16.
Acomodando con extremo cuidado la almohada bajo la parte trasera de la cabeza de Jin, la mujer dentro de la habitación siente un par de lagrimas deslizarse por sus mejillas ahora pálidas. —Tú no, por favor... —pedía entre pequeños y bajos susurros al chico sumamente dormido frente a ella —Ya la perdí a ella, no puedo perderte a ti también —decía llamando la atención de la aun perdida mente de Jin.
—Amor, por favor... —Con lagrimas entre sus ojos, el esposo de la elegante y fina mujer junto a Jin, se comenzó a adentrar a la habitación con la firme intención de llevarse a su esposa para que descansase —Debemos dejarlo descansar, ¿de acuerdo? —decía suavemente sobre su oído —Tú también necesitas dormir un poco.
—No puedo, no quiero irme, no quiero que nos deje como ella lo hizo —mencionaba reviviendo el dolor dentro de su pecho, al igual que en el pecho de su esposo.
—Si bien es cierto que ella nos dejo, también es cierto que nos dejo al cuidado de un maravilloso regalo. —Las lagrimas dentro los ojos de aquel tan servicial hombre empezaron a descender del mismo modo como lo hacían los ojos de su fiel esposa.
—Pero ahora estamos a punto de perderlo —añadía con pesar y dolor en su voz.
—Eso no tiene porque pasar. Él es fuerte y va a salir adelante de esta situación —intentaba consolarla —Además, recuerda que Jin no es el único ser especial dentro de nuestras vidas, también esta Hoseok —le recordaba —Ahora esta saliendo con alguien y tenemos que estar ahí para él, si es que le llegan a romper el corazón.
—La diferencia entre ambos es que Hoseok tiene salud y ahora una persona que vera por él —decía sin poco tacto.
—¡No! —exclamaba furioso y totalmente harto de la actitud tan hostil de su esposa para con su único hijo —Se supone que nuestro trabajo como sus padres es ver por él. Vas a perder a nuestro único hijo sino le prestas un mínimo de atención —soltaba cansado, importándole poco que su esposa se molestara por alzar la voz —En esta casa no solo tenemos un adolescente sino dos. —le reprochaba.
Las clases en el instituto habían sido una total y completa tortura para el menor de los Kim, quien se sentía sumamente incomodo con el sudor instalado en su cuerpo.
—¿Cómo te fue? —preguntó el padre de Hoseok, desde la sala, donde se encontraba tranquilamente sentado esperado por su hijo.
—Bien, aunque fue realmente agotador —comentaba tranquilamente, deslizando su cuerpo en una de las sillas del comedor.
—Es...
—Es parte de crecer, lo sé papá —interrumpió risueño a su papa, puesto que solía decírselo a casi diario desde que había entrado a la adolescencia. —¿Cómo esta, Jinnie? —preguntaba antes de dejar su mochila sobre el suelo —¿Y mamá?
—Ella, ella esta...
—Estaba preparando la cena para mis dos amores —completaba la madre de Hoseok, al salir de la cocina sosteniendo una charola de metal con tres platos repletos de comida. Sobre su pecho y piernas un adorable mandil podía divisarse cubriéndole.
—¡Vaya, mamá! —exclamó con sorpresa el menor, al ver lo hacendosa pero sobre todo lo cariñosa que estaba siendo su mamá.
—Por favor, siéntense. —pidió divisando a su esposo y a su hijo.
Con pesar en sus pies el mayor de los Kim, se acerco a la mesa mirando intrigantemente a su esposa, mientras que el menor de los Kim solo se acomodaba en su lugar.
—Quiero, quiero pedirles una disculpa a los dos por la manera tan cruel en la que los he tratado estos días. Mi intención nunca ha sido que se sientan abandonados por mí, al contrario ustedes dos o mas bien tres, son lo que yo mas amo en esta vida. —afirmo con total sinceridad en su voz.
—Y-yo, yo quiero preguntarte algo mamá. —la interrumpió el menor. —¿Por qué si somos tan importantes para ti, como es que dices, no le has dicho la verdad a Jin acerca de quién es dentro de esta casa? —preguntó totalmente con intención Hoseok, al ver a Jin bajar atento por las escaleras. —¿Por qué no le dices que no es tu hijo, sino tu sobrino?
—¿Qué? —cuestionó completamente perdido, Jin.
—¿J-jin? —balbuceo torpemente la madre de Hoseok al verse descubierta.
Intentando acercarse al mayor, esté inmediatamente retrocedió.
—¿Es cierto lo que dijo Hobi, señor Kim? —preguntó con reproche y dolor, SeokJin.
—Sí —asintió con pesar el mayor.
No dejando a nadie acercársele, Jin salió corriendo de su casa lo mas rápido que podía, chocando sin cuidado y deprisa con Yoongi. —Jin, ¿qué tienes?
—Llévame lejos de aquí. —susurraba con lagrimas en los ojos, acurrucándose en el pecho frio del pelirrubio.
Sin meditarlo lo suficiente, Yoongi se encamino con Jin entre sus brazos hasta su motocicleta. Colocando con cuidado el único casco sobre la cabeza de Jin, esté ultimo se subió sin pensarlo demasiado.
—Toma. —extendiendo con sumo cuidado una taza de té a Jin, Yoongi puede divisar que el llanto en el rostro de Jin por fin ha parado, al igual que su respiración se ha controlado.
—¿Te sientes mejor? —preguntó dudoso el pelirrubio, al ver a SeokJin tomar la taza de té de entre sus manos.
—Creo que sí. —respondía mas calmado dentro de aquella pequeña cafetería donde Yoongi lo había llevado a relajarse.
—No quiero regresar a esa casa por ahora. —decía mas para si mismo que para Yoongi que lo miraba con las pupilas totalmente dilatadas.
No había pasado ni una semana de que Yoongi se había hecho novio de Hoseok y sentía que la mirada que le daba a SeokJin, era incorrecta.
¿Cómo rayos era posible que una persona se enamorara con solo ver a una persona una sola vez?
Yoongi no lo entendía y sinceramente no lo quería entender, pues sentía que sus sentimientos hacia a SeokJin eran mas que correctos, aunque su mente no pensaba lo mismo.
—¿Podrías ir a dejarme a un lugar? —preguntaba dudoso el pelinegro, contemplando la mirada de Yoongi, sobre su persona.
—Por supuesto. —respondía el mayor de los dos, imaginando que seguramente SeokJin querría que lo llevara con Taehyung —¿A donde quieres que te lleve? —preguntaba finalmente.
—A un hotel.
Con los vellos de el cuello de Yoongi erizándose por las palabras antes pronunciadas por SeokJin, el rostro del pelirrubio también comenzó a teñirse de color rosa, especialmente sus mejillas quienes le jugaban cruelmente. Estaba feliz, feliz de que SeokJin no quisiera ir donde Taehyung.
—Bien. Termina tu té y te llevare. —declaraba Yoongi, intentando controlar los latidos acelerados de su corazón.
—¿Te quedaras conmigo? —cuestionaba tan de pronto Jin.
—¿Quieres que lo haga? —demandaba con intriga. Rogando muy en el fondo que SeokJin dijera que sí.
—Sí. —respondía sin dudarlo un solo segundo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro