5._Juego
-No te oí- le dije cuando hizo una pausa en sus gritos- ¿Quieres, por favor, dejar de..?
-¡Si no me oíste es porque te lo pasas oyendo música con este odioso artefacto!-replicó tirando de mis auriculares y obligándome a inclinarme hacia él.
Me soltó entonces y paso por mi lado, hacia su sofá donde se dejó caer con una expresión terrible. Encendió la televisión y no volvió a hablar por un rato.
-No sé si te paso algo para que estés tan alterado o si este es tu carácter habitual- le dije y me miro de reojo- Pero no vuelvas a gritarme de esa manera, Bills- le advertí.
Se quedó viéndome fijamente un momento. Lo admito, logró algo que pocos y eso fue hacerme apartar la mirada por unos segundos.
-No te dirijas a mi con tanta familiaridad- me dijo- Que vivamos juntos no nos hace cercanos.
-No, claro que no- le respondí-
Somos dos desconocidos y por tanto, siendo usted mayor que yo y para marcar la pertinente distancia entre un señor y una jovencita, me llamara señorita ¿verdad?
Quien iba a entender a semejante sujeto. Un día era gentil, al otro se levantaba con el diablo puesto. Hizo una mueca de molestia y desdén luego volvió su vista a la televisión. Yo me fui a mi habitación. Tenía que seguir estudiando y quería probar mi cama. Como a las diez de la noche sentí algo de hambre y pedí una pizza pequeña. Durante la semana comía con los cupones que me daban en el trabajo, pero los finés de semana sobrevivía a base de frutas,
ensaladas y una ocasional pizza.
Fue Bills quien me anuncio la llegada de mi pedido y lo hizo con un tono desganado, pero menos hosco que antes. Salí a prisa para pagar y disfrutar mi pizza, con la que venían unas papas a la francesa y una lata de cerveza. Fui hasta mi sofá, me senté en el de la forma más cómoda posible, pero entonces...
-¿Acaso no tienes modales? Una señorita no come en la sala y en ropa de dormir- me dijo sin quitar la mirada de la televisión.
Lo miré con fastidio, pero esa vez observe que tenía una libreta de bolsillo en la mano. Parecía haber estado sacando varias cuentas, pues habían bolitas de papel a sus pies. Era la segunda vez que lo veía en tal situación y eso sumado a que aceptó rentar un departamento junto a una desconocida, me hizo concluir que ese sujeto tenía un serio problema económico. Además de que debía tener algún tipo de negocio con al menos un empleado ¿A que podía dedicarse un tipo tan huraño? Se notaba lo solitario que era. No llevaba fotografías de amigos o familia. Tenía un carácter complicado. Muy moldeado a su manera y yo sabia de eso. Me levanté para ir a darle la lata de cerveza.
-Quedesela, señor Bills, yo no bebo- le dije y él la recibió callado.
Yo me fui al balcón. Hacia frío,
pero no me molestaba. Desde siempre el frío y lo solitario me han hecho sentir cómoda. También me atraen de forma magnética, brindándome una calma muy especial.
La mañana de ese domingo, Rox me llamó temprano para pedirme que la acompañara a comprar un regalo para su novio. Lo único que me quedaba limpio era un vestido azul, que para la época no era muy apto, pero si modo. Con mi abrigo y unas botas seria suficiente para lidiar con el frío. Al dejar el departamento no vi a Bills. Dormido no estaba de lo contrario hubiera oído sus ronquidos. Durante esas noches aprendí un par de cosa de él.
Me reuní con Rox en el centro de la ciudad y me explicó que quería regalarle, a su novio, un videojuego que le encantaba. ¿De dónde saco la idea de que yo sabia de esas cosas? No tengo idea. Pudo ser porque le comenté que me gustan los juegos de rol. La verdad no encontré otra explicación. La cosa es que me llevó al bulevar,
donde había toda clase de tiendas, según Rox, friki. Paseamos por ahi un rato entre locales de comida oriental,
tiendas con trajes para cosplay y todas esas cosas que para mi no eran nada desconocidas; pero ante las que fingía cierta ignorancia.
