Capítulo 17: Mi luz
Mierda, mierda, mierda, mierda. Caminaba rápido tras ver todo mi brazo izquierdo oscurecido por esa cosa que me está comiendo, necesito pedirme ayuda a Hunter.
No lo harás~ –dijo como si cantara.
Maldita sea, no se calla, no deja de hablar sobre que quiere estar en compañía de más cosas aterradoras como esas. Traspasé la puerta de la casa de Hunter, estaba decidida a subir a su cuarto, pero me detuve, una sensación de terror me inundó, una que hacía que diera pasos para atrás hasta que me senté en la ventana con los pies en el piso observando mi mano ennegrecida. Maldije de nuevo y subí mis piernas para recostarme de la ventana, pero en el lado contrario para ocultar mi brazo, yo siempre me siento en el lado derecho. Tengo miedo de que Hunter me vea y me odie por estar cambiando, no quiero que me deje…
×~×~×~×~×
La mañana se aparecía con su luz, el alba que tanto me gustaba ver, ahora me fastidiaba. Cerré mis ojos pegando mi frente al vidrio deseando que Hunter se largara rápido y yo poder quitarme de aquí…
–Buenos días Aisha –su voz dulce me lastima, se sentó frente a mí–. ¿Por qué ahora estás de ese lado?
–Quise cambiar de posición. –contesté en voz baja, espero que no haya notado mi pesar en ella.
–Aisha, me preocupas demasiado, ven conmigo hoy, te necesito.
–Lárgate… Hoy tampoco quiero. Te estaré esperando aquí como un buen perro.
–Oye, no digas eso.
–¡No sé qué más decir para que me dejes en paz! Maldita sea, maldita sea, me arde mucho.
–…Perdóname, necesitas espacio.
Se levantó y fue a vestirse para luego bajar y salir dándome un «Hasta luego» muy gentil y con voz dolida que trataba de ocultar. Él se fue mucho más temprano y sin haber desayuno ni un café.
–Lo siento mucho Hunter.
–Ay, no es cierto. Solo crees que tienes esos sentimientos, pero ya no los sentirás.
–Cállate, quiero conservarlos.
–Sólo te vas a lastimar más. Así que quítate de la ventana antes de que el puto sol nos queme.
–¿Qué quieres decir?
–Que estás en un punto sin retorno, te vas a morir definitivamente.
No entendía nada de esta conversación, tampoco era como que quisiera entenderla ahora con lo mal que me sentía emocional, e irónicamente, en lo físico también. Miré por la ventana como el sol ahora se hacía sentir más… mucho más que en otras ocasiones…
Hice un chillido agudo cuando sentí que me quemaba, me levanté rápido y me fui a una esquina bajo las escaleras y una pared. Carajo, esto duele mucho.
Te lo advertí.
Hija de perra, no me explicaste nada.
–¿Qué me va a pasar ahora?
–Si no permaneces en las sombras y dejas que la luz del sol e incluso las de las lámparas te toquen, pues estamos jodidas. Y vaya lugar que elegiste, mira, este espacio es el único que nos protege de la luz, no podremos movernos hasta el ocaso.
Y tiene razón, hay muchos tramos de sol que me iba a quemar si me cruzo. Mierda, Hunter, ayúdame…
×~×~×~×~×
Hunter
De acuerdo, me siento deprimido, Aisha es muy diferente, tengo miedo de que el abismo surja en ella y la llevé a cruzar La Frontera, que es aquello que separa la luz de la oscuridad y no la quiero perder a ella también, ella… Aisha es mi luz. La necesito bien, quiero que cruce al otro lado aunque eso signifique sólo quedarme con mis recuerdos de ella y las fotos del caso…
–¡Hunter! –salté del susto que Shaun me dio– Uy, lo siento amigo.
–Está bien, estaba distraído –ambos nos sentamos–. ¿Qué te trae aquí?
