¿Estás loca o en que época vives?
Hace quinientos años atrás, pensar en un mundo sin la iglesia manejando todo; sin reyes que estuviesen en el podio del poder, con los emperadores y los eruditos de la religión, era de locos, de personas que debían ser ejecutadas por brujería, y si eran burgueses de renombre o artísticos destacados entre todos los ciudadanos del mismo país o hasta continente, debían ser encarcelados, humillados y luego de meses, ejecutado en la vía pública.
Hace doscientos años, era impensado un objeto de mayor tamaño que un papel se aventara y volara por varias horas, incluso más despatarrado era pensar en que alguien se pudiese subir a esa cosa que peleaba con las leyes Newtonianas.
Si bien Davinci era ya para esa época proclamado el maestro del arte con sus obras como "La última cena" y "La Monalisa", es probable que todos sus inventos escritos en papel como el helicóptero y más, nunca se hubiesen visto como inventos, solo como herejías o peor aún, cosas que ignorar y restarle importancia por la demencia de un viejo sin un rumbo que apeteciera compartir con él.
Hoy en día es normal dudar de la iglesia luego de ser conferido a la religión, o incluso nunca casarse, o casarse y divorciarse, dos o tres veces, nunca pisar una iglesia en tu vida, mirar mal a los curas o reírse de las monjas.
Es normal ver más piel en verano que libros en físico entre estudiantes.
Es más usual ver tatuajes que recubran toda la piel o gran parte, que anotaciones en libretas o agendas.
Es más de persona organizada y elocuente tener hijos después de los treinta y cinco, o tener dos o más autos de pocos años de creación, aún viviendo en un retirado urbano, donde los negocios y los edificios de renombre son contados con los dedos de las manos.
Es de adulto maduro organizar las próximas vacaciones a un país en a más de dos mil kilómetros, que recorriendo el país que le brindó su cuna y protección en años de paz y educación de primera.
Es de mujer respetable y, a la vez, que acata muchas miradas de atención y envidia, que tenga una vida sociable y sexual con hombres y mujeres sin importar los procesos de duelo o sanción de su vida amorosa o problemas intrafamiliares.
Es de persona digna de confiar aquella que finaliza sus estudios a tiempo, sin demoras demasiado extensas y con justificaciones algo flojas, ni hablar si se mete en un trabajo full time sin descanso por años con tal de mostrar en sus paredes el título con sus letras en grande y un vidrio que proteja por cincuenta años al menos la caligrafía, así ser apreciada por el resto de su petulante vida.
Ahora, y durante muchos años probablemente, sea estúpido, impensado por muchos, de poca inteligencia, anticuado, o hasta incluso digno de unas comidillas en la vía pública, el hecho de dejar de tener sexo por meses por decisión propia, por amor, por esperar a un ser amado que no esté en el peligro de la trinchera en medio de una guerra mundial.
Es tan poco empático hoy en día comprender el hecho de contener los impulsos primitivos y que aguardan relación con la reproducción más que con un acto consumado por dos mentes que se unen para dar espacio a un deporte más que físico, un aprendizaje más que por escrito u oral, y una experiencia más que excitante y estimuladora.
¿Estoy loca en querer privarme de tener relaciones sexuales placenteras sin significancia?
¿Estoy delirando al querer esperar solo por alguien que me de la totalidad de sus movimientos y destrezas?
¿Es que necesito dos años más de terapia al preferir tal vez casi un año de llamadas risueñas y escritos románticos y dedicados específicamente al otro , a conversaciones triviales y sexo casual de media hora, luego otra media de descanso y charla sin demasiada energía o diversión fluyente?
¿Será que soy una incomprendida social, sexual y/o mental?
¿Cuántos años hacen falta para volver a poner en la punta de la pirámide al sincero amor y la mayor de las lealtades?
¿Cuándo será la época en la cual me sienta a gusto de vivir sin sentirme sapo de otro pozo?
¿Cuándo viviremos sin compararnos y desprestigiarnos por ser personas que no acatan las órdenes mayoritarias?
Puedo vivir con el pesar de no ser comprendida, o de ser ignorada en la mayoría de las circunstancias, por verme como una persona peligrosa a las pautas no establecidas oficialmente por los ciudadanos.
Puedo vivir así, ¿pero a qué costo?
¿Cuánto dejaré pasar y cuánto me repercutirá en mi ego?
No me digan que no me ha de importar lo que el resto piense, diga o mire con mala cara.
Estamos irremediablemente ligados a ser sociales y participar de la sociedad al menos una vez al día.
Por ahora se que puedo (y aclaremos quiero sobre todo) mantener esta postura de ser una cuasi monja por amor a un ser casi fantasmal.
Al menos se que es un ser real, que existe, que no está en otra dimensión, y que puede suceder que me brinde al menos una tarde donde se aceleré el reloj de nuestro tíempo juntos.
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