Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14: Conexión

La vuelta al pueblo en auto era acompañado con el viento colándose al vehículo por tener los cristales abajo, Aisha observaba la vista que no cambiaba mientras los rayos del sol atravesaban el follaje de los árboles, sus labios se curvaban en una sonrisa y su cuerpo y ser estaban en completa sincronía con la tranquilidad de la naturaleza y el viaje, su tarareo no tardó en llegar mientras cerraba sus ojos como si el aire fresco se uniera a ella en un encanto regocijante que avivaba el alma. Hunter a veces se preocupaba por salirse de la carretera y chocar contra un árbol por querer apreciar la calma que la chica emanaba en deleite.

–Hunter.

–¿Sí?

–¿Crees que podamos hacer una parada más?

Extrañes por esa petición que pronto pudo entender. El ocaso se había presentado en llegada junto a la parada que hicieron a una casa modesta, la madera pintada en amarillo claro se iluminaba con las farolas pegadas a los lados de la puerta blanca y gravados de rombos en relieves, la entrada poseía un tapete de bienvenida y el timbre sonaba avisando la llegada de alguien.

–¿Sí? –una joven que no pasaba los 10 años, cabello color chocolate y corto hasta los hombros, un vestido verde de mangas cortas y sandalias, abrió la puerta.

–Carla, ¿quién es, cariño? –una mujer se posó a su lado, su apariencia dictaba ser la madre de la menor– ¿En qué puedo ayudarle?

–Buenas noches, señora, señorita. Lamento llegar de improvisto, soy el detective Hunter Moore. Me preguntaba si fuera posible hablar con la señora Loren Harman.

–Ah… ¿Por qué un detective desea hablar con ella? Hace tiempo uno lo hizo en varias ocasiones. ¿Es por el caso de esa chica que era su amiga?

–Así es. Él era mi padre.

–¿Usted también lo investiga? –Hunter asintió– Bueno, de acuerdo, pase– él se adentró mientras Aisha lo seguía, la mujer mandó a su hija con su marido y ella continuó dirigiéndole hacia su madre–. Escuche, para ser sincera, no sé cuánto mi madre podría ayudarles. Ella siempre mira por la ventana y ha estado enferma los últimos días.

–Lo siento mucho, espero no quitarle más tiempo del requerido.

–Aquí es –mencionó abriendo una puerta donde una mujer canosa con camisón rosa pastel estaba sentada en cama mirando hacia la ventana con un perro Collie al lado–. Mamá, mira, él es el detective Moore.

–¿El señor Peter tiene noticias de mi amiga? –Hunter se acercó junto con la chica, quién acarició al perro que movía felizmente la cola– Aisha… volviste e igual de hermosa que siempre. –su sonrisa se ensanchó.

–No, mamá, el hombre es el hijo de aquel detective. Y esa joven no está –se dirigió al hombre–. Lamento esto, mi madre a veces se… desconecta del mundo y habla sola. Ella fue diagnóstica con un tumor en el cerebro y no puede ser operado dado que representa un peligro por el área en que se alojó, ahora sólo podemos mantenerla cómoda.

–Está bien. Lamento escuchar eso. ¿Está bien si trato de hablar con ella?

–Adelante. –mencionó saliendo un momento de la habitación dándole oportunidad a Aisha de conversar con su vieja amiga.

–Hola Loren, ha pasado mucho tiempo.

–¿Dónde te habías metido?

–He estado buscando algo, me da gusto ver que sigues tan bonita.

–¿Qué dices? Estoy vieja.

–Pero hermosa como siempre.

–Eso te lo dije yo –rieron juntas mientras el mayor las veía–. Has vuelto.

–Sí, así es.

–Y con un joven muy apuesto.

–Jajaja, creo que él agradece tu cumplido. Loren, necesito preguntarte algo. –alzó su collar– ¿Tú recuerdas por qué tenía tanto aprecio por esto?

–Tu collar… Sí, él te lo regaló, ah… ¿Cómo se llamaba…? ¿Cómo está él?

–Loren, ¿quién es él? ¿Qué era para mí?

–¿Aprendiste por fin a hacer la jardinería?

–¿Jardinería?

–Sí, querías aprender, especialmente querías plantar una especie. ¿Lo lograste?

–Loren, por favor. Necesito que te concentres y me digas quién era el que me dio mi collar.

–Sí, tu collar, te encantaba tenerlo todo el tiempo fuera de casa, en especial cuando ibas a tus encuentros…

–Loren… –la mujer empezaba a divagar sobre pequeños recuerdos sin algo en específico, cosas que no ayudaban más allá de causarle una sonrisa compasiva de su amiga– Me dio gusto verte, amiga.

–Y a mí a ti. Hasta pronto, Aisha.

La joven dio un beso en la frente la mujer anciana y se despidió de ella juntando sus frentes antes de retirarse con el detective.

–¿Pudo tener algo de mi madre? –preguntó la hija de Loren.

–Nada en concreto, pero mucho más de lo qué esperaba –respondió el mayor en un apretón y yéndose con Aisha de nuevo al auto–. Sabes, ahora a mí me gustaría ir a otro lugar antes de volver al hotel.

–¿Y a dónde? –el hombre sonrió y sólo condujo de nuevo a la carretera y orillándose a un lado del bosque. Ambos bajaron, Hunter con una linterna iluminando su camino por el pasar de tierra, hojas y ramas– ¿Por qué vinimos aquí? –dijo una vez se adentraron al bosquejo y llegando hasta el lugar donde la joven le enseñó, fue en el que murió.

–Aisha… Necesito contarte algo. –mencionó apagando su linterna mientras la luna les bañaba con su luz.

–¿Qué cosa? Me estás asustando.

–Tranquila, no es nada malo. Yo te conocía de antes, no porque leía tu expediente del caso, sino de muchísimo más antes –confusión en la chica que le hacía ladear su cabeza–. Hace 22 años, yo tenía 6, mi escuela hacía una excursión a un campamento en la siguiente ciudad por otra ruta que no pasaba por este pueblo. Un hombre secuestro el autobús habiendo dejado inconsciente al otro conductor, a nuestro maestro a cargo lo obligó a bajar.

–Hunter…

–Desvió el autobús a aquí. No contaba con que ese maestro dio aviso a las autoridades que ya lo esperaban. Detuvo el vehículo y quiso escapar, pero no quería hacerlo solo, así que tomó un rehén… a mí. Trató de correr por el bosque, tu bosque, el Bosque del Olvido. Yo estaba aterrado, lloraba y suplicaba por ser libre. El hombre se hartaba cada vez más de mí, lo obligaba a que quisiera pegarme un tiro, y entonces me empujó a caer al piso y me apuntó con el arma, me iba a disparar.

–Tú… –sus ojos se abrían con sorpresa, su boca permanecía encajando con su asombro.

–Tú detuviste su mano, te hiciste ver y lo asustaste tanto que corrió despavorido. Luego te acercaste a mí y te inclinaste dándome una sonrisa junto a esos hermosos ojos que jamás he podido olvidar. Aisha, me salvaste, llevaba 22 años deseando volverte a ver y devolverte el favor y también… –se acercó sonriente en ternura a juntar sus frentes– queriendo apreciar las más bellas ventanas del alma que jamás había visto.

–Te conocí de niño… –él asintió ladeando la cabeza sin despegarse de ella ni quitando su sonrisa– No te reconocí…

–No importa, fue hace mucho, y cambié mucho también. –rió acompañado de la joven que cerró sus ojos teniendo en sus labios una sonrisa, recordando a un pequeño de cabello negro que llegaba debajo de las orejas y ojos oscuros que le ofrecía una sonrisa mientras lo ayudaba a salir del bosque.

–Esta es la conexión que tenemos.

–Así es.

–Es tan cálida… tan agradable… tan dulce –inhaló aspirando esa esencia que le relajaba–. Me gusta…

Del bosque pasaron a quedarse apreciando esa conexión juntos en la cama, ambos con ojos cerrados, una sonrisa en sus labios y sus frentes juntadas; una sensación tan idílica que la sola inhalación de fragancia del otro les producía sentirse tan delicados y ligeros como si estuvieran fuera de sus mundos y solo existieran ellos dos en un tiempo detenido y que no les molestaba si en verdad lo hacía sin intención de regresar.

×~×~×~×~×

Mientras tanto, en una ciudad, un hombre joven de 30 años llegaba en su motocicleta vestido con jeans marrón, botas a una palma arriba de los tobillos, una camisa negra por dentro de su chaqueta marrón, usando guantes oscuros, cargando una mochila gris a su espalda, cabello corto y negro, y con lentes oscuros ocultando sus ojos ámbar; se detuvo frente a un hotel el cual no tardó en darle la buena habitación que él pidió.

El hombre se acomodó lanzando su mochila a la cama y retirando su chaqueta y camisa y posando su brazo en el vidrio de la puerta corrediza del balcón del cuarto del último piso que le daba una gran vista de la ciudad iluminada por las luces de los edificios, casas, vehículos, dejando en sus labios una torcedura de diversión por estar más cerca de un pueblo al que deseaba regresar, aunque también recordaba con sadismo a cierto par de hombres que habían sido sus víctimas, uno muerto, y otro que sobrevivió a su navaja y pistola.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro