Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5: Es triste

La joven caminaba por la ciudad siguiendo un rumbo sin saber porqué iba, sólo se acercaba a ese tintineo que le llamaba haciendo que atravesara las calles y a la gente en un recorrido de luz gracias al día mientras los anuncios de las fachadas de los establecimientos en el área comercial se empezaban a encender por la llegada de la noche. Supermercados, licorerías, antros, boutiques, todas esas tiendas se mantenían abiertas a través de letreros neón o simples focos, la contaminación auditiva era mucho más notoria que cuando estaba viva con la música de esos establecimientos, los autos circulando y las voces de las personas.

«¿Dónde estoy?» se preguntó mirando a su alrededor y habiendo olvidado por cuál camino había llegado hasta ese punto, ya hace poco había dejado de escuchar el cascabel y ahora se preocupaba porque quería regresar con Hunter. Ella se volteó a ver el camino que tenía detrás y viendo al cielo en el poco arrebol que desaparecía, el sol ya se ocultaba y la línea de su luz estaba alargándose hasta que se fue y todo quedó con la luz artificial de los locales. Aisha estaba inmóvil con la boca un poco abierta mirando aun al cielo de enfrente, ella se dio la vuelta dilucidando al segundo astro que les acompañaría durante la oscuridad, la luna.

Ese satélite es el mismo en todos lados, pero no en todos lados es la misma sensación. En el bosque le gustaba quedarse tumbada viéndola ya fuese en el suelo donde había muerto o en cualquier otro sitio que le complaciera a su vista, pero ahora, esa luna le era diferente, no la tranquilizaba, ni siquiera le gustaba, esa luna le asustaba. Comenzó a respirar rápido y daba pasos hacia atrás como queriendo ser precavida de no alertar a algo, prontamente dejó sus pasos de sigilo cambiándolos por unos apresurados por huir de un terror que no podía explicar. Atravesando a los vivos, cruzando la calle frenando sus pies ante algún auto como si este le fuera a atropellar, y asustándose de los perros y gatos que le gruñían era como corría despavorida a cualquier parte queriendo regresar a casa del detective.

Ahora la joven daba pasos hacia atrás sin saber a dónde más ir y mirando a las personas que pasaban por su lado o a través de ella deseando poder hablar y pedirles ayuda para volver a su hogar temporal. Ella se había detenido al lado de un oscuro callejón sin prestar atención hasta que oyó una botella de vidrio rodar junto a unos murmullos que le hicieron voltear su vista a ese espacio donde la penumbra reinaba en una calígine punzante. Sus ojos se abrieron con perturbación al dilucidar figuras oscuras que se asomaban sin salir de las sombras.

Los susurros le eran indistinguibles a excepción de una palabra que dijo un ser negro con ojos rojos carmesí que la miraban fijamente y se arrastraba por el pasillo oscuro, deteniéndose cuando ya no podía avanzar más a ella por el toque de las luces: «Laylah» dijo con una enorme sonrisa mostrando trozos puntiagudos en donde debería estar la boca.

Con dificultad, Aisha jalaba aire de desespero a su interior para luego soltar ese aire en un grito de pánico junto al estallido del foco de la lámpara en la acera y el prender y apagar de las luces de comercios cerca extrañando a las personas alrededor. En uno de los momentos en que la luz se apagó, el ser extendió su brazo en dirección a agarrar a la chica quien esquivó la mano con puntas en los dedos lanzándose a caer al suelo, y luego volteando a ver cómo ese largo brazo había alcanzado el poste logrando que este se moviera con ligereza atrayendo la atención de algunos vivos que se preguntaban si había habido un temblor. La luz que se había pagado se encendió de nuevo haciendo que partes de ese brazo empezaran a desprenderse como si se estuviera quemando, provocándole al ser que lo retirara de inmediato regresando a la penumbra para esconderse mientras gritaba desgarrado.

Aisha cubrió sus oídos por ese rugido adolorido y se levantó con rapidez para comenzar a correr sin rumbo fijo y solo deseando volver con Hunter. Miedo, desesperación, terror, pánico, todo lo que pudiera describir la negativa situación por la que estaba pasando no eran suficiente para hacerle honor de lo que sea que trataba de escapar, sólo se detuvo cuando empezó a sentir algo que hace décadas pensó no le era posible sentir más, ella estaba cansada.

¿Cómo es que un fantasma podía cansarse? Era lo que se preguntaba mientras su exhalación era corta, pesada y profunda viendo al suelo de adoquines rojos de una senda angosta delimitado por bordes amarillos con una banca de piedra bajo una lámpara blanca. La chica subió su mirada a ver a sus alrededores notando que había llegado a un parque, pero algo no le tranquilizaba del todo, pues había oscuridad y las lámparas estaban distribuidas de forma que había un tramo de penumbra entre cada poste antes de llegar a la siguiente luz artificial. No quería volver por el camino en el que llegó, pero tampoco podía hacerlo aunque quisiera porque ya no sabía cómo alcanzó en punto en el que ahora estaba.

–Ayuda… –dijo mirando a la luna mientras esta era cubierta por las nubes –Hunter… Ayúdame…

Miró al frente y tragó con nerviosismo para dar un paso al frente saliendo de la luz para continuar el camino de adoquines hasta la siguiente lámpara donde se detuvo por un segundo tratando de tranquilizarse por haber atravesado esa penumbra que le asustaba. Podía ver la iluminación de la otra parte de la ciudad a lo lejos anunciando que era el final de ese parque tenebroso en el que se encontraba por la noche, quería llegar allí, pero su martirio era que tenía que seguir las sendas que se marcaban por curvas y vueltas donde el tiempo de llegada era notoriamente más largo que si cruzaba el pasto y todo el parque en línea recta.

Prefirió el camino largo pues la luz de las lámparas le daban un poco de seguridad, pero el espacio de las penumbras le eran un tortuoso proceso de avance en el que cada vez se sentía más acosada renegando mirar atrás para evitar hacer contacto con lo que presentía le acechaba tratando de tomar ventaja cada que salía del poste anterior para llegar al siguiente. Aisha no lo veía, pero esa gran masa oscura con múltiples ojos carmesí, bocas con afilados dientes y brazos se arrastraba en la lobreguez que arribaba en las partes del pasto a la que la luz no llegaba.

«Sin manchas» varias voces en distorsión hablaron al mismo tiempo cuando ella cruzaba la penumbras entre dos postes. Aisha jaló aire apretando los dientes provocando un leve chillido e instinto de huir sin siquiera detenerse en los postes, ella sólo corría por la senda mientras ese monstruo la perseguía con rapidez provocando unos leves golpes a las lámparas. Un trecho anunciaba el final de ese infierno para la joven, quien apresuró su carrera para lograr llegar a la carretera iluminada, sin embargo, esa masa oscura había conseguido alcanzarla por un lado. Para Aisha todo era como la cámara lenta que anunciaba el fin de algo y que lo último que vería serían esos ojos y bocas espeluznantes que amenazaban con atraparla. Luces altas arriba de un edificio fueron proyectados a su punto, salvando a la chica y dañando a la bola de negatividad que desprendió sus alaridos de dolor por ser quemados por la luz.

–¡Rápido! ¡Corre hacia mí! –exclamó una figura de baja estatura haciendo señas, cosa que la chica no pensó dos veces y fue a ese punto cruzando la carretera– Vamos, hay que salir de aquí.

Con confusión, Aisha caminaba apresurada detrás de una joven que aseguraba no pasaba los 13 años de edad, su cabello chocolate y corto debajo de las orejas mientras usaba una gorra con el cubresol por detrás, una camisa deportiva, pantalón pesqueros y unos tenis era lo que veía que traía puesto mientras era guiada a una espacio que bien podrías llamarlo escondite secreto, que estaba un poco desordenado al encender la luz de un bombilla y ubicado atrás de un estadio deportivo. La menor se sentó en una pequeña silla que parecía más un cojín color magenta desgastado y un poco sucio, ropa tirada y amontonada en un espacio que simulaba ser una esquina por la pared de cartón que la sostenía, una caja usada como mesilla de centro y un colchón arriba de otra caja aplastada que fungía como base.

–Bienvenida a mi casa. –la pequeña sonreía orgullosa alzando la mano en dirección a otro cojín azul degastado– Adelante.

–Gracias… eh…

–Zoe. Tuviste suerte de que esa cosa no te atrapara gracias a mí.

–Tú…

–Ya me acostumbré a ver espíritus y esos monstruos, hace un año que he estado tratando de matar a esas cosas.

¿Se acostumbró? ¿Sabes qué es eso?

–No, pero tampoco voy a pararme a averiguarlo, sólo sé que si eso te atrapa estás jodida y te agrega a él.

–¿Me agrega?

–Sí, ¿has visto todos esos ojos, bocas y brazos? –Aisha asintió– Pues una vez no pude ayudar a uno de los tuyos, esa cosa se la tragó y dos ojos, una boca y dos brazos más aparecieron.

La mayor tragó asustada al escuchar la explicación de la niña que estaba sentada recostada de las manos en sus piernas cruzadas y ella, la veía curiosa alzando una ceja e inclinando su cabeza a un lado.

–Oye, no te ves bien. –la joven se levantó para inclinarse a la cara de la mayor que palideció tras lo que se enteraba, tenía miedo de imaginarse siendo parte de esa criatura que tanto terror le provocaba con sólo sentirlo cerca.

–Tengo que volver con Hunter…

–¿Quién es ese? ¿Tu novio?

–No, Hunter está vivo, pero es mi… amigo, creo.

–¿Cómo que crees?

La chica explicó un poco de su situación sobre como terminó muerta, lo poco que ha estado haciendo como espíritu y el como conoció y empezó a vivir con Hunter, además de su dilema que la trajo hasta ese punto en el que encontró a Zoe.

–Vaya, lamento lo que te pasó.

–¿Y tú? ¿Tus padres?

–¡No tengo! –expresó con emoción alegre confundiendo a Aisha, ya que aunque eso podría parecer ser algo triste para cualquiera, esa chica lo mostraba con orgullo– Sí, no hay quien me esté ordenando lo que no quiero hacer.

–Oh… –frunció el entrecejo con tristeza– Oye, Zoe, ¿no quieres venir conmigo? Hunter es un buen tipo, estoy segura que te ayudará.

–¿A qué? Además, ese Hunter es un adulto, y ellos sólo quieren ordenar a los niños. Yo no quiero eso. Es una lastima que aún no muera yo.

–¿Quieres… morir?

–Sí, las cosas serían más fáciles…

–Nadie nos ve, tampoco podemos hablar o pedir ayuda. Yo pasé 55 años en un bosque y nadie ha encontrado mi cuerpo, hoy casi… muero… otra vez.

–¿Qué?

–No te quejes, no sé como referirme a esto, pero el punto es que morir sin que nadie lo sepa es triste.

–No sé preocuparían por mí de cualquier forma. –musitó enfadada.

–¿De quién hablas? –Aisha miró confusa el ceño fruncido de frustración de la menor, pero se vio sorprendida cuando volvió a expresar alegría en su rostro y voz.

–¡De nadie! Dejemos de hablar de personas que no existen y conversemos entre nosotras. Te puedes quedar conmigo si quieres, siempre y cuando no me asustes de repente.

–Gracias… pero tengo que volver con Hunter cuanto antes, y tú debes venir conmigo, te va a ayudar como me ayuda a mí.

–¿No dijiste que lo hartaste?

–Bueno… Creo que debe de haber alguna explicación, y si lo estoy asfixiando con mi presencia debo hablar con él para saber qué hice mal.

–Entonces vete, yo no voy a irme contigo y con ningún adulto. ¡Soy feliz aquí sola!

–Zoe, cálmate…

–Voy a dormir, te diría que te sientas como en tu casa, pero te irás pronto ¿no?

–Zoe, oye…

–¡Buenas noches!

Aisha
Esta chica está durmiendo en su colchón, hay poca luz por la lámpara que dejó encendida y yo sigo sentada en mi asiento de cojín azul mirándola descansar… Pero de vez en cuando su voz sale con un pequeño quejido como si tuviera una pesadilla y creo tener una idea sobre qué es, quería irme por la mañana cuando ya hubiera luz natural y esa cosa lo que sea que fuese, no me ataque de nuevo –sólo con recordarlo se me eriza mi piel–, pero no quiero dejar a Zoe aquí sola, ella no está a salvo tampoco, aun si no lo sabe.

×~×~×~×~×

El sol está saliendo y sus rayos atraviesan por algunas grietas a que hay en la pared y que ayudan a que haya más iluminación dentro de la muy humilde casa de Zoe y en su cara también, ocasionando que ella comenzara a despertar y frotar sus ojos viéndome.

–Sigues aquí, pensé que te ibas a ir con tu novio.

–No es mi novio. Pero tampoco quiero dejarte sola.

–Estoy bien, no necesito de adultos que me cuiden cuando yo puedo hacerlo por mi cuenta.

–Los adultos también necesitamos de otras personas adultas y menores, mírame, a pesar de ser mayor dependí de ti para ser salvada de un monstruo.

–¡Es verdad! –se paró y sonrió orgullosa con las manos en la cadera– ¿Entonces te quedarás conmigo?

–Sí, por el momento.

–¡Genial! Ya verás que te divertirás mucho conmigo, ya no vas ni a recordar a ese tal Hunter.

Zoe está riendo, pero no está feliz, lo sé porque creo que siento que yo fui así también, ella no quiere mostrarlo, pero tiene miedo de estar sola…

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro