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Una navidad gatuna

23 de diciembre...

Laura estaba colgando las botas de tela para recibir algunos dulces.

-¿Estarás a tiempo para la cena de nochebuena? Recuerda que vendrán amigos y familiares en la tarde.

-Sí, mamá, mañana trabajaré pero saldré temprano y estaré aquí para la cena -Dijo Laura.

-Más te vale llegar a tiempo.

-Lo haré.

Al otro día Laura se dirigió a trabajar, agarró sus cosas y salió rumbo al trabajo, oía por todas las calles a la gente cantar villancicos, todos sonreían y sus conocidos la saludaban y le deseaban una feliz navidad.

Laura trabajó hasta las 4:00 PM, ya estaba acomodando sus cosas para irse, pero hay algo que ella no sabía, antes de retirarse su jefe la detuvo.

-Hola, disculpa que te interrumpa pero debes quedarte esta noche con Vilma.

-¿Quién es Vilma?

-La gatita callejera que necesitó una operación hoy, no tiene dueños aún y alguien debe quedarse con ella.

-¿Yo? Pero es 24, ya estaba por irme -Dijo Laura- Lo siento pero tendrás que buscar a alguien más.

Su jefe la miró enojado. Era tan sexy su jefe que no podía decirle que no, el problema es que le costaba trabajo ese día por lo que le había prometido a su mamá.

-De acuerdo, lo haré -Dijo Laura triste.

Después de que todos se fueron, Laura tuvo que quedarse con la gata, llamó a su familia para avisarles que no estaría con ellos.

Todo iba bien, pero de repente se fue la luz.

-Oh, genial -Dijo en tono sarcástico- No hay luz y tampoco hay Navidad. Cómo desearía ser un gato, andan jugueteando donde quieran, duermen cuando se les da la gana y no tienen reglas.

Laura trató de ir a arreglar los fusibles de luz, pero era imposible ver ya que estaba muy oscuro, prendió la lámpara de su celular pero no sirvió de mucho, al tratar de arreglar la luz tuvo éxito, el problema fue que se electrocuto y cayó desmayada al suelo.

Despertó asustada, todo se veía más grande, sintió pelo, camino en cuatro patas y al verse en el espejo se sobresalto, se había convertido en un gato.

-No puede ser, esto no puede estar pasando. Buscaré a una bruja, una hechicera o un mago pero alguien tiene que regresarme a la normalidad.

No había nadie más pero decidió ir a su casa a buscar ayuda.
Al llegar intentó saltar para tocar el timbre pero sólo logró rasguñar la puerta.

Estaba el sonido de la música toda su familia adentro platicaba, bailaba y cantaba, nadie escuchó que había un gato afuera.

Laura comenzó a gritar para que le hicieran caso pero lo único que se oían eran maullidos.

Hasta que uno de los que se encontraba adentro abrió la puerta pero al no ver a nadie la cerró de nuevo, Laura entró sin que el hombre se diera cuenta.

Se acercó a la cocina, en donde estaba su mamá cocinando cerca de la estufa.

-Mamá, soy Laura. Hazme caso.

Sólo se oían maullidos, por lo tanto Laura trató de llamar su atención de otra forma, intentó brincar pero no le hacía caso. Cerca había una mesa en la que estaba un plato con lasagna, Laura brincó a la mesa para probar un poco, comenzó a lamer la comida.

-Fuera de aquí, esa lasagna es para Laura.

Al ver que su madre no podía entenderla, Laura trató de darle algunas pistas como agarrando un balón de basket, tratando de hacer una técnica de artes marciales, señalando otros objetos más pero ninguno funcionó.

Sólo se escucharon maullidos, su mamá la cargó para sacarla de la casa.

-Y no vuelvas... Ahora tendré que hacer más lasagna, estupido gato.

Laura no sabía qué hacer, en una casa cerca había un perro, este comenzó a perseguirla ladrando agresivamente, la quería morder, Laura huyó corriendo lo más rápido que pudo, hasta que llegó a un árbol y saltó a una de las ramas, el perro le ladró pero se cansó y finalmente la dejó en paz.

Bajó tranquilamente del árbol, y caminó sin ningún rumbo. Estaba desesperada, no sabía cómo volver a la normalidad.

Pero fue muy extraño porque mientras caminaba se encontró de frente con su jefe, ahora era más alto que ella, se veía más galán desde ese ángulo.

-¿Estás perdida? -Preguntó su jefe- ven conmigo, encontraremos a tus dueños.

La cargó y se la llevó a su casa, le dió croquetas pero Laura miró la comida sin nada de apetito.

"No soy verdaderamente un gato, no comeré esto, yo quiero lasagna" pensó Laura.

Su jefe al ver que no quería comer le ofreció agua. Laura tomó un poco pero le costó trabajo no tomarla como comúnmente lo hace, con un vaso.
Después la llevó a un pequeño cojín y le puso una manta.

-Espero que estés cómoda.

Laura se acomodó, estaba preocupada, no viviría toda la vida comiendo croquetas y teniendo una vida de gato, quería volver a la normalidad y seguir ejerciendo su carrera de veterinaria.

Llegó un hombre y saludó a su jefe pero no con una palmada o abrazó, sino con un beso, Laura se quedó espantada, ese hombre del que ella estaba enamorada era gay y ella pasó todo este tiempo sin saberlo.

-¿Qué tal? ¿Iremos a cenar? -Preguntó el chico.

-Sí, pero... -Volteo a ver a Laura.

-¿De dónde sacaste ese gato?

-Es gata, estaba en la calle, parecía perdida y con frío, entonces la traje para que estuviera comoda y también debo encontrar a sus dueños.

-¿No crees que es algo arriesgado agarrar gatos de la calle? Podría tener rabia.

-Pues mañana la llevo al trabajo para que le pongan la vacuna, además se ve inocente aunque tuviera rabia no me va a hacer nada.

-Nunca se sabe, no podemos ir a nuestra cena con una gata.

-Podemos cenar aquí -Dijo su jefe encogiéndose de hombros.

-No lo sé, no me suena higiénico.

-Ay por Dios, no seas exagerado. Vamos a cenar aquí con esta gata te guste o no.

El chico puso los ojos en blanco, fue por la cena y al volver ambos se sentaron a comer.

Laura no dejaba de observarlos, era para ella un horror que el chico de sus sueños resultará ser gay.

En cuanto su jefe se distrajo, Laura huyo por la ventana para después seguir caminando sin ningún rumbo, llegó de nuevo a la veterinaria, abrió con dificultad uno de los botiquines, quizás había algo ahí que la sacará de ese lío pero sólo había alcohol, gasas, vendas y otras cosas que en ese momento no le servían a ella.

En la parte de abajo había un ratón, no quería brincar, le daban miedo los ratones, aunque siendo un gato debería ser al contrario.

Laura de repente se echó a llorar desesperada, estaba triste, creyó que nunca volvería a la normalidad porque nadie la escuchaba, se arrepintió de haber deseado ser un gato, era horrible, los perros la perseguían, nadie le hacía caso, tenía que comer esas horribles croquetas y olvidarse de su deliciosa lasagna por el resto de su vida.

Todo se nubló, después abrió los ojos, todo se veía borroso y había una lámpara que le lastimaba la vista.

-¡Al fin despertaste! -Dijo su jefe emocionado- Nos tenías preocupados.

-¿Nos? -Preguntó Laura confundida.

-Sí, tu madre está allá afuera. Le avisaré que ya despertaste, enseguida regreso.

Salió de la habitación y regreso con su mamá.

-Hija, estábamos muy angustiados.

-No lo entiendo ¿Cómo fue que volví a la normalidad? Tenía un pelaje enorme, estaba más pequeña, no lo entiendo.

-¿De qué rayos hablas? -Preguntó su madre- ya sé, seguro estás confundida.

-Mamá, no estoy confundida. Yo era un gato, te ví a ti, a mi jefe, nadie me hacía caso y no sabía cómo volver a la normalidad, no sé cómo pero que alivio.

-El golpe te afectó un poco el cerebro pero con el tiempo irás recuperando la memoria.

-Mamá, sé que eso pasó.

-Tal vez son tus sueños lo que te llevó a pensar eso.

Después de que los doctores se asegurarán de que ella estaba bien, regresó al trabajo.

-Laura, deberías irte -Dijo su jefe- he notado que fue un día difícil para ti. Yo me quedaré.

-¿En serio? Creo que prefiero quedarme aquí.

-Pero debes estar mareada por el desmayo.

-No, de hecho me encantaría que ambos nos quedaramos para cuidar de esta gatita, me la llevaría a casa conmigo pero tú sabes que no tengo el equipo medico -Ella se acercó a acariciarla- aunque después me gustaría adoptarla, me hizo darme cuenta lo mucho que amo ser yo.

Su jefe se rio, sirvió una taza de ponche para cada uno, después de haber un silencio incómodo prendieron la radio, en la cual estaba a punto de sonar una canción:

Y ahora con ustedes una de las canciones más escuchadas para esta noche "El vals de las flores"

La canción comenzó a sonar, su jefe se levantó de su asiento, y dejó la taza a un lado.

-¿Me concederías esta pieza? -Preguntó inclinándose un poco ante Laura.

-Crei que... olvídalo, creo que sólo fue un sueño.

Ambos bailaron el vals de las flores, mientras Vilma los miraba con ternura desde donde estaba acostada.

Fin

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