
Capítulo 7: Despedida
Aisha caminaba nerviosa hacia donde el tintineo de cascabel le guiaba, ya estaba en la entrada del bosquejo mirando al camino que era marcado por la senda de luz de la luna, tragó en seco y se adentró a seguir ese sonar cada vez más cerca de ese punto de donde estaba aquello que vio la última vez que había entrado.
–Zo-¿Zoe? –dijo al ver a la menor de espaldas frente a ella.
–¿Ah? Ah, hola Ai.
–¿Q-Qué haces aquí?
–Escuché un sonido… –el tintineo sonaba de nuevo– Ese… ¿Lo escuchas?
–Sí… Ah, no, vamos Zoe, no podemos estar aquí, regresemos a nuestro escondite.
–¿No te da curiosidad de qué se trata? Vamos. –su sonrisa apareció junto a su caminar hacia donde provenía el sonido.
–No, Zoe, vámonos.
–Jajaja ¿qué pasa Ai? Parece que escondes algo…
–Volvamos… –la menor borró su sonrisa en cuanto sus ojos se posaron sobre lo que tocó su piel.
–¿Cómo es que puedes tocarme? –preguntó al ver la mano de la mayor tomar la suya y además, apretarla con un leve temblar.
–No vayas…
Con lentitud, pero forzando el quitar del agarre de la contraria, logró apartar su mano y caminar dando pasos hacia atrás para luego virarse e ir a donde el tintineo sonaba más fuerte y llegando a un pequeño arbusto maltrecho cuyas ramas había quedado aplastado y abrazando algo. Los ojos de Zoe se abrieron más con consternación, confusión, incredulidad, Aisha se acercaba por detrás poniéndose a un lado visualizando lo que antes ya había visto, en ese momento, dejaron de escuchar ese peculiar sonido como si ya hubiera terminado de avisar lo que debía ser encontrado. Un montón de huesos mohosos yacía tumbado en ese espacio de hojas y ramas, un cadáver pequeño con una camisa roja sin mangas, pantalones pesqueros, unos tenis cerca y una gorra tirada.
–Ai… ¿Qué clase de broma es esta…?
–N-No es una broma, Zoe. Yo… ¿Sabes? Hace poco me enteré que los espíritus no se dan cuenta cuando… bueno, sus cuerpos… fa-fallecen…
–¡Esto no es divertido!
–No lo es… Lo sé bien. Zoe… Creo que la razón por la que ves espíritus y esas cosas que nos cazan, no es porque hayas escapado de alguna situación de riesgo… Lo es porque… –intentó tocarla por el hombro– tú… ya estás…
–¡¿Qué rayos dices?! –ladró alejándose y volteándose a mirarla con rabia y ofensa– ¡Aisha! ¡Esto no es gracioso! –exclamó señalando al cadáver.
–Zoe… Por favor, tranquilízate, es la verdad, no tengo porqué mentirte sobre esto, yo también quisiera que no fuera verdad, pero ponte a pensar, no has sentido frío en las noches, tampoco has comido nada, eso es algo que tu mente ha bloqueado… y ese sujeto del que me contaste que te atacó… creo que no escapaste de él, sino que te… mató…
–¡No! ¡No, no, no, no! ¡NO! ¡No es cierto! ¡Estás mintiendo!
–Zoe… por favor… Escucha, vamos con Hunter, él nos puede ayudar…
–¡Cállate! ¡Mientes! ¡No!
La niña tapada sus oídos con sus manos, renegaba y alejaba de Aisha quien trataba de abrazarla, más la joven empezó a correr sin darse cuenta del rumbo que tomó, sólo hasta que se encontró en la penumbra del parque se detuvo recordando cómo ahí mismo se le acercó un hombre, que sin decir una palabra la comenzó a perseguir hasta ese pequeño bosquejo atrás del estadio, que logró acuchillarla y luego… asfixiarla.
–Ya… recuerdo… –musitó con ojos cristalizados mirando al suelo mientras una marca en medio de su frente aparecía dándole un ardor– ¡Ah! –gritó ante el dolor punzante dejando una huella en su piel, un número, el 105.
Sin embargo, su pequeño dilema no era comparado con el gran monstruo negro que se avistaba a su espalda cuyas bocas pronunciaban sus sonrisas desquiciadas junto a ojos carmesí muy abiertos complacidos de tener a alguien más que podían obligar a tener con ellos. El ser se lanzó contra ella, más no la tragó cuando Aisha llegó a tomarla de la mano y jalarla a que empezara a correr alejándose de eso mientras la masa negativa les perseguían.
–¡¿Qué haces?! –cuestionó la menor con terror.
–¡Te ayudo como tú lo hiciste! ¡Sigue corriendo! ¡No te detengas!
Ambas corrían desesperadas con esa bola negra deslizante tras ellas, ponerse debajo de una lámpara era más un lujo que una opción cuando esa cosa ya había tumbado un poste de luz. Aisha miraba a sus lados pensando algo en que pudiera hacer para escapar de esa situación mala.
–¡Zoe! ¡Cuando me salvaste! ¡¿Cómo hiciste para que esas luces del estadio se encendieran?!
–¡¿Qué?!
–¡Contesta! –se detuvieron cuando el ser se colocó frente a ellas, así que comenzaron a correr por un costado.
–¡No lo sé! ¡Simplemente pasó!
–¿Sólo pasó? ¡Eso es!
–¡¿Qué?!
–¡Tú puedes hacerlo por tu cuenta! ¡Es una cualidad que poseemos! ¡Enciéndelas antes de llegar a la carretera!
–¡No sé de qué hablas! ¡¿Por qué no lo haces tú?!
–¡Porque nunca lo he hecho! ¡Zoe, tú nos puedes salvar! ¡Vamos!
Confusión en la vista de la menor cuando por un instante su amiga le mostró una sonrisa de confianza en ella. Zoe apretó la mano que en ningún momento le fue soltada y asintió decidida aunque miedosa. Aceleraron el paso con el monstruo detrás queriendo atraparlas de una vez, poco tramo les faltaba para llegar cuando el ser saltó una vez más. Aisha empujó a su hermanita y la criatura oscura cayó provocando una nube de polvo que obstruyó la vista a Zoe.
–¡Aisha! No… Aisha… –el polvo se dispersaba y las figuras aparecían con la mayor habiendo sido tomada de su pierna por una mano negra.
–¿Estás bien? –preguntó con voz de aguantar dolor.
–¡Aisha! –la menor se abalanzó a tomarla por debajo de los brazos para jalarla– ¡Perdón!
–Estoy bien, enciende la luz.
–¡No puedo! ¡No sé! –dijo desquebrajando su voz a la vez que el ser se levantaba y la mano que tenía tomada el tobillo de la mayor ahora se extendía dándole más dolor a la chica.
–Si puedes… –susurró escapándosele un leve chillido por el ardor que sentía en su pierna– Sé que puedes… ¡Ahg!
–¡Suéltala! –exclamó con enojo iluminando todas las luces del estadio, tanto las de arriba, como las de afuera y dentro del edificio, además de hacer más brillante las luces del parque.
El ser empezó a sufrir, soltó la pierna de Aisha y ahora él se revolcaba y retorcía de dolor ante la luz que sentía le quemaba. Las chicas veían confusas como esa masa negra empezaba a desintegrarse como si su cuerpo fueran cenizas a la vez que sus alaridos distorsionados iban perdiendo fuerza hasta que desapareció por completo y junto a eso, las luces del estadio se apagaron y las del parque estallaron haciendo al par de amigas gritar, ahora lo que las iluminaba era la luna en un sentir de estar a salvo. Ambas se vieron y comenzaron a reír mientras la menor abrazaba a su hermana.
–Te dije que podías hacerlo. –Aisha habló en voz baja cerrando sus ojos a caer dormida.
×~×~×~×~×
Aisha
Todo parece liviano, como si estuviera flotando… Me siento rara, como si algo me molestara y entristeciera… «¡Aisha!» Una voz que me parece familiar me llama, pero no puedo saber quién es, con eso todo lo negativo que sentía se va y me deja una sensación de alegría… Siento que estoy sonriendo y un apretón en mi cuerpo… Me están abrazando…
La luz en mi cara me despertó, el sol me daba la bienvenida junto al cantar de los pajaritos, al abrir mis ojos pude ver las hojas verdes de los árboles y los rayos del astro rey atravesar sus follajes y al lado… Zoe me toma mi mano mientras oculta su cara en sus piernas flexionadas, así que apreté mi agarre haciendo me mirara con una sonrisa en mis labios, ella temblaba de su mentón queriendo llorar y ocultó su cara de nuevo.
Estuvimos un rato ahí en silencio mientras ella se acostó a mi lado a abrazarme. Mi pierna me dolía un poco, aunque ya no tanto como anoche. Zoe me platicó sobre su familia, pues le pregunté, su hermanita es su adoración, la luz de sus ojos le dice, y a sus padres los describe como personas muy cariñosas y amorosas.
–¿Recuerdas dónde vives?
–¿Para qué?
–Vas a regresar…
–¡No! No quiero… Quiero quedarme contigo, puedo irme a vivir con Hunter si quieres, pero no me quiero separar de ti.
–Ahora somos hermanas también, pero tú tienes una familia que seguro esperan tener noticias de ti. Zoe, tú tienes familia y unos hermosos recuerdos. Vamos con ellos, y si hay algo que necesites decirles, volveremos con Hunter para que nos ayude ¿si? –ella tardó un poco en responderme, pero asintió y así fuimos hasta su casa, aunque yo cojeaba.
–¿Te duele mucho?
–No, estoy bien. ¿Es aquí?
–Sí…
Una casa modesta de dos pisos pintada de blanco y techo de losas rojas, la entrada tenía un recibidor con un sillón largo de madera que colgaba y otro individual que se mece. Zoe apretaba mi mano con miedo, así que comencé a caminar con firmeza sosteniéndola y llegando a la puerta roja, involuntariamente toqué el timbre, pero funcionó y la puerta no tardó en ser abierta por un mujer que miró a los lados extrañada de lo que sucedió, claro que no nos veía.
–Entra. –dije sonriendo, pues esta es su casa y puede hacerlo sin necesitar permiso, antes de hacerlo, un hombre salió a la puerta junto a la mujer.
–¿Quién era? –dijo mirando a los lados.
–Ah… No había nadie, pensé que podía ser nuestra Zoe… –la mujer empezó a llorar, quizás esto podría ser triste, pero a mí me pareció bien, pues se demostraba que son sus padres y que la extrañan.
–¡Zoe! –una voz más joven se avistaba bajando las escaleras, una niña de 7 años corría feliz… el hombre la detuvo.
–Lo siento Micky, ella no está…
–Sí está, en la puerta junto a otra chica.
Los padres estaban confusos, les parecía que su pequeña se la imaginaba cuando en realidad nos veía. Intentó muchas veces hacer que les creyera, pero no lo conseguía.
–Zoe dice que lamenta haber escapado del hospital dejando la muñeca que le regalaste.
–¿Qué? –su madre estaba más confundida, pues Zoe había dicho algo que según sus padres, no podía saber la menor de las hijas– ¿Cómo lo sabes?
–Zoe me lo acaba de decir, ¡ella está aquí! –su padre la abrazó.
–Mi niña…
–Zoe dice que le gustó el helado de pistaches que le diste a cambio de no decirle a mamá que rompiste su jarrón favorito.
–Ella tenía 6 cuando pasó… Ay Dios no…
Sus padres se aferraron a llorar junto a su hija menor, sabían qué significaba que Zoe no se pudiera ver… Micky sirvió de intermediaria para que ella se comunicara con sus padres, claro está que no le comentamos sobre su asesinato, eso me tocaba a mí decírselo a Hunter.
–¿El detective? –dijo la madre– Sí, le conocemos, le pedimos ayuda para que te encontrara. Dijo que había encontrado una pista, es muy amable y comprometido con su trabajo.
–Aisha pregunta que sí la pueden llevar con él.
–Por supuesto, ya hiciste mucho ayudando a nuestra hija a volver. Gracias Aisha. –tanto ella como su esposo lloraban con alegría y me agradecían. Fue entonces que llegó lo que en cierta forma anhelaba que pasara, Zoe veía esa luz que los espíritus recibían cuando resuelven sus problemas.
–Wow… Es linda… ¿Lo ves, Ai?
–Lo siento, no.
–¿Hermana? ¿A dónde vas? –Micky preguntó confusa, sus padres le preguntaron qué ocurría y ella les explicó lo que pasaba y lo que nosotras le decíamos.
–Ya veo… –decía su padre– Es hora de que cruces… Hazlo pequeña. Te amamos. Siempre te amaremos.
Vi a Zoe que sonreía aliviada y como su marca en la frente ahora… se borraba… Ella se acercó a su familia y les daba un beso en sus frentes junto a un abrazo, ella podía hacerse sentir y darle la paz que tanto necesitaban todos.
–Gracias por todo, Ai. Espero verte del otro lado. Lamento no conocer a tu novio.
–Jajaja, ¿sigues con eso? Ya dije que no es mi novio.
–Sí, claro. Bueno, ojalá recuperes tus recuerdos.
–Gracias, ah, espera. Ese número que tenías en su frente ¿qué era?
–Ah… Creo que ese tipo me la hizo, no lo sé. Cuenta todo lo que te dije a Hunter. ¿Sí?
–Por supuesto, sé que hará todo lo que pueda para atrapar al que te lastimó.
Me dio un fuerte abrazo junto a un beso en mi frente, luego felizmente fue hacia la puerta desapareciendo en ella. Luego de un rato a mí me llevaron de nuevo a la estación donde esperamos en un cuarto de conversación a que Hunter llegara. Ya lo veía venir a través de los vidrios, mi sonrisa apareció y una alegría me invadió, abrió la puerta y me lancé para abrazarle, pero sólo lo atravesé…
Su confusión era evidente, pero no sabía que la pareja ya me conocía, así que le expliqué las cosas haciendo que ahora pudiera hablar conmigo con normalidad como simulando que hablaba con los padres, quienes también le dijeron lo que ocurrió en su casa. Ahí conté lo que Zoe me pidió sobre su asesinato, algo en Hunter se mostraba con ira, él odia esto. Lo llevé a la parte del estadio donde el cadáver de Zoe está, ahí empezaron a recabar las pocas evidencias que pudieran haber quedado, pero todo indicaba que no había nada, aunque… la cara de Hunter expresaba más de lo que podía decir con palabras…
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