14._Premonición
Me llevó a casa y luego salí rumbo a mi curso. No lo volví a ver hasta el medio día del domingo, que regrese al departamento. Me había quedado con Ann para terminar un trabajo. Ella me presto su ropa y por eso llegue vestida así, con ese vestido medio gótico que me cambie rápidamente, pues aunque me gustara no me sentía muy cómoda con el.
Desde esa tarde de viernes, en que lo vi por última vez, Bills visitaba mis pensamientos con demasiada frecuencia y eso me causaba cierto disgusto. Misteriosamente eso desapareció cuando volví a casa, pero él no estaba ahí. Llegó una hora después, con una bolsa de supermercado en la mano y una sonrisa de felicidad casí como la de un niño que planea una travesura.
-Ah, estas aquí- dijo al verme y sonó un poco decepcionado.
-Perdóname por estar en mi casa- le dije apartándome del libro que leía, recostada en mi sofá.
-¿Tu casa? Pues no parece, recién regresas después de dos días- me dijo y paso a la cocina.
No respondí a eso y volví a mi lectura. Acabé por dormirme. Verlo me causo una sensación de relajo y me entregue a un sueño tranquilo, pero que terminó en una visión extraña en que el fuego quemaba un edificio. Al abrir los ojos esa sensación de desazón me invadió y supe que aquello era un sueño profético. Me fui a la cocina por un vaso con agua para relajarme. Realmente odio esos sueños, me alteran demasiado y me atormentan también.
Bills estaba ahí, comiendo unos postres creo, me siguió con la mirada mientras yo salia al balcón donde me quede un rato. Mis sueños suceden. Así de sencillo, simplemente suceden y es un plazo de tres días. Aunque nunca veo exactamente lo que sucederá. Un edificio en llamas podía ser cualquiera que tuviera una relación conmigo. Hace mucho no me sucedía y esa maldita ansiedad se apodero de mí apartando cualquier otra preocupación. No deje mi habitación esta la tarde-noche, cuando Bills me llamó desde la sala. Para entonces yo ya me había puesto el pijama,pues pensaba en dormir temprano.
-¿Quieres jugar?- me preguntó sentado en la alfombra, frente a la consola.
Me le quede mirando un momento y luego me senté a su lado, en el piso, descansando la espalda en el sofá. Era un juego de guerra. Esos me gustan y con ellos soy muy buena. Rápidamente entendí la mecánica del juego, mostrando una leve superioridad sobre Bills, quien no estaba feliz con eso.
-¡Gane!- grite casi en su cara, como él hizo cuando perdí la apuesta.
Apoyó el rostro en su mano, para apartar de mi sus ojos y culpar al control del juego por su desempeño.
-Claro, claro lo que tú digas Bills- murmuré un poco divertida por su actitud- Sino quieres perder, juega solo.
Giró el rostro ligeramente hacia mí y luego la volteó otra vez.
-¿Quieres la revancha? Te dejare ganar esta vez...
-¡No te atrevas a hacer eso! Puedo derrotar...-me decía y como se giró por completo a mí para encararme, su rostro quedo muy cerca del mío.
Husmeo el aire con cierta curiosidad y cerrando los ojos me preguntó si había estado comiendo alguna golosina.
-No...
-Hueles a fruta dulce- comentó al abrir los ojos.
-¿Fruta dulce? ¡Ah! Seguro y es la crema que uso. Es de mango con aceite de coco- le respondi levantando mi brazo para ponerlo entre él y yo.
-¿Ah, sí? Pues huele delicioso- comentó con una sonrisa extraña que me causo una sensación de...
-Voy por unos refrigerios- le dije y huí a la cocina.
-Traeme una bolsa de papas que deje en la alacena ¿Quieres?
-Ven tú por ella.
-Sí sabes que soy yo quien mantiene la casa limpia y ordenada ¿verdad?- me dijo desde la sala.
-Chantajista- murmure.
Le lleve su costal de papas fritas. Digo costal porque esa bolsa era enorme. Lo peor es que era capaz de comersela toda él solo. Tome una jarra y unas latas de cerveza para llevárselas también. Volví a sentarme a su lado para seguir jugando. El problema es que el señor no aceptaba una derrota y lo peor es que aprendía de mis jugadas, lo que hizo las últimas partidas más difíciles.
-La victoria es mía- se jactó esa última vez.
-Sí, pero sigues por debajo de mí. Vamos 4 a 6- le señale para bajarle los humos.
-Pronto te superaré, Mary- me dijo mientras meneaba la cola de un lado a otro suavemente,para después bajarla por detrás de mi espalda.
-Podrías dejar de mover tu cola, me pone nerviosa- le dije y no mentí.
