Capítulo 26
"Te quiero".
—¿Qué…? —pregunté estupefacta, ¿Carl me acaba de decir "te quiero"? ¿Así de la nada?
—Em… d-digo… o-o sea… Tenny… —Carl tartamudeaba tanto que parecía Billy de It al pronunciar el nombre de su hermano asesinado— N-no es lo que parece… n-no te quiero, o-o sí… o sea… —a Carl le iba a dar una taquicardia, tres paros cardíacos más el estrés, el ataque de nervios y la ansiedad que debía estar sufriendo en ese momento, solo le faltaba cinco ataques epilépticos con párkinson y convulsionar.
De repente se abrió la puerta, por el sonido de los pasos un hombre se aproximaba a nosotros.
—Vuestra comida —dijo Toby abriendo la puerta y poniendo una bandeja con los típicos palitos de pescado y agua tibia con gas, miré al castaño por unos segundos, esperando que me dijera que fuera con él, pero fue en vano, ya que ni siquiera me había prestado atención.
—T-Toby… —le llamé, no respondió, pero giró su cabeza para mirarme— perdona… ¿sabes dónde está Jeff? —negó con la cabeza y vio el bol de cereales afuera de la celda— ¿Podrías alcanzármelo? —lo deslizó por el suelo, llegando al centro de la celda y la cerró con llave, yéndose.
—¿Tu príncipe azul no vino a rescatarte?
—comentó Brian de forma burlona, solté un suspiro y le di el bol de cereales a Carl, ya que no había ni siquiera desayunado. Él me sonrió levemente y comenzó a comerlos mientras sus tripas sonaban, ahora que lo veía bien, Carl había adelgazado bastante (cosa que es bastante normal, estando secuestrados sin apenas acceso a luz solar y comida decente, sin contar la cama y la higiene…), y eso que antes de todo esto estaba bastante flaco.
Pasaron las horas, estaba oscureciendo, eso podíamos notar por la pequeña ventana que estaba arriba casi rozando el techo de nuestra prisión, apenas había luz y ni rastro de Jeff, ¿le habrá pasado algo?
Volvió a sonar la puerta, subí la mirada esperando ver una capucha blanca, pero lo que vi me horrorizó por completo.
—Amiga de Locke, ven conmigo —dijo lentamente con voz ronca y una hilera de dientes afilados el payaso de dos metros que había matado a mi amigo arrancándole el brazo como si nada.
¿Qué debería hacer? Si me opongo, me mata, si voy, puede que me mate también. Ay, Locke…
—Amiga… de… Locke… —volvió a repetir aún más lentamente, arrastrando las palabras.
—¿A-a dónde v-vamos? —pregunté como pude desconfiada.
—Iremos a dar un paseo —dijo simplemente mientras abría la celda, miré a Carl, quien no sabía qué hacer y me miraba con miedo, si actuaba como Locke iba a morir, debía ser más inteligente y no tan impulsiva, no caer en el miedo.
—¿Tan tarde? —pregunté mientras me acercaba a él, saliendo y alejándome de mis amigos.
—Nunca es tarde para un paseo, ¿no crees?
—Supongo… —giré mi mirada hacia abajo y recordé el brazo de Locke colgando de la mano de Laughing, la sangre en el suelo, la expresión de Locke al verlo, cuando cayó al suelo, cuando me miró a los ojos mientras moría, sus últimas palabras, la sonrisa de Carl, Carl… no me había olvidado de eso, trataba de ignorarlo, pero hay algo extraño con él, algo que no había notado, en ese momento me entraron escalofríos de solo pensarlo.
Después de caminar un rato, vi la cabaña de Jeff y Liu, ¡claro! Jeff estaría ocupado y habría mandado a Laughing a llevarme, pero, para mi sorpresa, pasamos de largo esta…
Estábamos caminando al bosque, es decir, al bosque, ese mismo bosque donde se supone que si vamos por ahí nosotros solos cualquier ser nos podría volar en pedazos en un solo movimiento.
