En estos meses desconocí personas nuevas y conocí de nuevo a personas de mi pasado.
También conocí personas que podían ser algo carnal y terminaron siendo amigos que te cuentan en la mesa para las fechas más importantes del año.

Siempre pensé que yo alejaba a las personas o que yo tenía algo malo que hacía que no funcionara.

Todas las personas van y vienen, y mientras están nos acompañan y nos enseñan cosas.

De mi última pareja aprendí que la distancia no impide sentir cosas, sino que las potencia.

Si bien tuve una pareja a distancia y duró ese año entero, luego al juntarnos ya no éramos las mismas personas que se habían conocido. Cambiamos, crecimos, mutamos, y dejamos de ser esa parte que el otro necesitaba o quería a su lado.

Supongo que somos momentos, instantes, simplemente un espacio de tiempo que caduca en algún momento.

Nada es permanente, nada es eterno, nada es certero.

Ya no me aferro a nada en este mundo, y si, puede sonar algo deprimente decirlo pero es más sanador comprender que no hay nada estático, ni nuestra mente, ni nuestro cuerpo, ni nuestra galaxia, ni nada.

No hay anclas seguras.

No hay nada de malo en la incertidumbre, solo hay que aprender a pilotear tanto en tormentas como en momentos de tranquilidad.

El piloto automático no funciona en mi propio avión y prefiero ser yo la que controla en todo momento.

Debería darle a mi copiloto el mando para descansar a veces y permitirme relajar un poco, dejar de pensar en lo que está por venir, en lo que debería haber hecho, en las personas que conocí y en cómo debo conocer a las nuevas.

Siempre busqué o necesité ser la elegida, y el no serlo, el ser alejada, me destruía por completo.

Cada vez que veo algo de una persona que fue significativa en mi vida me agarra melancolía, ansiedad y el drama corre por mis venas.

Debo dejar ir a quienes no quieren estar o volver o comenzar algo.

Debo dejar al otro tomar el control sin estar estresada por lo que sucederá.

Espero algún día dejar de sobrepensar todo, dejar de imaginar futuros o escenarios posibles, poner pausa a mis imaginaciones y hacer play sin adelantar capítulos a la historia.

Conocerte y desconocerte, leerte y releerte.

No volveré a acercarme a nadie que no demuestre que quiere eso.

La pelota está en la cancha del adversario y no iré a patear al arco si nadie me da las indicaciones claras de que es el momento.

No iré más a buscar amor, si llega perfecto, si vuelve excelente. Y sino sucede, genial, seré yo mi prioridad y mi primer propósito en este espacio tiempo.

Ya me conocí y desconocí y me volví a conocer. Ya se a donde debo ir, con quienes puedo ir y con quienes no, y eso es importante de tener en cuenta y no afligirse por demás por cosas que están fuera de nuestro alcance.