Desarraigo
A ti, alma errante:
Hay cierta belleza en cómo las adversidades esculpen el alma. Esas pequeñas cinceladas que recibimos día a día, aquellas decisiones que nos conforman, esas palabras que acaban convirtiéndonos en una obra maestra en continuo cambio. Porque el crecimiento es poderoso, y la seguridad que confiere sentirse orgulloso de en lo que uno se ha convertido es un privilegio del que no todos gozan. Sin embargo, hay ciertos demonios que uno debe afrontar: esas consecuencias que acompañan cada decisión tomada.
Es un sentimiento curioso vivir una vida completamente alejada del hogar. Es una sensación extraña: crecer como individuo, continuar construyendo nuestra persona, sentir la incertidumbre, superar el miedo a lo desconocido, romper todas aquellas barreras que jamás creímos poder derribar... Todo ello acompañado del vacío propio de la lejanía, pese al consuelo que ofrecen unos pocos minutos de llamadas o mensajes tardíos.
Nunca habíamos pensado cuánto se podía añorar el consuelo de unos brazos conocidos rodeándonos, o el sentimiento de un abrazo fantasma que acecha en los momentos de debilidad. Ese anhelo de los besos que calmaban todo mal y que ahora se sobrelleva con coraje y con el poder de una sonrisa, pese a la tristeza que corroe el interior.
Es difícil explicar lo que se siente al ser un mero espectador, viendo cómo el día a día de tus seres queridos continúa su rutina, una rutina de la que ya no formas parte. Al mismo tiempo, comienzas una nueva vida que nadie comprende, porque nadie está ahí para verte forjar tu camino.
Puede resultar solitario, a veces. Incomprendido, otras. Excitante, la mayoría de los días. Sin embargo, no hay palabras para describir ese vacío que acecha en los momentos de debilidad. Pero de las adversidades nos curtimos, y, con el paso del implacable tiempo, salimos victoriosos.
De modo que, para todas aquellas almas errantes que se armaron de valor para dejar atrás una vida y empezar otra, solo quiero deciros que no se debe temer al sabor de las lágrimas, que la fuerza se halla en la voluntad y que los caminos fluyen, cambian y convergen. Pero el arrepentimiento es el único al que verdaderamente debemos temer.
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