—L-Laughing, ¿a-a dónde vamos?
—pregunté con cierto temblor en la voz por el frío y el miedo.
—A dar un paseo —dijo cortantemente mirando al frente, voy a morir.
Dimos unos cuantos pasos más, adentrándonos en el bosque, supongo, solo sabía que estábamos en mitad de la nada, el asesino psicópata que asesinó a mi amigo y yo, una chica de 17 años que solo sabe mirar al cielo y respirar sin cagarse encima.
—Bueno, hora de jugar… —el payaso se volteó hacia mí con una gran sonrisa mostrando toda su hilera de dientes, di unos pasos atrás, a lo que él caminaba hacia mí.
Trató de agarrarme con sus garras, no lo consiguió, sin embargo, me rajó gran parte de mi brazo izquierdo como un látigo del antiguo Imperio romano, solté un grito de dolor, hice mi mano derecha un puño y le di en el pecho, provocándole una carcajada.
—N-NO ME PUEDO CREER… NO ME PUEDO CREER QUE TE HAYAS DEFENDIDO… JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA, ¿DE VERDAD CREÍAS QUE UN SIMPLE PUÑETAZO DE UNA ENANA DE MIERDA ME IBA A HACER ALGO? —sin perder tiempo, le pegué una patada con mi bota derecha en su rodilla izquierda, haciendo que soltase un quejido fuerte de dolor, luego le pateé el pecho tirándolo al suelo y salí corriendo.
—¡SOY DIOS! ¡SOY DIOS! ¡SOY DIOS! ¡SOY DIOS! —exclamé por todo lo alto emocionada, ¡me acababa de defender de un puto asesino! Me iba a matar, ¡pero me había defendido! ¿Cuántos han podido defenderse siquiera un segundo de Laughing Jack? Tuve tanta suerte de despistarle con el puñetazo, hacerle reír y que bajase la guardia que no se esperó que acertara, ¡ni siquiera yo me lo creía!
Vi una capucha blanca a lo lejos, sin dudarlo, corrí hacia ella.
—¡JEFF! ¡JEFF! ¡LAUGHING QUIERE MATARME! ¡JEFF, AYÚDAME! —corrí lo más rápido que pude, pero en cuanto se dio la vuelta me detuve anonadada, volviendo a caminar para atrás— Kate The Chaser…
—la chica me miró a través de su máscara, sacó un cuchillo y se acercó a mí, intenté volver a correr lo más que pude, pero tenía al ser del que huía detrás, mierda.
—Maldita niña de mierda… —dijo con voz ronca— no voy a tener piedad contigo…
—¿Qué se supone que estás haciendo, idiota de mierda? —no sé si recé inconscientemente, se alinearon los astros u hoy en mi horóscopo decía que tendría muy buena suerte hoy, porque la persona que estuve buscando todo el día apareció en el momento indicado.
—Jeff, ¿qué hace una humana suelta por aquí? —preguntó Kate con molestia acercándose a paso ligero al moreno que estaba enfrente de mí.
—Eso me gustaría saber a mí… —respondió sin quitarle ojo a Jack.
—Quería jugar con ella, ¿algún problema? —respondió molesto y cortante.
—¿Quién te dio permiso a ti para sacarla y matarla?
—¿Y a ti quién te dio permiso de sacarla y llevarla a tu cabaña para hacer porquerías?
—Lo que haga con ella no te incumbe, Laughing, ahora lárgate a buscar otro crío para soplarle las tripas.
—Tú no me dices lo que tengo que hacer, humano de mierda —Jeff sacó el cuchillo de su bolsillo.
—Por favor, no dejes que se peleen… —le dije a Kate en modo de súplica— No quiero que le haga daño a Jeff…
—Son lo suficientemente mayores para arreglar sus problemas, si se quieren matar que se maten, ¿por qué? ¿Acaso es tu novio? —contestó cortantemente.
—¡No! ¡Pero no quiero que le haga daño!
—No quiero que venga tu hermano luego a llorarme porque te hice un rasguño, Woods.
