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Capítulo 19: Su abismo

Indiferencia, intensidad, soledad, son las pocas cosas que yo lograba ver en las ventanas de esa alma que me miraban en completo silencio y en la cual ninguno apartaba la vista, yo estaba anonadada en esas órbitas ámbar que sentía me asimilaban adentrándose en mi ser hasta el punto de pensar que estaba descubriendo cada secreto que guardase en mi interior. Desvié mi cabeza sintiendo el ardor en mis mejillas, seguro él piensa que soy una rara por observarlo por todo ese rato. Escuché algunos pasos y luego giré mi cabeza para hallarlo en cuclillas cerca de mí con inexpresividad.

–¿Por qué me observas tanto? –no respondí, sólo me quedé viéndolo a sus ojos a la vez que sentía que mi sonrojes aumentaba expandiéndose por mi cara– Hey, ¿acaso estás enferma?

–Tus ojos son hermosos… –lo dije sin pensar y su inexpresividad cambió por una de asombro y confusión. Si antes sentía que estaba roja, creo que ahora brillo –¡Lo siento! –cerré mis ojos apretándolos junto a mi vestido por mis manos y bajando la cabeza a que mi cabello cubriera mi cara– Lamento incomodarte. –pero él… rió… haciendo que le volviera a mirar teniendo esa bella sonrisa adornando su cara que antes parecía sin vida.

–¿Puedo sentarme a tu lado? –no contesté cuando ya se había sentado justo al lado de mí en parte de mi manta– Está es una bella vista.

–Sí…

–Entre la vista del lago y mis ojos, ¿cuál te gusta más? –me sonrojé de nuevo, no, ni siquiera había bajado, lo miré sonriente, es muy diferente a como estaba antes, pero eso no me detuvo de responder.

–Tus ojos…

×~×~×~×~×

Hunter
–¡¿A qué te refieres con que depende de ella?! –exasperé con desesperación y una perturbación en mi ser que me está destruyendo.

–A eso, ella tiene que sobrepasar su oscuridad. Recuerda que es difícil ayudarla porque no sabe quién es, traerla devuelta en estos momentos no es posible, ella debe volver.

–¡¿Para qué coño te he traído si no me ibas a ayudar?! –Shaun se interpuso y me alejó antes de que golpeara a mi tío.

–¡Hunter! ¡Cálmate! Vamos amigo, sólo quédate al lado de Aisha.

Maldecía en mis adentros observando su cuerpo tumbado. No puedo hacer nada, bien lo sé, pero tengo tanto miedo, mucho terror de que aquello le pase a ella, de que por culpa de mis malas decisiones la pierda al igual que a mis padres.

Su mano tuvo un espasmo, tanto yo como mi tío nos vimos por un momento y luego la vimos como se reincorporaba a quedar sentada con los ojos cerrados y el rastro de manchas negras quemándose.

–Aisha… –mi voz salió en suspiró aliviado y mi sonrisa apareció por verla moviéndose, pero pronto se borró cuando rió bajo mostrando sus dientes entro los cuales, sus caninos se volvieron puntiagudos– ¿Aisha? ¿Q-Qué sucede?

–No es ella… –dijo mi tío.

–¿Qué pasa? –Shaun miraba intermitentemente a nosotros y al espacio iluminado por velas– Oigan, un simple mortal no entiende mucho… –fue interrumpido por mi tío que le dio un sape– Sí, entiendo, calladito me veo más bonito.

Se fue a sentar en una silla a observar todo lo que pasaba y esperar una explicación a lo que no veía mientras mi tío y yo nos concentrábamos en Aisha, quien se recostó en la pared de la barrera abriendo sus ojos…

–Hola Hunter. –ambos eran completamente rojos.

–¿Quién eres?

–Soy Aisha.

–No es cierto… No eres ella…

–Tú sabes que sí, sólo que soy su abismo, aquel que debió llevarsela desde un principio, y tú lo sientes, ambos lo sienten. –observó a mi tío también, él se acercó a la barrera para hablar.

–¿Dónde está ahora?

–Durmiendo, está en sus recuerdos. Ya recuperó todos aquellos en los que vivió con su familia y el pueblo.

–¿Cómo te llamas?

–Aisha.

–No, ese es el nombre de su luz, quiero el tuyo.

–Soy Aisha.

–No lo eres.

–¡Sí lo soy! –golpeó la pared haciendo que está se iluminara por el impacto– Somos la misma.

–Son la misma y son diferentes a la vez –se sentó a apagar lo poco que le quedaba de su cigarrillo y siguió sonriente a mirarle con burla–. Sabes que al hundirla en ese pozo sin retorno todo rastro de lo que ames se esfumará, y tú te irás directo a la basura, porque olvidarás todo también, buscarás completarte como ellos lo hacen también. Así que ¿quién eres?

–Soy… Aisha…

–Si lo eres, dejarás de serlo, pronto estarás devorando a más como ella para volver a tener luz, acumularás a quien sea, puedes hacerlo con cientos, con miles o millones, pero jamás te sentirás acompañada, seguirás sintiendo la soledad… –se detuvo por unos momentos, notó al igual que yo que algo la incomodó, y sé qué es.

–Ese es tu nombre ¿no? –dije acercándome también, ella subió la mirada– Te llamas Soledad ¿no es así? Por favor, devuélvemela.

–JAJAJA ¿Pero qué dices, idiota? No te voy a devolver lo que no te pertenece. En todo caso le pertenecemos a él y nada más.

–¿A él? ¿De quién hablas?

–Nos lo prometió… Él nos quiere por quienes somos en realidad, no como tú, ni como esos idiotas atrás de ti, no como su amiga o los malditos del pueblo.

–Yo la quiero.

–¡Tú no la conociste en realidad! ¡A la verdadera! ¡Nadie nunca lo hizo! ¡Nadie lo notó jamás! ¡Solo él lo hizo! Ustedes imbéciles siempre estarán al lado de alguien brillante ¿pero qué pasa con los que nos estamos apagando? Simplemente se alejan o los ignoran. Pero no, él no, conoció nuestra oscuridad, nuestra verdadera cara, Aisha podía sentirse amada por primera vez, podía sentirse como ella misma. Todos pueden querer a la luz, ¿pero qué pasa con las sombras? Nadie le presta atención a ellas, a nosotros, aunque nos da una ventaja, así podemos comunicarnos de vez en cuando, nadie lo nota, confiamos en nosotros, como tu pequeño problemita, Huntersito~

–¿Qué?

–Cada día, cada noche, cada lágrima que derramas, nadie lo sabe tampoco.

–Cállate…

–No se lo has dicho a nadie, porque sabes que esa oscuridad no cualquiera la comprende o acepta –apreté mis puños y me metí dentro de la barrera a arrodillarme en una pierna frente a ella mirándola con rabia–. Deseas haber podido ayudar a tu madre que fue asesinada por un hombre en tu presencia porque te paralizaste, dejaste que le dispararan y luego de eso la miraste morir desangrada, eso es lo que le estás haciendo ahora a tu Aisha, dejas que la maten de nuevo.

–Cállate… –dije entre dientes.

–O igual que tu padre, te apresuraste a ir tras ese sujeto, por tu estupidez, él te apuñaló tres veces en tu abdomen –abrí mis ojos con impresión, ella puso sus manos ahí, podía sentir como me tocaba además de que se acercó a hablar a mi oído restregando su cara a mi costado–. Tu padre tuvo que ir a salvarte y en el proceso, el otro tomó TU arma y disparó directo a su corazón.

–Basta…

–¿Lo recuerdas? Cómo su sangre se esparcía sobre su camisa, cómo era que se ahogaba con su sangre, cómo te miró en esos últimos momentos.

–Basta…

No podía… no más… Comenzaba a llorar recordando todo eso, como estúpidamente perseguí a un asesino que mi padre y yo vimos matando a su víctima por casualidad, adentrándome en un almacén sin pedir apoyo, nosotros solo paseábamos… Dejé que me apuñalara y tomara mi arma… Dejé que matara a mi padre frente a mis ojos… Intenté alcanzarlo arrastrándome por el suelo dejando una línea de sangre, pero… sus ojos ya no tenían vida… Luego ese sujeto me volteó con el pie que mirara como era apuntado con mi arma. «Tú lo mataste» me dijo con burla, no podía ver su cara, pero dos franjas de luz le iluminaban parte de su rostro, una a su sonrisa retorcida, y la otra a sus ojos ámbar, eso fue lo que vi antes de escuchar y sentir el disparo de la bala que atravesó mi pecho del lado derecho espaciando mi sangre en el lugar donde me encontraba tirado.

–Ay Hunter, ¿quién entendió eso? Tu propio hermanito no lo hizo, ni siquiera entiende tu maldición de ver espíritus –puso una mano en mi pecho donde quedó aquella cicatriz–. Dime quién es tan misericordioso como para aceptarte por lo que eres en realidad.

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