Capítulo 46
—¡Basta! Por favor, te lo suplico...
—¡Cuando me arrebataste mi vida no me tuviste piedad! ¿Por qué debería perdonarte la vida?
—En serio, ¡lo siento! —dijo abatido de dolor y con lágrimas en los ojos.
—Mátalo, él también asesinó a nuestra familia… —habló Liu con semblante frío— ¡Debe pagar por destruir todo! ¡Es un caso perdido! ¡Es incontrolable! ¡Debe morir!
Con una gran sonrisa, alcé mi cuchillo sobre Jeff, quien estaba en el suelo ensangrentado, pidiendo clemencia y perdón.
[RIIIING, RIIIING]
—¿Qué…? —murmuré y me desperté. Estaba en mi cómoda cama, mi teléfono me había despertado del sueño tan satisfactorio que estaba teniendo. Contesté y una voz asomaba su tono preocupado.
—Janna… Siento despertarte a estas horas… —dijo Damian.
—¿Qué pasó? —pregunté adormilada.
—El jefe Lautaro… ha sido asesinado esta noche, y necesito... necesitamos que vengas, porque creemos que… que está relacionado con ya sabes quiénes…
Me levanté de la cama soltando un bostezo.
—Iré enseguida Damian, espérame en la comisaría.
Colgué el teléfono y me vestí lo más rápido que pude. Salí y conduje a la comisaría, encontrando a Damian en la entrada de ésta.
—Qué puntual —dije en cuanto estacioné—. ¿Tantas ganas tenías de verme que me esperaste en la entrada? —esa broma no pareció gustarle a Damian, ya que me miró perplejo.
—Janna, ha habido un asesinato…
—Ha habido un asesinato en Savanna —hice otra broma imitando el acento cubano, al ver la expresión de Damian carraspeé y traté de tomarlo con seriedad—. Perdón, bebí un poco antes de acostarme —me excusé cerrando la puerta del automóvil.
—Vamos en el mío… —murmuró Damian, nos subimos en su vehículo y fuimos al domicilio del difunto jefe. Al llegar, subimos los rellanos hasta ir al cuarto piso, había una cinta policial y el equipo estaba dentro tomando fotografías de la escena del crimen.
El salón estaba limpio, ni rastro de una pelea, así que entramos directamente a su cuarto. Lautaro se encontraba tendido en la cama, tenía múltiples apuñaladas en el abdomen y pecho, una sonrisa rajada de oreja a oreja y en la pared que se encontraba encima de la cabecera de la cama se leía la oración “ve a dormir”.
—Su novia, la señorita Levin, encontró el cuerpo del jefe y nos avisó. Dice que entró como de costumbre a las 3:30 de la madrugada y ya había fallecido —informó el forense—. No hay testigos, huellas, solo se sabe que forzaron la puerta, pero parece haber sido demasiado meticuloso el infractor.
—¿Quién crees que sea? —me preguntó Damian mientras miraba el cuerpo y a mí.
—Fue el tipo que vimos en el bosque con el dron.
—¿Ese tal Jeff The Killer? —asentí y soltó un suspiro mirando alrededor.
—Esa es su forma de matar, se cuela en tu casa, ya sea entrando por alguna puerta o ventana, espera a que te duermas y te apuñala, te raja una sonrisa y escribe su mítica frase después de cometer el asesinato. Normalmente es así, aunque a veces, depende de la ordinariez de su mente en ese momento, se detenga a torturar de diversas maneras.
—Este parece un asesinato rápido, como hecho con prisas, ¿sabes? —comentó tocando su barbilla con sus dedos pulgar e índice— ¿Crees que haya más víctimas?
—Lo dudo… Él suele atacar uno de cada lugar, para no llamar demasiado la atención —le miré y él bajó la mirada—. Deberíamos ir a comisaría, debemos hablarlo entre todos, porque ahora que ha muerto el jefe…
—No hay alguien de autoridad… —susurró Damian y se paseó por el piso
—. Es como el Observador Nocturno, ni un rastro de quién estuvo ahí, siquiera un mechón de pelo, nada…
—Te lo he dicho —alce un poco la voz para que me escuchara—. Creo que es hora de que sepáis acerca de ellos como tal.
Sabiendo que no íbamos a conseguir nada quedándonos ahí, buscando pruebas que jamás estarán y con la conclusión de que Jeff es el asesino del pobre Lautaro, volvimos a la comisaría, en silencio.
—¿Sabéis quién lo mató? —preguntó Lily cuando todos estuvimos reunidos.
—Sí —dijo Damian—, y creo que es hora, como me comentó Janna antes, que sepamos todo lo que necesitemos saber acerca de los Creepypastas.
—Bien —me acerqué al pequeño ordenador que había en la sala y me dispuse a buscar en Google los nombres de cada uno.
Primero hablamos de Jeff, les conté lo cruel y despiadado que había sido atacando a su familia y a las otras víctimas que había dejado a lo largo de su vida. Que sí tenía párpados y se le podía atacar como a un humano normal, pero peligroso.
Después pasamos a Sally Williams, una niña que había sido asesinada y abusada por su tío, que, aunque fuera inofensiva y solamente atacara a pedófilos como se dice, no significaba que no defendiera a los seres con los que convive, les formulé mi hipótesis que para contraarestarla haría falta agua bendita.
Seguimos por los proxys, los cuales estaban bajo el control y órdenes de Slenderman, que si era posible, no les hicieran heridas graves o mortales, ya que ellos no habían elegido esa vida.
Acerca de Slenderman, no había mucha información… Solo que existe desde hace siglos, aterrorizando a personas en bosques y desapareciendo niños, su perfecto control mental, su dominio de la tortura física y psicológica… Lo mejor era evitarlo lo más posible y traer los mejores explosivos para aturdirlo.
Seguimos una larga lista de Creepypastas conocidos y no tan conocidos, les proporcioné toda la información que había recaudado durante todos estos años, llegamos al nombre de Ben.
—Benjamin Peterson, alias Ben Drowned, es un fantasma como Sally, lo asesinaron en un lago, ahogado. Por lo que sus ataques tendrán que ver mayormente con el agua, puede asesinarte de la misma manera que murió él, metiéndote en algún río, océano, entre otros, o mismamente dejarte sin aire. Puede salir de dispositivos electrónicos como Sonic.exe o Lost Silver.
—¿Cómo es en persona? ¿Da tanto miedo como dicen? —preguntó Timmy.
—Depende, aunque tiene la piel algo azulada, es algo grotesco, pero te acostumbras después de dos intentos de asesinato —la sala me miró en shock—. La primera vez que los investigaba, invoqué a Ben jugando su cartucho maldito de Zelda.
—Espera, ¿jugaste el cartucho maldito de Zelda? ¿El de Majora's Mask? —exasperó boquiabierto Noah.
—Sí, solo es un videojuego raro, al llegar a la parte más extraña del juego salió y trató de ahogarme en un lago, sobreviví de milagro, pero mis ex compañeros pensaron que fue un intento de suicidio —suspiré molesta recordando aquel momento—. Y esos son todos los que debéis saber.
—Janna, perdona —habló esta vez Jess, un chico rubio de ojos castaño—, a mi hija le gusta una chica de cabello moreno, lleva un traje negro y una máscara peculiar, como la de Masky pero versión femenina, no sé como se llama, pero me ha parecido extraño que no apareciera en tu lista.
—¿Jane The Killer? —preguntó Brille.
—Es verdad, ¿qué hay de ella? —preguntó Óscar.
—Nada, ya que no existe. Nunca hubo una Jane Arkensaw.
—¿Y Richardson? —habló esta vez Marinette.
—Negativo, ninguna Jane existe, así que podemos descartar a ambas —dije con una pequeña sonrisa—. Eso es todo lo que debéis saber de ellos —los policías comenzaron a abandonar sus asientos.
—Esperad un momento —Lily se levantó de su asiento y nos miró a todos—. El jefe Lautaro ya no está. Necesitamos a alguien que esté al mando.
—Eso nos lo terminarán asignando —dijo Albert.
—Pero, cuando venga esa persona, dudo que crea en Janna y que no informe a la PCE sobre todo esto, ¿no podríamos seleccionarlo internamente? Es otra forma de hacerlo.
Todos se quedaron callados, pensando en lo que dijo Lily.
—Pero, ¿quién va a sustituir a Lautaro? Tiene que haber sido antes inspector jefe para hacerlo —cuestionó Math.
—Creo que Damian es la mejor opción que tenemos —dijo Lily—. Él ha estado implicado en este caso casi desde el principio cuando llegó a esta comisaría, ha ayudado a Janna muchas veces al igual que a nosotros. Y cuando la echaron, le asignaron el antiguo cargo de Janna de inspector jefe, así que aunque lleve poco tiempo con él ya puede ser nombrado comisario.
—Pero, en ese caso, ¿no tendría más lógica que fuese Janna? —se cruzó de brazos Beth— No es por desmeritar a Damian, en absoluto —se apresuró a decir la pelirroja—, pero Janna ha estado más tiempo en este caso, de hecho, nunca lo soltó a pesar de que todos estuviéramos en contra de ella o no nos ocupamos de este caso como debíamos. Hasta ha vuelto para ayudarnos a rescatar a los chicos.
Se esparció un murmullo entre la multitud, indecisa.
—Yo opino lo mismo que Lily —dije en voz alta—. Creo que Damian es la mejor opción que tenemos de jefe de comisaría —noté que el moreno se sonrojaba levemente—. ¿Quién está a favor de que Damian sea el nuevo comisario?
Varias manos se levantaron, luego otras, y otras… Hasta llegar a mayoría absoluta.
—Yo… yo no sé qué decir… —dijo en un hilo de voz Damian y se aclaró la garganta— Gracias —dijo con la voz más firme que le podía salir—, trataré de desempeñar lo mejor posible este cargo, y, siendo jefe de comisaría, le devuelvo su título como inspectora jefe a Janna Weskare.
Se me aguaron los ojos tras escucharlo, asentí con la cabeza y una gran sonrisa se me escapó de los labios, todos estuvieron de acuerdo.
Creo que, sinceramente, después de tanto tiempo, mi objetivo que me fue marcado cuando tenía once años, se iba a cumplir de una vez por todas, y entonces, podría descansar en paz.
Estaba acostada en la celda durmiendo en la esquina cerca de los barrotes, cuando de la nada sentí una mano sacudiendo mi hombro. Al notarlo, me sobresalté pensando que sería Carl, pero me tranquilicé al ver a Jeff.
—Perdona… —murmuró, miré detrás de él comprobando que Carl seguía en su esquina, confirmándolo. Nos observaba con su cara de siempre cada vez que nos veía juntos— Tengo… tengo que decirte algo —dijo serio, su tono de voz era firme, algo malo había pasado, pero prefería irme a seguir un minuto más cerca de Carl—. Vamos a la cabaña.
Sin decir más, me levanté y salí con Jeff de la celda. Cuando la cerró con llave, pasamos a través de la puerta y caminamos por el bosque hasta llegar a su cabaña.
Entramos y todo estaba silencioso, eso significaba que Liu no estaba. Me senté en el sillón y él hizo lo mismo a mi lado, agarró sus manos, pensativo y luego de unos segundos me miró.
—He matado a los padres de Josh —soltó sin inmutarse, lo miré incrédula.
—¿Qué? —dije en un hilo de voz, él me seguía mirando fríamente.
—Anoche maté a los padres de Josh.
Me quedé paralizada al escucharlo mientras mis ojos se iban cristalizando por momentos. Entonces, sin haber soltado aún ni una lágrima y al imaginarme la situación que se debería estar viviendo ahí fuera, arremetí contra Jeff, golpeándolo en el pecho sin mucha fuerza.
—¿¡CÓMO HAS PODIDO!? —le decía una y otra vez, hasta que me quedé llorando abrazada a él.
Jeff me devolvió el abrazo sin mucho entusiasmo, dando algunas palmaditas en mi espalda. Sabía perfectamente que él no era capaz de entender mi situación en este momento. No era realmente por los padres de Josh, puesto que ni siquiera los conocía tanto; lloraba por lo que significaba que no le importara que le hubiera dicho lo mucho que me dolería su muerte y él aún así no hubiera ni intentado protestar contra Zalgo para que lo hiciera otro, además, esto significaba que ya era una realidad, si yo moría también lo harían mis padres, y mi hermano se quedaría desamparado.
—Tenny… ¿Sabes que podría no habértelo dicho nunca y engañarte haciéndote pensar que al final ni yo ni nadie cumpliríamos esa orden, no?
No respondí. Jeff suspiró, aún abrazándome incómodamente, se notaba que el contacto físico no le hacía mucha gracia, pero ahora mismo yo necesitaba estar cerca de alguien, aunque fuera él.
—Que sepas que aunque no me guste verte así no pienso pedirte perdón, sabías desde el principio que yo hago estas cosas, y que no dejaría de hacerlas para complacer a nadie. Y, justamente porque espero que comprendas como soy, te lo he querido decir cuanto antes. Si te asqueo o me tienes miedo, lo entenderé, pero entiende tú también que si ese es el caso no deberíamos seguir hablando. No quiero compartir tantos aspectos de mi vida contigo si no puedes aceptarme —me sorprendió la dureza con la que lo dijo, pero sabía que tenía razón. Por algún motivo que aún me resulta incomprensible, Jeff me había dejado entrar a su vida, conocer a su familia, a sus amigos… Y yo a cambio solo le había recriminado ser como es, y como yo sabía que era desde la primera vez que lo vi.
Por fin separé la cabeza de su pecho, sin soltarme del abrazo, y lo miré directamente, mientras me secaba las lágrimas y calmaba mi respiración.
—Yo… Jeff, sabía que desde el principio eras un asesino, sé que matas a personas y sabía lo que hacías cuando dejamos de hablar… Y, realmente, no me enfada el que hayas matado a los padres de Josh, ya que no los conocía mucho. Lo que me enfada y atemoriza, es que en el momento en el que yo… —ahogué un sollozo y tragué en seco mirándolo.
—Tenny, no te voy a matar… Ya hablamos de ello.
—Lo sé, pero que tú no me vayas a poner una mano encima no significa que otro no lo vaya a hacer, ya viste a Laughing y a B.O.B, ¿quién no dice que el siguiente en querer matarme sea Slenderman? O hasta Jane The Killer.
Jeff soltó una pequeña risa al escuchar lo último.
—¿Jane The Killer? No digas tonterías, Tenny, ella no existe, esa historia no es real. Fue inventada para que yo tuviera una némesis —Jeff puso los ojos en blancos, como si estuviera cansado de que se hubieran creado ya tantos personajes o bien para imitarlo o bien para hacerle frente—. He matado a muchas personas de distintas formas —continuó diciendo—, sobre todo cuando empecé porque me gustaba experimentar, pero ninguna ha sobrevivido, y, aunque lo hubieran hecho, nadie les tomaría en serio al contarlo —terminó sonriendo un poco con malicia.
—Bueno… Aunque ella no sea real, siguen pudiendo hacerme daño, y en ese caso tú… tú tendrías que matar a…
—Sí, tendría que hacerlo, pero por respeto a ti créeme que no sufrirían —dijo casi de forma burlesca, lo que a mí me molestó un poco.
—Jeff… —dije fríamente— Si Zalgo te ordenara matarme, ¿lo harías? —Se quedó quieto, pensativo, como poniéndose en situación.
—Me quejaría… Claro, pero no es como que pueda enfrentarme a Zalgo… —respondió apenado.
—Jeff, ¿lo harías? —repetí, Jeff enmudeció por unos segundos.
—No sería la primera vez que incumplo una orden…
—¿Por qué tendrías que pasar a cambio?
—Por ser quien soy, me ha perdonado ya una vez… Si volviera a incumplir algo, seguramente me mataría… —abrí más los ojos, sorprendida.
—¿Mo… morirías por no matarme?
Jeff sonrió y se enrojeció un poco.
—A ver… Solo es un supuesto, también puede ser que me torturara y te matara él mismo delante de mí, lo cual sería peor que si lo hiciera yo mismo pero… sí, me arriesgaría a que me matara.
—¿Pu… Puedo preguntar por qué harías eso por mí? —rio nervioso y se ruborizó aún más.
—He dicho que solo es un supuesto… —terminó de decir de forma burlesca.
Me disponía a decir algo más cuando la puerta de entrada se abrió de golpe, haciendo que me abrazara por el susto a Jeff con más fuerza. Liu entraba tarareando una canción que no pude identificar, y al vernos soltó una pequeña carcajada.
—¿Te dejo un minuto solo y ya aprovechas para traerla a hacer… cosas? —dijo burlón y colocó la compra en la cocina. Definitivamente estaba raro, normalmente se habría enfadado y me habría echado de casa. Jeff también me miró, sorprendido, y cortó el abrazo.
—Liu… ¿Sabes que la harina que te ha ofrecido Masky para esnifar no es harina, no?
—No, no, no tiene nada que ver con eso. Ha sido porque me he comido… algo bueno esta mañana —Jeff empezó a reír cómplice.
—¿Se ha comido un bebé? —pregunté sin entender y Jeff rio más fuerte.
—Bueno… No era un bebé precisamente, pero tiene algo que les gusta mucho —soltó un suspiro terminando de colocar la compra y nos miró—. Oficialmente, tengo novia —dijo con una gran sonrisa.
—¡Felicidades! —Jeff le abrazó con fuerza bastante contento— ¿Cuándo la traes? Solo la he visto de lejos cuando Tenny y yo fuimos al lago, pero tenía máscara.
—Tiempo al tiempo, hermanito, tiempo al tiempo… ¿Y tú por qué estás más rojo que cuando te quemas al sol?
—N-no estoy rojo… ¿De qué hablas?
—Ya, entonces me vas a decir ahora que la sangre que tienes en las mejillas es de otra persona —Liu me miró—. ¿Y tú por qué tienes los ojos llorosos? ¿Habéis roto?
—¡N-no estamos saliendo! —repliqué y miré al suelo incómoda.
—Ya… —Liu se dio la vuelta encogido de hombros— Hoy estoy de buen humor, Tenny, ¿te quedas a comer?
Curiosidad n°46: Cuando Damian readmitió a Janna, la dejó volver a casa para descansar unas horas. Ella aprovechó y llamó a Liu.
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