8._Lavanderia
El sábado, de esa semana, me quedé en casa de una compañera haciendo un trabajo. La mañana del domingo la pase en casa de Ann y cerca del medio dia me fui a mi departamento. No había ruido en el lugar, pero eso no era señal de nada. Mire hacia el balcon; no estaba ahi. La puerta de su habitación estaba abierta y la cama desarreglada, lo que me hizo pensar que podía estar en el baño, pero tampoco Bills estaba ahí. Por fin estaba sola completamente sola.
Me quite los zapatos y el brassiere arrojándolo no sé donde. Encendí el reproductor de música y me metí a la ducha. Realmente necesitaba estar sola en casa para gritar, correr, bailar y tirarme en la alfombra a hacer nada ¿Hay algo más relajante que hacer nada? Yo no lo creo.
Tengo que admitir que soy algo desastrosa y nunca me seco bien antes de salir del baño. Así que suelo dejar una huella de charquitos de agua, que tardo horas en secar, en el piso o la alfombra. Iba, así, cantando en voz alta cuando al abrir la puerta de mi cuarto casi doy un grito al ver allí a Bills, tendido sobre mi cama cual si fuera la suya.
-¡¿Qué carajos estas haciendo aquí?!
Podía tener los ojos cerrados, pero dormido no estaba,
simplemente me ignoro.
-¡Bills!
-No grites- me dijo abriendo uno de sus ojos para mirarme- Vengo aquí para tomar la siesta. No hace falta que hagas un escándalo.
-Es mi habitación y entras a ella sin permiso ¿Cómo se supone que debo tomarme eso?- le dije y entonces reflexione en sus palabras-¿No me digas que has estado viviendo a tomar la siesta, aquí, a diario?
-Es el lugar más fresco de la casa y a diferencia del balcón, aquí no entra el sol- me dijo con calma, ahora abriendo ambos ojos.
Entendí esa parte, pues a diferencia de su habitación que tenia una ventana regular, la mía era bastante amplia y podía abrirse por completo dejando entrar la fresca brisa. Pero era mi habitación y nunca me he tomado bien que invadan mi espacio.
-¿Quieres salir? Tengo que vestirme- le dije en un tono que no disimulaba mi molestia.
Me miró de arriba abajo y luego se dio la vuelta para dejarme a su espalda.
-No estoy mirando- dijo haciendo un gesto con la mano.
-Esto es el colmo de la desfachatez ¡Sal de mi habitación ahora!
-Oye yo pago por esta casa y tengo derecho a usarla toda- me replicó mirandome por encima de su hombro- Además todo lo que hago es tenderme en tu cama para descansar. Tampoco es que hurgue en tus cosas, aunque la verdad no tienes nada.
-Esta casa no la rentas tú solo, Bills. Yo también pago para hacer uso de ella, pero a diferencia tuya respeto los limites- le dije y apoye una rodilla en el borde de la cama para tomarlo por el brazo y obligarlo a salir.
Para mi mala suerte él tiro de su brazo hacia delante, haciéndome perder el balance y terminar por golpear mi menton contra su costado. Me dolió si, pero aquello paso a segundo plano cuando me encontré con sus ojos.
Hay tres cosas físicas que me llaman la atención en una persona: las manos, la espalda y los ojos. En más de una ocasión incluso he llegado a ser imprudente al quedarme mirando fijamente, a alguien, porque una de estas tres partes de su cuerpo cautivo mi atención. Y los ojos de Bills me atrajeron. Esa mirada me sumergió por completo en un ocaso. Una vez tuve oportunidad de ir al desierto y quedarme ahí hasta el cruspuculo, cuando todo se tiño de ámbar y era tan vasto, como esos ojos que me anularon por un largo rato.
Si estas preguntándote si tenía, yo, algo de vergüenza por estar sólo cubierta por una toalla, pues no. Lo mismo me hubiera dado estar en ropa interior delante de él o cualquiera. Es decir uso de traje de baño en la playa donde todos me ven ¿Por qué iba a avergonzarme por estar en ropa interior o envuelta en una toalla? Entonces esa incomodidad que experimente, debia responder a otra cosa. A algo que ignore en ese momento y en otros.
-Sé que pagas la mitad de todo- me dijo cuando se aparto de mí-Pero yo paso más tiempo aquí y por lo tanto tengo más derecho a disponer de las cosas...
Lo miré con fastidio y arodillandome sobre la cama,me cruce de brazos pensando en si debía responder o no. Ganas de discutir no llevaba.
-¿Te puedes ir? ¿O es que tengo que vestirme delante de tí?
Me miró llevándose la mano a la barbilla, después se fue diciendo que yo soy una exagerada. Por si acaso tenía la brillante idea de volver, le puse seguro a la puerta y me vesti en paz. Tenia que comprar algunas cosas y algo más de ropa no estaría mal. Lo único que tenia para ponerme era un vestido que se encogió con el lavado. Tomé mi ropa sucia, la puse en una cesta para llevarla a la lavandería y fue cuando recordé que deje cierta prenda en donde no debía.
Cuando salí a la sala Bills, estaba ahi con un cesto con ropa bajo el brazo y levantando algo de la alfombra. Tomo el brassiere con la punta de los dedos, cual si estuviera impregnado de algo asqueroso y luego me miro con una expresión un poco extraña.
-Si tanto te gusta, te lo regalo. A ver con que lo rellenas-le dije y me fui hacia la puerta.
Estaba molesta por lo de haberse metido en mi habitación.
-Llévate tu lencería de segunda, nada provocadora y que dejas tirada cual basura- me dijo y me lo arrojo con tan buena puntería, que me quedo colgando del hombro.
Salió detras de mí para ir a la lavandería también y durante todo el trayecto ni lo mire. Al llegar al lugar me dispuse a poner mi ropa en la maquina asignada por numero de departamento. Cuando caí en cuenta de algo que la señora encargada de la lavandería nos grito, ya que discutía con Bills.
-No me importa si son familia o no, es una máquina por departamento y no les daré otra.
-¡¿Por qué no?! ¡Todas las demás están vacías! ¿Qué problema tiene con...?
-¡Dije que una máquina por departamento! ¡Sin excepciones!- le grito la mujer,que tenia una expresión terrible.
Esa mujer realmente era capaz de infundir miedo así que no puedo culparlo por no replicar. De mala gana tomo su cesta de ropa y la vacío dentro de la lavadora, interrumpiendo el ciclo que yo había iniciado.
-Esto de compartir departamento se esta volviendo muy molesto- comentó mientras se apoyaba en la máquina y cruzaba los brazos.
Yo estaba frente a él, pero apoyada en el muro, con las manos tras la espalda. Me miro de reojo al notar que,
evidentemente, oi lo que dijo.
-¿Qué? ¿Me vas a decir que no te molesta mi presencia?-inquirio.
-No, la verdad no-le conteste y no mentí- Me gusta estar sola, lo admito, pero vivir con alguien tiene lados agradables...Cuando la persona respeta el espacio personal- recalque esa ultima parte.
Bills cerro los ojos haciendo una mueca de desprecio.
-Pues te oi muy cómoda mientras creías que yo no estaba. Cantabas como una loca y te desvestiste en la sala-señalo.
-No me desvestí en la sala- suspiré y mire la maquina de café a mi costado.
Saqué una moneda del bolsillo de mi vestido verde y tome un cortado en uno de esos vasos deshechables, amigables con el ambiente.
-Estar solo es cómodo Bills-le dije con los ojos fijos en ese café- por eso envicia.
No abandono esa postura cerrada, pero me miro de frente. Lo sentí, aunque no lo mire a la cara.
-Tira eso. Sabe horrible- me dijo- Aqui al lado venden uno mejor.
-¿Me estas invitando?
-Desde luego que no, solo te lo estoy...
-¿Quieres un café?-le pregunte- Yo invito.
Me miró de medio lado,como meditandolo.
-Las mujeres no invitan a los hombres- declaro con gravedad.
No pude evitar sonreirme con eso y no porque fuera machista o retrograda,sino porque tuve el presentimiento de que diría algo así.
-¿No? Bueno te...
-Ven, si quieres un café puede que te guste el que tiene chocolate- me dijo y se levanto para caminar hacia la salida-¿Vas a venir o no?
Eso no me lo espere,pero no lo rechace.
-Soy alérgica al chocolate-le respondí.
Mientras la señora de la lavandería, nos advertía que no sacaría nuestra ropa de la maquina, nosotros dejamos el edificio en silencio, el uno al lado del otro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro