Los días antes de tenerte eran solo días.

Como una mariposa que transformar todo, que nace aleteando, que ilumina hasta la pared más gris.

Tenerte a mi lado cada noche, cada mañana, cada tarde, y de nuevo cada noche.

Escuchar tu risa por primera vez, escuchar tu primera palabra, escuchar tu primer mala palabra. ¡Oh, no! ¡Por favor no crezcas tan rápido!

Pude notar como los pantalones se iban acortando en tus tobillos, como las mangas de las remeras parecían no querer cubrir tus muñecas, como los zapatos no querían entrar más allí en tus pies delicados.

Comencé a hacer una coleta, luego dos, luego trenzas y ahora puedo hacer una casi tan larga como la de Rapunzel.

Aún no a caído un diente, aún no fue remplazado por otro más firme, y aún no has tenido tu primera gran desilusión, esa como la de que la hada de los dientes o el ratón Pérez no existe, solo son mentiras de adultos para hacernos sonreír más de la cuenta.

Cuando golpeaste tu cabeza por primera vez, cuando tu rodilla fue raspada y pusimos tu primer curita, cuando rompiste tu vestido de princesa al saltar de la cama.

Siempre estuve allí para darte una solución, pero no siempre estaré o no siempre querrás que esté.

Algún día, y uno no extremadamente lejano, no me querrás ahí.

No falta mucho para que me digas que soy una pesada, que te deje sola en la habitación, que no entiendo nada de moda o de música.

Llegará el día que nuestra conexión se corte, se nos haga difícil estar más de cinco minutos en armonía, estar más que una semana sin discusiones sobre nada que ver con la filantropía.

Aún así esperaré por ti. Esperaré a que pase esa etapa, esa en la que todos pasamos y no veíamos nada más que a nosotros frente al espejo.

Cuando esa etapa pase estaré aquí, esperando por tus abrazos, por tu risa dulce y única, aguardando por tus comentarios sinceros y graciosos, y por tus manitas que por ahora no dejan de apretar las mías en las noches cuando dormimos en la cama.

A la única persona a la que tengo terror de perder es a ti.

Todo el mundo es remplazable menos tú.

Todo el mundo tiene su lado oscuro, incierto, amenazante, excepto tú.

No crezcas tan rápido, no cambies por un mundo roto y sin sutilezas.

No dejes ir esta parte tuya que conozco y me desarma cualquier armadura que compre.

No me dejes sin tus comentarios chistosos que aparecen en los momentos más inoportunos.

No me dejes sin tus pedidos continuos de salidas por las tardes.

Nunca me dejes o serás la perdida de mi vida.

No crezcas, nunca del todo. Siempre debemos conservar esa niñez debajo de nuestras palmas, debajo de nuestros rizos y detrás de nuestras orejas, donde un mago convierte eso en monedas.

No crezcas mi pupita linda.

No sin mi a tu lado para ayudarte a elegir el camino menos duro.

No sin mi para abrazarte cuando todo se vuelva confuso, estresante y abrumador.

No crezcas sin saber que siempre estaré aquí.

No crezcas, no abandones tu yo más irremplazable.

Dejaré que te vayas cuando sea el momento pero mientras te repetiré esto:
No crezcas peque, no crezcas sin mamá.

Siempre te daré mi mano para cruzar la calle, siempre te daré mi calor en el invierno mientras dormimos juntas, y siempre te diré que eres única y que puedes errar, puedes porque aquí estoy para sostenerte y esperar a que vuelvas a errar nuevamente.

Porque crecer es darse cuenta qué hay muchos errores pasados y futuros, muchos errores nuestros y del resto, y aún así querer seguir adelante a pesar de que esos errores, todos y cada uno de ellos nos cambien, nos transformen, nos hagan mutantes raros y algo terroríficos.

Esta bien no ser más un ser puro y brillante todo el tiempo. Eso es imposible en la adultez, lo sé.

Esta bien no encontrarnos en el espejo cada mañana, pero por un tiempo.

Esta bien sentirse perdido y derrotado. Si, esta bien.

Lo que no está bien es no dejarnos cuidar, no dejarnos querer, y eso es lo que nunca sucederá porque siempre estaré allí para ti.

Siempre estaré allí para recordarte que viviremos muchas veces cosas que nos den ganas de morirnos, y otras muchas ganas de reírnos de esos momentos.

Porque la vida es así de extraña. Es así y debes conocerla.

Tienes que vivirla a pleno, con cada día por deslumbrar y cada noche que descansar entre las sábanas del cuidado propio.

Solo cuidándote a ti misma y creyendo en que podrás vivir aún sin aceptar todo de ti, solo así puedes guardar a la niña que aún eres.