—Al menos tengo a alguien que me llore —eso definitivamente dolió, Laughing corrió hacia Jeff, él simplemente esperó pacientemente, cuando estuvo lo suficientemente cerca, le esquivó, le agarró el brazo y le apuñaló con rapidez en él para alejarse después. Laughing gruñó y volvió a embestirlo, fallando de nuevo, Jeff era más listo de lo que parecía.
Estuvieron unos segundos más así, pero en un mal movimiento, Laughing logró con su garra cortar el brazo de Jeff.
—Hijo de… —murmuró el moreno.
En ese momento, aparecieron unos tentáculos que agarraron a Jeff y Laughing y los estamparon contra árboles lejanos, Kate sacó pecho, poniéndose firme ante la figura que ahí se encontraba.
—¿Causando problemas en el bosque? ¿Donde humanos pueden vernos? ¿Tenéis quince años acaso? —dijo una voz en mi mente, supuse que los demás la habían escuchado también, bajé la mirada, ya que no quería ver a Slenderman y caminé a donde había tirado a Jeff, había roto el tronco de un árbol.
—Mierda… —murmuró— hacía tiempo que no me golpeaba así…
—¿E-estás bien? —me agaché y miré su cuerpo, comprobando que no estaba herido salvo por la herida del brazo.
—Sí… solo… déjame aquí un ratito…
—Más os vale no tardar mucho en iros, no quiero veros más por aquí, a ninguno, si vais a matar a la humana me da igual, haced con ella lo que queráis, pero dejad de pelearos entre vosotros por absurdeces en mitad del bosque.
—Sí, señor Slenderman, sí… —contestó Jeff sarcástico y se levantó como pudo tambaleándose, caminamos algo cansados a la cabaña, cuando pasamos al lado del árbol donde estaba Laughing, nos miraba fijamente con desprecio, pero no se movió para nuestra suerte, supongo que porque sabía que Slenderman podría volarle la cabeza en pedazos si quisiese.
Al llegar, abrió la puerta y nos sentamos en el sofá, jadeando y apoyando nuestra cabeza en el sofá.
—¿Qué hacías fuera de la celda? —dijo Jeff por fin.
—Laughing me dijo que íbamos a dar un paseo, no tenía opción… y pensé que se trataba de ti, que me llevaría contigo…
—Yo mismo te iba a ir a buscar. Se me complicaron algunos asuntos —giró su cabeza y me miró, notando el labio roto por Brian y el brazo arañado— mierda.
—Estoy bien…
—¿Qué te pasó en el labio? No me digas que fue Laughing, porque él araña y despedaza a matar entre otras cosas, no golpea —dijo seriamente, a lo que suspiré y le miré.
—Hoy en la celda… nos hemos peleado entre nosotros…
—Eso escuché, ¿quién te lo hizo? —negué con la cabeza ante su pregunta, no quería que hubiesen más muertes y peleas— Fue Brian, ¿cierto? —abrí los ojos más de lo normal ante su rápida deducción— ¿Qué? Es fácil. Lana no sabría siquiera defenderse aunque su vida dependiera de ello, el raro está demasiado en su mundo como para notar una mosca en sus ojos. Y luego Brian, no es la primera vez que te levanta la mano, y aunque se haya disculpado con Sally, le ha gritado.
—¿No le harás nada, verdad? —pregunté preocupada y bajando mi tono de voz.
—¿Realmente te importa lo que le pase?
—hizo una mueca con la boca, mostrando su desacuerdo.
—No es eso... más bien creo que hemos muerto muchos de nosotros en tan poco tiempo… y de formas horribles he de decir…
—Supongo que en plato frío será
—al decir esto arqueé una ceja, creo que como esto siga así a Brian no le quedará mucho tiempo de vida— será mejor que te curemos ese rasguño, te tienes que quitar la camisa y camiseta…
—¿Qué? —me sonrojé encogiéndome de hombros y solté un quejido por flexionar mis músculos, ya que la herida era larga y profunda.
—Como comprenderás solo soy un simple humano que no tiene poderes mágicos curativos, por lo que tendré que curarte de la manera tradicional —ladeó su cabeza levemente, apoyándola en el respaldo del sofá.
—P-pero… no llevo nada debajo…
—¿Qué? —ahora él era el sorprendido— ¿C-cómo que no llevas nada debajo? ¿No llevas sujetador o algo?
—¡Claro que llevo! Solo que… no quiero que me veas así, me da vergüenza —soltó una risa leve el moreno.
—¿Sabes que te vi en ropa interior cuando os di con la manguera hace unas semanas, verdad?
—No lo recordaba… —me sonrojé notablemente— Igualmente, no es lo mismo…
—Tenny, literalmente estabas en frente de mí en ropa interior, verte solo con sujetador no es nada.
—Pero estarás más cerca… —musité tímidamente bajando la mirada.
—Ni que te fuera a violar… —puso los ojos en blanco y se levantó— Hagamos algo, ya que han pasado varias semanas de que has tenido un mínimo de limpieza, puedes ir a ducharte mientras busco alcohol, ¿está bien?
—Pero no tengo más ropa… —hice una mueca y fruncí el ceño.
—Puedes usar la mía, no me importa, y tengo de sobra —dijo amablemente.
—Pero me va a quedar nadando…
—Quédate desnuda entonces, a mí no me importa —comenzó a reír, al ver mi expresión se volvió estruendosa, estaba roja, parecía una sueca en pleno verano de playa.
—M-m-mejor m-me voy a duchar… —dije ignorando su risa y caminé rápidamente al baño, me fui quitando la ropa que apestaba, dudo que aunque Jeff la lavara una y otra vez volviese a oler bien…
Él tenía razón, llevaba semanas sin ducharme, espero no haber tenido ninguna infección o algo extraño por el estilo...
Me metí en la ducha, el pelo que antes me llegaba hasta la mandíbula había crecido un poco, me llegaba hasta el principio del cuello, odio tenerlo largo.
El baño era demasiado tranquilo, el agua caliente, el champú, el gel, cosas que siempre me habían parecido tan comunes en ese instante las valoraba, ¿cuándo sería la última vez que me podría duchar de esta manera? ¿O siquiera poder lavarme?
Terminé de ducharme, me sequé con la toalla y miré al váter, no tenía ropa, mierda. Me enrollé la toalla alrededor del cuerpo como un vestido y abrí la puerta un poco, lo suficiente para poder asomarme.
—Jeff —le llamé, pero no respondía— ¡Jeff! ¡Jeff! —cansada salí del baño con cuidado y me paré en el pasillo, mirando las puertas de las habitaciones, en ese momento, se abrió la de la entrada.
—AH NO, ¡ESTO ES EL COLMO! ¡JEFF! ¿EN SERIO TE LA HAS FOLLADO? —gritó Liu soltando las bolsas de la compra que tenía en las manos y acercándose a mí, iba a meterme deprisa al baño, pero me terminó atrapando, al tirar jaló mi toalla y me choqué contra el pecho de Jeff, quedando completamente desnuda ante los hermanos Woods.
Era un jodido espectáculo la escena, Jeff traía ropa en sus brazos, pero su mirada estaba en cualquier lugar de mi cuerpo salvo en mis ojos, estaba totalmente rojo y se le veía nervioso, Liu me miraba el culo sin quitar ojo de encima.
Arranqué la ropa de las manos de Jeff y me encerré en el baño cuando pude moverme, creo que había sido de los peores momentos de mi vida, el que me vean tan expuesta me aterroriza…
Mi respiración temblaba junto con mi cuerpo, tanto por el frío como por los nervios, empecé a lagrimear y esconder mi rostro en la ropa que olía como a Jeff, sintiéndome aún peor de que me haya visto desnuda.
Miré la ropa con detenimiento cuando me había calmado, me había dado unos boxers negros (seguramente de él), una camiseta blanca que me llegaba a los muslos y unos pantalones azules cortos hasta las rodillas, por suerte no me quedaba muy suelta la ropa.
Cuando me tranquilicé lo más que pude, salí del baño, Liu estaba en la cocina preparando la cena y Jeff en el sofá revisando si no faltaba nada para curarnos, caminé hasta llegar a su lado, recibiendo una mirada de Liu de reojo.
—Am… hola… —dije en bajo sobre encogida de hombros.
—Hola —respondió sin mirarme mientras preparaba el agua oxigenada y algodones— ¿te lavaste bien tus heridas?
—S-sí… g-gracias por… la ropa, es cómoda.
—No hay de qué, siéntate —me ordenó, a lo que yo obedecí— esto te va a picar un poco, escocer y doler, ¿podrás aguantarlo? —dijo mientras echaba el agua oxigenada en un algodón.
—Supongo… es la primera vez que alguien me cura una herida —en ese momento Jeff me miró extrañado.
—¿Es la primera vez que te haces daño en tu vida?
—Vaya por Dios, una princesita de papel… —comentó Liu desde atrás, cortando un pedazo de carne.
—Nunca he sido mucho de deportes de riesgo… o caerme, o moverme mucho en sí… soy más de quedarme en casa, y si salgo no hacer mucho —le respondí tímidamente ignorando a Liu.
—Está bien —tomó mi brazo con cuidado y levantó la manga de la camiseta, analizando la herida— tienes suerte, no es tan profundo como pensaba, tal vez tarde en curarse un mes —empezó a poner el algodón en mi herida y pasarlo por ella, solté un quejido al notarlo frío, en unos segundos pasó lo que me advirtió Jeff, escocía y dolía.
Estuvo como cinco horas (en realidad fueron dos minutos como mucho, pero yo lo sentí así) pasando el agua oxigenada mientras yo apretaba los dientes cuando lo hacía.
—Ahora viene la peor parte, ten —me dio un cojín pequeño y delgado de algodón, yo lo agarré y él me señaló la boca, a lo que miré sin entender— muérdelo.
—¿Es algún fetiche tuyo? —pregunté con voz burlona.
—Mi fetiche sería escucharte gritar de dolor, pero he pensado que para ti sería más fácil morder que gritar… —dijo sarcásticamente.
—¿Qué vas a hacer…? —pregunté con algo de miedo, a lo que sacó aguja e hilo— Ay no…
—No es que la herida se vaya a curar mágicamente con lo abierta que está, la tengo que cerrar —hizo una mueca mirando mi cara de susto, asentí, solté un suspiro y mordí con fuerza el cojín, mirando atentamente mi herida y a Jeff.
Echó en la punta del alfiler un poco de agua oxigenada y amarró el hilo en el agujero, atravesó el extremo de mi piel con cuidado, yendo al otro mientras pasaba el hilo y sujetaba mi brazo, solté un gruñido de animal al sentirlo y apretaba tanto los dientes en el cojín que parecía que iba a romperlo como perro con rabia.
—¿Cuántos puntos? —preguntó Liu acercándose mientras echaba un vistazo.
—Creo que ocho… —respondió Jeff con tranquilidad mientras seguía con su trabajo.
—Esos son muchos, ¿sabes?
—Solo mira la herida, además, se trata de Laughing, no de un cuchillo o un machete, sabes lo peligroso que es que te alcance una de sus garras.
—Ah sí… aún recuerdo a aquel niño moreno cuando fuimos a matar a sus padres… tiñió el cuarto rojo de un garrazo… las tripas le quedaron colgando.
—Sí… y luego las desparramó por las paredes como si fuese divertido… aunque su gracia tiene.
—Sabes que nunca he sido fan de tratar el interior de mis víctimas como gelatina —comentó Liu sin apartar la vista de mi brazo apoyado en el respaldo del sofá.
—Laughing solo exagera, siempre lo hace —acercó su boca al hilo y lo mordió, rompiéndolo y se detuvo a mirar lo que había hecho, asegurándose de que la sutura estaba bien— et voilà! No podrás alzarlo mucho, pero podrás moverte como siempre dentro de lo que cabe.