Poco después de comprarme unos pocky, de los bañados en yogurth o lo que sea la cosa con sabor a fresa, entramos a una tienda donde había un muchacho de cabello y ojos azules en el mostrador. El chico leía una revista, pero tan pronto nos advirtió nos sonrió y nos dio la bienvenida, luego nos preguntó que se nos ofrecía. Entonces Rox me dio un codazo para que yo hablara. Le pregunte por el juego. Él no pareció conocerlo y no se mostró muy conocedor del asunto en general, como tampoco de las herramientas de su trabajo.
-¿Por qué no revisas el inventario?- le sugerí.
-¡Claro!-exclamó un poco avergonzado y luego se metió en la computadora, mientras yo miraba la tienda.
La tienda tenía bastantes cosas interesantes, pero para un público más exclusivo, dentro de ese mundo de animés y video juegos. Los mangas, en exhibición, eran de culto y de contenido más adulto. No habló de hentai sino como los de Takeuchi. Había libros de ilustraciones y figuras de colección de muy buena calidad,
por supuesto muy costosas. Vender cuatro de esas cosas al mes hacia el negocio bastante rentable. Pensaba en eso cuando el dependiente nos dijo que tenía tres ejemplares, pero estaban bajo encargo.
-¿Y eso qué significa?- preguntó Rox
-Que fueron traídos por petición de clientes específicos, quienes debieron haber pagado una parte de la mercancía antes de su llegada-le explique.
-Sí, exactamente- exclamó el muchacho- Dos de ellos ya fueron retirados.
-¿Por qué no nos vendes el que queda?-le pregunté con una simpática sonrisa- En el caso de que quien lo encargo venga por el juego, solo tienes que decirle que no lo conseguiste. Te conviene, nosotras te pagaremos ahora y tu le regresas a él lo que pago.
-Tendría que preguntarle a mi jefe- señalo.
-Te esperamos-le dije.
Lo vimos perderse tras una de esas puertas que se abren hacia dentro y hacia fuera. Un par de minutos después volvió en compañía de un sujeto que reconocí y me sorprendió descubrir que era el dueño de la tienda.
-Eres tú- me dijo al verme con menos sorpresa que la mía por el encuentro.
-Hola señor Bills- le dije apartando mis brazos del mostrador.
-Hola- contestó y se paro delante de mí- Asi que quieres comprar ese juego. No tengo problema en vendertelo. El tipo que lo pidió no ha venido por el en más de...
-¡Genial!- exclame- ¿Me haces un descuento?- le pregunté con cierta desfachatez.
-¡Por supuesto que no! Agradece que te lo estoy vendiendo,
pasando por encima de quien lo pidió- me dijo y apoyo las manos sobre el mostrador, para inclinarse hacia mí.
-Pero si acabas de decir que no han venido por el- le dije cruzando los brazos sobre el mesón para apoyarme ahi- Anda...Dame un descuento.
-¿Por qué debería?- me preguntó imitando mi postura.
-Hmmm porque vivimos juntos...
-En tal caso te conviene que yo gane dinero, no que lo pierda- replico tranquilamente.
-Buen punto- pensé y saque la caja de pocky del bolsillo de mi abrigo, para ofrecerle uno-Te ganaras nuevos clientes. Un pequeño descuento para asegurarte futuras ventas.
-5% de descuento y es todo- me dijo antes de meterse un pocky a la boca.
-Que avaro eres- le dije y me pare de puntas para alcanzar el extremo del pocky, que sobresalía de su boca y darle una mordida-10% es lo mínimo que da cualquier tienda a sus clientes, la primera vez-le dije y aprovechando que estaba cerca le di una mordida a la galleta que él tenía en la boca.
Me quedó viendo un poco desencajado y bueno yo sólo diré que en ciertas circunstancias, soy el tipo de persona que actúa y piensa mucho, mucho después.
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