Capítulo 50
Ayer Damian me puso al día con todas las tareas que debía hacer al ser inspectora jefe de nuevo, y ninguna relacionada con el caso de ‘Los Elegidos’.
En mi cargo, debía planificar, coordinar y supervisar las actividades del resto de policías, algo que ya me resultaba difícil de hacer tras haber estado tantas semanas con un único tema en mente.
Sin embargo, lo que me perturbaba en este momento no eran los adolescentes, sino sus captores, en concreto uno: mi novio.
Aún me costaba creer que hubiera aceptado esa proposición, pero todo cobraba sentido cuando pensaba en la gran cantidad de información que podía recoger gracias a eso.
Pero ahora, con la cabeza más fría, veía que no había conseguido nada con él que hiciera avanzar realmente la investigación, y, encima, me estaba exponiendo: Liu estaba conociendo mi mundo más personal, y ahora sabía que le había estado mintiendo con lo del trabajo. ¿Cuánto podía saber? ¿Habría descubierto ya que soy la encargada de su caso? ¿Me habrá investigado o, por el contrario, se lo habrá comentado su buen amigo Ben? Y, lo más importante, ¿por qué seguía conmigo? ¿Hizo aquel comentario en mi casa a propósito para desesperarme y acabar conmigo mental y luego físicamente?
Aturdida entre tantas preguntas, decidí tomar una decisión antes de que él lo hiciera: contarle la verdad.
La suficiente para que siguiera confiando en mí.
—Entonces, ¿me lo has estado ocultando para que no pensara que te habías cambiado radicalmente de bando? —su semblante era serio, pero no enfadado. Sin lugar a dudas se había quedado sorprendido cuando le confesé que era policía desde hacía muchos, muchos años.
Tomé otro sorbo del café que había preparado para ambos antes de contestar.
—Sí, pero a este punto no podía seguir ocultándolo, no con… la relación que tenemos. No quiero que lo nuestro se base en una mentira.
La luz dorada de los primeros rayos de sol hacía que sus ojos resaltaran.
«Janna, no pienses en sus ojos ahora».
—Me alegra oír eso… —dijo sonriendo levemente.
—Pero… necesito preguntarte… ¿Cómo te enteraste de que te había mentido ocultando información sobre mi trabajo?
—Si te preguntas si te he investigado, no. Yo también creo que debemos confiar el uno en el otro. Solo lo intuí por las horas a las que te llamaban y las prisas con las que salías… Por no hablar del chico que vi salir de tu puerta el día que… bueno, ya sabes —no pude evitar ruborizarme al acordarme. Liu soltó una pequeña risa coqueta al ver mi rostro—. Uniendo piezas, supuse que había venido por algo del trabajo. Me alegra que hayas resuelto el resto del puzle por mí.
—Entonces… ¿No te molesta saber que soy policía?
Liu se echó a reír.
—Por Zalgo, Janna, solo eres policía de tráfico, no es como si fueras inspectora de homicidios o algo así. Y, el hecho de que me lo hayas dicho tú me deja tranquilo. Pero, si me permites la pregunta… —Liu acercó su abdomen al mío, acortando la distancia entre nosotros y bajando su tono de voz, como si fuera a preguntarme algo de máximo secreto. Quería acentuar la impresión de cercanía— dime, ¿por qué decidiste meterte a policía, y por qué de tráfico?
—Bueno… Ya sabes lo de… mis padres… Pensé que metiéndome a policía tendría acceso confidencial a cierta información para encontrar a su asesino… Sin embargo, no quería meterme a un cargo en el que tuviera que investigar otros crímenes puesto que estaba segura de que me distraería de mi misión principal. Siendo policía de tráfico tengo… un acceso clandestino a cierta información mientras que mi trabajo oficial no me distrae en exceso.
He investigado y he visto con mis propios ojos qué gestos delatan a un mentiroso. Por ello, me consideraba casi experta en no cometer esos errores. Si algo me delataba, no sería mi lenguaje corporal.
—Mm… Entiendo… y… ¿estás aquí, en Precespyata, por alguna pista que hayas encontrado clandestinamente? —no paraba de mirarme a los ojos.
—Eso pensaba pero… —yo también acerqué mi abdomen a él— Hasta ahora creo que era una falsa alarma… —dije con voz apenada.
Liu sonrió dulcemente y me besó la frente, para luego abrazarme.
—Si necesitas ayuda para encontrarlo… puedes confiar en mí. De hecho… sabes que si decides volver a este estilo de vida…
—No —dije de forma seca y sin pensar, pero sin soltarme del abrazo—. Es… solo quiero perseguir a ese vagabundo que acabó con ellos para robar un poco de dinero… No pretendo volver a… hacerle daño a nadie que no sea él para encontrar pistas…
—Sí… lo entiendo… Pero, no tendrías por qué matar a nadie, solo convivir con nosotros, conmigo…
—¿Y encontraría al vagabundo por arte de magia…? ¿Sin daros nada a cambio, me ayudaríais sin más…? Además… no quiero pedirle a nadie que dañe a gente por mí.
Liu se soltó del abrazo con delicadeza, y me miró serio, repasando mi respuesta.
—Sí, tienes razón, tal vez no podrías convivir con nosotros a cambio de nada, pero… podríamos estar juntos.
—Ya estamos juntos —no pretendía sonar tan brusca como soné, pero así fue y eso pareció sorprender a Liu, quien me miró y luego observó la hora en un reloj colgado en la pared de mi salón.
—Debería volver ya —se levantó del sofá y se fue hasta la puerta, yo lo seguí.
—No, Liu, espera, no quería decir… —Liu se giró hacia mí y me sonrió por compromiso.
—Lo sé, lo sé… Tú… solo piénsalo…
Tras esto, se marchó.
—Vaya —habló una voz odiosamente conocida para mí—, sin mentiras, ¿eh? —me di la vuelta y ahí estaba, apoyado en la pared— Ha pasado un tiempo, Janna.
—Peterson —lo miré fijamente a esos ojos rojos y negros—, ¿qué quieres?
—Me aburría y tengo tiempo libre, ¿siguiente pregunta del interrogatorio? Inspectora jefe —arqueó una ceja cruzándose de brazos.
—¿Me vas a chantajear por no decírselo? —ladeé la cabeza y soltó una risita burlona.
—Vuestra relación se va a caer por su propio peso, no hace falta nadie para eso, y cuando Liu lo sepa…
—¿Es una amenaza?
—Tómatelo como quieras, Janna, pero créeme, no va a acabar nada bien, ninguno de nosotros…
—¿A qué te refieres?
—Ya lo verás —tras esto, se esfumó cual fantasma, como si nunca hubiera estado ahí.
¿Qué habrá querido decir con eso?
Tenny se encontraba con nosotros. La relación entre ella y Brian había mejorado un poco. Ahora se hablaban sin dedicarse malas caras, improperios o indirectas. Mientras, Carl seguía en su esquina. Durante estos días, Carl ha estado tranquilo, demasiado calmado, hasta diría que pensativo.
—A decir verdad, Jeff no es tan malo como pensaba al principio, es un asesino, sí, mata gente, pero como persona no es desagradable —dijo Tenny.
—Bueno, quitando el hecho de que me apuñaló en la mano por estar a punto de golpearte y gritar a Sally… vale que lo hice por el momento y no estuvo bien, pero tampoco era para casi arrancarme la mano —en ese momento escuché a Carl murmurar “hacerse un Locke” con una pequeña sonrisita, fruncí el ceño mirándolo con desagrado.