—¿Has pensado en estudiar medicina?
—pregunté cuando me quité el cojín babeado de la boca.
—¿Estudiar? —comenzó a reír fuertemente junto con Liu— Estudiar hoy en día no sirve para nada, ¿para qué quiero estudiar ocho años de mi vida y tener una vida normal, corriente y aburrida como todos los demás preocupándome de qué le daré de comer a mis hijos y mujer el día de mañana y aparentar que soy un amargado, aburrido y alguien normal? —lo miré sorprendida por lo que había dicho, deteniéndome a pensarlo— Siempre es lo mismo, estudias, trabajas y mueres, y si no, te diviertes, tienes problemas y mueres. Todos para no destacar ni salirse de la rutina siguen la misma corriente para que no lo tachen, critiquen o marginen. Una vez que estás fuera de eso ves la vida desde otra perspectiva, ya que lo que estudias no hace falta pagar miles de dólares cuando lo tienes al alcance de tu mano, lo aprendes prácticamente o es algo que a ti no te sirve, sino que les sirve a otros —mi boca estaba abierta de par en par, a veces divagaba sobre eso pero nunca tan profundamente.
—Jeff, déjame tu brazo —dijo Liu tomando un algodón, Jeff se quitó la sudadera quedándose semidesnudo y le tendió el brazo derecho a su hermano, inmediatamente me puse roja y giré mi rostro a otro lado.
—Puedes mirar si quieres, no me va a molestar —dijo burlón Jeff.
—E-estoy bien así… —alcé la vista a su brazo, Liu le estaba cosiendo y él estaba como si nada— ¿No te duele?
—Un poco, pero no es algo que no pueda aguantar —me miró a los ojos, intenté mantener el contacto visual aunque normalmente lo evitaba con cualquier persona, pero se me hacía algo difícil no bajar la mirada.
—Ya veo… —murmuré y ninguno se movía, nos quedamos anonadados mirándonos.
—Bueno, ya está —habló Liu con una voz muy alta, interrumpiendo— ya te puedes ir a tu choza mugrienta —dijo mirándome fijamente, al ver que no le hacíamos caso me jaló por el cuello de la camisa levantándome.
—Liu, déjala que coma —dijo Jeff medio ido.
—No, ya ha molestado suficiente, voy a llevarla… —Liu guardó silencio al ver a su hermano con detenimiento— Jeff, ¿estás bien?
—Liu, creo que está fatigado… —murmuré viéndole— ha perdido mucha sangre, tiene que comer.
—No exageréis, estoy bien —dijo con voz apagada y soltando un bostezo.
—Te he tenido que poner doce puntos… claramente no estás bien —Liu me soltó y fue rápidamente a la cocina, comenzando a freír la carne, me volví a sentar al lado de Jeff y él miraba al suelo, le toqué el brazo titubeando y me miró con los ojos semiabiertos—. Ya está… —apareció el castaño con la comida y la puso encima de la mesa del salón, con los cubiertos y dos platos, a lo que lo miré y me tiró un cuenco de perro a la cara, ni siquiera me enojé, me puse la comida y comencé a comer el filete de cerdo qué había hecho y algunas papas fritas.
Jeff comía en silencio lentamente, Liu le miraba de vez en cuando mientras sonaba la televisión de fondo y yo comía con mi mirada puesta en la pantalla y de reojo en el moreno, de vez en cuando volteaba serio pero con mirada serena. Tomamos la leche que trajo el mayor, en todo momento él estuvo sentado entre Jeff y yo. Cuando terminamos de cenar, Liu se levantó y recogió la mesa, no me dejó tocar nada, caminó a la puerta de entrada y la abrió mientras me miraba.
—Ya te puedes ir —dijo secamente.
—Yo la llevo —contestó Jeff mirando a su hermano y levantándose.
—No, tienes que descansar —contestó su hermano.
—No voy a caminar dos kilómetros… está a unos pasos de aquí —replicó.