Sucedía que en esa parte de él,
parecían escaparsele las ideas e intenciones.
-¡Es mi colita y la moveré según se me de la gana!- me dijo y la levanto rozando mi espalda otra vez.
Me causo un escalofrío e iba a decirle algo, cuando note que usando su cola robo mi bolsa de caramelos.
-¡Devuélveme eso!
-Pensé que ya no querías- me dijo y me los acerco, pero cuando trate de tomarlos los aparto.
-Quedatelos- le dije con fastidio y me puse de pie para retirarme.
-Que aburrida eres- murmuró y cruzo los brazos- Oye Mary, dame tu número...
-¿Mí número? ¿Para qué?- le pregunté mientras miraba como movía mi bolsa de caramelos de un lado a otro con esa cola suya.
-Ayer pedí que me trajeran unos papeles aquí, pensando en que te encontrabas en casa, como no había nadie para recibirlos perdí el envío. Además vivimos juntos, es útil tener un medio de contacto...
Bueno en lo último tenía razón, pero lo primero me dejo pensando.
-Seguro tu número lo reservas para los tipos guapos con los que te encuentras por ahí- declaró con desdén y recostandose en la alfombra.
-Sí ese fuera el caso se lo hubiera ofrecido a Trunks- dije y volví un par de pasos atrás para estar más cerca- Es un chico muy guapo he de admitirlo, pero los tipos guapos no me llaman la atención. Yo los prefiero atractivos...con encanto.
-Yo no veo mucha diferencia en eso- declaró con desinterés y se llevo uno de mis caramelo a la boca.
-Mmm lo pondré así: Trunks es guapo; tú eres atractivo.
Me miró y le sonreí para retirarme a mi habitación un poco incomoda, pero sonriendo como imbécil. Además olvide mi sueño.
Al día siguiente me fui antes de que despertará y volví antes de que llegara. La razón era simple, su dependiente ya no estaba y él tenía que atender la tienda. Baje para comprar unas cosas cuando en la TV, del conserje,vi una noticia que me heló la sangre. Había un incendio en el bulevar.
Mis sueños siempre suceden, pero nunca me dejan saber que o a quien afectaran exactamente, pero siempre es alguien o algo importante. Es horrible ver algo así hacerse realidad, sobretodo cuando algo malo pasa. Por eso es que siempre huyo de los sueños o entro a ellos con temor, pero un miedo que no se compara al que experimente en ese momento. Trate de calmarme. No vi muerte en mi sueño e intentando mantener la calma sali a la tienda,en una suerte de estado automático.
Era de noche y al salir a la calle, el viento me azoto con fuerza. Mire la larga acera que se extendía a mi derecha y fui hacia mi izquierda. A poco andar lo vi caminando hacia mí. Su semblante dejaba en claro que traía un humor de los mil diablos. Fue como un golpe de frío, pero del buen frío, lo que sentí al verlo y no cambie de curso. Pase junto a él, casi hombro con hombro. No me miro siquiera y sentí olor a humo brotar de él. Note que su chaqueta tenía huellas de quemaduras en el brazo. No pensé en nada y seguí hasta la tienda.
Al volver al departamento lo ví en su habitación, sentado al borde de la cama. Cuando pase por la conserjería,le pregunte al hombre por la noticia y me entere de que paso realmente. Respire profundo y me pare bajo el umbral para preguntarle si quería unas papas que me dieron por error. Era una mentira barata que me permitió ver que estaba curandose una herida en el brazo.
-¿Te ayudo con eso?- le pregunte, pero solo me dio una mirada seria-Bien sino quieres no...
Tomó una posición más cómoda y estiro el brazo hacia mí.
-Más te vale hacerlo bien.
-¿Por qué todo lo haces sonar como una amenaza?- le pregunté y solo gruño.
Trabaje en una empresa en que los empleados recibimos un curso de primeros auxilios. Sus heridas no eran graves. Pequeñas quemaduras fáciles de tratar que cure con toda la paciencia de la que disponía.
-Me alegra ver que estas bien- le dije después de un rato.
No me respondió y yo no esperaba o necesitaba una respuesta. Era suficiente que me haya permitido entrar en ese espacio del que no perdí detalle.
-Listo- le dije y soltando un suspiro apoye mi cabeza en su hombro.
Me miró de reojo y le sostuve la mirada un momento, después sentí su cola entorno a mí. Cerré los ojos un instante y mire su mano vendada. Era curioso que pudiera fanfarronear lo bueno que era un juego de video y no hiciera alarde de lo que hizo por su hermano ¿Cómo no iba a gustarme?
Descanse mis manos en su brazo y así nos quedamos un rato.
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