—Sí, pero ya sabes cómo es, siento lo de tu mano…
—Está curada hace tiempo gracias a Sally, no importa. Por cierto, ¿sabes cuándo podremos volver a bañarnos? Lana y yo necesitamos un baño urgentemente, sin ofender —sentí la mano de mi amigo en mi hombro, pero no me inmuté, seguí mirando a Carl.
—Lana, Lana, ¡Lana! —miré a la rubia que me llamaba.
—¿Qué pasa?
—¿Qué haces mirándole? —preguntó el moreno.
—Está callado.
—¿Y? Mejor así que hablando o insultándonos —arqueó una ceja Brian.
—Está tramando algo… —Tenny me miró algo incómoda— Igual que cuando quiso que volvieras, estaba de la misma forma, callado y pensativo, está pensando en algo y dudo que sea un plan inocente.
—Bueno, mientras no tenga que ver con nosotros y nuestros cadáveres… Supongo que no pasa nada, ¿no? —antes de que me diera cuenta estábamos hablando en susurros.
—Carl quiere escaparse —murmuró Tenny con un hilo de voz—. Eso es lo único que quiere.
—Y nosotros —respondió Brian—, ¿pero a qué costo querrá él?
—A costa de nuestras vidas —frunció el ceño la rubia.
Escuchamos que se abrió la puerta, Bloody apareció por la entrada de barrotes. Parece que ayer no se quedó contento con el dibujo que nos regaló, junto con los otros diez que permanecían pegados con cinta adhesiva en la pared de la celda.
—Buenas tardes, chicos, veamos… Hoy solo quiero pintar a los rubios, así que vosotros dos podéis haceros a un lado, ¡ya os tocará otro día! —dijo con entusiasmo montando su caballete de madera.
Tenny tragó en seco y se levantó poniéndose en medio de la celda y Carl a su lado, no se miraban.
—Pobre Tenny… —murmuré a Brian, él hizo una mueca de desagrado.
—Sí… Espero que Carl no aproveche para hacer algo, es asqueroso.
Estuvimos unos segundos mirando a ambos, por si Carl intentaba alguna estupidez, entonces, recordé algo y miré a mi amigo.
—Brian…
—¿Sí?
—¿Te acuerdas de… del beso que nos dimos?
Brian abrió los ojos y sonrió con timidez, agachando levemente la cabeza.
—Sí… Oh, Dios, cómo han cambiado las cosas desde entonces.
—No entiendo cómo nos ha podido pasar esto, pasamos mucho tiempo a solas en la celda pero apenas hablamos…
—Hay que ser discretos para que no nos pase nada, ¿recuerdas?
Lo miré fijamente y negué con mi cabeza.
—Sí, estoy de acuerdo, pero no sé que tiene que ver eso con que… estemos tan distantes, después de todo lo que ha pasado —dije apenada.
No sabía a qué quería llegar con todo esto, pero hacía tiempo que quería recordarle a Brian lo que pasó hace… Ya no recuerdo ni cuántos días o semanas.
—Sí… Tienes razón, todo se ha complicado un poco…
Me acerqué a él y le susurré al oído.
—No te pido que forcemos nada pero… No quiero que ese sea nuestro primer y último beso…
Él me miró, y sonrió.
—Yo tampoco… —creo que me ruboricé al escucharlo— pero estaría bien lavarnos los dientes antes la próxima vez…
Me rei y le di un pequeño golpecito en el brazo mientras me ruborizaba más. Jamás me había olido tanto el aliento.
—Lana, Brian, sois los protagonistas la mayor parte de las veces que vengo. Por una vez que están Tenny y Carl, intentad no… desviar mi atención —soltó Bloody con un tono algo nervioso.
Brian y yo sonreímos discretamente y alejamos un poco nuestros cuerpos. Volviendo al silencio que últimamente compartíamos.
Curiosidad n°50: Ben puede espiar y aparecerse a través de cualquier aparato electrónico que contenga una pantalla, pero para desvanecerse no necesita nada en particular.
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