–Solo quise saber cómo estabas y cómo está Aisha. Me dijiste que ha cambiado.
–Sí, y tengo miedo de que la atrapen. Por cierto, lamento que no haya podido ir a tu casa y visitar a Miriam.
–No te preocupes por eso. Oye… sabes, me gustaría tener otra idea, pero… ¿No crees que deberías hacerle una consulta a tu tío?
–Claro que no, él empeoraría las cosas.
–Vamos Hunter, es bueno en lo que hace. Solo piénsalo ¿sí?
En realidad no quiero pensarlo, no después de que gracias a él, casi termino separado de mi padre y en un hospital psiquiátrico luego que mi madre murió cuando era apenas un adolescente. Si no hubiera sido por la ayuda del espíritu de mi madre, que hizo que su hermano lograra obtener el don que ella tenía, ahora mi vida sería diferente, ahora él puede ver a los espíritus, se convirtió en una especie de sacerdote, pero no me gusta la forma en que ayuda a los espíritus, sus métodos a veces son muy agresivos, por eso no me gusta decir que somos familia.
–¿Quieres acompañarme a casa? –pregunté sonriendo.
–Faltan tres horas para que tu turno acabe, ¿paso por ti?
–No, de hecho pediré irme ahora.
–Oh, claro.
Me levanté e informé a mi superior, quien me concedió el permiso sin objeción. Shaun y yo nos fuimos en mi auto a mi casa, espero que el sentido del humor de mi amigo la anime, es verdad que no tuvo una buena presentación cuando se conocieron, pero es buena persona.
–Hace calor hoy. –mencionó Shaun abanicándose con su mano, y era verdad con el paso del otoño, además que a las 3 de la tarde el sol está en su punto más fuerte.
–No seas tan idiota hoy.
–No lo haré, despreocúpate. –reímos.
Introduje la llave en la cerradura de la puerta y abrí dejando pasar el sol… Una voz alterada y desgarradora se pronunció desde adentro, era tal energía que incluso Shaun lo escuchó.
–¡CIERRA LA PUTA PUERTA! –Aisha estaba cubriendo su rostro con su capucha y empujándose contra la pared de la esquina– ¡Por favor ciérrala! ¡Quema!
–¡Shaun! ¡Cierra la puerta! –exclamé acercándome a ella y arrodillándome, Shaun cerró la entrada y se acercó a mí, pero le hice señas de que se mantuviera apartado– Aisha… Mírame, ¿qué pasó? –ella negaba con la cabeza sin dejarme ver su cara– Por favor, déjame ayudarte.
–Perdóname… Lo siento… No me dejes.
–¿Dejarte? No, yo no voy a dejarte. Por favor, déjame verte. –apartó sus manos y subió su rostro… No… Parte de su rostro tenía rastros de estarse ennegreciendo, noté su mano izquierda completamente negra y su ojo izquierdo, había cambiado, ya no es su color azul, ahora es de un rojo carmesí.
–No deja de hablarme… No se calla…
–¿Quién?
–Mi abismo, quiere salir… Yo tengo miedo, quiero quedarme aquí… ¡Contigo!
Mierda, me aparté de ella y fui a cerrar todas las ventanas y lugar donde la luz pasase, tomé mi celular e hice una llamada que no quería, pero ahora no tengo forma de ayudarla por mi cuenta.
–Llegará pronto. –susurré, Shaun se acercó a encender velas y luego vio el número al que marqué.
–¿En serio? ¿Crees que puede ayudarte?
–No tengo más opciones, y yo no tengo forma de hacer que ella vuelva. No voy a perderlas ella también. –sentí un leve jalón en mi pantalón, miré y Aisha estaba sentada ahí llorando con sus lágrimas negras, suplicante y desesperada. Me arrodillé en una pierna a quedar a frente a ella y junté nuestras frentes– Vas a estar bien, vas a regresar a la luz.
Sí, ella seguirá siendo luz, mi luz.
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