta. Él miró su reloj—. Bien… tienes alrededor de una hora para prepararte —Damian volvió a darse la vuelta para salir de la habitación, pero antes de hacerlo se detuvo y giró la cabeza para mirarme—. ¿Sabes? Avísame cuando bajes a desayunar, porque desayunaremos juntos —Y ya se marchó.
Esto sí que era una buena y nueva experiencia. Dos personas, Janna y Damian, que aprecian mi valentía e inteligencia, que desean pasar tiempo conmigo, que no me miran con asco o pena todo el tiempo…
Tenía que seguir demostrándoles lo que valía y dar buen ejemplo.
La madre de Locke apoyaba su cabeza en la pared, desvinculada con todo lo de su alrededor, mirando un punto fijo.
Los padres de Tenny se sentaban uno al lado del otro mientras se daban de la mano y la madre se apoyaba en el hombro del padre. Ambos con ojos rojos e hinchados por haber llorado.
Los padres de Lana tenían una imagen similar. La mujer se abrazaba al padre, sin apenas dejar ver su rostro, y él se apoyaba en su cabeza. La madre llevaba gafas de sol, intuyo que para ocultar las lágrimas. El padre no lo escondía.
Por último, los padres de los hermanos Sanadesio, sentados uno al lado del otro pero sin mucho contacto físico. El rubio apoyaba su mano en la del castaño, pero miraba hacia una esquina cualquiera de la pared, eso sí, la pierna le temblaba. El moreno, estaba mordiéndose las uñas. Ambos se notaban tristes y nerviosos por lo que pudiéramos decirles.
En cuanto entró el comisario, todos se levantaron y le hicieron mil preguntas. Damian les dijo a todos que volvieran a sentarse.
—Gracias por reunirlos, Janna… —me susurró.
—No es nada… Oye, y al final Carl…
—Primero comuniquemos esto. Luego nos reuniremos con los Sanadesio en privado y Carl podrá… Decírselo —me contestó aún con más cautela de que no nos escucharan.
—¿Dónde está ahora Carl, por cierto?
—Lo he dejado en la sala de interrogatorios, en la parte nuestra del cristal —lo miré con extrañeza, un lugar raro donde dejar a un adolescente esperando—. No me mires así —dijo con una pequeña sonrisa—, me lo ha pedido él.
—Disculpad… ¿Cuándo va a comenzar la reunión? ¿De qué queríais hablarnos...? —preguntó la madre de Tenny tras acercarse a nosotros.
—Sí… deberíamos decirlo ya… —contestó Damian algo nervioso. Se hizo silencio en la sala—. Janna, ¿comienzas tú...?
Afirmé con la cabeza y me paré delante de los progenitores. Todos me miraban con impaciencia.
—Iré directa al grano. Hemos obtenido información nueva… Los padres de los chicos podríais ser muy posiblemente objetivo de sus captores… —todos me miraron impactados y con miedo de repente— Especialmente si… si vuestros hijos han sido víctimas mortales de ellos… —todos los padres miraron a la madre de Locke y esta me miró a mí.
—¿Qué se supone que significa eso? —contestó en un tono neutro.
—Que lo de los señores Driesatdpo no fue un robo fallido… ¿verdad? —contestó la madre de Tenny mirándome con algo de… ¿enfado?
—¿Y qué van a hacer ante esto? ¿Esperar a que nos maten para saber si hay más muertos que aún no habéis encontrado? —saltó el padre de Lana al borde del llanto— ¡Deberíais entrar ahí y sacad vivos a los que quedan! ¡¿Por qué el chico que ha escapado no os ayuda?!
—A mí me da igual —habló de repente la madre de Locke—. ¿Qué van a hacerme? Soy una vieja de mierda, ahogada en depresión y pastillas, la única persona que me cuidaba y se preocupaba por mí ya no existe… Mi único hijo ya no existe. Ya me han quitado a lo único que podían arrebatarme, lo único por lo que podría haber movido un dedo. A mí me da igual esto —dijo de forma seca, todos los presentes la miramos, algunos con asombro, otros con pena. Y otros con algo de molestia en sus rostros.
La señora se levantó para marcharse, pero Damian habló antes.
—Os pondremos seguridad, a todos. Especialmente en vuestras casas por la noche…
—No —contestó la madre del difunto Locke—. Si mi hora ha llegado, ha llegado. Sin mi hijo no tengo más que vivir. Pueden ahorrarse su maldita seguridad, gracias por nada y por desperdiciar el tiempo.
Y se marchó dando un fuerte portazo al salir.
—Entonces… —dijo un hombre moreno. Uno de los padres de Fu y Brian— ¿Nos vais a poner guardaespaldas y vigilantes en casa? Podríais utilizar esos recursos en encontrar a mis hijos…
—Ya lo hacen… cariño. No es tan fácil… —respondió su pareja.
El moreno se levantó de la silla.
—¡¿QUE NO?! —le pedí que se calmase, y le recordé que hacíamos todo lo que podíamos pero que el caso era oficialmente de la PCE— ¡ME DA IGUAL, INSPECTORA! ¡SOLO QUIERO QUE ALGUIEN ENTRE EN ESE MALDITO BOSQUE O DONDE SEA QUE ESTÉN Y NOS DEVUELVAN A BRIAN Y A FU CON VIDA!
—Disculpad… —dijo Damian con tranquilidad— ¿Podrían quedarse solo los Sanadesio? Los demás podéis iros a casa si queréis… Os daremos toda la información en breve sobre la seguridad que nos gustaría que tuviérais…
Todos aceptaron y se marcharon, pensando que iba a intentar convencer a los Sanadesio a solas. Ninguno sospechaba lo que se venía. Los señores Vlacada nos dirigieron una mirada de tristeza, ya que ellos sí sabían lo de Fu desde nuestra visita al cementerio y les dirigieron unas miradas de lástima a los Sanadesio.
Damian me mandó buscar a Carl, y una vez entramos en la sala los padres se pusieron más tensos, especialmente el moreno.
—Carl —saludó el hombre rubio mientras se sentaba, el moreno estuvo callado mirando fijamente al adolescente.
—Señores Sanadesio —respondió Carl.
Damian cerró la puerta y tomamos lugares detrás de los implicados. Damian se situó detrás de los Sanadesio y yo de Carl, para poder controlar la situación en caso de que se fuera de las manos.
—¿Por qué nos han pedido que nos quedáramos? —preguntó el padre rubio.
—Carl se ha ofrecido a… contarles algo delicado… —ambos padres tragaron en seco y se miraron entre sí por unos segundos.
—Señores Sanadesio… —comenzó a hablar Carl —Como sabrán, estuve secuestrado junto con sus hijos, Brian y Fu. He compartido celda con ellos durante el tiempo que hemos estado juntos…
—¿Celda? —habló esta vez el padre moreno— ¿Están en una celda?
—Es una celda grande, en mitad de todo el bosque, no estamos apretados pero no es como estar en casa…
Los padres asintieron y Carl continuó.
—Así que... —Carl se detuvo un momento y nos miró a Damian y a mí, como buscando consejo, entonces me acerqué a él— Janna, ¿por dónde empiezo? —susurró en mi oído, miré a Damian quien echó la vista a los Sanadesio y luego a mí soltando un suspiro.
—Cuéntales sobre Fu primero, y luego les hablas de Brian —susurré y volví a mi posición, Carl carraspeó.
—¿Y bien, Carl? —preguntó el padre de pelo negro con impaciencia.
—Fu está muerto —Damian y yo nos miramos con los ojos bien abiertos, esperaba que Carl hubiera sido un poco más sutil, con más tacto…
Los padres ni se inmutaron, siguieron en la misma posición, sin mover un solo músculo. El padre moreno parpadeó lentamente y fue el primero en hablar.
—¿Qué? —dijo en un hilo de voz.
—Fu… Fu fue asesinado, el primer o segundo día que estuvimos ahí.
—¿Cómo… cómo fue asesinado, Carl? —siguió hablando.
—Pues… —Carl se tomó unos segundos para recordar— Estábamos todos dormidos, había una niña. Ella abrió la puerta de la celda diciendo que saliéramos, entonces Fu… no lo pensó y salió corriendo dejándonos a todos atrás. Fue alcanzado por algo por la espalda, un hacha, entonces, el tipo que la tiró lo llevó hasta la puerta de donde se encontraba la celda y…
—Suficiente —habló Damian en voz alta, las expresiones de los Sanadesio no tenían precio. El padre moreno tenía los puños cerrados con fuerza, sus ojos, en un mar de lágrimas silenciosas, estaban fijos en Carl. Mientras que el hombre rubio tenía la mirada baja, igual que sus brazos, daba la sensación de que estaba en otro lado.
—¿Estás… estás seguro de que Fu está muerto y no escapó como tú…? ¿Sino que se perdió por el bosque y sigue vivo…?
—Sí, señor Sanadesio, vi con mis propios ojos su cadáver, igual que los demás —contestó serio Carl, aunque tuviera que mantener mi papel de policía seria, no pude evitar sentir una tremenda tristeza al ver sus rostros.
Si yo hubiera muerto hace dieciséis años y no ellos, ¿mis padres hubieran estado así?
—¿Dónde está su cuerpo…? ¿Por qué no lo han encontrado como a los demás…? Si lo que dices es cierto, debe de estar su… su…
—No hay cuerpo, fue quemado por lo que Lexy nos dijo.
—¿Lexy…? —preguntó el padre de pelo negro.
—Ella ayudó a cargar el cuerpo de Fu… Fue obligada a ello —Carl siguió con la mirada al frente, aguantándosela a los señores Sanadesio, o al menos al único que hablaba.
—Bien… —fue lo único que pudo decir, hundió su rostro en sus manos frustrado e impotente, sus hombros temblaban de los nervios.
—Pero —dijo Carl con un tono de voz alto— Brian sigue vivo, solo quedábamos vivos Tenny, Brian, Lana y yo —continuó Carl atropelladamente.
Eso hizo que ambos padres levantaran la mirada hacia él rápidamente.
—Brian… ¿Brian sigue… vivo…? —habló esta vez el padre rubio con la voz quebrada.
—Sí, sano y salvo, bueno, puede haber adelgazado un poco pero… está de una pieza, no le faltan dedos, ni brazos, ni piernas, Brian está vivo.
Ahora el padre rubio comenzó a romper en llanto. El moreno, en cambio, se quedó callado mientras seguían corriendo ríos de lágrimas por su rostro lampiño, había quedado en un estado pensativo.
Damian y yo nos miramos con el entrecejo fruncido, nuestras caras eran de pena total y sentimos que esto era hacer lo correcto. Nos acercamos a Carl y a los señores Sanadesio, tomándoles por los hombros a los últimos para brindarles algo de apoyo.
Hablé demasiado pronto cuando pensé que podría rescatar a los rehenes, no creí que la situación empeoraría tanto, tenía esa esperanza de poder reunirlos con sus familias y que todos quedara en un simple susto o un trauma no tan grave.
Todavía tenía ese mínimo de esperanza cuando empecé con este caso, esa misma esperanza de la que ahora mismo carezco, al no poder decirles que encontraré a Brian sano y salvo…
Curiosidad n°65: Carl no es apático ni soltó con malicia la noticia de la muerte de Fu a sus padres. Simplemente lo dijo como le habría gustado que se lo hubieran dicho a sus padres.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro