Capítulo 29
«Tenía que ser él, ¡debía de serlo! ¡Él debería ser el maldito Homicidal Liu! Los 2 nos arriesgamos en esa maldita cita, ¿pero por qué no atacó al chico? ¿Y cómo es que Liu se quedó paralizado?
¡MIERDA! No le pedí el número ni ninguna forma de contacto, tampoco quedamos para otro día, ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA! Era mi mayor forma de conseguir información, si no hubiera sido por ese atraco fallido no le habría perdido el rastro, ¡MIERDA!»
Caminaba por la calle perdiéndome en mis pensamientos mientras entraba al bosque, no iba a quedarme sentada en mi casa lamentándome por haber perdido una pista así. Hasta que me lo encontrara por ahí casualmente «si es que vuelvo a hacerlo» debía seguir reuniendo pistas, y mi mayor forma de hacerlo ahora mismo era por medio de Hoodie.
Gracias a él ya sé que están varios Creepypastas y no solo los proxys viviendo en zonas de este bosque. También sé que están divididos por casetas y que cada uno tendrá su zona correspondiente.
Por "Louis" «si de verdad es Homicidal Liu y no me lo estoy imaginando todo» podría suponer que algunos van de vez en cuando a los sitios cercanos en busca de suministros, aunque no puedo esperar encontrarlos a todos en el supermercado haciendo la compra para una cena familiar feliz.
Y gracias a la investigación antes de comunicarme con ellos sé quién mató a quién, sé que hablan con los chicos muy a menudo y que por ello entablan algún tipo de amistad «si es que alguno de esos bastardos sabe lo que significa», además estoy casi segura de que tienen algún tipo de plan conjunto puesto que nunca han actuado de forma tan organizada y durante tanto tiempo.
—Hey, Janna —me saludó por fin Hoodie bajándose de un árbol con gran agilidad.
—Hola, Hoodie —sonreí tras la máscara.
Hora y media antes...
Esto es maravilloso, Tenny ha vuelto de nuevo y la paz en la celda reina como nunca, exceptuando que Lana y Brian parezcan odiarnos a muerte y Tenny esté en la esquina en frente de mí esperando por el ojeroso anémico. Pero al menos yo estoy en paz, Tenny está de vuelta.
—¿Qué miras, Carl? —dijo Tenny de forma fría sin apartar su mirada de la puerta de salida.
—A ti, ¿por qué preguntas lo que ya sabes? —contesté sonriendo de oreja a oreja.
Me quedé esperando su respuesta. Había sido un comentario tierno, ¿no? Debería haberme contestado sonriendo. ¿O debería tratarla como seguro la trata un asesino para conquistarla?
—Contéstame —dije serio con voz firme. Tenny por fin me miró, había dado en el clavo.
—Vuelve a hablarme así y te meto los dedos en la herida tan profundo que verás las Cataratas del Niágara en tu brazo, Plagaunado —me miró con desprecio. Mi sonrisa se borró en un instante, ¿por qué me había contestado así? ¿No es como Jeff la trataba?
No pude evitarlo, la risa se apoderó de mí. Empecé a reír, a reír y a reír, cada vez más fuerte. ¡Era absurdo, toda esta situación era absurda!
Tenny me miraba con cara de asco, ¡después de lo que había hecho por ella! Conseguí calmar la risa para hablar.
—Oh, Tenny, te crees que por llevarte bien con un monstruo ya eres tan amenazante como ellos, ¡pero lo único que has hecho el tiempo que hemos estado aquí ha sido recibir palos! —veía su rostro, cada vez más enfadado. No quería perder a Tenny, pero estaba claro que hacerle creer que siempre me tendría lamiéndole el culo no servía para nada. Tenía que ponerle las cosas difíciles, que volviera a ganarse mi favor.
—¡CARL, COMO EMPIECES DE NUEVO CON TUS TONTERÍAS TE RAJO LAS VENAS YO MISMA! —ya había visto a Lana gritando, ¿pero amenazando? Mi vista se dirigió hacia ella, y después hacia Tenny.
—Hasta la señorita positiva es más amenazante que tú, Vlacada —lo conseguí, Tenny venía hacia mí, enfadada.
—¡¡AAAAH!! —mi grito se debió escuchar hasta en el lugar más recóndito del bosque. Tenny acababa de clavar sus uñas en mis heridas abiertas, tal y como prometió— Me gusta, una mujer de palabra —dije sonriendo.
—A ver si te gusta también esto. —La rubia procedió a abofetearme. Luego me pegó un puñetazo y me arrojó al suelo. Noté como mi cabeza hizo un sonido estridente al chocar contra el suelo, creo que incluso empezó a sangrar un poco, aunque en realidad ya no podía distinguir si salía de mis brazos, de mi cabeza o de mi nariz.
Seguí riendo.
Tenny me agarró del cuello de mi camisa y preparó su próximo golpe, pero el sonido de la puerta hizo que se petrificara. Ella giró la cabeza hasta los barrotes para ver a la persona que se acercaba, recé para que no fuera Jeff.
Al ver una sudadera naranja en vez de blanca me tranquilicé.
—He oído lo de las venas, Carl —Hoodie tenía las manos en los bolsillos y a pesar de estar dirigiéndose a mí parecía estar mirando a Tenny, aunque con el pasamontañas puesto no lo podía saber seguro—. Antes de que te maten o te mates, podrías venir conmigo a dar una vuelta —agradecía su amabilidad, pero era sospechosa, además, ¿no había visto que estaba teniendo un momento íntimo con Tenny? Ella nunca me había tocado tantas veces la cara.
—¿Y eso por qué, Hoodie? —no quería ser grosero, era cierto que Hoodie había sido bueno conmigo.
Enseguida arreglé mi error, sonreí y le miré.
—Me vendría bien algo de aire fresco, gracias, Hoodie —agarré el puño que Tenny aún tenía por encima de mi rostro y la aparté de mi lado con fuerza. Podía haberla tirado hasta la otra punta de la celda si hubiera querido, pero dejé que me golpeara, y ahora quería que viera que lo hice voluntariamente.
Hoodie abrió la puerta de la celda y me dejó salir. Noté algo extraño en él mientras andábamos hacia la salida, pero no pude deducir que era.
—Ven, te llevaré a mi cabaña y te ayudaré a limpiarte. Vale que ahora seas el limpiamierdas, pero no tienes porqué oler como tal —Hoodie me miró de arriba a abajo—. También te ayudaré a quitarte la sangre.
En cuanto llegamos a su cabaña Hoodie cerró con llave, se quedó unos segundos mirando hacia la puerta y luego se dirigió a mí. «Algo raro pasa», pensé para mí.
—El baño está ahí. Tengo bañera, no ducha, por cierto —dijo señalando una puerta de madera a la derecha de la sala.
—No hay problema —intenté sonreír, pero sabía que se vería muy forzado así que volví a poner mi rostro serio.
Hoodie se quedó quieto, supuse que esperaba que fuese hacia el baño, así que eso mismo hice. Me percaté de que me seguía.
Abrí la puerta y me dispuse a cerrarla rápido, pero el pie de Hoodie me lo impidió.
—No te lo tomes mal pero no creo que seas capaz de siquiera meterte ahí sin ayuda. Tienes la muñeca destrozada, la nariz te sangra, el labio también lo tienes partido y por el golpe que escuché supongo que también estarás mareado.
—Bien, ayúdame a meterme entonces, te lo agradezco.
—Primero quítate la ropa, no creo que quieras bañarte con ella puesta.
Asentí con la cabeza e hice el gesto de quitarme la camisa, esperando que Hoodie se diera la vuelta cuando me viera, pero no lo hizo.
—¿Te importaría…? —Hoodie se quedó quieto, sin hacer ni decir nada parecido a una respuesta.
Sin entender muy bien la situación comencé a desnudarme: primero la parte de arriba con todos los complementos, y luego los pantalones. Me senté en el váter para quitármelos, y al bajar mi vista observé algo… inquietante.
«Mierda»
—¿Ocurre algo? —dijo Hoodie girando ligeramente la cabeza. Me había quedado embobado mirando su… su entrepierna, que se hacía notar más de lo normal.
—Nada, nada —dije sonriente para disimular.
—No tengo todo el día, desnúdate o te devuelvo a la celda oliendo a cerdo, que por cierto: eso no creo que atraiga a la rubia —me sonrojé al escuchar su comentario. ¿Tan evidente eran mis sentimientos hacia ella? «Te has rajado las venas para que volviera idiota. Ya lo debe saber todo el bosque».
No tenía más opción que obedecerle, así que dejé a un lado mi vergüenza y me quité lo de abajo, aunque no pude evitar taparme.
Hoodie me ayudó a entrar en la bañera, encendió el grifo y puso el agua a una temperatura agradable. Esperé que se fuera en ese momento.
—Mmm…. ¿Sabes? Tampoco puedo dejarte aquí solo… Podrías ahogarte y no quiero quitarle el puesto a Ben. «Genial».
—Hoodie, el agua se va a poner roja, sigo teniendo las heridas abiertas. —intenté cambiar el sentido de la conversación. Estaba sentado con las rodillas encogidas y el agua apenas me cubría los talones. Hoodie apagó entonces el grifo y buscó entre unos cajones yodo y otros materiales de un kit de primeros auxilios. Rápidamente me desinfectó las heridas y me las cerró con parches. Se notaba que tenía experiencia en esto de curar heridas.
—Bien, ahora habrá que tener cuidado de que no se te moje eso, deja que te ayude…
—No hace falta, de verdad… —me empecé a poner nervioso y mi pulso empezó a acelerarse. Pero Hoodie ya se había quitado los pantalones y…. procedía a quitarse los boxers.
Eché la mirada hacia abajo, no quería mirar, pero noté como el asesino se metía en la bañera.
—No me importa que se me moje la sudadera ni el pasamontañas —dijo soltando una pequeña risa. Al ver que no me reía volvió a hablar de forma seria—. Deja que encienda el grifo —se acercó a mí para hacerlo, pude notarlo perfectamente, él estaba… estaba… «oh, mierda, mierda, ¡MIERDA!»
—H-Hoodie… ¿q-qué haces…? —pregunté con miedo mientras me aferraba a mí mismo.
—Oh, Carl, pensaba que eras más listo… —Hoodie se acercó a mi oído y susurró—¿De verdad pensabas que empecé a hablarte porque me parecieras interesante y que te sacaría fuera de gratis?
—Hoodie, yo no… —Hoodie acercaba sus brazos a mi cintura.
—Venga, Carl, no te hagas el inocente. Tú también me dabas conversación porque te interesaba, querías salir ahí fuera. Bueno, no puedo devolverte a tu casa, pero puedo traerte aquí, o al bosque. Piénsalo, te dejaría bañarte, te daría comida, dejaría que te diera el aire, que te diera el sol y recobraras un color de piel menos enfermizo… Estarías más atractivo incluso, hasta podrías ganarte a Tenny, y yo a cambio… ¡Todos ganamos!
—¡¡ESTÁS PUTO ENFERMO!! ¡¡NO SOY NI MAYOR DE EDAD!! —me agité tratando de zafarme de él, pero era demasiado fuerte.
—¡JA! ¿Y qué? ¿Me denunciarás y me arrestarán? No te confundas, no soy un pedófilo, tú no tienes cuerpo de niño ni mucho menos, y mentalidad… tampoco, ¡no estás mejor que cualquiera de nosotros!
—¡¡TE EQUIVOCAS!! ¡YO NO ESTOY MAL DE LA CABEZA! ¡Y MENOS PARA SECUESTRAR Y VIOLAR A NADIE, MALDITO SOCIÓPATA! —grité a todo pulmón y comencé a patalear los muslos y el estómago de Hoodie, logré que me soltase. Salí corriendo lo más rápido que pude de la bañera, llegué al pasillo y me resbalé al tener los pies mojados, cayendo de cara y golpeándome en mi muñeca herida.
—¡MIERDA! —chillé y Hoodie me agarró de los tobillos soltando gruñidos de molestia.
—Escúchame, pequeña mierda. Te lo dije por las buenas y hasta te ofrecí un trato, privilegios solo por prestar tu culo… Supongo que si no aceptaste de una no te importará tanto la oferta —Hoodie me golpeó la cara una, dos, tres veces, dejándome más mareado de lo que estaba, me dio la vuelta y me apresó de ambas muñecas apretando mi herida.
—¡BASTA! ¡BASTA! ¡ME DUELE! —empecé a lloriquear, el dolor se volvía casi insoportable.
—Mira que al ser virgen iba a prepararte… Pero al haberte portado tan mal… —con el brazo libre rodeó mi pelvis levantándola, se colocó detrás de mí y metió la punta de su… miembro.
—¡NO! ¡POR FAVOR! ¡POR FAVOR! ¡AYUDA! —grité tanto que sentía mi garganta desgarrarse.
—Tranquilo… —susurró en un jadeo— Grita lo que quieras, nadie te va a escuchar, y si lo hacen, serán amigos míos… —tras decir esto siguió metiéndola lentamente— Cuando es apretado… es lo mejor —terminó de meterla y empezó a hacer un vaivén.
No sabría cómo describirlo, ¿horror? ¿Rabia? ¿Impotencia? ¿Asco? ¿¡Qué se supone que debo sentir!? Era un cúmulo de emociones, odio, un odio demasiado grande.
De todos los eventos que han ocurrido desde que he sido secuestrado, creo que este es el peor de todos… Me han golpeado, insultado, humillado, arañado, desnudado dos veces… y ahora esto.
¡No tenía que estar pasando esto! ¡NO TENÍA QUE ESTAR ASÍ! ¡SE SUPONE QUE YO ME IBA A APROVECHAR DE ESTA ESCORIA PARA ESCAPAR! ¡NO SERVIRLE COMO PROSTITUTA BARATA!
—Uf… Créeme que si lo llegas a hacer con esa chica te va a gustar… —siguió jadeando y gruñendo. Yo solo podía llorar y quedarme inmóvil, entre la muñeca, la cabeza, el rostro y ahora mi… Entrada intocable, ¿¡qué debo hacer!? ¡Estoy atrapado! ¡Esto es un puto infierno!— Oye, aprieta un poco… —maldito hijo de perra… Quédate a gusto así— ¿Me estás escuchando? Si no lo haces te partiré cada costilla con el fierro que tengo en la esquina y seguiré moviéndome mientras te retuerces más de dolor, ¿quieres eso?
—Prefiero estar muerto… —musité entre sollozos, Hoodie salió bruscamente y me dio la vuelta. Volvió a apresar mis muñecas con una mano mientras me miraba fijamente.
—Todavía no vas a morir, Carl… No hasta que se me apetezca —entró de una estocada y solté un grito. Giré mi cabeza para no ver nada de lo que pasaba, pero el encapuchado tomó mi cuello con fuerza y comenzó a ahogarme.
—O haces lo que te digo o traigo un machete y te macheteo vivo… Tú eliges.
Hice lo que me dijo, apreté mi entrada y él aumentó el ritmo, mis llantos se apaciguaron por la falta de aire. Unos segundos después noté algo caliente dentro de mí, Hoodie tenía la cabeza hacia atrás y aflojó los agarres, haciéndome toser para recuperar el oxígeno.
—Lo repetiremos, me ha gustado. Y si no molestas tanto como esta vez, tal vez me replantee el trato de nuevo.
Tosí varias veces sin levantarme. Me dolía mi culo, casi todo el cuerpo en sí. Las piernas me temblaban y sentía mucha pesadez, como si tuviera una carga invisible.
—Carl, vete a duchar, al menos para que no manches más la ropa —me arrastró por los tobillos y me dejó en el baño con la puerta abierta, agarró sus pantalones y boxers y se fue a la sala.
—¿Qué…? —dije después de un minuto mirando el suelo, sentado apoyado en la pared— ¿Qué mierda me acaba de pasar…? —volví a llorar desconsoladamente aferrándome a mí mismo.
—¡Venga Carl, dúchate ya que no tengo todo el día! Y no te preocupes, que te acabará gustando, te lo aseguro —Hoodie me agarró y me volvió a meter en la bañera, después encendió el grifo—. Tienes siete minutos para ducharte y vestirte, cuando pase ese tiempo te devolveré a la celda estés como estés, aunque sea desnudo.
Después se fue entornando la puerta del baño. Me duché de mala gana mientras sollozaba y lloraba. Estaba en shock, esto no puede haber pasado de verdad… Mi primera vez… ha sido así… y encima no con Tenny…
….
….
—CARL, CARL, CARL, ¿¡QUÉ MIERDA TE PASA CARL!? —comencé a gritarme a mí mismo con fuerza— ¡ACABAN DE VIOLARTE Y SOLO PIENSAS EN TENNY! ¡TIENEN RAZÓN, ESTÁS MAL, ESA DESAGRADECIDA NO HA HECHO NUNCA NADA POR TI! ¡NADA! —el agua que caía por mi pelo comenzó a tranquilizarme, levanté la cabeza mirando al techo y comencé a reír de nuevo— JAJAJAJA, NO, CARL, ¡ELLA ES LA QUE SUFRIRÁ PENSANDO EN QUE PERDIÓ LA OPORTUNIDAD DE QUE FUERA ELLA TU PRIMERA VEZ! —el llanto volvió a apoderarse de mí— Te han violado… Te han secuestrado… Han jugado contigo… Te han insultado… Se han reído de ti… ¡TÚ HAS DEJADO QUE PASARA ESTO! ¡ES TODO TU CULPA, CARL! ¡NO DEJARÁS QUE NADIE MÁS TE HAGA DAÑO SIN BENEFICIARTE TÚ MISMO NUNCA MÁS! —al decir esto paré de gritar, un pensamiento me vino a la cabeza:
«Sufriré, claro que sufriré, pero aceptar el trato de Hoodie puede ser más inteligente que dejar que me utilice sin nada a cambio… Saldrás de aquí, le desmostrarás que vales mucho más de lo que se pensaban que valías, y entonces… Te amarán, claro que sí, nadie volverá a meterse contigo, ¡tú ganarás! ¡Conseguirás escapar de las garras de unos asesinos seriales, y te amarán, te respetarán!»
—Cuatro minutos, Carl.
Regresé a la celda, limpio, vestido, con un trato con Hoodie y con una idea en la cabeza.
Ya nada más me hacía falta. Había ganado.
En la actualidad...
—Hey, Janna —me saludó por fin Hoodie bajándose de un árbol con gran agilidad.
—Hola, Hoodie —sonreí tras la máscara —Te noto más contento de lo usual, ¿qué ha ocurrido?
—Oh… Nada importante, solo… he conseguido cerrar un trato.
—¿Un trato? ¿Qué clase de trato? —intenté que sonara con naturalidad, como si no tuviera importancia, pero lo cierto es que no tengo ni idea de qué tipo de tratos puede cerrar un Creepypasta. ¿Renovar su contrato con Slenderman?
—No importa… ¿Y qué hay sobre ti? Hay muchas cosas que nos quedaron por contar, anda, vayamos a mi cabaña a hablar.
Esta vez traté de memorizar un poco más el camino, aunque la verdad es que el bosque me parecía todo igual. Al entrar en la cabaña noté algo raro, juraría que estaba más desordenada que la otra vez, y eso que olía a estar recién limpiada.
—Hoodie, tengo que ir al baño, ¿dónde está? —no era mentira, tenía que ir, pero también me iba a servir para pensar qué preguntarle sin que pareciera sospechoso.
—Esa puerta de ahí.
—Gracias —fui calmadamente y cuando entré cerré la puerta sin pestillo «no creo que Hoodie sea un depredador sexual». Me acerqué al espejo para practicar mi "interrogatorio" en mi mente y ver si realmente parecería creíble por mis gestos.
«Debo tener cuidado, con la máscara no se ven las expresiones y puede malinterpretarme».
De repente, en medio de una de mis preguntas escuché cómo se abría la puerta principal «¿Hoodie se va o será otro proxy?» y ante la duda abrí disimuladamente la puerta del baño para ver la principal.
—Hacía tiempo que no venías —vi a Hoodie decir con tono alegre a alguien que aún se escapaba de mi campo de visión.
—Quería darte las gracias por ayudarme a convencer a Toby y a Masky de eso, sobre todo Masky debe haber sido duro de roer.
—Sí, es demasiado serio y formal con el trabajo a veces, pero me admitió que al final fue divertido hacer algo diferente —escuché una leve risa del hombre misterioso—. Tengo visita pero puedes pasar si quieres. Es una vieja amiga, te caerá bien.
—Me parece estupendo —dijo el hombre mientras entraba.
«No me jodas»
—Además, así me libraré de Jeff por un rato más, últimamente me pone de los nervios hablando siempre de la niña esa.
«Si Jeff supiera que te referiste a él como "Joffrey" ¡JA! que nombre tan horrible se te ocurrió…»
No pude evitar soltar una pequeña carcajada, lo que hizo que ambos miraran hacia la puerta, la cual cerré rápidamente.
—No seas tímida, Janna, es otro amigo mío. ¡Te sorprenderá cuando te diga quién es! —Hoodie hablaba en tono alegre, obviamente ni se imaginaba el aprieto en el que me acababa de meter.
—¡Ya salgo! Voy a lavarme las manos —aún podía escuchar a Hoodie y a Liu hablando entre ellos.
—¿Jeff con la rubia? Dios mío, ¿qué le pasa a tu hermano? ¡Si solo tiene 17 años!
Los escuché reírse mientras me acercaba al lavabo, entonces pisé algo viscoso «¿sangre…?», lo cierto es que era un charco muy pequeño, seguramente a Hoodie se le pasaría sin más. Al final era la casa de un asesino, no me parecía raro eso, pero lo que sí lo hizo fue un cabello rubio al lado de esta, y aunque no había visto a Hoodie sin pasamontañas sí que sabía que no era rubio. Sabiendo que me estaba metiendo donde no me llamaban, preferí guardarme la muestra de cabello en una bolsita de plástico que tomé aposta para situaciones así «por fin me servirá de algo…».
Tras esto me lavé por fin las manos y salí del baño.
—Así que "Janna", ¿no? —"Louis" se acercó a mí y me tendió la mano. Hizo un hincapié especial en mi nombre.
«Mierda».
—Exactamente, y tú eres…. —vi como Liu sonreía de un lado al escucharme decir eso.
«Mierda, mierda, ¡MIERDA!»
—Seguramente hayas estado algo desconectada del tema Creepypastas desde lo que te pasó, pero seguro que este te sonará… ¡Es Homicidal Liu! —Hoodie parecía emocionado solo de decirlo, como si estuviera presentando a alguna celebridad, aunque en parte así fuera. Lo cierto es que me dio ternura.
—Hoodie, ¿dónde quieres el autógrafo? —contestó Liu arqueando una ceja y sonriendo. He de admitirlo, eso me hizo reír, y a Hoodie también.
—Entonces… Janna, ¿hace cuánto que Hoodie y tú os conocéis? —nos sentamos y Liu me miraba fijamente, estaba en la mismísima boca del lobo.
—Tal vez unos cuantos años… Pero luego… desaparecí, quise llevar una vida normal pero… no es como que pueda.
—Ya veo… ¿Por qué no te mudas conmigo y con mi hermano? —sonrió ampliamente, apreté la mandíbula de la rabia. Si me quedaba podría matarlos y tal vez salvar a los chicos, pero mi esperanza de vida se reduciría considerablemente a unos míseros segundos. «¿Cómo te lo planteas siquiera? Es una pésima idea, aunque no te vendrá mal saber dónde viven exactamente Jeff y Liu…»
Liu se percató de mi silencio incómodo.
—O, ¿venir algún día de visita? —él también sonrió de forma incómoda.
«Janna, para de joderlo, aprovecha la situación».
—Estaría bien —respondí dulcemente, o eso intenté.
—Oíd, quería que os llevarais bien, pero tampoco tanto —volví a echarme a reír, aún no caía en que Hoodie no estaba enterado de la situación.
—¿Y tú desde cuando conoces a Hoodie, Louis? —Hoodie me miró raro, y no tardé en rectificar— Liu, digo. Lo siento, no eres tan famoso como Hoodie cree —lo dije de forma graciosa. Por suerte ambos me entendieron y hasta Hoodie me dio un pequeño golpe en el brazo mientras reía. Sin embargo, Liu me miraba demasiado, creo que hasta falseaba la risa.
—Hoodie, ¿qué hora es?
—Son las diez, ¿por qué? —solté un suspiro.
—Tengo que irme, tengo que recoger mi casa y preparar la comida, suelo hacer todo muy temprano —me levanté de mi asiento y Hoodie hizo lo mismo.
—¿Tan madrugadora eres?
—No soy muy fan del no ser productiva —ladeé mi cabeza y me acompañó hasta la puerta.
—Te acompaño —dijo de pronto Liu—, también debo ocuparme de algunos asuntos —el castaño pasó la puerta conmigo.
—Nos vemos otro día, Janna, ya sabes dónde encontrarme —nos despedimos y comenzamos a alejarnos de la cabaña del encapuchado. Liu y yo mantuvimos un silencio bastante incómodo por unos minutos.
—Ahora entiendo porqué tantas preguntas. Eres desconfiada, y lo entiendo. Es difícil llevar una vida como esta, pero más difícil debe ser empezar de cero después de esto con miedo a que te descubran —lo cierto es que no podía describirlo mejor. Solo que en esta ocasión las preguntas no fueron solo por desconfianza.
—Aún así, de lo que menos esperaba era encontrarte en la cabaña de Hoodie… —Liu rio, esta vez de forma sincera.
—Lo mismo digo… Por cierto, si puedo preguntar, ¿por qué esa máscara? ¿Hoodie te ha visto sin ella? —me miró serio por unos segundos, respiré profundamente y respondí.
—No soy tan valiente de ir al supermercado con el mismo aspecto con el que me encuentro con asesinos… Siempre he intentado reservar esa doble identidad. Y no, Hoodie nunca me ha visto sin ella, al igual que yo tampoco lo he visto a él. Por cierto, no soy ningún personaje como tú o Hoodie, es cierto que han intentado basarse en mí por mi aspecto, pero nada importante… —llegamos al final del bosque, donde la luz del día te inundaba totalmente y ambos paramos en seco.
—Creo que nos comprendemos mejor de lo que pensaba que haríamos. Me gustaría volver a quedar contigo, aunque entendería que no quisieras para seguir manteniendo tu doble identidad… No le diré a nadie lo de tu rostro sin máscara —tenía que seguir quedando con Liu, no podía perderle la pista, y menos cuando ahora sabía que Jeff tenía contacto con Tenny.
«Dijo que su hermano no paraba de hablar de la rubia… Maldito malnacido sin escrúpulos».
—No sé cuándo podré volver a quedar, pero me gustaría… ¿Podrás hacerte con un teléfono móvil? —Liu asintió con la cabeza— Bien, este es mi número —sonreí tras la máscara mientras él copiaba con un boli en su mano lo que le dictaba.
Liu se adentró de nuevo en el bosque y yo no tardé en hacer una llamada.
—Damian, necesito otro favor tuyo, creo que he conseguido algo importante.
Curiosidad n°29: Esas "conversaciones" que tiene Carl consigo mismo no son nuevas, desde siempre las ha tenido, solo que ahora no le asusta tanto dejar ver esa faceta de él a los demás…
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