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4._Prueba


Y perdí. Resulta que no soy muy buena en los juegos tipo Burnout Paradise. De hecho odio los juegos de carrera y bueno él, había instalado ese. Tampoco se me ocurrió pedirle que lo cambiara así que todo fue culpa mía y la sonrisita de triunfo de Bills más sus comentarios, no me hicieron nada amena la derrota.

-Iré a preparar la sopa- le dije un poco molesta, mientras me ponía de pie.

-Que mala perdedora eres,
Mary- me dijo y apenas si lo mire de reojo.

No respondí porque en parte tenía razón. Realmente odio perder, pero ¿Quién no? Además no quería desperdiciar el tiempo, pues tenía que hacer un trabajos y leer un par de libros. Estaba algo cansada también. La sopa no tardaba más de 40 minutos en hacerse y por eso la seleccione. Me gusta cocinar, pero también me agobia y trato de no prolongar la agonía por mucho tiempo.

-Oye mujer ¿Cuándo estará listo la comida?- me preguntó desde la sala.

-Cuando haya terminado-le conteste con fastidio y es que era la tercera vez que me consultaba lo mismo.

Yo revolvía la sopa con una cuchara de madera que encontré en el cajón. Preparar aquella comida me dio la oportunidad de echar un vistazo a esa parte de la casa a la que yo casi ni entraba. Por la cantidad de utensilios que había me di cuenta de que ese sujeto no solo comía sopas instantáneas, sino que también cocinaba, aunque no debía hacerlo con mucha frecuencia, pues las cacerolas no mostraban gran desgaste y no eran nuevas. Otra cosa que me llamó la atención fue la cantidad de platos que encontré y es que si bien no eran muchos, para un tipo que vivía solo eran bastantes. También guardaba media docena de vinos y algunas botellas de cerveza en la nevera y las alacenas. Definitivamente le gustaba comer bien, pero supuse que el tiempo y la fatiga lo hacían optar por formas más rápidas de alimentarse.

Me di la vuelta para ir por los platos y por poco doy un grito al encontrarlo parado detrás de mí. Vaya que era silencioso cuando no estaba gritando.

-¿Qué haces ahí?- le pregunte.

Me miro un poco molesto,
después de todo no le hable muy gentil, pero enseguida paso de mi para respirar un poco cerca de la estufa. Su ánimo cambió de inmediato, hasta sus ojos parecieron algo más suaves y con cierto entusiasmo intentó levantar la tapa de la cacerola,
pero yo y mi cuchara de madera se lo impedimos.

-No la destapes hasta que este lista- le dije o más bien le advertí.

Me miró otra vez con ojos duros y expresión de juicio silencioso,
pero no dijo nada solo se fue a sentar a la mesa y desde allí pregunto:

-¿Cuánto más tendré que esperar? Me estoy muriendo de hambre.

-Solo un par de minutos más- le dije y comenzó a golpear su garra contra la mesa.

Lo ignore y cinco minutos después le serví su plato con unas hojas de perejil flotando en la superficie de la sopa. No puedo evitar cuidar ciertos detalles, esta arraigado en mí. Yo me quede de pie, junto a la estufa. Tenía derecho a comer,
pero la actitud de Bills me coarto el apetito no estoy segura de porque.

Mi sopa le gusto bastante y no escatimó en elogios, a la comida claro, de mi no se acordó hasta que me pidió un trozo de pan.

-¿No vas a comer?- me cuestiono.

-Lo haré más tarde, ahora tengo otras cosas que hacer- le respondi-  Ah y tú lava los platos.

-¿Yo? Tú cocinaste, tienes que hacer el trabajo completo.

-La apuesta decía cocinar, nunca acordamos que implicaba lavar los platos-le señale.

-Pues lavar los platos hace parte de cocinar mujer, pero te lo dejare pasar por esta vez. No quiero arruinar esta comida con una discusión...En la que tengo razón.

Lo mire de reojo y se me ocurrieron tres respuestas que iban a desencadenar en todo un espectáculo, pero preferí ignorarlo, por esa vez. Fui hasta mi recién armado escritorio, puse mis libros ahí y comencé a leer, no antes de ponerme los audífonos y así perderme en el Déjà Dead, para luego iniciar mi trabajo. Que hizo Bills después, ni idea para cuando desperté el sol me daba en el rostro. Me dolía el cuello y la espalda por haberme dormido en el escritorio, pero aprovechando  que era temprano ,pensando yo que Bills dormía, fui a bañarme y esperaba poder tardarme cinco minutos más a lo habitual, pero  por tierra se fue mi panorama cuando oi que golpearon la puerta del baño, exigiendome salir.

-¡Espera tu turno!- fue todo lo que le respondí.

-¡¿Qué tanto estas haciendo ahi dentro?! ¡Llevas más de diez minutos, deberías estar lista!- replico.

-¡Quieres dejarme en paz!

-¡Sal de una vez! ¡Tengo que llegar temprano a recibir el pedido o el imbécil de Trunks puede volver a aceptar mercancía que no pedí!

-Ese no es mi problema- le dije y ya estaba lista, solo quería relajarme un poco, pero como que ya no había caso en intentarlo.

Al salir solo me miró y luego cerró la puerta con bastante violencia. Lo escuché salir poco después, así que realmente tenía prisa. Volvió cerca de las dos de la tarde, entonces yo escribía mi trabajo en el ordenador. Traía una bolsa en la mano y esa especie de mochila que tiró sobre el sofá en el que se sentó. Encendió la TV y ahí se quedo. No sabia que llegaría tan pronto, pero eso me dio una idea. Solo tenía que asegurarme de una cosa.

-¿Estarás aquí toda la tarde?-le pregunte.

-Sí ¿Te molesta?- me respondió. 

Negué con la cabeza y enseguida me fui hasta el primer piso. Allí había una familia con dos hijos mayores a los que les pedí ayuda para subir mis muebles ¿Como logre que lo hicieran? Me hice la tonta y linda, los hombres babean por una chica así y nueve de diez mujeres hemos usado ese recurso alguna vez. La cama y el estante no fueron tan difíciles, como si lo fue el sofá. Eran buenos chicos, se merecían una recompensa, pero no la que ellos andaban buscando. Comenzaron con que el esfuerzo les dio calor y si yo tenía algo para refrescarse, les dije que podía darles un refresco, mas ellos se metieron medio a la fuerza. Sus intenciones no eran malas, desde luego, solo un poco fastidiosas; pero una mirada del sujeto sentado en el sofá fue suficiente para borrar cualquier tentativa de coquetear conmigo.

-¿Acaso no acordamos que nada de visitas? Saca a estos sujetos de aquí, Mary o lo haré yo-dijo Bills con un tono bastante oscuro y amedrentante.

-Solo me ayudaron a subir unas cosas...

-No se preocupe ya nos vamos- exclamo uno de los pobres sujetos y ambos salieron rápido del departamento.

Les ofrecí unos billetes, pero no quisieron tomarlos. Yo no podía evitar sonreirme porque mi pequeña treta funcionara, pues resolví dos cosas de una vez.

Meter los muebles y ubicarlos me llevaría tiempo, aunque podía hacerlo sola. Comencé a empujar el estante cuando Bills me hablo.

-¿Vas a organizar tus cosas?-me preguntó con cierta molestia.

-Sí, pero no tardare- le dije.

No respondió y salio del lugar. Supuse que todo el ruido le molestaría y para evitar aquello, prefería salir. Tener mi cama fue lo mejor y me dio ánimos para pegar los afiches que me dieron mis amigos. Deje el estante en la sala y puse en el algunos libros, mis viejos guantes de box, dos cajas de madera y los cuadernos. Yo no tenía muchas cosas. El sofá lo puse con el respaldo hacia la ventana que daba al balcón y una vez terminé con eso, comí la sopa de la noche pasada y me recosté en el sofá, con los audífonos puestos terminando por dormirme.

Lo que yo no sabia es que Bills, por descuido, dejo las llaves y bueno no escuche sus golpes en la puerta, ni sus gritos exigiendo que abriera la puerta. Creo que estuvo unos veinte minutos afuera, alimentando su ira que termino de estallar cuando un vecino paso por ahi y le dijo:

-Cuando mi esposa hace eso, voy por flores y chocolates...

Pero claro que el pobre tipo no soporto ni la mitad de los gritos que yo me lleve, cuando abrí la puerta.

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