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Capítulo 55

—¿Crees que ella esté bien…? —pregunté al aire, Lana y Brian me miraron.

—Jeff nunca le ha tocado un pelo, ¿por qué la pregunta? —me respondió la castaña.

—Es que… sé que me sobrepasé con lo que le dije a Jeff, ¿pero y si le da un ataque de locura y…? —torné mi rostro preocupado, Lana se mostró comprensiva, es demasiado ingenua.

—Entiendo que te importe ella, Carl, pero Tenny estará bien, no te preocupes. Si Brian y yo hemos sobrevivido sin tener ninguna relación con algún Creepypasta ella lo estará teniendo una bastante buena —me sonrió tiernamente, Brian soltó un suspiro pesado.

—Me muero de hambre… —murmuró—. Eso decía Locke… —sonrió amargamente y Lana reprimió un sollozo, débiles de mierda.

La puerta se abrió, apareció Eyeless Jack, abrió la celda, nos tiró tres latas de atún sin abrir y una botella de agua tibia con gas a través de los barrotes y, sin dirigirnos la mirada se fue y cerró la puerta de nuevo, como si nada hubiera pasado.

Nos miramos los tres, la comida estaba del puto asco. Comparado con nosotros, un vagabundo comía de lujo.

Abrimos las latas de atún y saboreamos el pescado que por suerte no estaba caducado o deteriorado, aunque el agua con gas no nos abría la sed a pesar de no haber bebido hace un tiempo…

Lana y Brian se la pasaron hablando tonterías, que si Josh y Lexy deberían haber estado juntos, que si Locke podía comerse no sé cuántas cantidades de comida cuando estaba vivo, que Fu era muy bueno en el fútbol de delantero… ¿A quién mierda le importa todo eso? Por eso es más divertido estar solo, no escuchas las nimiedades de las personas, pero hay que vivir en sociedad o te pisotean más que si no lo haces.

Estaba tan ocupado en mis pensamientos filosóficos que ni me había dado cuenta de que los dos idiotas se habían dormido, miré las latas de atún y agarré una, y sostuve la tapa. La pasé por mi mejilla, causando un corte, luego un poco por mis brazos y unas cortadas por mi pecho, eso será suficiente.

Me acosté en la esquina más alejada de ellos y me hice una bola, esperaría al amanecer mientras dejaba caer mis lágrimas por mi rostro. He de sacrificar mi imagen para poder seguir saliendo de la celda, todo por la libertad.

Escuché que abrían la puerta, pasos, y las rejas de la celda, el violador había vuelto. Abrí mis ojos y ahí se encontraba, cambiando el cubo de nuestras necesidades, ojalá poder tirárselo encima y ahogarlo con nuestra mierda…

Cuando terminó de pasar la manguera, me miró, supongo que notando el corte de mi rostro. Me hizo un ademán para que me levantara.

—¿Quién fue? —preguntó con voz seca, señalé a Brian.

Hoodie se acercó a él y le dio una patada en las costillas y en el estómago, se me formó inevitablemente una sonrisa en el rostro.

—¡¿Brian?! —se despertó de golpe la inocente Lana, viendo como se retorcía de dolor el negro.

—J-joder… ¿Por qué…? —trató de decir con la voz bastante rota por la falta de aire y el dolor.

Hoodie no dijo nada y me tomó del antebrazo, saliendo de la celda y el lugar después de cerrar todo con llave.

El camino estaba oscuro, no había ni un rayo de luz, tuve que andar con cuidado para no tropezarme mientras la celosa me arrastraba hasta su mugrosa cabaña.

Cuando entramos, me sentó en el sofá y empezó a buscar en el baño.

—¿Con qué te rajó? —alzó la voz para que yo escuchara.

—Con una lata de atún… —miré la luz del baño, de fondo pude escuchar un motor, creo que era un generador.

—Joder… ¿Con qué mierda le has provocado ahora?

—¡Solo se acercó para rajarme! Yo no tengo amigos en esa celda, todos me odian.

De repente, una figura alta se asomó al marco del baño. La penumbra dándole de frente y la luz del baño por detrás, daban un aspecto sombrío a Hoodie. Esa expresión triste en su pasamontañas, la capucha naranja que parecía más oscura de lo normal, su altura… daba la impresión de estar viendo un secuestrador y torturador como lo que era… No, no ahora, no debo titubear, menos frente a este hijo de perra.

—Porqué será, Carl… —su voz era bastante grave. Tragué en seco y se acercó lentamente a mí. Yo solo me quedé quieto, empezó a curar mis heridas, me levantó la camiseta y fue a mi pecho y luego a mis brazos, poniendo vendas, alcohol…

—¿Voy a tener que curarte eternamente? —se quejó, parece que se está cansando de este numerito, tengo que actuar pronto…

Después de unos diez minutos se alejó, dando por finalizada la tarea de curarme, pero me miró fijamente sin moverse, como si fuera una estatua.