—Puedo ir yo sola, o que Liu me acompañe —dije tratando de que Jeff no hiciera esfuerzos, a lo que él me miró algo molesto, haciendo que cerrase la boca.
—Yo la llevo, vete a dormir —le dijo a Liu y salió de la casa agarrando mi muñeca. Caminamos cinco minutos a paso lento y se detuvo, mirando hacia atrás.
—¿Nos sigue alguien? —pregunté con voz temblorosa.
—No, solo estaba esperando a que Liu se durmiera para dejarte en la cabaña —dijo mirándome serio— a menos que quieras volver a la celda.
—Solo no quiero causaros problemas
—bajé levemente la mirada, a lo que Jeff se agachó un poco quedando a mi altura— ¿por qué me salvaste? —dije de pronto.
—¿Por qué no?
—Porque arriesgaste tu vida al enfrentarte a Laughing Jack, no es como si no lo hicieras todos los días cuando matas o caminas, pero no es lo mismo un humano que ese psicópata.
—Ya te lo he dicho, me agradas —dijo mirándome fijamente al rostro, nos sentamos en el suelo y miramos al cielo, la luna y las estrellas, sintiendo el frío recorrer mi piel.
—¿Por qué te agrado?
—Eres de las pocas personas que comprende mi humor, supongo. Pocos se ríen o entienden lo que digo, hasta a Liu le cuesta a veces.
—A mí me pasa lo mismo, por eso dejé de hacerlas —murmuré lo suficientemente audible para él.
—Podríamos gastarnos bromas entre tú y yo —ofreció mirándome ladeando la cabeza.
—No estaría mal —sonreí y seguimos mirando al cielo, pasaron diez minutos en silencio y Jeff se levantó, estaba con un asesino, pero me sentía tan tranquila y segura que eso había dejado de importarme a lo largo del día de hoy completamente. Se sentía totalmente distinto de cómo lo pintaban en historias de terror o fanfics, era como… estar con una persona cuerda.
—Liu se habrá dormido, y normalmente no se despierta fácil, vamos.
Volvimos a la cabaña sin hacer mucho ruido, nos sentamos en el sofá. Jeff se encontraba mejor al haber comido, pero aún no se sentía del todo bien, se le notaba al caminar y en sus expresiones.
—¿Quieres ver alguna película?
—Saw —dije y él sonrió, encendió un aparato que tenía forma de disco duro donde se encontraba un innumerable catálogo de series y películas— cortesía del enano, así no nos rastrean cuando queremos ver algo —emocionada miré atentamente la pantalla, puso la película.
Comenzaba con una luz azul bajo una bañera, el protagonista, Adam Stanheight, salía de repente de esta, encendiéndose las luces del baño y apareciendo uno de los personajes más importantes de la saga, el doctor Lawrence Gordon, cuando encontraron la cinta y la reprodujeron, comenzó el juego.
—Me gusta esta película —susurró Jeff.
—Yo siempre he querido hacer un juego así con personas que me caigan mal o me hayan hecho algo —confesé entretenida, a lo que el asesino sonrió.
—¿Te gustaría matar a alguien?
—Siempre me lo he planteado, pero nunca he tenido la oportunidad ni el valor de hacerlo —su sonrisa se ensanchó más, estuvimos callados viendo la película, mientras de vez en cuando escuchaba bostezos de Jeff.
A la mitad de la película, él se había quedado dormido, sabía que caería ante el cansancio tarde o temprano, pero eso no es todo, terminó apoyando su cabeza en la mía, sonrojándome a más no poder y teniendo los nervios por las nubes. Con cuidado, tomé una manta que estaba en el brazo del sofá y nos tapé a ambos.
Al terminar la película, sin más remedio me acurruqué en Jeff, ya que no quería despertarlo, se merecía descansar, había sido un día muy largo e intenso…
Espero que Laughing no vuelva a la celda, y si lo hace, que no vuelva a por mí jamás…
Curiosidad n°26: Esto solo acaba de empezar.
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