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28._Siesta


Dormir con Bills era complicado. Casi siempre terminaba siendo apretada, golpeada y hasta mordida por él. A veces, en cambio, se quedaba muy quieto. Como esa moche en que escondió su nariz en mi cuello y se durmió abrazandome. Su cuerpo siempre me daba calor y esa jornada me abrigo del frío clima. Amaba eso. Amaba muchas cosas de Bills.

Desperté temprano. Aun llovía y Bills dormía. Me quede un rato acariciandole tras la cabeza y cuanto alcanzaba, mi mano, de su espalda. Esculcar su anatomía me complacía. Se agitó entre sueños y susurro algo en mi oído. No entendí que fue lo que dijo, pero apretó un poco más contra él. Cerca de las nueve me levante. Había sido suficiente de dormir en esa alfombra. Me di un baño de agua helada y para entrar en calor caminé por la casa.

La cocina era muy luminosa. Tenia un amplio ventanal que daba a un jardín muy descuidado. Habían dos habitaciones, pero solo me asomé a una de ellas. Cuando me di la vuelta, para volver a la sala, Bills estaba ahí. Cerrándose el cinturón y bostezando.

-La otra recamara tiene una puerta que da al patio- me señalo- Una entrada independiente a esta casa- añadió antes de decirme que tenía hambre.

-Vamos a la estación de servicio- le sugerí- Anoche te comiste todos los refrigerios que traje.

-¿Me dejas conducir tu motocicleta?- me preguntó con esa sonrisa coqueta y medio traviesa que ponía a veces.

Lo deje y me toco irme detrás de él. Su cola era un problema, pero la envolvió entorno a mi cintura y partimos a esa estación de servicio, donde pidió un abundante desayuno. Se quejó de la cantidad de aceite con la que prepararon uno de los platillos y lo devolvió, pero no aceptó el de reemplazo.

-Nunca se sabe que cosas podrían poner en tu comida, después de una critica- me dijo y volvió su atención a los huevos con tocino.

-Trabajo en un restaurante y nunca vi una practica como esa- le dije cuando la mesera dejó unas galletas en la mesa.

Dijo que eran cortesía de la casa y se retiro después de sonreirle a Bills. Hace rato que venia notando que él la miraba bastante. Era una mujer bonita.

-¿No te vas a comer eso?- me preguntó al notar que no toque mis panqueques.

-No- respondí y tome uno para acercarselo a la boca, reclinandome sobre la mesa- Habre la boca.

-¿Qué estas haciendo?

-Siendo linda contigo ¿Olvidas que te quejaste de que nunca te abrace en público?

-Yo nunca dije eso- me contesto y volvió a mirar de reojo a la mujer.

¿Por qué hacia eso? ¿Era a propósito o qué? Me pregunté.

-Lo hiciste- sostuve y me fui a sentar a su lado- Lo pondré de esta forma o dejas de mirar a esa mujer o algo que te encanta dejara de pasar por dos semanas.

-Como si aguantaras tanto- me dijo en voz baja.

-Cuatro meses es mi récord- le señale y me acerque un poco más- Aunque me acorde de ti varias veces...

Mis dedos caminaron por su muslo y subieron, con la destreza de una araña, por su costado. Bajo su chaqueta. Se desviaron para treparse por su pecho y alcanzar su cuello,s u barbilla y con un movimiento sensual hicieron que me mirara. Tenia un poco de crema batida en el costado de la boca y la limpie de una pequeña lamida.

-¿Quieres ser mi novio?- le pregunte, logrando empeorar su rubor y hacerlo atragantarse con lo que comía.

Superado el bochorno y después de gritarme un par de cosas, me dijo que si. Entredientes y de mala gana, pero dijo que si.

Desde ese día las cosas fluyeron más. Fue como si no nos habíamos dado cuenta de que mantuvimos una restricción entre los dos. Una cautela antes del tomar el paso firme para avanzar a la tercera opción. A la mejor opción para los dos.

Si él era un lago estable, tranquilo. Yo un rio que viajaba al mar. Bien podía ser que mi cause se internara en las profundidad de sus aguas y luego siguiera su curso al océano, a través de una salida que me tocaría abrir en su rivera. Digo que me tocaría abrir porque él, era lago antiguo y que escondía corrientes, como laberintos, en su interior. Consciente o inconsciente iba a tratar de reclamar mis aguas y dominarlas. Pero al fin entendía que un rio tiene que si o si ir al mar. Me dejaba una pequeña saliente a la depresión en su orilla, para que mi caudal siguiera su curso. Desde luego Bills sabia, que una parte de mí arrastraba una porción de él al mar y yo sabia que una parte de mí se perdía en sus profundidades. Estaba bien. Era parte de seguir juntos.

Con frecuencia nos visitábamos. Pero era más común que Bills fuera a mi departamento a que yo fuera al suyo. Tenía que dejarlo invadir practicante todo mi ser, pero yo no podía hacer lo mismo, aunque él sabia que si yo me lo proponía podía dejarlo desnudo. Mas nunca quise invadir asi su persona. Sentirlo ahí, junto a mí era suficiente. Que me amara y amarlo era suficiente. A veces era demasiado.

-Yo soy la dueña de todas tus noches, Bills. Si regalas una a otra...te lo haré pagar- le dije aquella mañana al salir de esa estación de servicio.  

-¿Me vas a matar?- me preguntó mientras se hurgaba los dientes, con una de sus garras.

-Matarte seria tenerte piedad- le dije y me adelante para subir a mi moticicleta.

-Si se te ocurre desperdiciar mis noches, yo si te mato- me advirtió y sonó aterrador.

-Entiendo- le conteste- Y gracias por lo que hiciste.

¿Recuerdan que los chicos, con los que trabajaba en un cómic, me robaron el crédito por la historia? Bueno ellos tuvieron muchos problemas para publicar aquella historieta. Sucedió que Bills entro en contacto con personas que se movían en ese medio, que no era tan ajeno al suyo, y les advirtió de este cuarteto. Claro que agregó unas cuantas mentiras para fastidiarles la publicación del cómic. Al fin terminaron por pedirme una disculpa y poner mi nombre en el trabajo. Pero su mala reputación tardo bastante en superarse.

Yo segui trabajando y tomé un par de cursos para poder prepararme y llevar mi idea a cabo. Con el paso del tiempo todo mejoro para ambos. Sus problemas financieron terminaron. Claro que para ello Bills, implemento parte de mi idea. Su segunda tienda estaba más orientadas a las "pubertas hormonales" como les decía cuando se fastidiaba. Allá dejo a Trunks, hasta que este entro a la empresa de sus padres y tuvo que buscar un nuevo dependiente. El escogido fue un chico llamado Goten. En cuanto a Bills, él se lo pasaba en su tienda de siempre. Un año después dejo de rentar su casa y se mudo allá. Pese aque se quejaba de tener que conducir 40 min al trabajo. Fue cuando me hizo una propuesta.

-¿Quieres o no?- insistió al ver que yo titubeaba.

-¿Quieres que vaya a vivir contigo?

-Pagas unas cuentas y listo. No es como sino supieras como funciona. Además tendrás tu propia habitación- agrego menos agresivo.

No espere oir aquella pregunta, pero no iba a decirle que no. Estábamos en la banca de un parque y me le senté en las piernas, solo para susurrar mi respuesta en su oído.

Me gustaba estar con él en publico. Aunque nos miraban raro a veces.

Esa habitación, con puerta al jardín, en casa se Bills fue mi espacio. Uno que él invadía a su antojo. A veces sólo para descansar, otras para reclamar mi atención. Era difícil lidiar con sus demandas, por eso en ocasiones sólo quería estar lejos de él. Me lo permitía, por uno o dos días. Sino volvía, iba por mí. Admito en ocasiones me retrasaba a propósito sólo para que me llevara a casa,
aunque en otras me obligaba a volver negándose a ir a buscarme. Era como un juego de resistencia, ego y vanidad. Pero acababa en empate todo el tiempo.
    
Un año y medio después intente montar un negocio. No me fue bien y me deprimí un poco. Necesitaba estar sola un tiempo. Me dejo ir casi un mes. Uno en que tuvimos pasionales encuentros y que culminó cuando,un golpe de suerte me ayudo a montar la idea que antes le di a Bills. Un señor vendía su café literario a un precio muy castigado. Pero aun así,el dinero que me quedo no era suficiente. Pedir un préstamo en el banco, no era opción para mí.

-Puedo darte el capital-me dijo Bills, en la cena unos días después de volver- Puedo hipotecar una de mis tiendas o esta casa, pero tendrias que darme el 50%. Seriamos socios.

-¿En serio harías eso?  

-La idea se me hace muy buena. Es una excelente oportunidad y no la desperdiciare. Si fracasas es porque eres muy torpe. Tu administraras el lugar y te demandare si tiras mi dinero- me dijo seriamente y volvió la atención a su comida.

Me sonreí nada más. Lo hizo y los cambios que tuve que hacer fueron minimos. Más que todo fue la decoración, pues debia emular a esos sitios japoneses. Cinco meses después abrí The Cat House y fue un gran éxito, aunque esto mismo me generó varios problemas que tuve que resolver sola. Bills no se involucro. Es más ni quería que alguien supiera que era mi socio en ese negocio. Creo que se avergonzaba un poco de tener un café de ese tipo.

Habían dias tempestuosos. Días en que esa casa temblaba con nuestros gritos. Días en que todo estaba en calma. Días en que no queríamos vernos o sólo queríamos estar juntos. Él me daba calma y yo creo que también encontraba eso en mí, ademas de toda la atención que necesitara. Y otras tantas cosas que quedaban implícitas entre los dos. No pense amar tanto y menos a alguien como él.

Casi tres años después,una tarde de verano, descansabamos en una hamaca en el corredor. Un suave viento nos mecía y el silencio del campo nos tenia en un grato adormecimiento. Bills tenia los brazos cruzados bajo la cabeza y yo descansaba en su pecho. De pronto uno de sus manos bajo hasta mi cintura y se quedo ahí.

-¿Te acuerdas cuando te dije que tengo sueños premonitorios?- me pregunto mirando el techo.

-Si, yo también los tengo- le conteste.

-Soñé con este momento, Mary.

Me miró entonces y se giro un poco hacia mí, para hacerme una caricia y regalarme un susurro con las únicas dos palabras,que me importaba oír.  No dije nada. Me abrace a él y juntos dormimos la siesta.

Fin.

                               

   

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