Él había estado sumido por más de 400 años en su frío ataúd esperando hallar algo más en el futuro próximo y ese día llego...

21 de octubre de 2021

Su pálido rostro abrió los ojos divisando su viejo castillo tal y como lo recordaba, algo más polvoriento debido al tiempo pero igual de tenebroso que siempre, se levantó y cambio sus ropajes por algo más apropiado y menos desgastado.

Que bien se siente despertar, susurró Lord Chankland al aire sin saber exactamente en que año había despertado ni ser consiente de cuanto había cambiado el mundo en ese tiempo.

Salió sin un rumbo fijo para descubrir el futuro al que le había conducido su largo sueño y en poco tiempo llegó a la ciudad más cercana, lo que vio no pudo más que causar satisfacción en el.

Los monstruos atestaban las calles, brujas y fantasmas por aquí y por allá, algunos otros parientes, pequeños y grandes, grotescos y caricaturescos, no le intereso solo estaba feliz de ver como aquella raza que lo perseguía hace siglo se había extinguido según su modesto raciocinio.

Camino durante un rato recorriendo el pueblo, sin duda las farolas de la calle lo asustaron, su tenue luz parecía la de un diminuto sol colgada extrañamente allí y en todas direcciones, creía que si llegaba a tocarlo se quemaría, hasta que vio a un joven vampiro pasar debajo de ella.

Pero, ¿qué es esto?, pensó para si mismo.

Con un poco de recelo se acerco a la brillante luz y lentamente sumergió una mano en ella, no sintió absolutamente nada, poco a poco entro en la extraña luz que no parecía causarle ningún malestar ni efecto y sonrió mostrando sus temibles colmillos.

De repente uno de sus eternos enemigos apareció doblando la esquina, era un hombre lobo con un temible aspecto que parecía salido de un cuento de horror, Lord Chankland claramente desconcertado no lo entendía, como era posible que tal criatura apareciera sin siquiera haber una luna llena visible en el cielo.

Desconfiado se acercó con aires de superioridad a interrogar al licántropo:

— ¿Qué hace usted aquí? — preguntó con recelo preparando sus colmillos por si tenía que pelear con aquella bestia.

— ¿Cómo que? — rio el joven ante tal pregunta — es halloween, viejo — le mostro una bolsa repleta de dulces y siguió su camino, unos pasos más allá volteó y acotó — por cierto, buen disfraz.

¿Viejo?, ¿Disfraz?, ¿Hallo... que? , su cerebro no podía procesar absolutamente nada de lo que acababa de ocurrir y con el desconcierto aún palpitante decidió seguir recorriendo la ciudad.

Las casas parecían tenebrosas y las criaturas sonrientes, sus vestimentas eran cada vez más confusas, era probable que la moda a ese tiempo hubiera cambiado pero le parecía que algo no cuadraba en todo eso.

De pronto dos pequeñas brujitas y una momia se acercaron a él; la más pequeña de las brujitas le habló:

— Señor, ¿Podemos tomarnos una foto con usted? — suplicó la pequeña.

Una foto, él no tenia ni idea de que era eso, pero no sonaba tan temible ni tan peligroso así que accedió.

De pronto ambas niñas se pusieron cada una a un costado de él y la momia saco un artilugio de algún lado de sus vendajes.

— Sonrían — anunció la momia apuntando el aparato hacia ellos y el pequeño parpadeó del flash enfureció al vampiro quien no dudo en mostrar sus colmillos.

— ¡Soy Lord Chankland! — demostró su enfado con un grito, el breve gesto y colmillos asustó un poco a las pequeñas.

Las pequeñas brujas corrieron a abrazar a la momia y ella solo soltó una sonora carcajada que calmó a las pequeñas, se agachó y les dijo algo que Lord Chankland no pudo oír, de inmediato las brujitas se fueron corriendo a una casa cercana. 

La momia se acercó a el y le comentó:

— Tu si que entras en papel ¿verdad?, hasta yo me asuste un poco — paso por su lado y golpeó su espalda con una amistosa palmada para ir tras de las brujitas,

¿Papel?, él no estaba representando ningún papel, él era el mismísimo amo del mal y lo que sea que estuviese sucediendo no lo complacía tanto como él pensó en un principio.

Un pequeño desfiles de diminutos diablitos pasaron enfrente de él, ¿qué sucedía?, seguía sin comprenderlo y aquel aparato que le había lanzado aquella luz resplandeciente comenzó a reconocerlo en todas partes, todos lo llevaba, ¿seria alguna especie de conexión? o ¿algún tipo cámara?

De pronto un extraño monstruo se detuvo junto a él y literalmente se decapito solo, no había sangre ni nada de eso, más bien su extraña cabeza dio paso a una más pequeña, una humana y esa la reconoció de inmediato.

— ¡Qué calor hace aquí adentro! — se quejó el hombre del traje.

Todos ellos eran humanos y él ni cuenta se había dado, ¿acaso había perdido el tacto para identificarlos?, eran demasiados y se paseaban por todas partes, como si se hubieran multiplicado por montones.

La decepción lo invadió, ¿cómo era posible que aquella raza inferior siguiera sobre la tierra?.

Se retiro de nuevo evitando a aquellas inmundas criaturas de camino a su escondido castillo a continuar durmiendo, después de la pesadilla que acababa de vivir, deseaba que el futuro le deparará algo mejor que ser la burla de los tontos humanos.

Palabras: 884