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Capítulo 29: Es mi Aisha - Parte 1

Siento que mi alrededor se mueve, que el tiempo avanza rápido y los ruidos taladran mis oídos, aunque tampoco es como que están cien por ciento presentes, a veces siento que estoy dentro de un caja que hace al sonido hueco. Miro a mis manos, las volteo analizándolas, no son mías, eso es seguro, yo no me pinto las uñas, tampoco las tenía pintadas ni lo hacía cuando estaba… viva.

Viva. Esa palabra no sé lo que significa ahora. He intentado hablar con Soledad, pero no me responde, ni siquiera la siento, es como si se hubiera esfumado.

Y mientras estoy en mi ensimismamiento unas manos toman las mías, me hacen dar un respingo y alejarlas, me encojo de hombros aferrándome a la manta que me han puesto encima. No tengo valor ni ganas de ver a la pareja de la chica.

Me sonríe amable, se levanta y se acerca a un médico que trae una tabla con hojas, supongo son los resultados de este cuerpo. Dice algo sobre un estado alterado y amnesia. Eso último es claro, para mí, que no es cierto.

Mi concentración no es algo que esté bien, todo me llama la atención y a la vez no, excepto una cosa realmente la tomó por completo, mejor dicho, alguien, ese que me hizo pararme y correr a sus brazos.

—¡Hunter! —dije quebrada abrazándolo con fuerza, él apenas me tocaba, pero no deshacía el lazo.

—¿Qué haces aquí? —dijo molesto el novio de la chica, dirigiéndose a Hunter, intentó tocarme, sin embargo me removí dejando claro que no quiero soltar a Hunter— Khatia…

—No quiero estar aquí —dije temblando—. Hunter, vamos a casa —pedí hundiendo mi cara en su pecho.

Él corresponde. —Claro, pero los doctores deben seguir revisándote para asegurarse de que no hay nada de qué preocuparse ¿sí? —lo miré dolida, no me reconoce, es un hecho. Asentí dejando que me lleve a sentarme a la camilla— Will, ¿podemos hablar?

Mis párpados se alzaron con impresión por ese nombre. Miré bien a los dos detallándolos mientras se apartaban antes de que la enfermera cerrara la cortina.

Will, es el hermano menor de Hunter.

Hunter
—¿Qué rayos está pasando? ¿Ya encontraron al maldito que hizo esto? —reclama mi hermano molesto en el pasillo, le pido que baje la voz aunque no tenemos mucha atención— ¿Quieres que me calme? Cuando mi prometida está ahí sin recordar nada por el trauma que vivió —frota su frente nerviosismo.

Me encantaría poder tener las palabras para esto, pero no las tengo tratándose de él. Han pasado años desde que no nos vemos, y solo conocía a Khatia porque nos la presentó a papá y a mí en una cena de navidad, y eso es parte de lo extraño, ella y yo no convivimos tanto como para que reaccione así, tal vez sea por esa falta de memoria. He conocido casos en los que la víctima fuerza sus recuerdos ante una experiencia traumática y solo quedan rastros de alguien a que relacionan con seguridad, aunque no lo conozcan mucho, quizás dejó algo de mí porque sabe que soy policía.

—Llegaremos al fondo de esto —llevo mi mano a tocar su hombro, pero él la aleja de inmediato.

—Eso espero —se va de regreso con su novia.

Veo que intenta acercarse a ella otra vez, sin éxito, y opta por ser paciente para hablarle de ella, de él, de ellos.

Suspiro preocupado porque hay algo que no concibo explicar en absoluto. Tomé una foto, pero es lo mismo, y por lo mismo me refiero a lo que no entiendo. La cara de Khatia se me es diferente, difícil de procesar, a veces es borrosa y en otras la veo como ella, como a mi Aisha.
No sé dónde está, cuando desperté en la madrugada fue porque me avisaron de una llamada de emergencia sobre este caso, y ya no estaba ella. Siento que la tengo cerca, como si me llamara, pero…

—Hunter —mis ojos en mi hermano y Khatia son apartados por la voz de mi tío John.

—¿Qué haces aquí? —le arrebato el cigarrillo que casi enciende.

Me mira aburrido y sonriente alzando los hombros como si fuera inocente. —Will me llamó, estaba con él cuando le avisaron de lo que ocurrió —viró su cabeza a verlos, sus últimas palabras las pronunció bajando la velocidad e intensidad con que las expresaba hasta que borró su cara medio burlona—. Oh mierda.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —dije desconcertado por el ceño fruncido en él.

—Eso quisiera yo saber. ¿Cómo es que terminó así? —no comprendía y eso mi tío lo notó— ¿Acaso no lo ves? Ah, ya veo, negación.

—¿De qué hablas? —dije a regañadientes por su actitud de sabelotodo que no explica nada.

—Mírala bien, enfoca su cara.

¿Enfocar?

La observo enajenado, absorto en detallarla, en definirla, en aclarar su cara. Mientras más me esfuerzo en verla como Khatia, más mi vista se distorsiona casi al punto de cansarme las orbes, lo cual me provoca frotarlas sintiendo molestia y algo de dolor. Respiro para traer paz e intentar una vez más, pero a mi mente solo viene la cara de Aisha, y ahora es su aroma, ese que me obligó a abrir mis ojos con desconcierto, entreabrir la boca consternado y sentir la confusión más grande de mi vida.

—¿Ahora lo ves? —pregunta mi tío con un sutil enfado.

—Oiga, no puede fumar —dice una enfermera.

—Ay, lo siento —intenta sonar chistoso con ella, pero termina igual de regañado, pero no tengo cabeza para eso, mis ojos se enfocan al rostro de quien veo con nitidez—. Ella tendrá que darnos muchas explicaciones.

No comprendo el motivo de su reciente enojo, pero no es algo que me preocupe por el momento cuando reconozco a Aisha en la imagen más vulnerable y asustada que existe.

—¡Suéltame! —la veo que se levanta apartando a mi hermano— ¡No te conozco! ¡No soy esa Khatia de la que hablas! —está alterada, se muestra errática, no deja que nadie la toque— No te acerques.

—Khatia, cariño, tranquila —dice mi hermano. Me acerco con cuidado, él está tratando de sonar calmado para no sucumbir al desespero y tristeza—. Yo, soy Will, somos novios y estamos comprometidos desde hace dos meses, íbamos a casarnos mañana, ¿lo recuerdas? —un sentimiento amago caló profundo en mi corazón, y puedo ver que en los ojos de Aisha es igual, creo que incluso más.

—No —su voz es tremula, sus lágrimas resbalan mientras retrocede mirando a todos que están atentos y cautelosos, una enfermera lista con una jeringa con algún tranquilizante de seguro.

—Está bien linda, vas a recordar, no te preocupes, estarás bien, yo estoy contigo —mi hermano llora, sus ojos gritan estar destrozándose.

—No voy a recordar, no puedo traer recuerdos que jamás he tenido.

—Khatia…

—No soy Khatia, no te conozco —su espalda se pega a las paredes de la esquina, se desliza hasta llegar en el suelo quedando abrazada de sus piernas—. Este no es mi cuerpo, yo no pertenezco aquí… —tanto mi hermano como yo damos un paso, ella se acojona mostrando miedo, así que nos detenemos— Quiero ir a casa, Hunter.

Mi hermano respira profundo, rápido, sus ojos divagan en el suelo como si este tuviera alguna respuesta capaz de aclarar todo, luego, con enojo y desdén, posa sus orbes en mí, su desprecio no hace más que apuñalarme sin misericordia causando más aflicción en mis adentros, derrumbando más el resto de los cimientos que alguna vez fueron sólidos.

Mi boca se abrió sin nada que decir, por lo que quedó entreabierta con lastimero sentir.

—Ayúdanos —pidió Will dándose la vuelta dirigiéndose a la camilla, en donde se sentó dando la espalda.

Tragué saliva con dificultad acercándome a ella, ofrecí la mano y una sonrisa amable. —Vamos, iremos a casa, Aisha —susurré su nombre solo para ella, quien respiró como si el alma le volviera al cuerpo.

Es una frase que ahora no tiene tanta gracia.

Ella, más que tomar mi mano se lanzó a abrazarme y llorar, temblar, a pedir perdón sin que yo pueda entender la razón, solo pude contestar su gesto aferrándome a sentirla. Sentir su calor, ese que una vez tuve la dicha de probar cuando era un espíritu, ahora lo siento de nuevo a través de la carne de un cuerpo real. No es una ilusión, ni una mentira, es ella.

Es mi Aisha.

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