Mierda, mierda, mierda, mierda.

Está más turbio que de costumbre, normalmente puedo reírme de él, puedo burlarme, ¡ni siquiera temerle! Pero ahora, solo, en plena oscuridad, sabiendo que me puede volver a… a violar y tortutar en cualquier momento… Dios, no, no, me niego, ¡no!

Masky no está, es la primera vez que no está en varios días. Y Hoodie, Hoodie se está hartando de mí.

Tras mantenernos la mirada durante un rato más, me dio la espalda y se puso a buscar en un baúl algo, solo se escuchaban sonidos metálicos, este tipo me quiere matar… Me quiere volver a… ¡NO!

—Hoodie, ¿puedo preguntarte algo? 

—¿Qué? —preguntó concentrado en lo que fuese que buscaba, yo trataba de encontrar su maldito fierro con la mirada.

—¿Crees que Tenny es manipulada por Jeff para que vaya con él? 

Hoodie se dio la vuelta un momento en mi dirección, supuse que me miró confuso.

—No, Jeff no sabe manipular a las personas. Para tu mala suerte creo que Tenny realmente quiere estar con Jeff, que es extraño, porque no es que Jeff sea mal tipo, solo que… Para una persona normal, ya sabes, como tus amigos… Jeff no es una persona que encaje con alguien así.

—Pero… ¿eso no serían más razones para pensar que la está manipulando? Tú mismo has admitido que no encaja con una persona con una vida normal.

Hoodie volvió a mirar hacia el baúl.

—Mira… Carl, no sé qué le pasa a Tenny por su mente, a lo mejor está mal de la cabeza y ella es la que encaja aquí, ¿quién sabe? Yo tampoco creí que lo haría hace diez años, ¡y mírame ahora! —respondía él un poco alterado. 

—Sí, bueno… —encontré la sombra del fierro al lado de la ventana—. Pero Hoodie, entiende, amo a Tenny, ella es la única persona que me comprende, que me ha hablado y no le doy asco cuando estoy con ella.

—Chico, eres virgen, y no has tocado a una mujer en tu vida, ¡es normal que pienses así! Hay más mujeres que te pueden gustar o te puedes enamorar de ellas, no existe solo una en el mundo —me hacía gracia que me aconsejara así, sabiendo que no se pueden conocer a muchas mujeres estando secuestrado. 

Hoodie se levantó y fue a otro baúl, parecía que todavía no encontraba lo que buscaba. 

Me acerqué lentamente a él, me había quitado los zapatos en cuanto me levanté para buscar ese fierro de mierda sin hacer ruido. El idiota seguía dándome clases de que había muchas mujeres en el mundo, que no me podía centrar en una que me había rechazado… Ese imbécil de mierda no tiene ni maldita idea de lo que es amar a alguien.

Me coloqué en frente de él, levanté mi brazo y… lo golpeé con toda la fuerza que tuve, en la sien.

—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAH!!! —gritó, a lo que le volví a golpear en las costillas una y otra vez, luego en las piernas… en los brazos… De nuevo en la cabeza.

—¿¡TE GUSTA HIJO DE PERRA!? ¿¡TE GUSTA!? ¡SIENTE EL FIERRO, MIERDA! ¡SIENTE EL FIERRO! —le pegué una patada en el estómago y otra en la cara, escuchándolo gruñir y gemir de dolor como un perro atropellado. Le di el golpe de gracia con el fierro en la cabeza.

Mi respiración era agitada. Una sonrisa se encontraba en mi cara. Miré mi mano, tenía el arma homicida que había golpeado a Hoodie, ¡y que posiblemente lo había matado! ¡He matado a alguien! ¡Le he quitado la vida a alguien! Es confuso, estoy alegre, siento la adrenalina en mí… Revisé los bolsillos de Hoodie y encontré una pistola.

Sin perder más tiempo, me coloqué los zapatos y me dirigí con prisa a la puerta.

—¡¡AAAAH!! —solté un grito del susto que me había dado, por inercia le disparé en el muslo izquierdo.

—¡Agh…! —gruñó cayendo al suelo de rodillas— ¡M-mi muslo…! —gimió Tim.

—¡Dile a Masky de mi parte que es un encanto cuando manipula! —dije riendo y salí corriendo. Aunque me doliera, si hubiera visto que no se trataba del débil de Tim, habría tenido que dispararlo también en la otra pierna, pero no hizo falta.

Seguía oscuro, no veía una mierda. Escuché que algo se movía en los arbustos y disparé sin pensar, no me daba la vuelta para verificar si estaba vivo o muerto o si había algo ahí siquiera.

Lo he conseguido… He llegado más lejos que Fu, ¡él ni siquiera pudo pisar más de un metro lejos de la celda, yo salí de la zona!

Corrí lo más que pude, mis piernas se movían lo más rápido que podían, teniendo en cuenta la malnutrición y la falta de ejercicio físico (sin contar las peleas) y las heridas, había llegado bastante lejos.

El problema aquí es, ¿a dónde mierda estoy yendo?

Espero estar corriendo en la dirección correcta, solo me lancé hacia delante sin pensar, ¿y si me estoy adentrando aún más en el bosque y no saliendo? ¿Y si me encuentro con algo peor?

Volví a disparar varias veces, cuando intenté apretar el gatillo una vez más no salió nada, se me habían acabado las balas.

Entonces, una persona se me tiró encima, inmovilizándome en el suelo, estaba perdido, me va a matar, solo llegué a ver que tenía una máscara…

A pesar de ir en automóviles diferentes, Damian y yo habíamos estado todo el viaje entreteniéndonos a través del walkie-talkie. 

—Ya voy por mi tercera bebida energética.

—No fue buena idea dejarte comprar un paquete entero de esas en la gasolinera —decía yo entre risas.

—Pues cuidado, porque seguramente en otras dos horas me abriré otra. 

—¡Te va a dar algo! 

—¡Te voy a adelantar! 

Y entonces vi su coche adelantarme a más velocidad de la permitida. Estaba eufórico.

—¡Vas muy por encima de los 120km/h! ¡Tengo que ponerle una multa, comisario! —dije y ambos empezamos a reír. 

—¡Y yo tendría que arrestarla por robar un cadáver, inspectora jefe! —dijo también riéndose. 

Yo me quedé en silencio, no porque me molestara, sino porque me puse a recordar el momento.

—La verdad es que es increíble que nos conociéramos de verdad gracias a eso.

—Está claro que la vida da muchas vueltas…

—Pudiste haber perdido tu empleo, tu libertad… por alguien que solo conocías de vista. 

Se quedó en silencio por unos segundos.

—Ya te lo dije en su momento… Eras la única que quería hacer las cosas bien. De forma extraña, pero las querías hacer bien. 

—¿El fin justifica los medios? 

—Sí… bueno, depende de la situación, pero en tu caso, estaba claro que te iba a salir bien, y míranos ahora, ¡tenemos pruebas de que el maldito Jeff The Killer es real! 

Ambos soltamos una pequeña risilla y seguimos hablando por el resto de las horas, sin alejar mucho nuestros coches. 

Al estar ya cerca de la ciudad, recordé que en todo este tiempo no había visto a Hoodie, ni a Liu, y pensé que sería buena idea hacer una visita rápida.

—Damian, voy a desviarme por el camino al bosque. Creo que debería pasarme a… verlos, para que no sospechen nada por mi ausencia. Ya me entiendes.

—Recibido. Yo continúo por la autovía. 

Paré el coche en un camino de tierra, a mi derecha tenía el frondoso bosque. Me coloqué mi máscara, y entré.

Cada vez que venía, memorizaba más las diversas partes del terreno, dónde se encontraban las cabañas, dónde solían reunirse algunos proxys, etc. Por ello, esta vez fui casi directa hacia la cabaña de Hoodie. 

Estaba caminando entre la maleza, cuando, de un momento a otro, empecé a escuchar disparos. 

Sabía que el bosque estaba repleto de asesinos, pero que usaran armas de fuego tan cerca de donde vivían se me hacía ciertamente extraño, por lo que decidí perseguir el sonido. 

Lo vi. Me escondí entre los árboles para que él no me viera, pero yo veía perfectamente su silueta. No sabía de quién se trataba, así que preferí esperar a que estuviera desarmado.

Sus disparos frenéticos se detuvieron. Se le habían acabado las balas. Era mi oportunidad. Me abalancé contra él, le tapé la boca y le puse contra el suelo, mirándome a mí.

De un momento a otro, sentí como si un chorro de agua helada cayera por mi espalda. Pero se sentía genial. El loco que estaba disparando por todos lados, era Carl Plagaunado.

Se resistía a mi agarre. Debía recordar que era amiga de uno de ellos. Carl me vio buscando a Hoodie.

—Tranquilo. Soy agente de policía, estás a salvo —le susurré al oído—. Vámonos de aquí, rápido, o nos atraparan. Tus disparos no han sido nada sigilosos, si yo he podido seguirte, cualquiera podrá. 

El chico me miró con cara de sorpresa, y, sin dejarle mucho tiempo para decir nada, lo agarré del antebrazo y ambos corrimos hacia mi coche. 

Abrí la puerta del copiloto con rapidez, lo senté ahí, me quité la máscara y huí de la zona.

—Damian, a la comisaría. Tenemos compañía.

Curiosidad n°55: Carl no puede aceptar que Tenny elija a otra persona que no sea él. Preferiría que ella no amara nunca a nadie, antes que verla rechazándolo por otra persona.

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