Capítulo 2: El detective
La joven miraba sorprendida y confusa al hombre frente a ella que le veía a pesar de que era un fantasma.
–No debería sorprenderme el verte.
–¿No debería sorprenderte el verme? Soy un fantasma ¿de qué hablas?
El hombre alzó su mano y la llevó hasta la cara de la chica tratando de tocar su mejilla, pero sólo la atravesó.
–Por supuesto que no podría tocarla. –bufó divertido ante la acción que hizo. –¿Qué tal? Te preguntaría si estás bien, pero supongo que físicamente no hay respuesta.
–¿Quién eres?
–Ah, lo siento. –dijo levantándose y ofreciendo una mano a la joven.
–¿Quieres que tome tu mano?
–Eh… no… –la bajó de inmediato. –La costumbre de los vivos… Vamos a mi auto, hace frío aquí afuera.
–Yo ya no siento cosas como el frío.
– Quizás tú no, pero yo sí. Y me estoy congelando. –frotaba sus manos a la par que sonreía. –¿Podemos hablar dentro de mi auto?
–Tampoco es como si me pudiera secuestrar. Bien. –dijo levantándose y caminando junto al sujeto. Llegaron a una camioneta negra, la joven se sentó en el copiloto y el hombre al volante encendiendo la calefacción.
–Ah, que bien se siente. Es un gusto verte… –fue interrumpido de inmediato.
–¿Quién eres? ¿Por qué conoces mi nombre? ¿Por qué puedes verme?
–Ok… Uno, me llamo Hunter Moore. Dos, soy detective, investigo tu caso. Tres, digamos que tengo el don de ver y hablar con los espíritus. –respondió enumerando cada punto con sus dedos.
–¿Investigas mi caso?
–Sí, el caso de tu desaparición.
–Pero han pasado 55 años. ¿Por qué lo haces?
–¿Cómo sabes que han pasado todos esos años?
–He contado los días.
–Suena algo triste. Pues es lo que te digo, lo investigo porque tu caso es un misterio con muchas inconsistencias. Creo que sería bueno si me ayudas a aclararlo, así podemos cerrar tu expediente para que no quede sin resolver. Por eso… –el sujeto miraba al frente mientras hablaba, pero cuando volteó a ver a la joven, la vio con una sonrisa. –¿Por qué sonríes así?
–Tengo una duda. ¿Por qué te importa mi caso? ¿Por altruismo? ¿O para ganar reconocimiento?
–Para nada busco aprovecharme, puedes estar segura de eso. Es sólo… que muchas veces hay casos que se quedan sin resolver y es algo triste ¿sabes? El no saber qué ocurrió con esas personas. Tomo estos casos para darles un final tanto para los espíritus como para sus seres queridos.
–Gracias por preocuparte por nosotros. Pero no puedo ayudarte de cualquier forma.
–¿Por qué no?
–Yo no recuerdo nada de cuando estaba viva, excepto mi nombre.
–¿Qué? ¿Ni siquiera como moriste?
–Bueno, sobre eso… Yo no morí, me mataron, pero tampoco recuerdo quien fue mi asesino… Ni qué pasó con mi cuerpo. Por eso estoy aquí, porque fue en este bosque que fallecí.
–Ya veo… No quiero sonar insensible o algo así, pero… ¿Puedes contarme como te asesinaron?
La joven contó con lujo de detalles lo último que vivió, como se encontraba, lo que hizo en su desespero, el terror que experimentó y la forma en que su vida le fue arrebatada.
–Vaya… –el hombre apretaba el volante con enojo. –Lamento todo eso…
–¿Está enojado? No puedo ayudarte. Lo siento, pero gracias, veo que eres un buen tipo, te tomaste la molestia de leer mi expediente.
–Quiero seguir de cualquier forma, quiero encontrar la verdad, tu verdad.
–¿Pero qué puedo hacer yo? Siendo un espíritu que no recuerda nada.
–Algo habrá que hacer, quizás si vienes conmigo y te muestro los detalles que se recabaron de tu investigación, puede que recuerdes algo. Por favor, quiero ayudarte.
–Tú… –la joven rió, cosa que extrañó al sujeto. –¿Quieres que un fantasma te siga hasta tu casa?
–Si fuera posible, me gustaría que me siguieras a todos lado.
Él sonreía y ella se sorprendió por eso que le dijo, era tan grande su curiosidad por ese gran interés que aquel detective mostraba por su caso que aceptó la oferta del sujeto. Hunter condujo hasta volver a su casa en la cuidad, era de noche y él bajó de su vehículo, cuando se paró al lado del copiloto, la joven no estaba, se dio la vuelta y ella estaba ahí enfrente.
–Si no fuera porque estoy acostumbrado a esto, hubiera gritado. –dijo sonriente en sus adentros. –Vamos. –caminaron hasta la casa y abrió la puerta, pero ella no entró. –¿Qué pasa?
–No sé. No puedo pasar.
–Ah, es verdad. Lo siento, supongo que como viviste siempre en ese bosque no sabes mucho sobre tu estado.
–¿Mi estado?
–Bien. –se hizo a un lado dejando la puerta abierta. –Aisha Forest, eres bienvenida a entrar y habitar esta casa.
Como si una barrera invisible hubiera desaparecido, la joven fantasma sintió que ahora podía avanzar a adentrarse en el hogar, y así fue, pasó la puerta y esta se cerró con suavidad con ella viendo a su alrededor.
–Los fantasmas, llamémosles, inexpertos; no pueden entrar a una casa ajena a no ser que sean invitados. –explicaba el detective. –Así que ahora siempre puedes ir y venir cuando quieras. Ahora esta, es tu casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro